Partida Rol por web

La idea de Joseph de escapar en el barquito atracado en el muelle cercano es una idea estupenda. Muchísimo mejor que la mía de meternos otra vez en las cloacas. ¡Puaj!

Todos deberíamos ir con él, pero parece que los demás están decididos a partirse la cara con los cultistas. ¡Menudo desastre de situación!

Como navegante dejo mucho que desear, así que dudo mucho que vaya a serle de alguna ayuda al bueno de Joseph; si acaso, seré un estorbo para él. Y como combatiente soy todavía peor. Lo más probable es que acabe hiriendo a alguno de mis amigos o consiguiendo que me maten, así que tampoco me parece una opción apetecible.

Parece que lo único que puedo hacer es intentar al menos que nuestro prisionero no se escape y empeore las cosas.

—Señor Steinhäger, le confieso que soy un mal tirador —me sincero con él, mientras desengancho la pesada ballesta que llevo a la espalda y coloco en ella un virote—. Por favor, no intente escapar, porque si lo hace me veré obligado a dispararle. Y yo le prometo que trataré de acertarle en una pierna o una nalga, pero igual le doy en la cabeza y ninguno de los dos quiere eso, se lo aseguro. Yo nunca he querido hacerle daño y sigo sin querer hacérselo ahora. Solo quiero salir de aquí y que usted pueda regresar de una pieza con su familia. Usted no tiene por qué correr la misma suerte que sus compañeros, déjeme salvarle.

Los cuatro encapuchados avanzaron hasta donde se encontraba Gunther. Todos ellos armados con sus espadas, lanzaron ataques contra aquel hombretón. Algunos de los intentos fallaron por la mala pericia de éstos con las armas, otros golpearon contra las piezas de armadura del hombre del norte. Por suerte para aquel joven, ninguno de los intentos por herirle, tuvo éxito. 

Ahora el joven guerrero wissenbruquiano, blandía su alfanje con ambas manos dispuesto a utilizarla sin demasiados remordimientos y por primera vez desde que llegaran a Bögenhaffen, pudiera ser acusado de algo con cierta base legal y no por meras especulaciones o trampas a las que hubiera sido sometido.

Por su parte, Joseph llegó hasta la embarcación y saltó a su interior. El barquero tenía la intención de revisar que nadie hubiera abordo y de ser así, preparar la embarcación para zarpar cuanto antes en busca del Lauretta y tras cambiar de transporte, abandonar la villa de Bögenhaffen para no volver.

Adso se dirigió todo recto hacia el hueco donde se podía pasar entre las cajas y Gemme. Después dio un paso hacia abajo otro recto, y otro hacia arriba posicionándose ahora al lado del tercer cultista de la columna. 

Uno de los cultistas se movió hasta una zona donde podía observar el combate y desde allí hizo unos pases mágicos con las manos y tras murmurar algo en un idioma indescifrable para los allí presentes, un rayo de fuego salió de la punta de sus dedos, dirigido directamente hacia Gunther. Sin embargo fue perdiendo fuerza a medida que se acercaba al guerrero y finalmente se disipó antes de impactar contra su objetivo.

Por su parte, Teugen se acercó a la zona de combate dispuesto a plantar batalla. No obstante, estaba demasiado lejos como para poder atacar por el momento y tan solo se posicionó para la lucha.

Gemme se aproximó armada con su martillo al combate y con la convicción de que toda la fuerza de la ley iba a caer sobre aquel hombre. Sigmar estaba de su parte, pues estaban del lado correcto, el que el dios patrón del Imperio aprobaría. De no ser así, recibirían la muerte.

- ¡Atrás! - Ordenó la sigmarita antes de lanzar un martillazo contra uno de los encapuchados. El martillo únicamente golpeó al suelo.

- ¡Os estáis equivocando! - Franz alzó la voz, lleno de rabia y casi escupiendo espuma por la boca. - ¡Suelta eso! - Le ordenó a Chester. - ¡Es hora de que recibáis vuestro castigo! - Dijo convencido.

Pese a sus palabras duras, el cultista alzó las manos. Seguía malherido tras el asalto al almacén por parte de Alder y Adso y sabía que en esas condiciones, le iba a resultar complicado pelear, aunque fuera únicamente contra aquel endeble mago.

Alder, pese a que sabía que esa no era la mejor manera de resolver las cosas, se vio abocado a ello. No iba a dejar solo en aquel combate a Gunther y mucho menos a Gemme. A partir de ese momento serían proscritos, si es que sobrevivían y tendrían que bandonar la villa de Bögenhafen a la carrera. Sólo esperaba que Joseph les esperara...

- ¡Por el Imperio! - Lanzó un salmo, que sin duda le gustaría a la pelirroja.

Acto seguido hundió la punta de su espada en el torso de uno de los encapuchados que estaban rodeando al guerrero de pocas palabras, al que había acabado por coger cierto cariño.

Gunther no dudó un segundo y lanzó un brutal golpe horizontal al tipo que tenía el acero de Alder en las tripas, si algo tenía claro era que lo importante era deshacerse de los enemigo lo más rápido posible. El golpe conectó en el cuello y pasó a través del mismo com si fuera papel, y las manos del hombretón se acomodaron lo justo como para que el impulso del mismo terminara sajando medio pecho del cultista que tenía a su lado.

Los cultistas rodearon a Gunther y comenzaron a tratar de acuchillarle con sus espadas. Uno de ellos erró en su ataque, pero los otros dos se ensañaron co n él. El que acababa de ser herido por el propio guerrero, lanzó una fuerte estocada que le provocó una herida terrible. Mientras el otro, lanzó una cuchillada a la altura del cuello, empezando a manar sangre a borbotones. Gunther gimió de dolor, pero eso no iba a incapacitarle, no al menos todavía. No era la primera vez que se veía en una situación parecida.

Mientras el combate se iba desarrollando y ajeno a como se estaban dando las cosas, Jospeh se afana en prepararlo todo para zarpar de inmediato. El barquero, cortó varias cabos provocando que el navío se alejase unos centímeros del dique. 

Adso atacó con fiereza al cultista que tenía al lado utilizando ambos puños en puntos concretos de daño.

Los golpes de Adso noquearon a otro de los cultistas. Tas aquella ráfaga de golpes cayó al suelo quedando fuera de combate. Un problema menos para Gunther, quien estando rodeado y terriblemente herido, podía sucumbir en cualquier momento.

Fue entonces cuando uno de los cultistas, el que había errado anteriormente un intento por lanza un poderoso rayo contra Gunther, se acercó a al lugar donde se estaba desarrollando la refriega. Trazó unos movimientos arcanos con las manos y tras decir de nuevo unas palabras ininteligibles para ellos, apareció bajo los pies de Adso y Adler, una capa de grasa resbaladiza.

- ¡Habéis sellado vuestro destino! - Dijo entonces el cultista, levantándose la capucha y revelando su rostro. - ¡No podéis evitar que esta Villa se convierta en el principal centro de comercio del Imperio!

Gemme, viendo tan malherido a su compañero eventual de las últimas semanas, se desplazó lateralmente hasta situarse a su espalda. Se concentró y pidió a Sigmar para que cerrasen las heridas que aquellos encapuchados le habían causado, hasta dejarle al borde de la muerte.

- ¡Sigmar, no dejes que tu sirvo perezca hoy! - Imploró. Por acción divina, sus heridas empezaron a cerrar.

- ¡Acabad con ellos! - Repitió el aquel cultista. 

Se acercó a Alder dispuesto a acabar con él. Fue en ese momento cuando ya lo tuvo cara a cara y al abrir la boca, cuando Alder pudo reconocer al hombre oculto bajo la capucha. Éste no era otro que Johannes Teugen, uno de los principales consejeros municipales y Maestro del Gremio de Mercaderes.

- ¡Os arrepentiréis de ésto! - Le dijo directamente a la cara a Adler y acto seguido lanzó un mazazo contra él. 

Adler interpuso su espada larga en la trayectoria, no obstante, el golpe fue con tanta fuerza, que pasó su guardia provocámndole una dura contusión en el hombro.

Estoy bastante seguro de no haber hecho nada por lo que merezca ser castigado y las palabras de nuestro cautivo solo contribuyen a ponerme más nervioso y a hacerme sudar pese a que refresca a las orillas del río.

—Señor Steinhäger, por favor... Seamos civilizados al menos usted y yo. Hágame el favor de echar a andar hacia el muelle de ahí —señalo con mi ballesta al barquito en el que Joseph se encuentra ya trabajando—. Y no haga movimientos bruscos, se lo ruego. Creo que esta ballesta tiene el gatillo un poco flojo y no queremos que se dispare accidentalmente.

Alder se movió con suma agilidad, saliendo de la zona resbaladiza sin demasiados problemas. Acto seguido lanzó dos estocadas, una con su espada larga que rozó el cuello y que finalmente cortó en el hombro y otra estocada con la espada corta, que le provocó un rasguño en el muslo derecho.

- ¡Ríndete Teugen! - Le ordenó. - ¡Sabemos lo que tramas!

Por su parte, Steinhäger comenzó a caminar lentamente, con las manos a la vista y sin perder de vista a Chester. Sin embargo, lo hacía muy despacio y sin aparentes ganas de llegar a la embarcación.

Gunther a duras penas aguantó los ataques de los cultistas, y agradeció que Gemme lo curase dándole un golpe feroz a uno de sus oponentes, abriéndole un tajo en el pecho.

Los dos cultistas que rodeaban a Gunther, se enseñaron con éste. Primero uno y después el otro, clavaron sus espadas en la piel del guerrero causando dos nuevas y profundas heridas sangrantes.

Pese a sus intentos por esquivar los ataques, el joven había sido malherido y empezaba a marearse. Sintió que iba a perder la consciencia y que todo se acababa allí. Sus piernas empezaban a flaquear y entonces...

- ¡No! - Gritó Gemme señalando con las manos a Gunther. - ¡Sálvale!

Y las heridas sufridas empezaron a cerrar al instante y la hemorragia cesó.