Partida Rol por web

Cansado como estaba, Grii se limitó a mantenerse alrededor de esa incómoda niebla. No era él el mas apropiado para meterse ahí y buscar la fuente de eso, puesto que tenía que ser algo relacionado con magia, y el no era el mas ducho precisamente en el tema. Miró a sus compañeros y gritó para que todos alrededor le escucharan.

- Hay que tomar una decisión, si vamos detrás de esos orcos, tiene que ser pronto, y con ayuda de los humanos. Esos orcos en desbandada siguen siendo muchos. Y por tanto son peligrosos. Pero huyeron muchos. Aun cogiéndoles por detrás serían tres contra uno, calculo si vamos solos. Si optamos por quedarnos aquí, podríamos descansar, pero podrían escapar... Aclaremos el tema de la neblina, y volvamos al pueblo para decidir. Rápido...

Y si no nos vamos, podré descansar y avanzar con mi proyecto de armadura... Estaría bien acabarlo pronto... Tengo pensado hacerle un par de cosas que la harán mas ergonómica, y ligera...

Su imaginación empezó a volar. Necesitaba el olor de una forja, el chasquido de un martillo... Chispas volando por todas partes... Eso era lo mejor de la vida.

Intentó recuperar algo de aliento mientras se aseguraba que los alrededores eran seguros, y esperó reacciones.

Aenalor se quedó un momento quieto, paseando la mirada de la torre al punto de huída de los orcos, y de allí al puente.

-El Shyish se está desvaneciendo -dijo con tranquilidad- los vientos de magia se dirigen en la misma dirección que los orcos huyendo; pero además parecen centrarse entorno a los muertos del puente, deberíamos tener cuidado -se llevó una mano a la barbilla- ahora los orcos están huyendo; pero no sabemos si tienen algún punto fortificado o no. Puede ser peligroso seguirlos.

- Si dices que hemos de tener cuidado con los muertos, habrá que ir allí y tener controlado todo. Si todo esto se ha acabado, vamos al pueblo. Tengo que ver si Hans sigue vivo, y comprobar que todas nuestras cosas siguen en su sitio. Además de pedir ayuda a ese noble. 

Empezó a caminar tranquilo hacia el puente para cruzar de vuelta. Ya no hacía falta correr. Estaba demasiado cansado además.

Tenía que esperar acontecimientos. Que no relajarse.

El iniciado escuchó lo que se decía, indeciso sobre la persecución, y más sabiendo que todos ellos necesitaban algo de descanso. Pero, cuando el elfo mencionó a los muertos recientes, y que la energía se estaba arremolinando en torno a ellos, las dudas abandonaron su mente.

-Debemos quedarnos, y ayudar a enterrar a los caídos. Yo ayudaré al hermano Tarhun con los ritos, si lo necesita. 

Incluso yendo lentamente y con cuidado, a Gerard no le llevó apenas tiempo, pero desde luego eso no cambiaba muchas cosas: los orcos se estaban marchando, cubiertos por aquella misteriosa y siniestra niebla. No podían perderlos otra vez, pues a saber cuando les encontrarían y los destrozos que harían en su camino.

Aún así, nada era tan sencillo. Eran demasiados orcos y lanzarse a perseguirlos sin más era arriesgado. Mucho.

- Si deseáis hacer eso, adelante. Yo intentaré alcanzar a nuestra compañera elfa para, al menos, pedirla que les siga de lejos. Es nuestra mejor opción para no perderlos.

Tras decir aquello, empezó a ponerse en camino, evitando la niebla.

La niebla estaba haciendo el trabajo para lo que supongo había sido convocada, servir de cobertura a los orcos que huían. Les habíamos repelido pero no habíamos logrado nuestro objetivo sonsacarles información de la muerte de Haldir....¿porqué lo habían hecho? o ¿quién se lo había ordenado?. Sargón a mi lado hace un apunte parecido para conseguir en parte nuestro objetivo.

- Si sería una idea interesante coger a uno....pero no veo a mas de unos pasos. Menos aun ver a un orco para atraparlo.

Hago un gesto de negación ante mi imposibilidad de ver a mas de unos pocos pasos. Según Aenalor la magia se estaba difuminando y el problema ahora directo eran los orcos.

- De no seguirlos ahora, no sabemos donde poder encontrarlos de nuevo. Si vas tras Aria, Gerard y después tras lo orcos debéis tener cuidado. No sabemos que traman. 

La elfa lejos de los demás y, por lo tanto, ajena a sus comentarios, veía que era capaz de rodear la neblina y aunque consciente, por el número de pieles verdes que habían huido, de que no sería capaz de cortarles el paso ella sola, sí que tenía la esperanza de que finalmente saliesen de la niebla y poder reanudar su persecución desde ese punto.

Aquella podía ser la última oportunidad de dar con el rastro de aquél escurridizo grupo, pues batiéndose ahora en retirada sería difícil anticipar cuál sería el camino que ahora tomarían. 

Bajó del caballo pues todavía no había dominado la esencia de la equitación y no se fiaba de ser capaz de evitar que su corcel se rompiera una pata y ella la crisma, así que corrió para buscar luego una protección entre las rocas del entorno.

Con la niebla como un muro imponente frente a ellos, el grupo de mercenarios dudaba respecto a que acción tomar, y de una u otra forma la gran mayoría parecía estar a favor de descansar al menos un poco y reagruparse en el poblado. Incluso algunos veían imperativo el solicitar que las fuerzas imperiales les acompañasen, lo cual era muy poco probable, no solo por que habían sido enviados solo a defender, sino por que las bajas que habían sufrido en la batalla ya eran cuantiosas como para arriesgarse a lo desconocido en los lindes del bosque negro.

Por ello, era difícil decidir que hacer sin temor a equivocarse, aunque algo quizá claro era que tendrían que confiar sus pertenencias a alguien e ir por Hans y por cualquier otro voluntario que quisiese unirse a su cruzada.

Por su parte Sir Gerard había optado por espolear a su corcel e ir tras de la elfa quien ya se adentraba en las colinas en busca de los orcos, lo cual era un acto hasta cierto punto de locura desde la perspectiva de muchos pues se encontraba completamente sola, si fuese ataca, solo el bretoniano llegaría a tiempo.

Arianne se va sola detrás de los orcos montada en su caballo. Veo que Sir Gerard espolea a su corcel detrás de la elfa y entiendo que ellos dos no podrán hacer nada si los orcos deciden detenerse para llevarse una merienda en su retirada. Supongo que les encantará cenar elfa y bretoniano para pasar el mal rato que les dimos en el puente.

Corro detrás de Sir Gerard mientras le grito:

 - "¡BRETONIANO, LLEVAME! ¡No me dejes perderme la diversión!"

Corro lo más rápido que puedo para que me suba a su caballo y no me deje pues si no me llevan, no podrán hacer mucho. Yo no solo soy bueno luchando sino que también sé dejar inconsciente a la gente a golpes, por lo que puedo hacerlo con un orco y amarrarlo para traerlo con vida. Eso es una buena forma de averiguar todo lo que podamos. Eso y matarlos a todos.

Gurnik vió como todos vacilaban y  se detuvo junto al grupo. Tomar decisiones asi no se le daban, sin embargo se recordó de la vieja botella de ron que sacó con parsimonia de sus cosas.

Tomó un largo trago de su botella y miró a los demás.

"No sé ustedes pero yo necesitaba un trago para recuperar energías..." - extendió la mano a sus hermanos enanos, mientras esperaba alguna reacción.

"No sacamos nada con perseguir a tontas y locas a esos pieles verdes, nuestro dios sabe que queremos eliminar a esas escorias, pero no lograremos nada con esa niebla cubriendoles la retirada."

"En lo que respecta a mi, ese mago va a morir alimentando a mi hacha" -dijo en un tono entre serio y divertido...

"No nos puede quitar la alegría de eliminar pieles verdes, y salir pitando leches!"- dijo, mostrando falsa rabia y algo de diversión.

"Y bueno, esto merece un trago o que?"

Ve a Sargón salir corriendo detrás de los de a caballo y pone cara de poker...

Vaya vaya, este si que está deseoso! - piensa para el.

Para la elfa no había vuelta atrás, así que prosiguió con su persecución, al menos hasta que le quedase claro hacia dónde se dirigían.

Mientras caminaba junto a la niebla, procurando ser silenciosa¹ para no ser detectada y siguiendo la dirección de los ruidos², trataba de pensar la mejor manera de proceder.

Lo más sensato, sin duda, era mantenerse a suficiente distancia de ellos para poder seguir su rastro sin ser vista, pero en aquellas colinas sin apenas vegetación no iba a ser labor sencilla. Otra opción, era aprovechar la distancia para disparar sobre su líder en cuanto perdieran la cobertura de la niebla.

Se decidió finalmente por esta segunda opción. Se adelantó hasta el final del banco de niebla y buscó un parapeto³ a largo alcance desde el que poder disparar su arco. Con un poco de suerte para cuando quisiesen darse cuenta de la amenaza podría haber disparado un par de flechas y dejar malherido a su líder.

Confiaba además en la velocidad de sus piernas y que la orografía permitía huir en cualquier dirección. Así que si venían hacia ella podría batirse en retirada hacia el pueblo, y si sus compañeros habían optado por seguirla, fácilmente podrían acabar con el grupo perseguidor y tomar algún rehén.

Malditos estúpidos estos humanos. Si no hubiéramos estado en el puente habrían muerto el triple, y todavía no hacen caso.

No le dio mas importancia, esos campesinos con lanza todavía estarían asustados por todo lo ocurrido. Probablemente algunos no habrían visto un orco en su vida hasta el presente día, así que en parte los entendía. Mantuvo la calma y fue a ver a Hans y a asegurarse de que todas sus cosas estaban en su sitio. Miró si las bestias estaban descansadas y en buen estado, y revisó sus heridas mientras esperaba al resto. Estaría bien que alguien le mirara esas heridas, de dejarlas al aire tardarían diez veces mas en sanar.

Además tenía que recuperar su preciada ballesta. Esperaba que el joven humano le hubiera dado un buen uso, y que no hubiera desperdiciado demasiados virotes. En medio de un bosque perdido no iba a encontrar muchos mas...

Tampoco podía quitarse de la cabeza el proyecto de armadura que tenía a medias en el carro... Si lo hubiera tenido sus heridas serían mucho mas leves, pero bueno... Estaba vivo, había honrado a sus antepasados, y seguro que la sangre derramada había contentado a los que desde el otro lado le miraban, esperando grandes cosas de él, miembro del clan de los Melenarroja.

Aun quedaban muchas cosas por hacer, muchas batallas por librar, muchos preparativos para liberar la añorada Karak-Varn... Ahora conocida como Cragmere. Los tiempos gloriosos volverían, o morirían intentándo que así fuera.

Gerard sabía que ir detrás de la elfa era algo arriesgado, y hasta peligroso, pero tampoco podía dejarla sola. si algo salía mal, ella sóla no sería capaz de hacer frente a los enemigos. Tampoco es que dos personas fueran a suponer mucha diferencia pero, al menos, eso les daría una mínima oportunidad de supervivencia.

Así mismo, Sargón parecía querer que lo llevara, pero no era una buena idea. Cuanto más ligero fuera su corcel mejor, sobre todo si no podía contar con que Aria pudiese usar el suyo.

- ¡Lo siento, monsieur enano! - le gritó, mirando hacia atrás - ¡Tengo que alcanzar a madmoiselle Aria lo antes posible para asegurarme al menos de que tendrá cuidado! ¡No pienso buscar una lucha innecesaria!

Esperando que el aludido le hubiera escuchado, siguió hacia delante, viendo en la distancia como Arianne desmontaba del corcel en cuanto alcanzó las colinas, continuando a pie. "Estoy seguro de que hace eso por un buen motivo." Pensó LeBlanc.

Aflojó un poco el paso antes de alcanzar la montura de la exploradora, descabalgando él también. Había tomado la decisión de seguir a la elfa a cierta distancia para no comprometer su posición. Porque, dado lo poco sigiloso que era, desde luego era mejor para ambos.

Ni había conseguido ene este día convocar a la magia ni era capaz de ver a mas de unos pasos de donde se encontraba, perseguir a los orcos en esas condiciones era una locura. Con un caballo y dejándose guiar por los sentidos de este...quizás pero no es la mejor idea. Aria y Gerard tenían intención de perseguir a los orcos y por lo que parecía Sargón se uniría a ellos en la persecución.

- Si hemos de perseguirles....mejor hacernos todos con monturas.

Miro con odio hacia la niebla que me impide seguir a mi amiga elfa en su búsqueda para acabar con los orcos. Y me dirijo hacia el pueblo para conseguir un caballo que me permita seguir la persecución.

Seiger se mantuvo a la espera de la decisión y si alguien tenía algún argumento sólido, pues él ya había dado su opinión. Además, estaba el asunto de la energía arremolinada alrededor de los muertos, que podría dar más sobresaltos y suponer un peligro. Ya se habían enfrentado a no muertos hacía apenas unos minutos, quién sabe si los cadáveres podrían levantarse de nuevo.