Motivo: Perdida de cordura
Tirada: 1d100
Dificultad: 80-
Resultado: 24 (Exito) [24]
Motivo: Perdida de cordura
Tirada: 2d6
Resultado: 7 [1, 6]
Mientras se alejaban del dique, contemplaban a Gideon, quién también les miraba a ellos con rencor. En ese momento comenzaron a repicar las campanas en la lejanía, probablemente procedentes del templo de Sigmar, marcando la medianoche. No pasaron muchos segundos antes de que su expresión cambiara. Si rostro lleno de rabia mutó a uno que expresaba sino pavor. Aquel hombre se giró, miró en dirección al almacén, luego hacia el río y finalmente hacia la ciudad. Era como si buscara algo o a alguien y no lograra hallarlo.
Gideon, con manos temblorosas, extrajo un pergamino de un estuche repleto de rollos de pergamino que llevaba colgando de su cinturón. Una luz parpadeante apareció en su mano como arte de magia, resaltando su rostro mientras leía el contenido del pergamino con evidente desesperación y miedo. Sus ojos se movían apresuradamente sobre las antiguas palabras, intentando descifrar el conjuro que podría cambiar su destino.
Sobre el pantalán, con las olas del río como testigos, Gideon se sumergió en la lectura, sintiendo la urgencia de desencadenar algún tipo de magia que lo liberara de la trampa en la que se encontraba. Cada palabra parecía un susurro de lo desconocido y sus manos se movían con la urgencia de quien se aferra a la última esperanza. Los dos fanáticos que quedaban a su lado se miraron el uno al otro. Era evidente que algo no iba como tenía que ir y no tuvieron que decirse nada para determinar que salir corriendo era lo mejor que podían hacer en ese momento.
Después de unos tensos segundos, un silencio sepulcral se apoderó del lugar. De repente, una voz gutural y de ultratumba surgió de la nada, resonando con sonoridad en bastantes metros a la redonda.
- Gideon, ¿dónde está mi portal? ¡Has fracasado! - Se escuchó aquella voz venida del mismo infierno.
El corazón de Gideon se detuvo por un momento antes de que la desesperación se apoderara de él. Sin previo aviso, su forma comenzó a distorsionarse y retorcerse, convirtiéndose en un ser demoníaco. Gideon, ahora poseído por fuerzas oscuras, comenzó a gritar en terror y dolor, mientras su cuerpo sufría transformaciones incomprensibles. El pantalán resonaba con sus aullidos agonizantes. Gideon, consumido por las fuerzas oscuras que lo poseían, sintió un dolor indescriptible recorrer cada fibra de su ser. Su cuerpo, deformado por la magia que lo había corrompido, comenzó a distorsionarse violentamente. Una oscura energía se arremolinaba a su alrededor, formando un torbellino de caos mientras Gideon se retorcía en una danza macabra. El aire mismo parecía vibrar con la intensidad de la magia negra que lo envolvía. Su piel se estiraba y encogía de manera grotesca, mostrando signos de sufrimiento extremo. Los ojos de Gideon, una vez llenos de desesperación, ahora irradiaban una luz siniestra y desquiciada. Sus gritos de agonía perforaban el silencio de la noche, resonando como un lamento condenado.
De repente, en un estallido de energía distorsionada, Gideon pareció colapsar sobre sí mismo. La oscura esencia que lo había transformado en un demonio se comprimió en su interior de manera violenta. El espacio a su alrededor pareció contraerse, formando una especie de agujero negro que absorbía todo a su alrededor. En un último acto de desesperación, Gideon implosionó. La realidad misma pareció desgarrarse en el epicentro de su existencia retorcida. Un estallido de energía oscura se expandió, distorsionando la luz y el sonido a su alrededor, provocando que el pobre propietario de la barcaza cayera de forma violenta al agua, sin poder hacer nada por evitarlo.
Fragmentos de la realidad se desvanecieron, dejando solo la huella efímera de lo que una vez fue. En el lugar donde Gideon había estado, solo quedó un silencio pesado y la sensación residual de una presencia maligna que se desvanecía en la oscuridad. La implosión de Gideon dejó tras de sí un vacío ominoso, recordando a todos los presentes la peligrosa naturaleza de jugar con fuerzas más allá de la comprensión humana.
El monje mientras vaciaba la bodega poniendo sus enseres en cubierta con amarres para que estos no se extraviaran, y poniendo su saco de dormir en una zona limpia de la Cámara. Vio como junto al resonar de campanas una explosión que se ciñó en el puerto donde hace pocos momentos estaba el adorador del demonio. Algo en su interior como un nudo que tenía se deshizo dejando al monje con una paz interior que no había sentido desde aquellos asesinatos. Su intuición le decía que habían hecho lo correcto, que habían desbarato los planes de aquel ser maligno. A costa de su reputación por supuesto, pero habían salvado a la ciudad de un gran mal aún sin los ciudadanos saberlo. El monje viendo la disonancia de la vida puso una mano en el hombro de Gemme y otra en el de Alder y dijo: - ¡Buen trabajo! - A continuación se perdió en el camarote entre el saco de dormir y la manta. Por una vez podía dormir tranquilo.
Desde la cubierta de la barcaza observo cómo el embarcadero va volviéndose cada vez más y más pequeño y las formas más y más difusas a medida que nos alejamos.
Veo a alguien en la orilla, ayudando a Steinhäger a salir del agua, pero no reconozco quién es. Como tampoco reconozco la voz de ultratumba que parece surgir de ninguna parte y que a punto está de causarme un infarto.
Aterrorizado, miro a mi alrededor esperando ver surgir del río a un gigante de fuego o cualquier otra cosa espantosa, pero lo que descubro al mirar de nuevo hacia la orilla es todavía peor. El desconocido comienza a deformarse y, aunque intento apartar mi mirada del morboso espectáculo, me resulta imposible. Hasta que estalla y el propio mundo parece distorsionarse a causa de una fuerza abismal.
Mi último almuerzo decide en ese momento que no quiere seguir en mi estómago y me veo obligado a vomitarlo por la borda. Tendré pesadillas con lo que acabo de ver hasta el día que me muera, estoy convencido.
—Joseph, por lo que más quieras, sácanos de aquí —le suplico.
Quién iba a pensar que en la alegre y festiva Bögenhafen acabaría viviendo tantas y tan traumáticas experiencias en tan solo unos pocos días...