Partida Rol por web

Cuanto más habla nuestro incorporal interlocutor, mayor es mi sensación de que todo esto no es más que una pantomima. Si fuera una criatura del Caos y realmente pudiera atacarnos, ya nos hubiera matado, ¿no?

—Ya nos estamos... —malditas arcadas— yendo —le aseguro a la criatura fantasmal—. Si nos pudiera... decir por dónde se fue... el goblin ese, nos marcharemos... muy agradecidos.

Por si acaso, me mantengo estratégicamente situado detrás de Alder. Si ese ser decide que he agotado su paciencia, no estoy en condiciones ni de intentar defenderme.

-Yo no soy alguien especialmente ducho en estas cosas de demonología y demás menesteres arcanos,  pero bueno...Diría que la cosa esta es peligrosa-dijo señalando a la figura neblinosa.

-Y si lo de los gruñidos es lo que creo yo que es... los metros que podamos poner entre nosotros y su fuente serían pocos.

Alder se mostró algo intranquilo, empuñando sus armas con fuerza y echando un vistazo hacia la ruta de salida.

Gunther intuía que nada de lo que pudiera hacer lastimaría al ser dentro del cilindro, y le parecía que sus compañeros tardaban demasiado en hacer caso e irse, pero era cierto que si había visto al goblin y había un líquido verde manchando varios objetos, incluyendo el centro del círculo si mal no recordaba. Quizá si le prometían limpiar no estaría tan enojado.

Fué a donde estaba el pañuelo, al otro lado del aparador, y lo cogió. - Si tu decir por donde ir bicho de tres patas Gunther limpiar cosa de metal. - ni soñando se acercaría al círculo, pero seguramente podría limpiar el mueble metálico asqueroso. 

Ererere:

Se conoce a esta criatura como un demonio guardián. Es una criatura que vive entre dos planos, no es del todo corporal, pero tampoco incorporal del todo. Se encuentra entre dos planos y dependerá de si en el momento del ataque está en uno o en otro plano (50% al inicio de su asalto).

Incorporal (Incorporeal): no tiene cuerpo físico. Los seres incorporales son inmunes a toda forma de ataque no mágico. Sólo pueden ser heridos por otro ser incorporal, armas mágicas +1 o mejores, conjuros, efectos sortílegos o efectos sobrenaturales.

Si se le golpea con un arma no mágica en un asalto en que no sea corporal, el propietario tendrá que lanzar REF CD 15 o desaparecerá en el plano natal del Ererere. 

Ataque de golpetazo que causa daño físico y de energía negativa si el Ererere está en el plano material y solo de energía negativa si está en su plano natural.

- Ese personajillo no se fue. - Desveló aquella voz aterradora. - Y sí, soy muy peligroso, pero dejaré que viváis si desaparecéis de aquí. ¡Ahora mismo! - Les gritó con un chorro de voz. - ¡No toques nada! - Le ordenó a Gunther. - ¡Fuera, fuera de aquí! ¡No volváis! ¡No volváis nunca! 

En ese momento el humo comenzó a aumentar en le interior de la sala, tanto que se hacía complicado ver más allá de un par de metros por delante de la visión de uno y el olor a azufre empezaba a ser casi insoportable. 

—Desaparecemos ya mismo —le aseguro al demoníaco espectro, retrocediendo lentamente hacia la entrada que Gunther ha echado abajo a martillazos.

Si esta entidad es lo que yo sospecho que es (y podría estar equivocado), mucho me temo que no vamos a poder derrotarle. No en estas condiciones, al menos. Quizá si viniéramos preparados para enfrentarnos específicamente a ella conseguiríamos no morir todos pero en estos momentos no soy capaz ni de juntar cuatro palabras seguidas y mucho menos de lanzarle ningún sortilegio.

De todos modos, que haya un demonio viviendo en las cloacas de Bögenhafen tampoco es que sea asunto mío y no tengo ninguna prisa por volver por aquí. Sabía que tenía que haberme quedado en la posada encantando mis guantes, mi ropa nueva, los brazaletes de Adso... esas cosas sí son asunto mío y soy mucho más seguras.

Ahora que Chester pudo fijarse mejor en la extraña sustancia verdosa, dedujo que ésta no era otra cosa que sangre de goblin. Casi podía poner la mano en le fuego y no se quemaría si decía que tal cantidad de sangre era prueba de que el bueno de Trespatas, habría pasado a mejor vida. 

- Es un demonio guardián, anclado a este lugar donde se encuentra el pentagrama que le liga al plano de existencia donde ha sido convocado, y cuya misión es mantener alejados a intrusos de dicho lugar. Adso salió de la sala no se veía para nada tan poderoso para enfrentarse a un demonio. A pesar de que el bicho de tres patas hubiera optado por ir allí. - Si el goblin se ha ido ya no es un problema para la ciudad. Comentó quitando hierro al asunto, y dando a entender que sin goblin pululando ya no era menester seguir con las pesquisas, y más si esas pesquisas podían hacer que acabaras muerto.

La sacerdotisa miró a Gunther y le hizo un gesto con la mano, para que retrocediera, pues parecía que la confrontación con aquel demonio era la peor de las opciones y la última, de ser necesaria la lucha como último recurso.

Aproevechó esos segundos en los que sus camaradas hablaban para echar un vistazo al lugar, por si encontraba alguna pista que le llevase a encontrar a Tres Patas, pero nada parecía encontrar.

- Ese personajillo no se fue.

Ante esas palabras, revisó de nuevo la estancia con la mirada. Por su tono parecía que el goblin había corrido la mala suerte de cruzarse en el camino del demonio, y probablemente habría acabado con su vida, quién sabe.

- Muy bien, nos iremos por donde hemos venido... - Añadió, dando pequeños pasos hacía atrás, esperando cruzar el arco de la puerta, sin quitar la mirada del demonio que allí habitaba. 

Al coger el pañuelo, que era de seda de color blanco, Gunther se percató de que tenía unas inscripciones bordadas en color azul cielo. No pudo descifrarlas, pues no sabía leer.

Gunther retrocedió como le indicaba Gemme, y se quedó mirando un rato el pañuelo antes de pasárselo a la sacerdotisa - Si no querer que nosotros limpiar enchastre, limpiar tu. ¿Que ser ese pegote? ¿Trespatas?

En el pañuelo estaban bordadas unas iniciales: "F.S.".

-Que tengamos en frente a un demonio guardián supongo que viene a decir que hay algo realmente valioso qeu guardar...-añadió mesándose la barbilla, para luego cruzarse de brazos-realmente es un desperdicio, pero...

Dió varios pasos hacia atrás, en dirección a la puerta de salida.

-Si lo que queréis es que nos vayamos, tampoco voy a poner objeción

—Si eso ya venimos otro día a hacerle una visita —digo a nadie en particular mientras avivo el paso para retroceder hacia la salida tan deprisa como puedo—. Le traemos bombones y una botella de buen vino y echamos la tarde aquí charlando. Pero hoy tengo muchas cosas que hacer y... ¿Oís eso? Creo que me está llamando un ratón por ahí... ¡Ya voy!

Lo mejor sería no tener que volver nunca, pero si vamos a hacerlo, que sea con pociones de agua bendita, armas mágicas y... un ejército de paladines, sí, eso serviría. Ya podemos ir despidiéndonos de capturar a Tres Patas porque no han dejado de él ni los huesitos.

Una pena haberlo descubierto tan pronto, con lo que me gustaba dormir en esa posada tan cara.

El primero en poner los pies en polvorosa fue Chester seguido de Alder, Gemme, Gunther y Adso. Dejaron atrás aquel extraño lugar sin acabar de revisar del todo lo que allí podía haber. Al fin y al cabo habían averiguado lo que habían ido a hacer allí abajo. Trespatas había muerto de forma terrible y no lo encontrarían en las alcantarillas, no al menos entero.

No tardaron demasiado en desandar el camino que habían hecho hasta el templo subterráneo, custodiado por aquel extraño demonio brumoso. Por fin, cuando salieron al aire libre, pudieron librarse de las máscaras, los que las portaban y todos en general, respirar aire puro alejado de ese pestilente hedor a... mierda.

Habían concluido con su misión y ahora únicamente les quedaba ir a comunicar lo que habían descubierto a las autoridades locales y al feriante ambulante, el doctor Malthusius, a quien seguramente no le haría ninguna gracia el hecho de que una de sus mayores atracciones hubiera muerto en las alcantarillas de la ciudad y que como prueba de ello, tan solo portasen consigo su palabra, pero poco más podían alegar para que les creyeran cuando les decían que aquel goblin no lo había contado.

El aire de Bögenhafen me parece es más puro que he olido en toda mi vida. ¡Qué digo puro! Hasta aromático en comparación con la pestilencia que acabamos de dejar atrás.

—Os invito a un vino, o una cerveza, o lo que queráis para olvidar el mal rato que hemos pasado ahí abajo —ofrezco a mis compañeros. Ahora que tengo algo de dinero en el bolsillo me es muy fácil sentirme generoso y agradecido por haber salido todos vivos de la experiencia. Más de lo que puede decir el pobre goblin asesinado—. Después podemos acercarnos donde el feriante y darle la mala noticia de que se puede ir olvidando de recuperar su atracción principal. Y, si os parece bien, ya mañana después de disfrutar de un buen desayuno y darnos un baño en condiciones nos acercamos a ver al señor juez. Que me parece un tipo estupendo, no digo yo que no, pero es que tenemos el alojamiento pagado hasta que encontremos al goblin y si le decimos que ya lo hemos encontrado igual esta noche nos toca dormir en la calle. No sé qué pensaréis vosotros, pero soy todo oídos.

El combate contra aquel ser, demonio o algo parecido, no iba a reportar nada bueno al grupo, por lo que todos decidieron dejar el lugar y las alcantarillas. Gemme fue cabizbaja y pensativa todo el camino de regreso a la superficie. Pensando que el goblin de tres patas había sido devorado o algo por por aquel ser. Lo mismo con los sacerdotes desaparecidos que habían podido tener la mala suerte de acabar cerca de la criatura. Pero le seguía intrigando mucho aquella situación.

- Es muy extraño. Alguien ha debido invocar aquel ser en las alcantarillas y si lo ha hecho es para proteger algo o a él mismo.  ¿Por qué ahí abajo? ¿Qué tiene que ocultar? - Iba hablando, de forma que sus compañeros la escuchasen aunque sin esperar respuesta.

- Tenemos que asearnos un poco e informar. Tal vez el padre Gerolf sepa algo al respecto. Al menos está informado de la desaparición de varios de sus fieles en las alcantarillas. - Comentaba al resto.

Adso cogió al enano y lo transportó fuera de la alcantarilla si aquello era posible, sino hasta la misma entrada de las alcantarillas. Su intención era llevarlo al clérigo pues sabía que los enanos habían sido un pilar especial en las armas que recibió el dios. 

Alder caminaba con la mirada hacia arriba, con las manos aguantándose la nuca y dando pasos largos mientras dejaba hablar al resto.

-Buen Adso, ¿Te ayudo con eso?-preguntó finalmente al monje en su tarea de arrastrar el pesado cadaver enano. Probablemente se podría haber ofrecido antes, pero le daba bastante pereza y quiso esperar hasta que le pareció grosero el desentenderse.

Tras los comentarios del Mago y de la Clériga, no pudo evitar asentir a ambos.

-Cuanta razón en tan pocas palabras... Aseémonos, mojemos los gaznates e informemos. Yo creo que ese es el orden más lógico.

Nada más salir de las cloacas, el grupo puso un rumbo fijo hacia el templo de Sigmar. Sucios como ratas y oliendo a las más deleznables excrecencias, arrastraron el cuerpo sin vida del enano encontrado en el canal, por las calles abarrotadas de Bögenhafen. Al fin y al cabo, el festival todavía no había concluido. 

Los rostros de horror de la gente al ver a aquel quinteto de aparentes vagabundos arrastrando un cadáver desmembrado y a medio descomponer, hablaban por si solas. Niños salían corriendo horrorizados, otros temerosos se ocultaban contra las fachadas de la ciudad, hubo alguno que incluso echó por la boca lo que había comido ese día, pues el olor y la imagen de aquel desgraciado cadáver, no era apto para todos los estómagos.

Suerte tuvieron de que no se cruzaron con guardia alguno, pues explicar que hacían arrastrando un cadáver por las calles, no hubiera sido desde luego, algo fácil, aunque con el beneplácito del juez Ritcher, seguramente hubiera salido airosos, aunque por otra parte hubieran perdido mucho tiempo entre explicaciones y se hubiera retrasado su baño más tiempo del deseable.

Finalmente llegaron al Templo del simpático y orondo sacerdote. Un asustado novicio les recibió y cuando Gemme hizo llamar al clérigo Gerolf Jentzsch, el novicio salió corriendo en su búsqueda, reprimiendo una arcada y agradecido por poder alejarse del pestilente enano fallecido.