Partida Rol por web

- ¡Pero Giles! - Exclamó el ratero. 

Jack miró a aquel hombre de forma severa y este simplemente se dio por aludido. Bajó la cabeza y negó frustrado. 

Que unos ajenos entrarán en la guarida de uno, les atacaran dando muerte a alguno de ellos y que luego les robaran sus objetos personales a cambio de dejarlas conservar la vida, no era algo que a uno le pareciera bien. Pero fuera como fuera, tendría que aceptarlo.

Finalmente hubo acuerdo. Gemme se dio toda la prisa que pudo para estabilizar a los ladrones que aún seguían con vida. Por desgracia dos de ellos habían fallecido por las heridas sufridas y la sangre perdida, pero otros dos pudieron conservar la vida, no gracias a Chester, que ayudó a rematar a uno de los moribundos con su mala praxis en primeros auxilios. 

Mientras tanto, Adso y Alder se dedicaron a desplumar a los ladrones muertos y heridos que aún estaban en el suelo y Gunther bajo amenaza de usar su arma contra los dos mandamases del gremio de ladrones, obtuvo todo objeto valioso que portaban con ellos. 

Chester detectó magia sobre el botín y resultó que la capa y el camisote de mallas que portaba Giles, tenían propiedades mágicas. Con todo aquel botín y habían sumado una cantidad muy superior a la que esperaban por encontrar al goblin de tres patas y eso únicamente con el efectivo que habían obtenido, ochocientas monedas. Si vendían todo el excedente de armas y armaduras, aún sumarían unos cientos más de monedas a repartir entre los cinco. 

Después de aquello dejaron atrás aquel lugar saliendo por el mismo sitio por el que habían accedido. Oyeron después como casi de inmediato, los supervivientes cerraban con llave y colocaban un tablón tras la puerta para reforzar la seguridad. Sin duda no esperaban aquel asalto y tendrían que estudiar la forma para que aquello no les volviera a suceder.

Horriblemente traumatizado, observo el cuerpo sin vida después de una agonía espantosa que no he conseguido evitar y que solo he logrado agrabar con mis torpes atenciones. Todavía en estado de shock me prometo a mí mismo que nunca más me pondré en esta situación y dejaré que los clérigos competentes para hacerlo se ocupen.

El camino de vuelta hacia la superficie lo realizo como en trance. Todo me parece irreal y no logro quitarme de la cabeza los gemidos, las arcadas sangrientas y los estertores de muerte de mi paciente. De mi víctima.

A lo mejor no es tan malo vivir aquí abajo después de todo. A lo mejor es lo que merezco. O quizá lo que merezca sea la horca por haber participado en el asesinato de dos hombres...