Recorriendo la ciudad de Bechafen entre sus apretados callejones, el par de aventureros fue buscando y observando entre diversos artículos que podrían servirles durante su futura misión. Así, tras buscar mucho dieron con un lugar idóneo donde se podían hacer buenas transacciones, aunque lamentablemente sus dotes de negociación dejaban mucho que desear, y era claro que tenían suerte de no haberse topado con timador.
Transcurridas algunas horas tras haber conseguido todo lo que buscaban, ambos recorrieron el ajetreado camino de regreso en dirección a la misteriosa torre del duque. Con suerte y pronto sabrían mas detalles sobre el rumbo que tomaría su misión.
Ambos: Por duro que parezca, siempre hay que poner narración; está en las reglas incluso xD.
Sargón: Te entiendo, pero eso requeriría interpretación y de mi experiencia llevando a cabo cosas así, es suicidio; una partida por web donde las compras sencillas se interpretan con normalidad durará años. Por otro lado, bien puedes decir que solo necesitas consejos, allí casi te diría lo mismo, en este juego no hay pocos objetos, y decir que puede servir es muy amplio, lo mejor es que tu mires y preguntes. No obstante te hago una lista de cosas que quizá te interesen: Algún casco, alcohol (eres enano), equipo de iluminación, manta, yesquero, Escarpia, Cepo, gancho de escalada, herramientas de oficio minero (esto es muy caro) y poción curativa (solo miré el manual básico).
Ambos: Por sus tiradas, saben reconocer bien a un mercader honrado y cooperativo de uno que no sea así, logran a su vez encontrar un mercader considerablemente adecuado, aunque sus capacidades para regatear dejan mucho que desear. Los precios por tanto, serán algo mas altos de lo común.
Seiger: Por el material de escritura serán 11co, por libro de oraciones depende de como lo quieras, uno sencillo casi en limpio y usado te puede salir en mas de 20co; ya uno bien hecho hasta en 50co o mas. Considera que aun no eres sacerdote por lo que aun no urge y yo te recomiendo hacerte con uno pronto pero preferentemente buscar en algún recinto sagrado.
Ambos: Ya para el próximo turno se reunirán con los demás.
Finalmente, después de un pequeño viaje a Bechafen, encontramos un buen lugar para comprar, donde hay un mercader que no parece un timador ni un sinvergüenza, con el que creo podemos hacer unos negocios. Me acerco a él, junto con mi compañero y le hablo:
- "Bienhallado Mercader, necesito comprar cierto equipamiento. Cuénteme, buen señor. ¿Cuanto cuestan esos cascos de malla? ¿Y esa tienda de campaña? ¿Me alcanzaría con 20 coronas de oro?"
Nunca he sido un buen regateador pues nunca antes había hecho esta clase de compras. En donde yo vivía no había nadie más que mi familia y luego en mis viajes, siempre me limité a pagar por lo que podía usar pero nada más. Ahora, tengo que conseguirme las cosas por mí mismo y no es mucho el dinero que llevo, por lo que debo usarlo bien.
Tienda de campaña y Casco de malla. Quiero preguntar cuanto me saldrían. Si no puedo con ambos, creo que me quedaría con el casco de malla.
El imperial sabía que su monedero era más ligero que lo que necesitaba para afrontar el precio de ambos artículos, pero claro, sabía que en un futuro los necesitaría para extender la fe de Sigmar aún más. Pero en parte, aquello tendría que esperar. Tras un corto periodo de meditación, finalmente el hombre se decidió.
-Deme el material de escritura, buen hombre-dijo con su grave voz, mientras le tendía las once monedas que el mercader había requerido.
Tras unas cuantas horas en la ciudad, el par de mercenarios ahora al servicio del duque Domenor regresaron a la torre con algunas cuantas compras realizadas. No hubo mucho que hacer por lo que no hubo mas que hacer que esperar descansar; afilar las armas o hacer oraciones era una buena manera de pasar el tiempo, pero no era algo que pudiese hacer por mas de una hora sin sentir que solo se intentaba matar el tiempo.
Recorrer la torre por su parte, era una opción viable, el lugar aunque parecía viejo y abandonado, estaba lleno de misterios y quizá el principal de ellos era su tamaño y arquitectura. Por mas que ambos mercenarios intentaban aprenderse el lugar, siempre acababan perdiéndose; lo que en teoría eran unos pocos pisos, en ciertas ocasiones parecía llegar a diez o incluso mas. Era muy difícil también dar con un mismo lugar dos veces, para llegar a sus habitaciones habían tenido que solicitar ayuda al menos una vez y poder encontrar el rumbo a la biblioteca sin perderse era algo muy molesto.
Llegada la noche, ya en sus respectivas habitaciones, pudieron escuchar como se formaba un revuelo a las afueras de la torre. Al parecer múltiples jinetes había llegado, y por el sonido de sus corceles, eran seguro mas de diez. Desde las ventanas, con una mala perspectiva, pudieron ver que con ellos traían una carreta con un pesado e inmenso baúl cubierto con telas.
Si las cosas eran como esperaban, probablemente pronto tendrían la oportunidad de encontrarse con los demás y obtener mas información sobre la misión que se les estaba encomendando. Aunque por el momento, no quedaba nada mas que esperar.
Ambos: Fin de escena. Si desean escribir algo final aquí, pueden hacerlo. De entrada las transacciones hay que cerrarlas aquí.
Seiger: Transacción realizada, te resto 11co.
Sargón: La cofia de malla te saldrá en 21co y una tienda de campaña personal en 16c, una grande te costará 44c.
Cuento mis monedas y me doy cuenta de que no me alcanza para pagar la cofia de malla. Miro la tienda de campaña y pienso que quizás es una buena idea comprarla. Lamentablemente, sin el oro no hay nada que puedo hacer.
Miro al sacerdote a mi lado y le pregunto:
- "¿No tendrás dos monedas de oro que te sobren? Prometo devolvértelas apenas las tenga."
Dicen que los religiosos son hombres generosos, así que espero que no le complique hacer una pequeña donación por la causa.
Si me presta los dos de oro, compro la cofia y una tienda pequeña.
Si no me presta el dinero, compro uno de cuero, la tienda y un barril de cerveza para pasar las penas. XD
El sacerdote ya era el orgulloso propietario de aquel material de escritura, cuando llegó la petición de su acompañante. Su gesto pareció volverse aún más ceñudo, cosa que hasta hace unos segundos casi resultaba imposible de imaginar.
-¿Dos karls? Es mucho dinero... Y el dinero nunca sobra. Pero creo que es para una buena causa, al menos teniendo en cuenta aquellas cosas por las que has preguntado. Te los prestaré, pero espero que me los devuelvas... En el norte somos austeros, y no nos gusta derrochar nada.
Una vez en la torre, las horas pasaron en la meditación y oración, un ejercicio tedioso pero, en cierto modo, útil. La veneración a Sigmar nunca era un ejercicio inútil, y aquellas horas estaban perfectamente aprovechadas. De vez en cuando hacía alguna parada para estirar las piernas y devolver su mente al mundo terrenal, para después volver a los asuntos del espíritu y el alma de los que todo buen imperial debería preocuparse.
Finalmente, llegaron visitas... Probablemente aquellos a quienes esperaban, y el iniciado se preparó para cuando les convocaran.
Asiento a las palabras del sacerdote y le respondo con tono firme:
- "Soy un enano, si te digo que te pagaré, puedes considerarlo pagado. Mi honor se va en ello."
Recibo el dinero y le compro al mercader ambas cosas. Me pongo la cofia en la cabeza, la tienda de campaña en la mochila y luego me encamino junto con el humano hacia la torre.
Al llegar, escucho a los jinetes, por lo que comienzo a guardar todas mis cosas e mi mochila, mis armas en posición y mi armadura alrededor de mi cuerpo, preparado para partir, aunque quizás es un montón de holgazanes que solo quieren dormir y engordar ahora que han llegado.
Me armo de un poco de paciencia y me acerco a la sala donde supongo recibirán a la comitiva.
Entonces me llevo la cofia de malla y la tienda de campaña pequeña.
Desde sus respectivas ventanas, tanto Sargón como Seiger contemplaban la escena que se suscitaba allí abajo. La espera por ser llamados tomaba su tiempo, y mientras, aquellos recién llegados se arremolinaron a la entrada de la torre, algunos parecían discutir acerca del inmenso cargamento que traían en la carreta; principalmente un elfo que tenia toda la pinta de mercenario y un niño que parecía ser un iniciado en algún culto religioso. Entre los allí reunidos, se encontraba también Jaime, el mayordomo del duque a quien habían conocido antes.
De entre aquella variedad de personas de distintas nacionalidades y orígenes, Seiger logró reconocer a ciertas personas que a su parecer habían formado parte del ya extinto escuadrón de la llama súbita. Lo mas fácil fue reconocer a Resha la fría y temible bruja Kislevita; tras ella estaba un aguerrido enano de melena roja, Seiger no recordaba su nombre pero estaba seguro de que le apodaban revientarocas; el elfo solitario de buen vestir era el alto elfo conocido como Aenalor; en medio de la trifulca entre el niño y el otro elfo se encontraba otro enano que Seiger reconocía como Grii Melenarroja; finalmente, desinteresada de todo lo que sucedía, se encontraba la elfa del reino del bosque llamada Arianne.
Pero había mas, y a todos estos Seiger conocía también como lo hacia el enano Sargón cuyo origen eran tierras muy lejanas. A la par de aquel elfo mercenario y el niño sacerdote, había también allí un caballero que de seguro era bretoniano. Cuatro mercenarios variopintos redondeaban el grupo salvo por el mendigo que los acompañaba y que probablemente era algún sirviente, seguramente de Aenalor.
Súbitamente un golpe en su puerta llamó la atención de Seiger y al poco tiempo se escucho otro golpeteo lejano, probablemente proveniente de la puerta de la habitación del enano. Tras ambas puertas les esperaban sirvientes del Duque, este les solicitaba su pronta presencia en el salón de Torre. El momento de ponerle cabeza a todo aquello, había llegado.
Ambos: Bien transacción de Sargón realizada entonces, le resto 2co a Seiger y 19co + 16c a Sargón. Con esto terminamos prácticamente la escena; resta que, considerando que ya están la torre, acudan al llamado del duque Domenor. Tras sus narraciones los introduciré a lo que acontece respecto a los demás jugadores.
Seiger: Tal como indico, tu conoces a todos los viejos miembros del escuadrón de la llama súbita; no obstante es tu decisión que tanto los conoces, aunque al menos deberías que conocer bien a alguno de ellos.
Sargón: Aunque narro las cosas para ambos, tu no tienes la menor idea de quienes son aquellos que están abajo.
Veo al sirviente que viene a buscarme y le recibo completamente ataviado para partir, para partir de viaje si es necesario. Le miro y asiento en silencio pues estoy listo para reunirme con el Duque y con esos jinetes que no conozco pero que de seguro son los compañeros que nos preceden en la misión.
Camino junto con el sirviente hacia el salón donde el Duque Domenor nos está esperando. Entro en él y miro de inmediato quienes son los que están ahí, si es que ya han llegado.
Y allí estaban los que volverían a ser sus compañeros. Seiger reconocía muchos rostros, muchas personas que habían conseguido vencer su orgullo o su terquedad, independientemente de ser elfos, enanos o humanos, para acercarse más al hombre que era Seiger. Cierto era que tenía un sano recelo por aquellos de sus compañeros que empleaban las artes arcanas, pero sabía que podía fiarse de ellos.
Ahora sólo quedaba que el duque les llamara, cosa que no tardó mucho en ocurrir, pues pronto su visión fue interrumpida por los golpes en la puerta. El sigmarita ya estaba preparado, y salió para encontrarse con aquellos sirvientes que les requerían en presencia del duque, esperando a que se pusieran en marcha para reunirse con el resto y ser informados.