Rhylen salió a la carrera hacia el centro del patio tan pronto Kant dio el inicio del combate. Era cierto que se encontraba fatigado pero sus ansias por hacer pagar a Evlar el uso de su sucia y larga lengua le motivaban lo suficiente como para continuar en pie. Así pues, el guerrero llegó hasta la altura de aquel mangual que consiguió alcanzar con un ágil movimiento de brazo. Tras ello se giró hacia Evar con una expresión en el rostro que bien podían haber dejado escapar las primeras gotas de orina del joven acólito. – Ven para acá muchacho…, pronunció mientras zarandeaba el mangual. – Te voy a dar tal paliza, que cuando acabe contigo desearás no quitarte la máscara de Razmir nunca más para evitar ver cómo te la voy a dejar… 

En cuanto vio que los demás se ponían en movimiento Alé imitó a Hostawen y agarró lo primero que pilló del barril que estaba junto a ella. Con el palo firmemente cogido con las manos corrió hacia donde estaba su "padre" gritando.

- ¡Padre, no!-  Trató de aferrarlo de un brazo y abrazarse a él para detenerlo. Sólo era un pobre viejo y cansado al que Krant había convertido en objetivo de los demás. Se quedó junto a él dispuesta a dar un buen bastonazo a aquel que osara siquiera tocarle uno de sus blancos pelos de la frondosa barba.

Alétheia trataba de agarrar al Sr. Carsson y, cuando durante el forcejeo estuvo cerca de su oreja, le susurró unas palabras.

- Nos están observando desde ahí arriba.- Le dijo misteriosa, sin desvelar quién ni cómo lo sabía, pues no había tiempo ahora.- No le demos ese placer.- Con la mirada le indicó la zona donde estaba Krant, pues allí abajo al espectador le sería imposible seguir el combate.*

Alethia se interponía en su camino cuando quiso avanzar hacia el barbudo guerrero, y como tampoco quería interrumpir la esperada paliza al bocazas del rubio semielfo, se detuvo ante la pitonisa y le susurró:

- ¡Dame fuerte!

Las palabras de la elfa desconcertaron al mediano por un momento, pero cuando vio como ésta se abalanzaba a coger una de las herramientas y se ponía frente a él para zumbarle, el pequeño intentó arrebatarle el arma  mientras aprovechaba la situación para susurrar a Hostawen  

¿Estás loca? Krant no se lo tragará.  - Susurró el pequeño contestando a las palabras de Hostawen.

- ¡¡¡Suelta eso, Maldita sea!!! - Gritó  el mediano para darle realismo a la pelea.

El semielfo comenzó a hacer pucheros. Con la barbilla temblando  de forma incontrolable y con las piernas sujetándole de milagro, Evlar rompió a llorar al fin. Se giró para implorar a Krant que le dejase salir de allí pero el semblante del heraldo permaneció inmutable,  limitándose a señalar hacia adelante con el dedo extendido. Cuando el joven comenzó a correr hacia Rhylen lo hizo con un mar de lágrimas bañando su rostro y un cerco de color oscuro creciendo en la entrepierna. – ¡Lo siento, lo siento! – musitaba mientras se echaba sobre los brazos del anciano para intentar arrebatarle el mangual. El brillo del odio cruzó los vidriosos ojos del joven.

TURNO 2

Aunque Rhylen no respondió a los susurros de Alétheia por temor a ser descubierto, un fugaz vistazo al piso superior dieron a entender que la había oído y caer en la cuenta de que su supuesta hija llevaba toda la razón.

No tuvo tiempo para deleitarse con aquel misterioso espectador pues Evlar, sumido en sollozos y lamentaciones, se fue acercando hasta el viejo guerrero hasta colocarse justo delante.

-¡¡¡PATÉTICO!!!, exclamó sin el menor atisbo de piedad contra el joven muchacho, cuando lanzó el mangual con un golpe bajo tratando de derribarle. Por suerte para Evlar aún se encontraba demasiado alejado, y aquella acción tan sólo supuso una clara muestra de intenciones. – Vamos, llorica… acércate más…   

La elfa vio como el mediano rápidamente se acercaba sus deditos iban a coger su arma. La exploradora que era aún más rápida retiró el bastón para que este no se lo quitara. -Tú tírate al suelo y finge que te quedas sin aire...- dijo la elfa antes de golpear la espalda de Togo. -IAAAAAA!- Un golpe fuerte y duró se escuchó en el pequeño claustro, sería el eco que se formaba o que había dado en un punto doloroso, pero la elfa parecía que había descargado con todas sus fuerzas en el pequeño y frágil mediano.

El intento de Evlar por arrebatar el arma a Rhylen fue tan bochornoso como el hecho de ver mojados sus pantalones con su propia orina. Al guerrero le bastó simplemente con lanzar un fuerte tirón para librarse de aquella amenaza, y con la misma inercia alzó la bola de púas por encima de su cabeza para posteriormente dejarla caer contra la mandíbula de Evlar en un fuerte impacto.

 – ¡¡¡ÑÑÑÑÑNIIIAHHHH!!!!. El golpe fue tan brutal que por poco la cabeza del joven acólito salía despedida de su cuerpo. No tuvo tanta fortuna con sus dientes, y ahora varias piezas de la dentadura de Evlar adornaban el patio donde el combate continuaba desarrollándose.

La idea de fingir la pelea no convencía en absoluto al Togo... hasta que Hostawen asestó un buen golpe con el mango de la escoba en la pequeña cabecita del mediano.  AAAAHHHH!  el golpe pilló al mediano por sorpresa que no esperaba que la elfa le pegara de verdad y, casi instintivamente, el pequeño cayó al suelo donde quedó tendido e inmóvil con los ojos cerrados y con un buen chichón en la frente  que crecía con rapidez. 

Tan pronto comenzaron los golpes serios una mueca parecida a una sonrisa se dibujó en la ceñuda cara del herado. Que aquello le agradaba quedó patente cuando el golpe de Hostawen al pequeño Togo hizo que el emdiano cayese al suelo. Una carcajada tan vil como sonora salió con fuerza por la boca del heraldo; si alguien le hubiese contado el chiste más gracioso del mundo a buen seguro no le hubiese causado tanta gracia como aquel golpe.  Pero para Krant, la diversión estaba lejos de terminar. Un crujido de huesos acompañado de un grito de dolor hizo doblarse al heraldo, desternillado por la risa. Las lágrimas de felicidad brotaron de sus fieros ojos. ¡MAS FUERTE! ¡MÁS FUERTE! - Coreó aplaudiendo. Aquel espectáculo parecía haber borrado por completo de su memoria el comportamiento del anciano de esa misma mañana.

Para Evlar, no obstante, la situación era bien distinta. Todo lo que para Krant era motivo de alegría para el semielfo era un dolor insufrible. De su boca, casi desdentada por completo, manaba la sangre a mares. Sus ojos permanecieron en blanco durante unos instantes a la vez que con sus manos trataba de aferrar algo que le impidiese caerse de espaldas. El joven nunca en su vida había recibido tal golpe, ni siquiera su padre cuando no podía soportar más los desprecios de su hijo, había conseguido hacerle tanto daño. Aquel anciano iba a matarlo. Fue por ello que, destrozado por el dolor, la única salida que vio el joven fue lanzarse al suelo y hacerse un ovillo.

¡Noooo! ¡Auxilio! ¡Nooo! - Gritaba entre gorgoteos mientras se tapaba la cabeza como podía.

La elfa sonrió al ver como había salido bien el truco, lugo miró a Krant y tornó su mirada en hielo. -Uno menos...- dijo la astuta elfa que había salvado al menor de sus compañeros. Un silbido hizo eco en el patio llamando a su compañero del alma. - Rakna que dormía plácido tras haber engullido el desayuno de alguno de los acólitos, seguramente el de Rhylen Carsson, se despertó al oír el típico silbido de la bípeda. Era agudo y largo como cuando iban de caza. El lobo no prestaba mucha atención, estaba muy a gusto tumbado en aquella cama...

Se sorprendió al ver a Tanyl abalanzarse hacia ella con las manos desnudas y le dio cosa estamparle el bastón en la cabeza. Estaba claro que Hostawen no tenía esos remilgos pero ella no pudo hacerlo. ¿Tendría que enfrentarse a ella? Lo primero era llegar bajo los soportales.

- ¡Aparta!- La corpulenta mujer emprendió su movimiento sin tener apenas en cuenta que Tanyl estaba delante suyo, como si no fuera más que una hormiga en su camino. El pobre hechicero sólo pudo ver cómo la mujer se le echaba encima y pasaba como si fuera etéreo.  Alé no paró hasta tener a Krant en frente y poder suplicarle piedad para su padre. - ¡Por favor! Mi padre no es más que un viejo borracho no deje que le hagan daño.- Pero sus palabras se contradecían con el golpetazo que Rhylen había propinado al chivato. Le daba igual, sólo interpretaba su papel. Si Tanyl era listo se haría el inconsciente hasta que todo pasara y así no tendría apenas rasguños que lamentar después.

Se había esperado un bastonazo, quizás un bofetón, pero no eso. Cuando vió a la mujerona avalanzarse sobre él, no le dió tiempo a reaccionar y cayó al suelo por la fuerza de la gran mole.

Pero eso no iba a ser suficiente. Tanyl no creia sirviese hacerse el inconsciente.

De pronto le vino a la cabeza que en realidad no podía ser mala idea mostrar su poder, quizás le abriese las puertas de aquella secta y podrían así acelerar el fin de la misión.

Todavía en el suelo, moldeó la fuerza que se encontraba a su alrededor para darle forma de un disco flotante. Lo conjuró en la trayectoria que seguía la pitonisa con la esperanza que se tropezara con él y enfadarla lo suficiente para que volviese a atacarle.