Partida Rol por web

No podrás escapar de lo inevitable viejo... - Krant, una vez echada la puerta hacia un lado, rió a carcajadas. Rhylen se encontraba atrapado y a merced del heraldo. Era como si el imponente bruto hubiese leído los pensamientos del veterano guerrero, pues sabía que allí terminaba la persecución. Sujetó con ambas manos el imponente garrote y se dispuso reducir a base de golpes la resistencia física y moral de Rhylen. ¡MUERE MALDITO!

El semielfo se quedó perplejo al ver al elemental aparecer. Conocía de qué se trataba, pero nunca había visto uno tan grande.

Guapa, con carácter y poderosa. La pobre Hostawen estaba sentenciada.

Recuperó la compostura y se puso en pie. Aceptó de buen grado lo que le daba el mediano y lo observó bajo uno de sus hechizos más básicos. No sabría para qué serviría concretamente, pero sí le daría una idea.

Cuando hubo terminado con los objetos, echó un vistazo al resto del habitáculo, por si se le hubiera escapado al avispado Togo algo mágico.

No había tiempo. El combate había llegado a su fin por mucho que le pesara a Rhylen. El Sr. Carsson tenía valentía de sobra pero, ya fuera por la edad o su indómito ímpetu, no calibraba bien sus posibilidades. El gritó de Krant alertó a la Pitonisa quien, tras detenerse de recoger las monedas de Nulb, miró de nuevo al combate.

-¡SUELTALO!- Su voz retumbó potente en el patio, como ya había sonado el otro día. Apretó con fuerza el brazo del heraldo como para hacer que se dirigía a él, como si le estuviera avisando de que sus esfuerzos por recoger su dinero ya no servían de nada. 

- Demasiado tarde...- Susurró más para ella que para Nulb.

El grito de Alétheia resonó por todo el patio. Más de uno se giró hacia la Pitonisa sorprendido por la autoridad en sus palabras pero Karnt no fue uno de ellos. Harto de la tozudez del anciano, el heraldo se había propuesto acabar de una vez por todas con él,  y lo haría delante de todos para que no quedase ninguna duda de su fuerza. Por otra parte, aunque había escuchado gritar a Alétheia, Krant tampoco quería volverse, pues sabía que nada de lo que sucediese en el patio escapaba a la mirada del sacerdote Egarthis y temía que éste le ordenase desde sus aposentos que parase. No, había que terminar con aquello de una vez por todas. Sin embargo, Rhylen, que se encontraba bien protegido por las paredes del establo, consiguió esquivar y detener respectivamente los dos intentos del heraldo por castigar sus magulladas costillas. Las paredes de madera de la pequeña edificación a punto estuvieron de saltar por los aires cuando el garrote golpeó el marco de la puerta. Una nube de polvo blanco cubrió a ambos contrincantes.

Numb dio un respingo cuando escuchó a Alétheia drigirse así hacia Krant. Estaba tan concentrado recogiendo las monedas que casi cayó de espaldas. Varias monedas se escaparon de su mano de nuevo y rodaron por la pequeña explanada. - ¿Pero qué haces, mujer? !¿Te has vuelto loca?!  - El heraldo miró con nerviosismo a ambos ambos lados temeroso porque aquel grito hubiese llamado la atención de algún sacerdote.

Desde luego no iba resultar fácil alcanzar el pasillo, algo por otro lado lógico, pues cuando los monjes decidían arrojar a alguien al pozo lo hacían sabedores de que el pobre infeliz acabaría muerto ya fuese por la caída, ya fuese por la serpiente que los aguardaría abajo. Ésta última, que había sido derrotada por el elemental de agua, estaba siendo escondida en esos momentos en el agujero del que el hobbit acababa de salir hacía tan sólo unos momentos atrás, cuando Hostawen le ordenó que se deshiciese de aquello que podría delatarlos en el caso de que alguien entrase por la puerta secreta. Por ahora, y pese al ruido de las caídas y el breve combate, todo permanecía tranquilo, algo que era de agradecer, pues así Tanyl podía concentrarse en cada punto de la habitación en busca de campos mágicos. Tras unos segundos de valoración, el semielfo concluyó que sólo la varita poseía alguna utilidad mágica. Esta estaba sucia y daba señales de haber estado allí durante mucho tiempo pero, aun así, no cabía duda de que su poder seguía intacto.

La elfa cogió lo que el pequeño Togo le tiraba, parecía que el mediano comenzaba a desenvolverse en aquella habitación registrándolo todo. Tras una sugerencia la elfa chistó -Baubau...- y el elemental arrojó a la serpiente al pozo. La elfa cogió los virotes miró con cara de circunstancia al mediano que parecía seguir revolviéndolo todo y en un momento cogió la cuerda. -Aha...esto servirá...- intentando recordad como se hacía una lazada la elfa pareció liarse, tuvo que empezar de nuevo para lanzar la cuerda y pasarla a través de uno de los brazos de aquel gigante. Luego hizo un par de nudos para simplificar la subida a Tanyl -Así podrás subir jijiji...- dijo divertida ante la debilidad del semielfo. Tras asegurarlo con su peso, usó la cuerda para subir hasta arriba del pasillo. 

Mientras Hostawen buscaba el modo de poder asir la cuerda a lo alto de la estatua para así poder subir por ella, Togo intentó de nuevo trepar hasta que por fin lo logró, llegando a alcanzar el pasillo superior, el cual empezó a recorrer lentamente, esta vez buscando alguna posible trampa mientras Hostawen y Tanyl alcanzaban a subir también.

Acordaros de coger la cuerda después para que no nos descubran...

Gracias, pero no la necesito- dijo a Hostawen cuando ésta quiso tenderle la cuerda para que subiese por ella. Él confiaba más en los métodos mágicos.

Se subió en el disco de fuerza que había creado y, sujetándose a los bordes, fue levitando por la rampa.

-¿Quereis ir a mirar algo más cuando subamos?

Tanyl, después de atar a Rakna para que pudiese ser izado como un saco por Hostawen y Togo, desapareció por la rampa que daba a la puerta chirriante. Detrás de él sólo quedó el elemental de agua que no tardó más de un pestañeo en desaparecer y quedar reducido a un enorme charco de agua. A los pocos segundos ambos compañeros escucharon la estridente protesta de la puerta al abrirse y después al cerrarse de nuevo. Tanyl estaba en el pasillo. Aguardaron unos segundos más hasta confirmar que nadie daba la voz de alarma y, como así fue, Togo salió como una centella en dirección a una palanca situada junto a la puerta. Por suerte para el semielfo, el mecanismo de apertura de la puerta secreta desde dentro era tan sencillo como tirar de la palanca para hacer que la sección de pared se deslizase sobre unos raíles a través una grieta excelentemente disimulada en la pared. Así, con el hechicero de nuevo entre ellos, Togo pudo volver a sus labores. Tal era el estado de excitación del mediano que los movimientos que ejecutaba mientras comprobaba que no hubiese ninguna trampa o artificio que pudiese sorprenderles recordaban a los de un diminuto ratón buscando un agujero en el que esconderse. Sin embargo, aquello no quería decir que el niño no supiese hacer su tarea mejor que muchos adultos, pues pasados unos instantes éste se volvió hacia el resto y, con una sonrisa dibujada en sus labios, empujó la puerta que tenía a su derecha. Nada. No sucedió absolutamente nada, para alivio de los tres compañeros.

El olor rancio mezcla de perfume, sudor e incienso escapó de la sala tan pronto Togo la mantuvo abierta. Ante ellos, bajo la oscilante luz de las llamas que crepitaban en cuatro magníficos braseros, se reveló una cámara vivamente adornada con tapices, almohadas, alfombras y toda suerte de delicadas comodidades para hacer la vida más agradable. De no ser por la magullada y amordazada figura del orondo Wenton, que colgaba mediante cadenas por los pies del techo en una sección de pared en la que se habían descorrido los bellísimos cortinajes de seda, los cuales cubrían la totalidad de las paredes, aquel lugar habría recordado a un prostíbulo. Una vez comprobaron que el desafortunado posadero era el único ser vivo en la habitación, los compañeros repararon en un trono dorado adornado con minúsculas piedras preciosas que había sido dispuesto sobre un estrado elevado. Junto a él reposaba una enorme pipa de agua y varias bandejas con restos de lo que podía haber sido un banquete.

¡¡¡Hmmmmm!!! ¡¡¡Hmmmmmm!!! – Wenton se contorsionaba como loco a la vez que intentaba hablar. En sus ojos, rebosantes de lágrimas por la alegría de distinguir a Togo y a la elfa, se adivinaba el brillo de la esperanza.

Krant una vez más se encontraba frente a Rhylen y en esta ocasión para dale el golpe de gracia. Ni siquiera los gritos de Alétheia al otro extremo del patio le hicieron titubear en su empeño por acabar con él…no, si realmente quería sobrevivir un poco más tendría que valerse por sí mismo.

Y así lo hizo, Rhylen consiguió desviar la trayectoria de su primer golpe gracias a un gran movimiento defensivo con el escudo, el cual terminó saliendo disparado varios metros del combate debido a la potencia del garrote. Si aquel golpe hubiese impactado en el guerrero, probablemente estaríamos ante una nueva víctima de los muros de aquel maldito templo.  

Sin escudo con el que protegerse ya sólo le quedaría la opción de esquivar un nuevo ataque, y no es que se encontrase en una situación ideal, sin embargo la fortuna, esta vez sí, se alió con el viejo guerrero haciendo que Krant errase en su intento, golpeando el marco de la puerta y desencadenando una extensa polvareda.

-¡¡Ahora!!, se animó a sí mismo al ver todo aquello como la oportunidad perfecta para salir de la ratonera dónde él mismo se había metido.

Casi arrastrándose por el suelo Rhylen consiguió dar un par de pasos para aproximarse hasta otro de los portones del establo. Salir de allí en aquellos momentos sería complicado por lo que haría un nuevo intento por repetir la acción anterior.

Sin embargo, Krant estaba lucido y en esta ocasión afortunado. Entre tosidos provocados por el polvo consiguió percatarse de las intenciones del anciano y lanzó nuevamente el garrote que casi por casualidad golpeó bruscamente la sien del guerrero.

Los gritos, las comentarios, las carcajadas, todo aquello comenzó a disiparse en la lejanía mientras el guerrero trataba de llevarse junto a sí la puerta del establo. De pronto su mirada se fue quedando borrosa, sus manos perdían fuerza soltando primero el pomo del portón y después la espada de madera que aún empuñaba – Pee…peeero… qué…. no…. no…no te…no te caigassss….no te caigas viejo idiota…arrrrggg…, farfullaba mientras la oscuridad se iba haciendo presa de él y su espalda pegada a la pared iba arrastrándole sin remedio posible hasta el suelo del establo.

Togo sé acercó rápidamente al panadero y antes que nada lo desamordazó para qué pudiera advertirles de algún posible peligro en la sala.

No tenemos mucho tiempo , antes que nada  cuéntenos todo aquello que debamos saber ...

Y mientras esperaba la  respuesta de Wenton observó con desconfianza toda la sala , sobre todo las cortinas , en busca de algunos pies mal escondidos....

- ¡Es mi padre! No puedo dejarlo morir.- Dijo al heraldo que estaba tras ella y aún recogía las monedas que se le habían caído al suelo esperando que la comprendiera. Salió hacia Rhylen tirando la máscara al suelo, la máscara que impediría que Krant la identificara. Sus sentimientos por el Sr. Carsson harían el resto. No necesitaba fingir. Lo amaba y no dejaría que aquel bruto lo matara. Así que así, distraído como estaba Krant deleitándose con los golpes que estaba metiendo al viejo, Alé pasó por su lado y se tiró encima de Rhylen para protegerlo con su cuerpo.

- ¡¡POR FAVORRR!! ¡¡PIEEDAAAA!!¡¡HARE LO QUE SEA!!¡¡ES SOLO UN VIEJO BORRACHO!!

¡Albricias! ¡Albricias! - Wenton, pese al sufrimiento padecido durante las últimas horas, no cabía en sí de júbilo al ver su liberación tan cercana. No obstante, las precauciones con que Togo habló le revelaron la verdadera realidad. No…no sé por dónde empezar. – Comentó con la turbación propia del que había sido torturado física y mentalmente durante largos periodos de tiempo. ¿Qué día es hoy? Sólo…no…recuerdo que fui a entregar la nota a la posada que me pedisteis después de hacer los repartos de pan de la mañana, no mucho después de que os fuisteis. Fue al volver a mi negocio cuando noté que algo no estaba bien. La puerta estaba abierta. Fui corriendo a ver si alguien había entrado para robarme y, nada más cruzar el umbral, noté un golpe muy fuerte en la cabeza. Cuando desperté ya estaba aquí colgado. – Los ojos del panadero se desorbitaban a medida que recordaba lo sucedido. – ¡Me pegaron, amenazaron con matar a mi familia y destrozar mi local si no les decía a quién estaba entregando el dinero! Me preguntaron sobre los que quieren acabar con el templo…decían que yo les estaba ayudando con el dinero de mis donativos. – La cara de Wenton estaba tan roja debido al sofoco y a la posición que parecía estar a punto de explotar. No…no les hable de vosotros…no les he dicho nada de nada. ¡Por favor, sacadme de aquí, ya no puedo resistirlo más! ¡Vendrá ese bruto y me golpeará de nuevo!

¡Pe...pero oye! Mi apu... - Los titubeos de Numb quedaron silenciados por el sonido de la acelerada respiración de Alétheia a medida que se acercaba al cadáver de su supuesto padre.

El cuerpo inmóvil de Rhylen quedó solapado por el voluminoso corpachón de Alétheia y sus ondeantes túnicas blancas. Una nube de polvo los cubrió por completo. Tentado estuvo el heraldo de dar un puntapié a la muchacha para apartarla pero se abstuvo de hacerlo. Dudaba que de una sola patada pudiese mover aquel enorme cuerpo, además algo había llamado su atención en la entrada al vestíbulo . ¡VAMOS! ¡VOLVED A VUESTRAS TAREAS O ACABARÉIS COMO ESA RATA! – Krant dispersó a los acólitos que como una bandada de palomas se dispersó por el patio o volvió al interior del templo ignorando por completo a los dos compañeros. Sólo Evlar, que no podía estar más sonriente a pesar de no tener ni un solo diente, osó acercarse hasta la Pitonisa del Débil para escupir a su lado y desear en voz alta que Rhylen muriese.

Mientras tanto, Alétheia fue consciente de la airada conversación que se traía Krant con Numb bajo el quicio de la puerta.  Aunque éstos hablaban mediante susurros, los movimientos de manos del agresivo heraldo y cómo gesticulaba apuntando al subsuelo denotaban un enfado que iba en aumento. Numb trataba de excusarse pero Krant no parecía querer entrar en razón. En un momento dado éste agarró la manga de la túnica de Numb y prácticamente lo arrastró en dirección al establo.

La elfa dejó que fuese el rostro amable de Togo quien iniciase la conversación. -No podemos desatarle...- le confesó la elfa al mediano. Tras escuchar lo que tenía que decir Wenton la elfa se percató de las cortinas, con un gesto mandó a Rakna para que azuzase a lo que estuviese espiando, mientas el lobo se ocupaba del percance la elfa habló con Wenton. -No podemos desatarte o tu familia morirá. Dirás lo que te voy a decir o tendrás problemas...- y así la elfa expuso un plan para que el panadero pudiese salir de aquella situación. -Dirás que no quieres seguir con esta prueba y que eres hermano de la orden, que tú sólo sigues órdenes de Grat, el Sumo Sacerdote de la orden. Él te prometió ingresar a cambio de los buenos donativos que dabas, pero nunca dijo que tuviese que pagar dos mensualidades ni nada acerca de esta tortura. Indígnate y di que es un ultraje, que tú siempre has pagado... Di que quieres seguir siendo hermano de la orden y no te preocupes... Yo te sacaré de aquí...-

Grandes perlas de sudor resbalaban por la frente del asustado panadero a la vez que su rostro se contraía al pensar que tendría que estar allí más tiempo. ¡Señorita...por favor, espere...espere...señorita...no me dejen aquí! - Imploró suplicante. - Me van a matar...ay madre...me van a matar. Los hombres de la túnica negra me dijeron que tenía esta noche para pensar si estaba dispuesto a decir a quién le daba el dinero. ¡Pero yo nunca le he dado dinero a nadie más! ¡No sé porqué me preguntan eso! - Tal era el estado de nervios del panadero que éste comenzó a forcejear por sus propios medios tratando inútilmente de zafarse de las cadenas. Inconscientemente y a consecuencia del miedo, su voz comenzó a elevarse. - ¡Me van a matar...  ¡Ay madrecita de mi vida! ¡Ay Señor de la Justicia! !Por favor apiádense de mí!

Y como se imaginaba allí estaba el panadero. ¿Es que no se daba cuenta Hostawen de que ese hombre estaba ahí por su culpa? No es que a Tanyl le importara mucho, pero si lo dejaban ahí terminaría hablando. No creía que les fuese tan fiel como para aguantar una tortura continuada por ellos. Además, soltaría también lo de la posada a dónde le habían mandado dejar el mensaje y ya habrían metido en más problemas a su contacto.

Agarró a la elfa y al mediano con premura y les susurró:

- No podemos dejarle aquí. O le soltamos y ayudamos a escapar o nos lo cargamos...

Sr. Wenton no se preocupe, lograremos sacarle de aquí. ¿ Sabe si entran o salen de esta sala por otro sitio diferente a la puerta? Siempre viene el grandullón sólo o con alguien más? ¿Han dicho algo sobre unas joyas?

Hablando de joyas... Reconocéis las que buscáis entre las que adornan el trono? pronunció el mediano en idioma élfico. Y continuó diciendo - ¿ De verdad crees que se van a creer eso? el tema de la traición en el templo no es una cosa que preocupe a Krant en absoluto, pude verlo  en su cara. Creo que sería más creíble  que desvelar el nombre de  Raniger, al fin y al cabo ya sospechan de él y para que no lo maten podría decir que puede intentar conseguir verse con él en algún sitio para que puedan tenderle una trampa... creo que así podremos ganar tiempo.

Tras eso, daga en mano,  se acercó  al lugar en el que Rakna estaba husmeando como si hubiese encontrado algo.