Después de su estrepitoso fallo, Rhylen quedó observando a través de las grietas de los maderos el movimiento de su adversario. El viejo cabezota, parecía estar empeñado en repetir la misma acción cuando de pronto un nuevo pirata cayó sobre el tejado.

La conversación entre ambos alarmó al guerrero ya que tenían serias intenciones de prender fuego al mismo navío que debía llevar a Rhylen hasta su ansiada tierra firme. – ¡Por encima de mi cadáver!

Nuevamente a la carrera, Rhylen se aproximó al otro lado del camarote. Tras cruzar el portón y utilizar un viejo barril que se encontraba allí tras las sacudidas del barco, el guerrero tomó impulso y en pocos segundos se encontraba en el techo del camarote… ahora por fin cara a cara con el enemigo.

-¡¡¡EHHH, TÚ!!!, gritó al pirata más próximo. – No podíais haber elegido peor barco, muchacho. ¡¡¡Te partiré en dos como no te rindas ahora mismo!!!, dijo con cara de muy pocos amigos y anteponiendo en todo momento su enorme espadón por delante. 

¿Co...? ¿Em..? - Titubeó el timonel tan pronto la barbuda cabeza de Rhylen Carsson apareció por encima del techo del camarote. En un principio, el corsario, al ver a aquel hombre de poblada barba, espesas cejas y pelo canoso, pensó que se trataba del mago que estaba castigando a sus compañeros con aquellos malditos proyectiles luminosos. Desde luego encajaba a la perfección con la descripción que tenía en mente de un poderoso hechicero que viviese en una torre remota en mitad del bosque. Ya pensaba que sería convertido en ratón, sapo o cualquier otra alimaña cuando la enorme hoja del espadón negro asomó por delante del rostro del veterano guerrero; entonces comprendió que la amenaza de aquel hombre era literal. Estaba dispuesto a partirlo en dos. Fuese por el mal pie con que habían empezado aquella empresa o fuese porque lo pilló con las manos vacías, el caso es que el corsario temió sinceramente por su vida. Una incómoda sensación se adueñó de su pecho haciendo flaquear por un momento y maldecir su decisión de haber abordado aquel barco. Desde luego tenían que salir de allí rápidamente. Sólo esperaba que su compañero acabese pronto con aquel lobo y él tuviese tiempo de ponerse a salvo de vuelta en su barca tras prender fuego a la embarcación que acababan de asaltar.

Estaba claro que Togo no era buen guerrero en combate abierto. Sus balas de plomo eran muy efectivas contra los conejos, grajos y demás alimañas que poblaban su comarca, pero nunca las había probado contra una persona. Y a la vista estaba que su arma no le servía para derrotar a nadie él solo. El mediano estaba pensando qué podía hacer cuando escuchó hablar a los asaltantes y lo que escuchó no le gustó nada  ¿Quemar el barco? ¿ La neblina negra? Pero.... por qué?

Sin tiempo para reaccionar,  al ingenioso mediano solo se le ocurrió una cosa. Avanzó hasta poder saltar a la nave de los piratas y desde allí empujó el casco de la Neblina Negra para alejar la embarcación.

Si quemáis el barco os quemaréis con él, porque me llevo vuestro barco!!!!

Togo se sentó en la borda de la ligera embarcación  estirando sus cortas piernas contra la Neblina Negra. Empujó con todas sus fuerzas  hasta que las dos embarcaciones empezaron a separarse. De la propia inercia, cuando los pies del mediano quedaron en el aire, el pequeño cayó de espaldas sobre la cubierta del barco. Cuando se levantó y vio como la embarcación se alejaba, no pudo ocultar su alegría -Toma!!! Pero pronto se dio cuenta de que a lo mejor, no había sido tan buena idea  eeeehhh....   Socorro!!!!! Cómo se maneja esto!!!!???

Nada mas asomarse la elfa al pasillo que formaba la carga de lingotes de hierro vio como Rakna le cerraba el paso uno de los piratas. Estaba muy atento a los movimientos del lobo, pues le impedía acercarse a su compañero desarmado, algo que aprovechó la elfa en su propio beneficio. Si estaba atento a Rakna no lo estaba a ella y aquello era un punto a su favor. Veloz como una centella una flecha se alojó en su hombro entrando con tanta fuerza que tras quejarse el corsario sonoramente ésta se partió por la mitad. Sin embargo aquella distracción duró poco; para el segundo disparo el pirata ya estaba alerta y no le fue dificil apartarse de la trayectoria de la flecha con un movimiento hacia la derecha. Decidida a no dejar escapar a su presa, la elfa dio un paso hacia adelante para acercarse y favorecerse de la distancia.

Por su parte, Rakna no fue más afortunado que su dueña. Sus dentelladas no encontraban carne ninguna sobre las que cerrarse, pues el pirata sabía bien como medir las distancias con respecto al animal.

Pero dónde había ido ahora el mediano? Se preguntó Tanyl al verle desaparecer de un salto de su línea de visión. Qué argucía temeraria se le habría pasado por la cabeza? En cierta forma envidiaba la capacidad atlética de ese tipo de individuos, pero era bien consciente que él había sustituido las horas de entrenamiento físico por algo más trascendental. Algo más intenso.

Y con la misma intensidad, volvió a reunir la fueza para atacar al corsario que jugaba con Rakna. Había que hacerlo pronto antes de que el lobo se merendase a su contrincante y Carsson partiese por la mitad al otro; se estaba quedando sin dianas.

TURNO 4

No, no, no, no, de eso nada, pirata.- La ballesta que portaba Alétheia cayó al suelo al soltar ésta su mango. ¿Iba a prender fuego al barco?¡Por encima de su cadáver! Cuál fue sus sorpresa al percibir finalmente al pequeño Togo.

- ¡Pero qué haces tú aquí pequeñajo!- ¿Por qué no sabía mantener la boca cerrada? Ahora nadie la creería cuando rectificara y dijera que ya lo sabía. No había tiempo para pensar en esas cosas ahora. Irónicamente, el intrépido mediano abordaba a los piratas haciéndose con su barco y...y su botín.- ¡JA! ¿Y ahora qué? ¡Piratas de tres al cuarto!- No soportaba la vileza de aquellos hombres dedicados al pillaje y capaces de todo por obtener riquezas, incluso atacar a los más débiles. Como decía el Sr. Carsson se habían equivocado de barco pues, precisamente, El Débil no mostraba clemencia con gentuza como esa.

- ¡¡TÚ!! ¿Eres el que manda aquí?- Señaló al timonel. - ¡Acércate!*- Y aquella última orden no era la de una muchacha regordeta y caprichosa, sino que su voz retumbó tan fuerte que hizo tambalearse al capitán pirata. Conocedora de la presión que podía ejercer el Débil en las mentes menos fuertes la oronda mujer aprovechó para blandir su preciosa maza con ambas manos.

Vamos, pequeño, acércate a la Pitonisa que te va a mostrar las estrellas.-Pensaba mientras con ambas manos movía amenazante la maza por detrás de su cabeza de pelo rojo como el fuego, lista para estamparla en la cara enmascarada del pirata.

Si ya se encontraba turbado tras las amenazas de Rhylen, más lo estuvo cuando desde el otro lado de la cubierta llegó una voz autoritaria que se dirigía hacia él. No recordaba que alguien le hubiese hablado así en mucho tiempo y desde luego nunca una mujer. Aquella voz realmente caló en lo profundo de su ser y, como consecuencia de ello, su cuerpo quería apresurarse para ver cumplida aquella orden, aunque su mente se esforzase mucho por reprimir aquel deseo. Inexplicablemente para él, obecedió. Dejó atrás sus armas y al viejo de las barbas canas para dirigirse a hacia una oronda mujer que le esperaba con una maza dispuesto a recibirle. Cerró los ojos sabedor de lo que iba a pasar.

Su compañero, que le daba la espalda por verse enfrascado en combate singular con aquel lobo y que bastante tenía con el dolor que padecía debido a una flecha y a varios golpes ocasionados por los proyectiles mágicos de Tanyl, ni siquiera reparó en la extraña acción del timonel. Sus ojos se nublaban y su cerebro le pedía a gritos salir de allí. ¡Nos vamos! ¡Que se pudra este barco! - Gritó dando un paso atrás a la vez que echaba mano de las pociones que colgaban de su cinto. Al igual que hizo uno de sus camaradas que yacía en el suelo moribundo, descorchó la pócima con sus dientes e ingirió todo su contenido al instante. De inmediato parte de sus fuerzas volvieron y sus heridas comenzaron a sanar tras expulsar su propio cuerpo la flecha que había quedado encajada en él. Dejaría una fea cicatriz pero aquello poco importaba en aquel momento. Había que salir con vida de allí. Sin embargo, sus esperanzas de escapar poco duraron, pues al girarse vio como su barco se movía alejándose del Neblina Negra sin nadie al timón. Debí haberlo amarrado... - Se maldijo.

¡ZUUUUUM!

Con la cara totalmente desencajada Alétheia soltó un mazazo con todas sus fuerzas, imprimiendo al golpe toda la inercia de su pesado cuerpo. El pirata no pudo hacer nada más que recibir el tremendo golpe que hizo crujir lo huesos.

¡¡CRACK!!

El mediano estaba ajeno a lo que sucedía en La Neblina Negra, aunque por lo que escuchaba parecía que los jóvenes aventureros tenían bastante controlada la situación. Lo que a Togo le preocupaba en esos momentos era el ver como las dos naves seguían separándose - uuuuoooooo!!!  Esto se mueve....!!!! Le gustaría volver a unirlas de nuevo, pero no tenía ni idea de como tripular una embarcación. Una vez recorrió un riachuelo dentro de un barreño de madera, pero cualquier parecido a aquello era pura coincidencia. En esa ocasión se limitó a agarrarse fuertemente a los bordes del improvisado bote y gritar mientras se deslizaba rio abajo, sobre las movidas aguas de un torrente, hasta que cesó la corriente.

Sin embargo, tanto en el viaje en barco que le llevó hasta  Kassen, como en los días que había pasado en La Neblina Negra, había aprendido una cosa. Para dejar la embarcación quieta sobre el agua había que tirar el ancla. A sí que Togo miró por la cubierta en busca de algo parecido a un ancla para lanzarla por la borda.

Una flecha salió del arco de la elfa tan veloz que apenas hubo tiempo de ver el trayecto de ésta hasta que quedaba al fin clavada en la la garganta de su enemigo. Éste cayó al suelo como un saco lleno de piedras. Una segunda flecha voló hacia el que estaba arriba asediado por Rakna pero éste consiguió parar la flecha con su escudo. 

Rakna quiso aprovechar aquella distracción del pirata pero el animal, extrañado por luchar en una superficie como aquella, falló su acompetida por muy poco.

Capitán, por qué no le dices a tu goblin que lance un cabo al mediano, quizás podamos recuperar el barco asaltante y llevarnos algo!- la escaramuza estaba por acabar así que no tenía sentido que el enano siguiese luchando con la barcaza para sacarla cuanto antes, podría dedicarse a recuperar el barco pirata. O eso pensaba el semielfo.

Bien, terminemos con esto cuanto antes- dijo mientras lanzaba dos nuevos proyectiles mágicos al único corsario en pie.

¡BRRRR TIENES RAZÓN! ¡EWEM, EWEM! - Bramó por dos veces hasta que el goblin asomó la cabeza por la puerta del camarote. Éste había estado oculto durante todo el combate en el interior de la estancia, alejado de cualquier posible amenaza, aunque, según se excusaría más tarde, sólo fue así porque alguien debía cubrir la entrada de proa. 

Ewem salió presuroso, asintiendo con una tímida sonrisa en su rostro, y corrió sin volver la vista atrás hasta acercarse al corpulento enano quien ya había terminado de soltar las velas. El grumete trató de escapar de la mirada escrutadora de Walren sin éxito pero, como el combate aún seguía en el techo del camarote, ninguno de los dos tuvo la oportunidad, o quiso tenerla, para iniciar otra de las acostumbradas discusiones. Así pues Ewem recogió una maroma que estaba enrollada junto al timón y se dispuso a buscar un hueco entre la carga desde la que lanzarla al otro barco.

Una vez el goblin estuvo en movimiento el enano sopesó las palabras del semielfo. Algo en todo aquello no tenía demasiado sentido. ¿Mediano? ¿Qué mediano? No es que hubiese prestado mucha atención a lo que sus huéspedes decía o hacían pero si de algo estaba seguro era de que todos medían más de un metro de alto cuando entraron en el Neblina Negra.

Por suerte, Togo había saltado justo al lado de un buen montón de gruesas sogas y entre ellas pudo distinguir lo que parecía un ancla. El mediano la cogió a duras penas, pues sin duda era bastante pesada. Tambaleándose por  el peso llegó al borde del la embarcación y aprovechó la inercia que llevaba para lanzarla por la borda. El ancla se hundió al instante y el montón de cuerdas desapareció en cuestión de segundos. Togo, orgulloso de lo que había logrado hacer, hinchó el pecho, levantó la cabeza y dio unas  cuantas palmadas para quitarse la herrumbre de las manos - Ale, ya está.    

Mientras Rhylen terminaba de subir al techo del camarote pudo contemplar como la figura de un niño saltaba hacia el barco pirata. Tardó unos instantes en caer en la cuenta, pero no había duda, se trataba del mismo hombrecillo que tantas noches le había servidos jarras y jarras de vino en la taberna de Kassen. - ¿¿¿Pero qué!???, se preguntaba confundido temiendo sufrir algún tipo de delirio por el síndrome de abstinencia.

Poco tiempo quedaría indagando que demonios hacía allí ese pequeño hobbit, pues vio como el mismo pirata al que acaba de amenazar se iba en dirección a la pitonisa. – EHHHHH, TÚUUUUU, ¡¡¡QUE TE RINDAS HE DICHO!!!, gritó desde el otro extremo del tejado cuando un golpe seco por parte de Alétheia acabó con aquel pobre desgraciado.

Ya tan sólo quedaba un enemigo, el cual reculaba tras los repetidos impactos de aquellas brillantes luces dominadas por el hechicero. – Se acabó…. Rhylen fijó su mirada en él y se lanzó a la carrera con su espada en alto. El pirata se sintió sentenciado en el mismo momento que vio a aquel enfurecido anciano dirigirse a esa velocidad a él, sólo podía hacer una cosa, cerrar los ojos y esperar a lo inevitable.

-¡Buenas noches, bastardo!, ¡¡¡PUM!!!, el mango del espadón del guerrero impactó brutalmente contra la nariz del pirata haciéndole caer de bruces hacía atrás y sin conocimiento.

Con el combate concluido y ver que la incursión de Togo estaba controlada, Rhylen arrastró el cuerpo del pirata hasta el borde del camarote para después dejarlo caer a plomo contra el suelo del navío. – Atad a esa escoria… igual tiene algo interesante que decir…, gritó aún desde el techo antes de proceder a bajar con el resto de sus compañeros. 

La exploradora guardó las flechas en el mismo momento en el que Rhylen Carsson noqueaba al último de los saqueadores. Junto a Tanyl la elfa dirigió una mirada a Walren - Es mejor que nos movamos...- sugería la elfa al anfitrión del velero. Luego se volvía  al semielfo. - Manipulas las esencias. Sorprendente...- dijo -Buen combate.- Luego volvió a su tono serio para acercarse junto a Alétheia. - ¿Sabías que estaba aquí? - interrogó a la sabia pitonisa de la que se decía que todo lo sabía. - Podía haber sido peligroso, tenías que haberme advertido.- Dijo con cierto tono de disgusto, aunque no tenía porqué. La exploradora a menudo veía que la pitonisa tenía que ejercer una voluntad regida por un dios que se escapaba a su propia sabiduría. Aún así, ciertas cosas prefería saberlas con tiempo. -¿Y tú? ¿Cómo te has colado?- comenzó a preguntar al pequeño Togo. -¿Deberíamos tener en cuenta que ha sabido engañarme a mi y a Rakna?- preguntaba sútilmente a Alétheia lejos de los oídos del pequeño Togo. - Quizás sea más útil un pequeño capaz de burlar nuestras miradas de lo que nosotros nos pensamos...- comentaba a su amiga de fatigas. Siempre había que tener en cuenta la opinión de la pitonisa. -Aunque es extramadamente peligroso... puede conseguir que le maten...- aunque también era de valorar su pericia y astucia. Había saltado al barco invasor para evitar que quemasen nuestro barco.- La elfa era un mar de dudas y quería escuchar que tenía que opinar Alétheia en todo esto...

Una vez anclada la pequeña embarcación Togo alzó la mirada hacia la Neblina Negra para ver cómo iba el combate y en qué más podía ser de utilidad. Pero justo en ese momento la pelea terminó y sus tripulantes miraron todos hacia el barco de los piratas buscando la figura del mediano. Instintivamente el pequeño se agachó y se escondió tras la borda, pero al instante se dio cuenta de que ya era tarde para ocultarse, que todos  le habían visto, incluido su temido capitán Walren y que era el objetivo de todas las miradas. Sobre todo cuando escuchó a la elfa decir:

~~-¿Y tú? ¿Cómo te has colado?

Togo no pudo evitar darse por aludido y lentamente se puso en pie con la cara más inocente que era capaz de poner, cosa que no le era difícil, pues de no ser por sus peludos pies, parecía la viva imagen de un niño. Y rascándose la cabeza pronunció titubeante

- Eeeeehhh... hola.... Eeehh verán... yo...yo.... eeehhh.... yo....escuché lo que venían a hacer y pensé que podían necesitar un buen.... un buen..... estooooo..... Un buen..... CAMARERO! - Se animó a responder el mediano - Eso es, un buen camarero.... eso es lo que soy. Estaré a su disposición  para todo aquello que necesiten. Les puedo conseguir todo cuanto requieran durante el viaje, tengo este saco lleno de un montón de cosas útiles para ustedes.... Togo se apresuró en lanzar a cubierta un saco que llevaba y rápidamente empezó a sacar cosas de él  - Tengo un montón de cosas útiles para este tipo de... de... de viajes!!  El mediano echó mano al saco y rápidamente comenzó a extraer  todo tipo de cosas que fue dejando sobre la cubierta del barco como si de un inventario se tratase- Verán.... tengo un saco de abrojos, también munición para honda..., ropa elegante..., eh... esto para hacer humo..., unos grilletes para prisioneros..., un frasco vacío..., un garfio..., un trozo de tiza..., unas cuantas raciones secas... El saco parecía no tener fin... Y mientras seguía sacando cosas dijo - Ah, y tengo muy buena puntería con la honda. Soy capaz de darle a un conejo corriendo en plena noche... en la cabeza, claro...