Partida Rol por web

Solo recuerdas, frio, solo recuerdas como una voz te llama y te protegen unos brazos. Cuando despiertas estas en una sala, entre mantas blancas, con la ventana entrando el sol y pasos que te dicen que hay alguien mas por alli, la puerta se entorna y entra la mujer mas hermosa que has visto nunca que te sonrie un segundo con una bandeja con comida en las manos

Frey se levantó trabajosamente. Suspiró, y el aire se condesó en una nubecilla de vapor recordándole quién era él. Era Frey, Señor del Frío Absoluto. Pese a su juventud, uno de los mayores especialistas en la magia gélida que aquellas tierras cálidas hubieran conocido jamás. En el frío polar no hay lugar para la debilidad.  

Sus recuerdos eran confusos. Sólo recordaba unos brazos que lo protegían y una voz que lo llamaba. Frey estaba acostumbrado a dominar siempre la situación. Y verse tan desvalido lo desconcertaba y lo irritaba. Quienquiera que lo hubiera atrapado era realmente poderoso.

¿Quién eres? -le espetó con amargura a aquella joven tan hermosa-. ¿Y qué hago yo aquí?

Las tripas le rugieron cuando el aroma de la comida inundó sus fosas nasales. ¿Cuanto hacía que no comía?

Bienvenido a la escuela de magia de Limoria, un dragon te trajo y te dejo en el jardin a los pies de la directora y de una de sus hermanas ropas comodas me cubren y me acerco dejando la bandeja a un lado de la cama  Comed algo caballero y luego os acompañare a ver a la maestra.

 Las explicaciones de la mujer no disipan las dudas de Frey. Pero estaba claro que no era ella quien le iba a aclarar nada. Tendría que esperar la audiencia con la maestra del aquel lugar. Por el momento, parecía que no era un prisionero. Ni aquella mujer una rival a la que derrotar para recuperar la libertad.

Disculpa mis modales. Aún estoy un poco confuso. Me llamo Frey -dice tendiendo una mano helada-, ¿a quién debo agradecer la hospitalidad?

En cuanto la adusta dama estrechase su mano, empezaría a dar buena cuenta de las viandas, esperando obtener la mayor información posible de ella, de su maestra y de aquél lugar.

Tomo la mano, esta algo fria, pero no es importante.

Mi nombre en Freya, soy solo una maestra en la escuela, la directora es la mujer con la que hableis. Es una drow y muy amable, solo os dire que cuando os vio supo que algo malo os habia pasado por que hizo venir al mismisimo sumo sacerdote para que currara vuestras heridas.

Ojos gelidos y una sonrisa dulce. Comed, seguro que lo necesitais

 La sopa humea, y Frey la sopla para enfriarla. Su hálito congelado baja la temperatura de la sopa de forma instantánea. Al mago no le gustaban las cosas calientes. El calor era para los débiles. 

Fuera la pericia de la cocinera o que estaba hambriento como un oso-lechuza que acabara de salir de la hibernación, lo cierto es que Frey la devoró con rapidez. Cuando oyó la palabra 'drow', Frey detuvo la cucharada a medio camino. Miró a Freya, enarcando una ceja puntiaguda y dedicandola una mirada inquisitiva con aquellos ojos cortantes como el hielo.

Vaya. -dijo bajando su mirada con educación-. Mi tío Harald decía que viajar te vaciaba los bolsillos, pero que te llenaba la cabeza de cosas interesantes. No se equivocaba. Los habitantes de las tierras cálidas sois muy sorprendentes. 

Frey termina la sopa y comienza a comer el pastel de faisán. Su aroma era delicioso, y su sabor no defraudaba en absoluto.

Habéis sido muy amables conmigo, espero poder recompensar vuestra generosidad -dice limpiándose los labios con la servilleta-. No nos demoremos más, llévame junto a mi benefactora para que pueda agradecérselo en persona.

Observo como come, como enfria la sopa, es demasiado extraño, ya me dijo mi padre que habia mas alla del mundo cosas que no debian de ser reales, mas fantasticas que la propia magia. Me rio por el comentario y al final asiento.

La verdad es que el mundo es extraño para todos y mas para unos pocos.

La amabilidad no ofende, es mas si lo deseais incluso podeis descansar un poco mas la directora no la importara esperar un poco mas, si ha esperado hasta ahora.

Me levanto de mi asiento mientras mi vestido cae a los pies y me lo aliso con suavidad. Acompañadme pues caballero.

 Frey estaba acostumbrado a que la gente temiera su magia... o la codiciara. Incluso que trataran de matarlo por el hecho de ser diferente.  Por ello, el afecto que destilan las palabras de la profesora de Limoria turbaba tanto a Frey. Era un sentimiento al que no estaba acostumbrado y que no entendía.

El hechicero carraspeó y se levantó, irguiendo de nuevo aquél caparazón de hielo con el que se protegía. El calor mata la mente e impide pensar con claridad -se dijo-. Hay que mantenerla fría.

Si sois tan amable, os sigo -la replicó mientras la indicaba con un gesto que pasara primero.

Asiente y te acompaña por el pasillo hasta donde confluyen todos y el suelo comienza a moverse hacia abajo hacia la salida, cuando llegais, saluda a  algunos alumnos con un gesto de cabeza y se encamina hacia el exterior. Esta lloviendo pero cuando llegas a la puerta ves que es sangre, llueve sangre.

 Una gota cae en sus labios, y le llega el sabor a hierro... de la sangre. Frey levanta la vista al cielo para comprobarlo y después mira a Freya. ¿Aquello era normal allí?

Sus ojos azules, inquisitivos, examinan el fenómeno, interesados. Pero no abre la boca para preguntar.

Normal no es y a ella la preocupa tambien, ves como se acerca alguien, una drow y una especie de niño que se te queda mirando y luego a ella. La mujer que te acompaña mira al cielo y parece que reza.