Partida Rol por web

-No es mala idea pero hace años que no me subo a un árbol.

Tras poner un pie en las manos de Walter y propulsarme me agarro a una rama pero se rompe y caigo estrepitosamente

-¿Quiere probar suerte usted, Walter? digo mientras me pongo en pie y me sacudo.

- Esta bien, allá voy... -yo tampoco consigo mantener el agarre y caigo casi al principio de la ascensión.

Algo avergonzado (¡creía que seguía siendo aquel chaval que se subía a los árboles por diversión!), le digo a Scott mientras me limpio los pantalones y cojo mi cámara:

- Bueno, tal vez deberíamos seguir hasta encontrar otra puerta o ventanas bajas, aún no hemos mirado la parte de atrás. Si no hay nada, siempre podemos volver y probar su método de tirar la puerta abajo.

Rodeando la casa, comprobáis que por la parte de atrás no hay accesos, pero por el otro lado de la casa encontráis cuatro ventanas en la parte baja y otras tres en el piso superior. Nuevamente, todas están cerradas a cal y canto y con las cortinas echadas.

Mirando hacia las ventanas del piso superior, os parece captar fugazmente como una de la cortinas parece moverse. Pero ha sido tan rápido que no estáis seguros. Tal vez ha sido un efecto óptico...

Entro en la Casa Corbitt justo después de Harry, y miro a mi alrededor con ojo crítico, palpo en mi bolsillo derecho del pantalón donde guardo mi arma,..espero no necesitarla, pero siempre procuro llevarla conmigo.

El miedo recorre mi médula al percibir un aura de negatividad en la casa, sin embargo, continúo caminando y me adentro en el misterioso hogar. Miro al resto del grupo, y les hago un gesto al resto del grupo hacia el frente, indicándoles que deberíamos dirigirnos hacia el descansillo, mientras pego mi oído a las puertas del lado derecho para cerciorarme que no hay nadie en su interior.

Harry abrió la puerta, ya solo el ruido que produjo al empujarla no le hizo sentirse mejor. Si el exterior de la vivienda ya era lúgubre y misterioso, el interior lo era aún más.

Sacó la pistola automática de la funda y la empuñó con seguridad apuntando al frente, como hacía en todas las situaciones de peligro y ésta lo estaba empezando a ser.

Entró al pasillo y abrió cuidadosamente la primera puerta que se encontraba a su derecha.

- ¿Ha visto lo que yo, señor Spencer? ¡Un chico intentaba pedirnos ayuda pero nada más tocar la cortina sus secuestradores lo han vuelto a encerrar en su habitación! ¡¡El uso de la culata de su pistola para romper una de las ventanas con la que podamos acceder al edificio rápidamente y subir al segundo piso está totalmente justificado en este caso de emergencia!!

Realmente he sonado bastante mal, desde luego así no me quitaré la reputación de ser el jovenzuelo del grupo. Me arrepiento nada más decirlo y comento de forma más seria:

- O también podríamos volver y entrar por la puerta principal, que intuyo ha dejado abierta el resto... Es su decisión.

Tras cederle el paso a Margaret, Paul se adentra en el interior de la casa con paso precavido. Era lacia y mortecina, pero seguía siendo una simple casa, al menos por el momento.

Observa como Margaret indica que debían dirigirse al descansillo, pero no se mueve. Él no era lo que podía decirse un explorador, por lo que prefería que otro se adentrase primero en su lugar.

Permanece de pie, mirando las paredes y el techo, a la espera de que alguien de su grupo haga algo.

- Hagamos lo que hagamos, propongo que no nos separemos en más grupos. No tenemos prisa, no hace falta dividirnos.

Se notaba que Paul era todo menos un valiente solitario.

-¡Tanquilizese,Walter!-Digo mientras me acerco a la puerta.- Prefiero echar la puerta abajo, eso nos cuidará de cristales rotos.

Entonces cargo contra la puerta

Margaret pega el oído a las dos puertas del lado derecho de la casa sin escuchar ningún sonido que provenga de ellas. Harry, más práctico, opta por abrir la primera de ellas, de doble hoja.

Es el salón, que posee tres ventanas que dan a la calle, todas con las cortinas echadas. Hay todo tipo de muebles y objetos corrientes, como una radio, un sofá, sillas anticuadas y estanterías llenas de baratijas. Harry no puede dejar de notar la inusual cantidad de cruces, vírgenes y demás parafernalia católica que hay presentes en la habitación.

Un arco abierto en uno de los lados del salón permite ir a la siguiente habitación.

Tras rebotar con tra la puerta me duelo un poco del hombro:

-Hoy no estamos finos ..¿Quiero probar Walter? Si no funciona será mejor que volvamos con el grupo

- Paul tiene razón no nos separemos, esto no me huele muy bien.

Se fue directo hacia las ventanas y descorrió las cortinas para que entrase la luz de la mañana. Lo que más sorprendió a Harry fue la cantidad de crucifijos y demás souvenires católicos.

No creía en ningún dios aunque fue educado en la religión católica. Empezó siendo amigo de Jesús cuando era pequeño y fue desencantándose a la vez que iba creciendo, sobretodo por la iglesia católica, por todo lo que hizo, hace y haría. Cogió uno de los crucifijos y se lo guardó en la americana. - Nunca se sabe para que puede servir esto. Y cruzó el arco que daba a la siguiente habitación.

Paul observa como Harry se guarda aquella cruz en el bolsillo. Técnicamente no era suya, por lo que el hombre lo consideraba un robo, pero teniendo en cuenta el estado de la casa, dudo que el dueño lo echara en falta. Lo que se preguntaba era si la dejaría en su sitio cuando acabasen.

No frunció el ceño ni compuso ningún tipo de mueca. Simplemente se dedicó a observar lo que pasaba. Paul no era, salvo que fuera necesario, un hombre de acción. Prefería dejarse arrastrar por los demás mientras pudiera, así que siguió mirándolo todo, observando, pero sin tocar nada.

- Deberíamos probar entre los dos, ¿no, señor Spencer? Si usted no ha podido, yo solo esta claro que no podré... ¡¡Allá vamos!! -exclamo si finalmente me ayuda Scott, aunque sea con su hombro izquierdo.

Sin embargo la puerta no se abre tras el sonoro golpe:

- ... Me temo que tendremos que empañar nuestra imagen con nuestros compañeros volviendo y entrando por la puerta principal -digo desde el suelo, aún con dolor por el choque.

Asiento ante la propuesta de no separarnos, obviamente no sabemos ante qué nos vamos a enfrentar y dividirnos podría llevarnos ante un destino fatal.

Sorprendida ante la predisposición de crucifijos y las referencias católicas en la casa, me a los más suntuosos e intento buscar algún tipo de extrañeza en ellos, tanto acerca de su origen... material sospechoso, cualquier cosa que me pueda llevar sobre la pista a lo que nos estamos enfrentando.

Si de algo puedo presumir en mi experiencia profesional es de mis conocimientos tanto de historia como de teología, y tales referencias religiosas despiertan mi sentido más crítico.

Si bien inicialmente me siento reticente a entrar en la casa, una vez entran los demás no puedo mas que acompañarles. Lo lóbrego del lugar me mantiene tenso al principio, pero ni bien nos vamos adentrando en el lugar voy relajándome un poco.

Ni bien el Sr. Strampelton abre las puertas del salón me acerco hacia las ventanas, al principio, y luego hacia los adornos religiosos que cubren el lugar. "Las personas que habitaban esta casa han de haber sufrido graves perturbaciones si así veían necesario decorar su hogar... un tanto... excesivo", pienso.

Mientras observamos el lugar, el arco hacia una habitación contigua llama mi atención, por lo que me dirijo para observar que se encuentra allí.