Arastus fue dejado atrás... Las identidades falsas por si mismas sirvieron para llevar a los acólitos de vuelta a Thaen donde estaban sus pisos francos, y de ahí linea directa a las inmediaciones del Palacio Tricorne con sus identificaciones de acólito. La droga fue ocultada en el propio Arastus hasta el momento en que la red de Markus pudiese hacerse cargo de ella para sacarla de allí y darle un "buen uso". Solo quedaba presentarse ante su superior y acabar con aquella misión.
La imponente presencia del Tricorne se alzaba ominosa sobre el grupo. Aquellas tres torres interconectadas proyectaban su sombra sobre ellos y gran parte de la estribación de la colmena. Eran un símbolo del poder de los Ordos y un recordatorio para todo el populacho de que había quien les vigilaba. Los hombres y mujeres de la colmena evitaban las inmediaciones de aquel lugar como si la vida les fuera en ello... y muchas veces era así. Casi nadie ajeno a la organización que hubiera franqueado aquellas puertas colosales había vuelto para contarlo... y los que lo habían hecho preferían no dar explicaciones al respecto. Tal era la reputación de sus moradores y la incomprensión de sus métodos por parte del ciudadano común otra de las armas de su arsenal. Los soldados vestidos de negro y rojo que esperaban en el control exterior eran otra de aquellas armas...
La sensación que experimentaron al cruzar el umbral fue la de ser tragados por una bestia insaciable. Ellos eran alimento y combustible para aquella criatura enorme y a la vez furtiva que era la organización a la que pertenecían. Nunca antes habían estado allí, pues aun no se les consideraba dignos y no pudieron mas que pensar que aquello podía ser tanto un reconocimiento a su labor como un castigo. ¿Emergerían de nuevo al exterior o el interior de aquel conglomerado de rococemento sería lo último que verían? Los soldados de asalto inquisitoriales les condujeron por laberínticos pasillos de basalto negro. Tras pocos minutos habían perdido la perspectiva de donde estaban tras cruzar incontables puertas y recodos. Al final los guardias se detuvieron frente a una puerta sin etiquetar. Sin nombres ni números en ella. Simplemente el umbral que daba paso a un despacho. Un despacho espartano, sin decoración, y tras un escritorio de metal y cristal común y corriente se encontraba una figura embozada, con un rostro apenas discernible bajo ella, también sin rasgos...
El hombre descansaba en postura relajada. Al ver entrar al grupo y cerrarse la puerta tras ellos, entrelazó los dedos de las manos mientras reposaba sus codos sobre el cristal de su mesa. - Y bien. Que tienen para mi. Dijo con una voz que surgía de detrás del embozo como la de un examinador exigente.
Rebekah hizo un saludo militar. A la mierda, es mi superior y es mi manera de mostrarle respeto.
Sacó la placa de datos que les habían dado, la releyó un instante.
- Señor, hemos establecido un depósito de armas con las cantidades requeridas en Arastus, hemos conseguido todas las armas necesarias. - Tecleó algo en la placa. - Éste es el depósito. - dijo devolviéndosela con los datos. - Aquí está su localización. Una fábrica de armas abandonada de Series M, tiene claves de apertura en sus bóvedas que están escritas a continuación.
- Todos los que han sabido algo de las armas están muertos de forma no rastreable hacia nadie.
Se quedó esperando, había presentado la información de la forma más clara posible. Ahora quedaban las palabras del ser.
Markus entró en el impresionante edificio junto con sus compañeros. Jamás había estado en aquel lugar y, la verdad, para un criminal profesional como él, resultaba un tanto perturbador. No obstante, Bromel mantuvo el tipo -habían pasado múltiples y peligrosas desventuras antes- y con paso firme llegó hasta el despacho.
El sujeto que estaba ahí exigió resultados y Caeli, directa y escueta, se los dio. El mafioso de Nora Rosa prefirió que hablara ella, dado que pertenecía a las Fuerzas de Seguridad y estaba en su salsa, quedando él en segundo plano.
Reprimió como pudo las ganas de echar un pitillo y observó al hombre tras el escritorio. Solo hablaría si le preguntaban, de no ser así, optaría por la discreción. Lo único que deseaba era acabar con todo aquel lío de las armas.
Pues ahí estaban, en el despacho numero tropocientos mil, del pasillo del copón, en lo profundo de la inquisición, si lo pienso mucho me pongo nerviso.
Cambio el peso de un pie al otro, inquieto, voy hasta arriba de neurorelajantes y supresores del dolor, pero como eso me dormiría, tengo una buena cantidad de estimulantes. Las vendas aprietan firmemente mis heridas para no dejar un reguero de sangre por toda la pequeña oficina.
Sigo con atención al hombre que tiene que decirnos si está todo correcto, cosa que no dudo, y poder pasar a trabajos más importantes. Me mantengo callado a menos que me pregunten.
El hombre tomó la placa de manos de Rebekah y la estudió con detenimiento durante un par de minutos que parecieron eternos. - Todo parece correcto... dijo dejando reposar el aparato sobre la mesa. - Antes de continuar. ¿Pueden ustedes dos salir del despacho? Fuera les esperan. Señaló a Zek y al doctor.
Ambos se miraron entre ellos algo perplejos. ¿Que era aquello? ¿Porqué tenían ellos que abandonar la sala y sus compañeros no? Tras unos segundos de indecisión, Linus abandonó la sala sin mas. A través del umbral vieron que fuera esperaban varios de aquellos comandos vestidos de negro. Como los que les habían llevado hasta allí.
El catachano no parecía demasiado contento. - ¿Quiere que salgamos fuera? ¿Es que hemos hecho algo mal?
- Todo se les explicará a su debido tiempo. Dijo el embozado sin mas y sin cambiar su postura relajada. No parecía que fuese a dar mas explicaciones.
El soldado cedió tras unos segundos mas de pensarlo y salió del despacho. Uno de los comandos cerró la puerta tras él.
Los cuatro acólitos quedaron a solas con Nihilus. El tiempo parecía haberse detenido y la tensión era palpable. - De ustedes en éstos momentos solo requiero una cosa. Digan uno por uno y de viva voz quien de entre ustedes debería dirigirlos de haber futuros encargos. No me importa el porqué, solo el quién.
Miré un tanto perplejo a aquel hombre. ¿Dirigirnos? ¿Está de guasa? Cada uno somos buenos en una cosa, ninguno en todas. En eso consistía un equipo, en que todos funcionaban juntos y nadie estaba por encima de los demás. El cargo, el mando... era una responsabilidad que se podía subir a la cabeza y convertirse en un peligro. Nuestros campos eran amplios, y cada uno cumplíamos bien apoyándonos en los demás, pero darle a un sujeto en concreto autoridad sobre el resto... En mi fuero interno aquella idea se presentaba en rojo parpadeante enmarcada en un cuadro negro como la oscuridad espacial.
Negué con la cabeza. ¿De verdad es necesario? Somos un equipo, funcionamos bien como tal. Conozco a estos hombres y mujeres del tiempo que he pasado con ellos. Buenas y malas situaciones. Confió en ellos, en todos. Pero designar a alguien con autoridad sobre el resto... Era una vieja táctica que se podía emplear para que un sujeto se convirtiera en el cabeza de turco de un grupo, y no me gustaba. Dejé en el aire aquellas palabras. No era una decisión fácil que se tomara rápidamente.
Las órdenes se acatan, no se discuten. No hay órdenes ilegales. Hay traidores, pero elegir un líder no es traición. Es ciertamente raro, pero aquí todo es raro.
- Jarsalex. - Musitó Rebekah. Smul y Marcus eran demasiado impulsivos, pero seguirían al acólito.
Sonrio con mis grandes dientes cuadrados, votaré al zarrapastroso, sólo por fastidiar.
- Así es como habla un lider, yo digo Jarsalex- confirmo mi voto tranquilamente, estoy acostumbrado a las cadenas de mando, es como funcionan las cosas desde siempre...
Markus asintió ante la elección de sus compañeros, Jarsalex era la mejor opción, un tipo de los bajos fondos con experiencia en asuntos turbios y duro de pelar. Respecto a los otros dos miembros del grupo, se habían ganado con creces el respeto del mafioso de Nora Rosa, pero pertenecían a las Fuerzas de Seguridad del Estado y a Bromel se le haría un tanto complicado recibir órdenes suyas. Pese a sus servicios en la Inquisición, él seguia siendo un criminal.
- Yo también voto por Jarsalex.-
dijo Markus. Tenía claro que con él llegarían lejos, por lo menos lo conocían y se había portado como un profesional, era mejor tenerle a él liderando el grupo que a algún otro "intelectual" que impusieran los jefazos.
El hombre colocó las palmas de las manos sobre la mesa. - Parece que ha habido quorum. Aunque no deja de ser curioso que el elegido sea precisamente el que ha cuestionado mi orden... Al fin miró a Jarsalex desde las profundidades de su embozo. - Pero parece ser que el resto del equipo confía en usted. Enhorabuena, primus. Sobre sus hombros recaerá la gloria de los triunfos y la deshonra de los fracasos de sus compañeros. Miren a derecha e izquierda y verán a las personas con quien convivirán y trabajarán a partir de ahora. Pueden retirarse.
Bueno. Jarlasex siempre ha sido sensato y ha tenido buenas ideas, podrían haber elegido mucho peor. Podrían habértelo dado a tí.
Rebekah asintió. Quería llegar a su cubil, a su habitación en el edificio de apartamentos y tumbarse en su catre, dormir en una cama blanda durante unos cuantos lustros.
- Como indique. - La mujer encabezó el camino fuera de la habitación.
Cerré los ojos ante aquello. No me había dado tiempo ni a decir el nombre del que yo creía y para colmo había sido yo elegido. Aquello no me agradaba, pero habría que cumplir con los designios del destino. Ahora como la cagues, te van a capar... Pensé para mis adentro mientras realizaba una ligera inclinación ante nuestro oficial en señal de respeto y asunción de aquella responsabilidad.
Estamos para servir al Trono dorado, señor. Y era cierto, la inquisición nos había sacado de ciertas situaciones difíciles y ahora trabajábamos para un supuesto propósito superior que, obviamente, no íbamos a conocer. Con un giro de 180 grados sobre mis talones, seguí a nuestra compañera en el camino hacia el exterior. Así sin más, supongo que querrán que nos mantengamos a la espera de contacto para nuestra futura misión. Pensé mientras salía de ahí.
Ale pues, estamos listos de papeles. XD.
Le puse la mano en el hombro a Jarjalex a modo de felicitaciones, dándole unos pequeños golpes mientras salía con él de la habitación. Me agacho un poco para salir y no darme con el dintel de la puerta. Iba a preguntarle por Uriel pero dudo que me diga nada aunque lo supiera así que no gasto saliva en vano.
-Así es, así es- le comento sin poder disimular la sonrisa-.
El tipo dijo que podían retirarse, Markus no esperó ni un instante, se giró y salió con sus compañeros. Quería dejar aquel condenado sitio, un lugar oscuro, a todas luces. Además, tampoco quería que nadie lo viera salir de allí, pensarían que era un chivato de las Fuerzas de Seguridad y tenía una reputación que mantener en los bajos fondos.
Ya fuera del despacho, Bromel sacó su pitillera y tomó un cigarrillo, le ofreció otro a Entreri.
- Por tu reciente ascenso colega.- le dijo - tranquilo, somos un grupo bastante cohesionado, pese a nuestros dispares orígenes, cualquier cosa que nos encarguen la lograremos.- le comentó mientras le guiñaba un ojo.
Indudablemente, ser ascendido en la Inquisición era una putada, pero también podía tener su lado positivo, la autoridad y el miedo que infundía la institución podía abrir numerosas puertas. Algunas de ellas muy lucrativas.
A lo largo de las siguientes semanas la vida de los integrantes del ecléctico grupo cambió. Ahora eran acólitos de la Sagrada Inquisición de Terra con todo lo que ello traía consigo en vez de simples aspirantes. Formaban parte de una organización que les daba gran libertad de movimiento, posiblemente la mayor de todos los adeptus, pero a la vez exigía una dedicación plena en cuerpo y alma. Sus vidas ya no les pertenecían y servían a un propósito mas elevado. El secretismo y la desinformación eran el plato del día entre los suyos ya que el conocimiento de muchos de los secretos que guardaban los muros del Palacio Tricorne era peligroso en si mismo para la mente y conciencia humana. Recibieron nuevas acreditaciones y entrenamiento especializado. Formaban parte de una célula inquisitorial preparada para cualquier eventualidad. Recibieron unas nuevas estancias para ellos en una zona media de la colmena, bien equipadas y preparadas para cubrir todas sus necesidades. Un centro de operaciones bastante impresionante, mucho mas de lo que habían tenido hasta ahora, además de nuevo equipo.
La mayoría de incógnitas que envolvían a la misión quedaron sin respuesta. ¿Para que querían sus superiores aquel depósito de armas en la división Arastus? La respuesta a aquella pregunta siempre era la misma: fue una manera de probar su capacidad de resolución de problemas y sus recursos sobre el terreno. Ver si eran capaces de funcionar juntos y con recursos limitados. Pero si realmente eso era todo lo que el asunto escondía... quizás no lo sabrían nunca. Algunos de los demás implicados en aquella trama, sus compañeros por un tiempo, fueron descartados o reasignados a otros equipos o secciones de la burocracia inquisitorial dependiendo de sus habilidades... aunque del destino de algunos no tuvieron noticias.
El enigmático Nihulus continuaría siendo su enlace con su maestro inquisidor... alguien a quien no habían sido presentados por el momento. Vigilantes, y a la vez vigilados, continuarían haciendo un trabajo peligroso pero a la vez importante: matar al mutante, quemar al hereje y purgar al impuro allí donde se encontrasen...
CONTINUARÁ...