Partida Rol por web

La discusión sobre el bastón no era algo que realmente interesara al bretoniano (o que realmente pudiera entender en todos sus sentidos) más allá del hecho de si podía o no ser una amenaza. Por ello dejó de prestarle atención, mirando a Leopold cuando decidió hablar sobre el bastón. Y, sinceramente, le sorprendió la forma en que lo hizo. Definitivamente, ese chico era algo más que lo que se había visto hasta ahora. Podía ser sumamente serio cuando la situación lo requería.

Claro, que le faltaba tiempo para buscarle las cosquillas a Melenarroja.

Resultó sorprendente escuchar a Aria cantar en ese momento. No dejaba de asombrarle, con franqueza. Y, habiéndola escuchado el día anterior en su lengua natal... ¿cómo sería escucharla cantar en esa misma lengua?

- ¿Queda algo más por tratar antes de descansar? - preguntó una vez hizo la elfa su petición.

Y de nuevo estaba el cachorro tirando de la barba del enano. A ese chiquillo le encantaba "pincharle", pero el menestral ya se estaba acostumbrando, de hecho había empezado a pasar por alto todas esas tonterías. De hecho le estaba empezando a hacer gracia el mocoso.

Estos cachorros humanos...

En ese momento, Aria empezó a tocar acompañada de los misteriosos acordes élficos empezó a cantar. Amante de la ciencia y de los números, nuestro futuro ingeniero sabía apreciar la complejidad que tenía la música elfa. Llegar a la perfección era algo que cualquier enano admiraba, pero Grii, como cualquier enano tenía a la música como algo que se utilizaba para recordar grandes hazañas, para inculcar valores a los jóvenes enanos o para celebrar una fiesta. Siempre atento a la letra, escuchó el verso donde la cazadora hablaba de engranajes en un claro guiño hacia su persona, a lo cual respondió con una sonrisa que se cruzó con la mirada de Aria.

No tenía nada mas que decir, esperó a que la elfa terminara su actuación y sus peticiones y procedió a hacer lo que había dicho anteriormente: avituallarse.

- Gurnik, puede que necesite de tu ayuda, necesito un brazo fuerte para coger lo que podamos necesitar en el viaje y hacerlo mas rápido para poder descansar de cara a afrontar el camino de vuelta- dicho esto se giró mirando al anciano y dijo:

- Gracias por su inestimable ayuda, anciano. Sin duda nos hará el camino de vuelta mucho mas fácil.

Una vez resuelto lo del bastón y que Leopold rehusara llevarlo consigo no quedaban mas temas que tratar. Al menos temas que nos sirvieran para encontrar explicaciones a lo que habíamos visto en el templo y en el bosque. La canción que empezó a entonar Aria trataba de eso...."¿quien movía los hilos, quien había tirado de la primera palanca para empezarlo todo?"..... ya era tarde y poco mas que conjeturas podíamos utilizar para desvelar esto.

- Tarde es ya y tendríamos que descansar.... Como dice el Sr Grii, muchas gracias venerable Lanel por la ayuda que nos ha prestado.

El matador observó, mesando su barba, la conversación, sin conseguir quitarse de la cabeza los pieles verdes, sus huellas y su "no aparición". No era un enano de letras, y aquello le escamaba.

No era Gurnik un tipo bien humorado, tampoco un gruñón eterno, pero sin duda, cada palabra de aquel elfo llamado Lanel, le hacía confiar mas en el, con gente tan dispuesta y colaboradora, el mundo sería mas sencillo. Si se quedase allí mas tiempo quizá incluso podría llegar a considerarlo su amigo. Quien no le caía tan bien, era el joven humano, se tomaba la vida muy poco en serio, siempre gastando bromas, unas pasables, otras pesadas, y otras repetitivas. Conseguía sacarlo de sus casillas, aunque se controlaba, no eran humanos burlones los objetivos de su furia, si no las criaturas del caos y del mal, especialmente los pielesverdes.

Rondaba todo esto su cabeza, cuando la canción de Aria lo sacó de su ensimismamiento, sin duda disfruto la corta canción, a Gurnik le gustaban las historias, y esta la conocía, pues era partícipe. Gracias a la tonadilla volvió a ser consciente de su alrrededor, justo a tiempo para escuchar la petición de Grii:

-Claro hermano, lo que te haga falta, así mantendré la cabeza ocupada, todo esto de las huellas de pieles verdes en el río, la presencia del caos en el templo...me trae muy mala espina, no termino de estar tranquilo, y prometí al árbol gigante no usar mis armas aquí. Eso también me preocupa.

Sin hacer ningún comentario sobre lo dicho por Lanel, cierro el libro y lo vuelvo a dejar en su sitio. Parece ser que no había nada que sirviera para aclarar algo más sobre el misterio del templo, sobre sus antepasados o sobre la extraña escritura que allí hayamos.

Lo que sí que parece es que el bastón se quedará en el templo, o a cuidado de los elfos, aunque me extraña que el sabio no se preguntara si el bastón no era poderoso ¿para qué se molestaría nadie en poner un encantamiento que lo protegiera contra manos ajenas al derecho a llevarlo?

Parece que las dudas e incógnitas siguen estando en nuestras mentes y volveremos a partir con importantes lagunas sobre al misión que nos han encomendado, aunque es evidente que todos necesitamos un descanso.

Asintiendo al resto estoy de acuerdo. Lo mejor será descansar y mañana reanudaremos nuestro viaje. Muchas gracias por vuestra ayuda y hospitalidad, Lanel. Me despido con un leve asentimiento de la cabeza antes de salir de la tienda del jefe de los elfos.

Antes de que siquiera el sabio Lanel abriese sus labios para responder a la elfa del bosque Arianne, Leopold levantándose ligeramente al apoyarse en las rodillas respondió de improviso –eso no es posible!- dijo con una voz resonante y tajante poco característica en el, tanto así que dando se cuenta, volvió a acomodarse como antes y recupero su habitual sonrisa curiosa y despreocupada. –Haldir no permitiría tal cosa. El templo no es un centro de instrucción, reposo o meditación, por eso los elfos de la aldea no se adentraron demasiado cuando ustedes fueron a investigar. El templo del bosque es un lugar que debe ser guardado, un legado del pasado, de nuestro origen. Por eso es que Haldir era el guardián del templo y no el sacerdote del templo-. Explico el joven humano con fluidez manteniendo su compostura habitual y jugando con la tela que ahora envolvía al bastón de su maestro.

-Entiendo tus intenciones- dijo a Arianne con serenidad mirándola a los ojos, -pero no es posible hacer tal cosa, nadie que no sea el guardián o yo ha estado jamás por mas de 5 días en el templo, y eso hasta donde se han sido circunstancias especiales. ¿No es así sabio Lanel?- concluyó Leopold lanzándole el asunto ahora al elfo líder de la aldea ubicada en aquel misterioso, gris y hasta cierto punto tenebroso bosque.

Lanel, con su compostura habitual emitió una ligera sonrisa para si mismo que reflejaba buenos recuerdos acerca de lo que estaba pensando. –Fue hace mucho tiempo me temo, no lo tengo tan presente como quisiera. Fue cuando llevaba pocos días como líder de la aldea. Cometí algunos errores que me hicieron dudar de mis capacidades para liderar a mi pueblo y por ello acudí a Haldir, el cual amablemente sugirió la idea de instruirme por un corto periodo de tiempo. Estuve allí realmente menos de 5 días y casi todo el tiempo estuve con Haldir o fuera del templo meditando. He estado allí otras muchas veces, pero jamás por periodos superiores a un día-. Concluyó Lanel con su relato para luego tomarse un tiempo antes de continuar.

-Considerando lo que ha dicho Leopold, las cosas han de ser así me temo- respondió entonces a Arianne, -no creo que tu petición sea posible, ni siquiera yo que estuve cerca de Haldir por muchos años recuerdo que haya habido algún visitante que pasase mas de una noche en el templo, eso si consideramos que realmente solo nosotros visitábamos el templo y a Haldir.

Finalmente tras una algo larga conversación en la que sea había planteado lo sucedió y en la que se habían resuelto algunas dudas y abierto otras, el grupo partía a descansar, quizá sus mentes no les dejaran descansar como era debido. No obstante la mañana no tardaría en caer y un largo y nuevo viaje les esperaba, y aun tenían que ir a recoger víveres para guardarlos en la carreta, la cual no podría ir tan llena pues tenían que llevar allí al cadáver congelado del guardián del templo del bosque.

-Antes de que se retiren- les interrumpió Lanel –quisiera comentar algo sobre lo que Arianne ha dicho. Se que se pregunta que ha sucedido y tal como ella cita, el quien ha hecho esto. No obstante creo que eso no es la pregunta que debemos formularnos, si no mas bien debemos pensar en el ¿Por qué?, ¿con que fin se ha llevado a cabo el asesinato de Haldir?- Lo que el sabio elfo ahora decía tenia mucho sentido y quizá era por ello consideraba que todo trascendía a mas allá del bosque y preocuparse por el bosque no era importante.

-Consideren que quien quiera que haya hecho esto, puede o no ser la mano que mueve la manivela. Pero no es eso lo importante si no mas bien lo importante es averiguar que hará esa manivela cuando deje de moverse. El fin como el que se ha hecho esto es lo que debe preocuparnos en los próximos días. Quizá si el destino así lo quiera, la proxima vez que nos veamos, ustedes mismos puedan darme respuesta a mi a lo que ahora les formulo. Que pasen una apacible noche, los veré por la mañana-. Se despidió el elfo dejando aun mas misterios sin resolver.

No era el matador un eficaz investigador, aunque hacía lo que podía mas la charla con Lanel, lo motivó mas de lo que estaba. Se sentía perdido, y las preguntas lanzadas al aire por el sabio elfo, le hicieron sonreír por haber encontrado un mínimo sentido a aquel puzzle "eso es, por que iba centrarse todo aquí, seguramente la mano que mató a Haldir abarque mas que este maldito bosque, y con intenciones posiblemente mas enrevesadas que robar un bastón o cualquier cosa del templo". Con estes pensamientos estaba cuando otro cruzó su mente: su destino de matador, sin duda alguna tenía que ver con esta misión, que en principio parecía tan sencilla.

-Muchas gracias por todo de nuevo, Lanel. Puede que todo esto realmente sea mucho mas serio de lo que parece, aunque ahora, al menos yo, no alcance a comprenderlo.

Hizo un leve gesto con la cabeza hacia el elfo, y dejó de mesarse la barba, cosa que había estado haciendo desde que el sabio dejara de hablar. Luego, miro a Grii.

-Vamos compañero, te ayudaré con eso que me pides, pero estoy cansado, cuanto antes empecemos, antes acabamos.

Cuando iban a abandonar ya la tienda para ir a descansar, Lanel les paró un momento, haciendo una observación acertada en la que, al menos, Gerard no había caído. De nuevo, quedaba evidenciado para él que ese tipo de cosas no eran su campo. ¿Cómo iban a saber, con tan pocas pistas (inexistentes, casi), por qué ehabían matado a Haldir? Al caballero, desde luego, no se le ocurría forma alguna.

- Muchas gracias por todo, sabio Lanel - se despidió cuando este hizo lo mismo -. Buenas noches.

Viendo que los enanos iban a ponerse ya a cargar las provisiones en el carro, LeBlanc se acercó a ayudarles, para que así todos pudieran terminar antes y poder ponerse a descansar más rápido.

La noche paso sin contratiempos para el grupo de mercenarios huéspedes en aquella aldea de elfos del bosque. Habían empacado todos los víveres suministrados por Lanel en la carreta que llevaban con ellos así como en las alforjas de sus corceles; cansados por la labor habían simplemente cenado algo ligero para irse a descansar sin hablar prácticamente nada sobre lo sucedido.

A la mañana siguiente un ligero tumulto les despertó. Afuera de su cabaña los elfos se encontraban entorno a una gran roca envuelta con gruesas mantas que atadas eficazmente mantenían a la manta bien fija a la roca.

Leopold preocupado por las labores parecía intentar guiar a los elfos para que hiciesen las cosas con cuidado. Estas acciones y la aparente noción de la procedencia de aquella roca hizo que todos se dieran cuenta que realmente se trataba del ataúd de hielo donde reposaba Haldir. El hecho de que los elfos arrastrasen la gran roca hacia la carreta de los mercenarios no hizo más que confirmarles aquello.

Desde la cabaña se podía ver Lanel bebiendo una infusión caliente que humeaba a lo lejos mientras hablaba con algunos jóvenes elfos que parecían escucharle con cierta admiración. En la cabaña misma, a los pies de la entrada les habían dejado de nuevo algo para desayunar, lo cual les vendría bien para el viaje que tenían que realizar.

Se empezaba a hacer de día y parecía que los orejas picudas se habían levantado con ganas de trabajar, puesto que para cuando salió de la pequeña cabaña ya estaba todo listo para que partieran.

Estaba claro que no iban a pasar desapercibidos con una carga tan poco común, tendrían que disimularla con el resto. De hecho el enano había estado pensando en que hacer con los víveres. Quería vender el vino, del cual podían pasar si tenían agua. 

Si fuera cerveza... Pero siendo caldo elfo lo podríamos vender y sacar unos cuantos "karls"...

En cuanto los elfos terminaron, se montó en el carro y lanzó una mirada al resto instándoles a marcharse. Allí no tenían nada mas que hacer, y el tiempo apremiaba.

Como siempre..- pensó nuestro menestral.

- ¡Vámonos, cuanto antes partamos antes llegaremos! Gerard, vete un poco adelantado para ver si hay controles, emboscadas, malas compañias o caminos, vuelve de vez en cuando para mantener una comunicación fluida. Nosotros iremos a ritmo del carro.

Los caminos no eran para nada seguros, así que el Melenarroja fue ataviado con todo su equipo, por si las moscas.

Esperaba que alguno llevara al niño, aunque algo le decía que iba a tener que aguantar al criajo durante todo el camino al lado suyo en el carro.

El matador terminó de cargar las cosas en el carro, y se fue a descansar, como hacía tiempo que no descansaba, sin duda había sido un día agotador. Al amanecer, se despertó y estiró sin pudor alguno, desayuno rápidamente y al divisar a Lanel se fue a hablar con el.

-No soy un enano de muchas palabras, tampoco de grandes razonamientos, pero me has cautivado en cierta manera, gracias por tu trato y hospitalidad. Si no muero antes, y algún día necesitas un cable, cuenta con Gurnik. Suerte para ti y tu aldea.

Revientacraneos le tendió la mano al elfo:

-Hasta la próxima.Si es que la hay.

Tras despedirse del entrañable anciano, se dirigió a donde los elfos estaban tratando de cargar a Haldir, y ayudó en la labor. Al fin y al cabo, eran ellos los interesados en llevárselo.

Una vez recogidas mis pertenencias y empacadas en bolsas me reúno con mis compañeros para desayunar. Voy a preparar mi montura para el viaje y dejarla junto al carro de Grii. Terminado esto y dejando atrás la casa voy hacia donde se encuentra Lanel.

- Una vez mas gracias por la hospitalidad. Una pregunta mas ante la vista del ataúd, ¿Hay algún tipo de medida que tengamos que tomar para protegerlo?, quiero decir para que su deterioro no se vuelva excesivo.

Nada más amanecer, me acerqué al río a lavarme antes de volver y recoger todo mi equipo y pertenencias, guardando todo en la mochila y dejando todo preparado.

Una vez listo, salí de la tienda para observar el movimiento que agitaba la aldea. En ese momento, me detuve interesado por lo que estuvieran haciendo, hasta que comprobé que era el ataúd de Haldir. Con una señal de asentimientos a mí mismo, sonreí antes de acercarme a Lanel, que en ese momento estaba hablando con Resha.

Pacientemente, esperé a que contestara a la interesante pregunta que ésta le planteo para luego, con una leve inclinación de cabeza Ha sido un placer compartir su campamento y disfrutar de su compañía. Como han dicho mis compañeros, os estamos muy agradecidos por todo lo que habéis hecho por nosotros, y no puedo más que desearos largos años de paz y tranquilidad.

Sin más preámbulo, volví a hacia la carreta subiendo a mi caballo y acercándome montado al ataúd de Haldir, echándo una ojeada al cuerpo helado y perfectamente conservado. Tras unos segundos observando, giré mi caballo para enfrentarlo al camino, despidiéndome con inclinaciones de cabeza de todos aquellos elfos que cruzasen la mirada conmigo.

Las despedidas se dieron de forma afectuosa entre los mercenarios y muchos de los elfos allí presentes, sobre todo en lo respectivo a Lanel quien había agradecido las palabras del enano Gurnik y los demás. El elfo por su parte ante las palabras de Resha les comento que dado que viajarían a través del bosque, con mantenerlo a la sombra y con el forro bastarían, aunque de hecho parecía que el elfo estaba seguro de que no tendrían ninguna contrariedad con el ataúd, o al menos no por su posible descongelamiento.

Leopold también se despidió de todos los elfos y los mercenarios tuvieron que esperar largo y tendido por que el joven humano se tomó su tiempo. El joven humano había empacado pocas cosas y tal como se esperaba no llevaba con él al misterioso bastón de Haldir que tanta curiosidad había generado entre los mercenarios.

El único de los pictóricos personajes que habían conocido en aquella aldea y que no había salido a despedirlos había sido Ywindhel, quizá seguía resentido por lo sucedido a su llegada un par de días atrás.

Guiados por Leopold, tal como había sucedido a su llegada a la aldea, el grupo fue guiado por el joven discípulo para salir de allí. El bosque como siempre les presentaba aun aura lúgubre y misteriosa, con sus árboles altos y grises y su neblina espesa por momentos y juguetona por otros. Ahora a diferencia de la primera vez, el grupo empezaba a entender la majestuosidad de aquel lugar y su particular belleza, quizá no volvería a ir allí nunca mas, aunque algo en sus corazones les decía que volverían.