No había caído en la cuenta de que podían estar en peligro. Tratando con un asesino como aquel, un ser brutal al que no parecía importarle de quien se trataban sus víctimas mientras fuera fácil atraparlas, matarlas y descuartizarlas, parecía un enemigo temible si durante las pesquisas de investigación, tenían la suerte o desgracia de encontrarlo.
Había sugerido repartir tareas. Eso no implicaba que tuvieran que ser tareas individuales. Para nada había pensado en eso. Tampoco había tantos hilos de los que tirar. Joseph le había entendido mal o más bien había interpretado a su manera la sugerencia de Lilian. Daba igual, tampoco es que fuera a recriminárselo. Eran un equipo y tenían que hacer piña para tratar de resolver aquel misterio.
- Prostituas, vagabundos, el señor Dolezal, hombres de Ness… - Lilian sonrió. - ¡Vamos a tratar con la peor calaña de Cleveland! – Aquello le salió del alma. – Si ustedes, señor Miller y Taylor, van a trabajar juntos como sugiere la señorita… - Dijo mirando a Alice. – ...creo que Leon y yo podríamos ir a los suburbios del Kingsbury Run y tratar de entrevistarnos con alguna de esas sabandijas. ¿Les parece adecuado?
El señor Taylor era un hombre de refinadas costumbres. Gustaba de escuchar a la gente que le rodeaba siempre, pero especialmente cuando estaba sentado a la mesa. Él era en la vida de los que prefería no hablar mucho mientras comía y también de los que le gustaba jugar conservador, como buen británico. Si el señor Miller recomendaba la tarta de queso, quizás sería lo mejor para desayunar. Y efectivamente acertó, no sólo por el sabor y la cremosidad de esta, si no por la terrible pinta que tenía la crumble que habían servido a un chiquillo en la mesa de al lado. Algo que aquel niño no tardo en comprobar. Tu primera bicicleta, tu primer beso, tu primera decepción...Así es la vida. Misma decepción que Taylor se llevo al dar el primer sorbo de su té english breakfast. Pero él ya estaba acostumbrado a la vida. ¡Demasiada leche! -De que te extraña Will, esto es América.-
Mientras iban pasando los documentos del informe entre los "investigadores", Taylor los miraba por encima sin prestar una excesiva atención o llevar a cabo reflexión alguna. Todo ello, francamente le aburría. Lo de siempre, papeleo y más papeleo. Parecía todo esto una enorme montaña que pretendía ocultar la falta de éxito, o quizás incompetencia del sheriff -Lo bueno lo tendrá el señor Ness, sin duda. ¿Le gustará al señor Eliot, mi colección de terracotas etruscas?- Cuando le llego la nota manuscrita del sheriff O'Donell, prefirió leerla lentamente. Esto ya era otra cosa. Una aguja entre tanta paja.
-Pero...pero...no...no...
-No...no, ¿qué?
-¿El...El...Bu-bullicioso Tercero?
-Bu-bu-bu...pues claro que sí. ¿Qué te esperabas? Ir a buscar cortacabezas y castradores al Upper East Side.
Obviamente, no le gusto esa pista a William y menos cuando la Señorita McMillan sugirió que él fuera allí. ¿A qué? Un barrio lleno de negros, mestizos, de demás razas inferiores que Dios había decidido colocar todas juntas en esa Babilonia decadente que era el Bullicioso Tercero. Allí no encontraría clientes, ni contactos. Solo ladrones, meretrices y descendientes de antiguas civilizaciones que debido a la endogamia y decadencia se habían convertido en lastres para nuestra civilización. Decapitados, miembros amputados, crímenes terribles y el Bullicioso Tercero. William rápidamente voló en su mente hacía una posible explicación. -Un grupo de antillanos, quizás haitianos, de esos antiguos esclavos negros dedicados a la santería y al vudú. En sus orgías de sangre habrían cogido a esas víctimas tan patéticas como ellas. Borrachos, prostitutas, drogadictos, chaperos. Gente a la que nadie echaría de menos. Todos ellos en sus ominosos rituales habrían sacrificado esas vidas en favor de a saber que abominable e imaginaria divinidad.- La mente de William seguía en las nubes, igual que Ícaro buscando los cielos, pero de repente el astro rey apareció, y la cera de sus alas comenzó a fundirse.
Sobre la nota del sheriff, y lo digo solo por instinto, creo que el asesino puede ser alguien con estudios superiores. Tal vez un cirujano o alguien con facilidad para reunir material medico; específicamente cuando los cadáveres están tratados con productos químicos. Tal vez algún embalsamador, forense o similar.
¿Estudios superiores? ¿Facilidad para reunir material médico? Uno de esos miseros seres. Imposible. Quizás el señor Miller llevaba razón. Por lo que sabía, desde el Antiguo Egipto, los embalsamadores eran gente que debía de tener amplios conocimientos en anatomía y sustancias químicas. Si bien eran repudiados por la sociedad, debían de tener una formación. Pero esto no era el Nilo de hace 3000 años, esto era Cleveland y el siglo XX. Mejor preguntar a una especialista. -Discúlpeme doctora McMillan, ¿qué opinión le merece la teoría del Señor Miller sobre la conservación de los cuerpos?- A continuación miró a ambos periodistas y prosiguió con las dudas a los especialistas -¿Y a ustedes que les sugiere lo de encontrar los cuerpos envueltos en papel de periódico? - Parecía que el Señor Taylor no era consciente de que no era el momento para dejar aflorar su humor inglés, o quizás, como buen veterano, simplemente quiso rebajar la tensión, para comenzar su reflexión.
-Empezar por Dolezal, seguramente sea lo más lógico y acertado. Al parecer, según dice el sheriff O'Donell, el cadaver de la Señora Polillo fue hallado cerca de la antigua casa de su, posible, proxeneta. Y si algo nos enseño el evangelio de San Juan es que Yo soy el buen Pastor, y conozco a mis ovejas...Esperemos que Dolezal sea un buen pastor.- El señor Taylor concluyó, dejo la mirada perdida en el fondo de la taza de te, veía flotar la cascara de limón y no era muy consciente de la mezcla de blasfemia y de falta de empatía que había desprendido su último comentario.
-Qué el Buen Pastor, no haya recibido ya la visita del lobo.- murmuro el viejo, temiendo que Ness se les hubiera adelantado.
Flora siempre estaba encantada de conversar con Leon. Le tenía un aprecio especial y guardaba un muy buen recuerdo de las tórridas noches que habían pasado juntos. El bello de la nuca se le erizaba al recordarlo. Pero en esta ocasión el bello se le erizó por otra razón muy diferente, el hecho de que le hablase de esas tres personas desaparecidas le hizo sentir incómoda.
- No lo sé Leon, cariño- cambió de postura como si intentase buscar algo que le proporcionase el apoyo necesario para aventurarse en semejante terreno. -Los tres primeros me suenan de haberlos leído en los periódicos, Dios los acoja en su seno- dice mientras se santigua. -En cuanto al último, ese tal... Frank. Era un chulo del tres al cuarto que gustaba más de golpear a las chicas que de recaudar dinero. Se retiró hace tiempo, dicen que para llevar una vida decente. Nunca llegué a conocerle en persona. Siento no poder serte de más ayuda- dice mientras juguetea con sus dedo sobre el dorso de tu mano.
Por momentos la pastelería se vacía de clientes, reciclando los visitantes, mientras que nosotros permanecemos en la mesa para cuatro, arrojando ideas y uniendo estrategias. Realmente creo que para la próxima vez debemos utilizar un sitio mas discreto. En especial cuando comience nuestro trabajo de campo y la atención de los involucrados se dirija a nosotros.
- Esa opción tiene un fallo importante. Principalmente porque el cadáver del próximo asesinato puede aparecer en cualquier sitio y no tenemos los medios para estar en todos los puntos de interés a la vez. Tal vez si los descerebrados de Ness, pero nosotros no. - respondo a McMillan.
Incluso es posible que Ness le eche el guante al cuerpo antes que nosotros… es muy arriesgado y la balanza no se inclina a nuestro favor.
- Sobre lo demás esta decidido. Que ambos reporteros vayan a Kingsbury Run en busca de pistas y nosotros tres – digo al señalar al anticuario y a la forense – vamos a ver a Dolezal. - añado, mirando a cada uno detenidamente. - No hay tiempo que perder.
- Luego deberemos reportar cada novedad al otro grupo hasta la noche, cuando nos reunamos nuevamente. Tal vez en el hospedaje. -
Incluso podríamos llamar por teléfono y dejar recados en la recepción del hotel...
Leon se despidió afectuosamente de la camarera con la que estaba hablando y volvió al grupo a tiempo de oír al detective. Se notaba que el tipo tenía tablas y podría gestionar al grupo sin problemas.
- Estoy de acuerdo, señor Miller. Lo natural es que la señorita Myers y yo vayamos juntos, como equipo de reporteros llamaremos menos la atención que si se nos empieza a ver por las calles con gente respetable como ustedes. - dijo sonriendo a los presentes - Simplemente seremos dos juntaletras buscando una nueva historia sobre la que escribir. Y respecto a la reunión, ¿alguno de ustedes tiene algún lugar seguro en el que conversar sobre el caso? Coincido en que tenemos que buscar un sitio más discreto. Mi apartamento siempre está a su disposición, aunque tienen que estar familiarizados con el olor a soltero y los espacios reducidos, si saben a qué me refiero... Por cierto, he podido averiguar que el tal Dolezal era, perdonen mi lenguaje, un cabrón sádico que disfrutaba más pegando a las prostitutas que ganándose la vida con el sudor de su frente (el de ellas, quiero decir). Sin embargo, parece que en los últimos tiempos se ha retirado para vivir algo lo más parecido a "una vida decente" para una sabandija de su calaña. Sé que es poco, pero si esto último es cierto, siempre puede usar esta información para presionarle, señor Miller.
Wilson apuró el café y miró a su compañera.
- Por mi parte, estoy listo para comenzar. Myers, ¿algo que añadir? Estoy deseoso de llevarte a ese lugar encantador que es Kingsbury Run...
- Por mi podemos empezar ya mismo. - Dijo entonces Lilian. - Aunque supongo que a estas hora de la mañana no encontraremos demasiadas meretrices por la zona. Más bien eso será al anochecer. Probemos de dar con algún sin techo. Son los ojos de los suburbios. Supongo que la zona a la que nos dirigimos estará plagada de ellos. - Se encogió de hombros. - De no ser así, cosa que me extrañaría, siempre podemos ir a algún albergue de vagabundos de la zona. ¿Sabemos si hay algunos en el Kingsbury Run?
- Coincido con Miller, pero es una suposición ya que hasta no tener un cuerpo delante mío, tampoco es posible forjar una opinión. Los Forenses tenemos el hábito de ver para creer, analizar y comprobar. - responde a Taylor luego de beber un poco de té. Adora esos sabores que le traen recuerdos de su niñez, al igual que el aroma a pan recién elaborado. - El envolver la carne en papel de diario, es un hábito que solía utilizarse para mantenerla conservada, incluso se la cuelgan de los techos. También podemos estar hablando de un depostador, un carnicero o alguien del rubro, que conozca a la perfección cómo realizar un corte.
Un tanto pensativa, escucha a los periodistas y alza una ceja, ella había dado una sugerencia que a fines prácticos tiene que ver con el rubro donde trabajan. Quizás necesiten más información para remover el avispero, cuestión que debe ser un tanto inmediata para que el asesino asome el hocico. - Podemos trazar un patrón, analizar en qué lugar va dejando los cuerpos y encontrarle un sentido. No son puntos ciegos, éste tipo de asesino, tiene una estructura y un modus operandi a seguir. Son como hábitos que debe impartir para cometer el crimen, desde elegir a la persona idónea, la forma en que va a asesinarla y obviamente el lugar en donde dejará su obra. -explica al cruzar una pierna sobre la otra mientras acomoda su espalda sobre la silla.
- Así es, al Dolezal. Ahí Miller tenga en cuenta que lo acompaña el Señor y yo, es decir, cero experiencia en el rubro. Pero asumo que mi capacidad analítica y la inteligencia de Taylor puedan ayudarlo en las indagaciones, ofreciendo un poco de luz que estamos en penumbras. -aclara al dedicarle una mirada a Miller. - Aquí uno debe trabajar sabiendo que Ness está un paso adelante, pero... Nosotros podemos ser más astutos que el investigador, así que es cuestión de aprovechar estos momentos para recabar información mientras un cuerpo nuevo aparece... Quién dice que podamos acertar en el lugar y ser los primeros. No es tiempo de milagros, pero sí creo en la conducta estereotipada del asesino y sus modos para mantener su organización estable. Lo cual revelará más de lo que podamos creer o pensar. - agrega mientras escucha al periodista, dirigiendo sus palabras a todos en general.
- Mi piso también lo ofrezco, aunque sería conveniente variar por sí algún secuaz de Ness nos persigue. No querrá que alguien le quite el estrellato. - responde a Wilson y agrega. - Una historia que aliente al asesino, lo haga salir de su cubil. - termina por decir, ya decidida a terminar su tarta y el té.
Parecía que en la reunión estaba prácticamente todo dicho. Era la hora de actuar y dar caza al Asesino de los Torsos. El señor Taylor asintió muy interesado en la reflexión de la médico forense. Un carnicero en todos los sentidos. - Ofrezco la sala de reuniones de mi galería de arte para los próximos encuentros. Estaremos en un lugar cómodo, discreto y céntrico.- Un suspiro de resignación surgió de William. No quería moverse por esos barrios pero no había alternativa. Tendría que hacerlo para que ninguna pista se les pudiera escapar. Inteligencia, reflexión y arrestos. La Santísima Trinidad del buen investigador. -En fin, allá vamos.- dijo mientras apuraba la última cucharada de tarta de queso. -O te aclimatas, o te aclimueres.- recordó. -¿Como piensan que nos acerquemos a ver al señor Dolezal? Diría que un Phantom no es la mejor manera de parecer discretos.-
Actualizo el post para darle un poco de organización.
En vistas que todos se han organizado de manera eficiente solo resta actuar ahora, antes que baje la espuma y se disperse.
Entonces no resta nada para acotar. Es momento de actuar. –
El señor Wilson irá acompañado por Myers a recorrer Kingsbury Run en busca de pistas. Si es necesario les sugiero que inicien su tarea por la tarde para lograr entrevistar a las prostitutas cuando caiga el sol. No tarden demasiado luego del anochecer, que el sitio es peligroso. Mañana todos nos reuniremos para desayunar en el departamento de Wilson e iremos rotando las reuniones en otros sitios. –
Nosotros tres iremos donde vive Dolezal, que gracias al aporte del reportero aquí presente contamos con la información extra sobre su sadismo con las mujerzuelas. Además la placa le bajará los humos al instante y lo volverá cooperativo. Eso espero.
También debemos considerar que el asesino sea un trabajador de algún matadero, una carnicería o posiblemente de alguna planta procesadora de pescado en el puerto. En base a lo recabado hoy mañana discutiremos avanzar con el señuelo para exponer a ese desgraciado.-
Ahora es conveniente salir de aquí de a uno a la vez, como clientes individuales, y de ser posible por la puerta de atrás. Buena suerte a todos. –
Entonces me levanto de la mesa y me dispongo a abandonar el establecimiento, saliendo por la puerta de atrás si es posible o por el acceso principal. Luego iré a mirar escaparates de la misma calle para esperar al resto de mi grupo. También me cercioro que nadie nos vigile.
Minipost que voy corto de tiempo.
Soy el último en salir de la cafetería. Y en ese rato que espero a que todos salgamos y hasta que me reúno en la calle con Miller y McMillan pienso detenidamente en esa lista detallada de como fueron hallados los cadáveres de las víctimas para intentar percibir algún patrón o pista en base a mis conocimientos en antropología y ocultismo.
Uso ambas habilidades de investigación.
Os lleva una buena media hora en llegar al sitio de Dolezal. Se trata de un apartamento en una de las zonas más deprimidas de la ciudad. Gente más pobre que humilde transita por la calle con ropa demasiado vieja y zapatos demasiado desgastados, pero sin un centavo en el bolsillo par poder comprarse unos nuevos. Los chiquillos juegan a baseball en mitad de la calle, interrumpiendo su juego cada vez que se acerca un coche para dejarle paso.
El viejo bloque de cuatro plantas en el que vive Frank Dolezal tiene una entrada estrecha y medio en penumbra, con la pintura raída y algo despegada por la humedad del invierno, aunque ahora se encuentre completamente seca. A un lado del edificio, un sucio callejón con una vieja escalera de incendios deja escapar sonidos de animales que se persiguen unos a otros en la eterna danza del ratón y el gato.
Vosotros diréis si queréis entrar por la entrada principal o por el contrario preferís utilizar la escalera de incendios.
Perdonad el turno corto pero llevo un día de locos preparando unos talleres para mis alumnos que comienzan mañana y finalizando evaluaciones. A partir de mañana estaré mucho más libre.
Por el momento el único patrón que consigues distinguir es que todos los cuerpos han sido depositados en zonas con agua. La única excepción a esta regla es Flo Polillo que apareció tras la Factoría Hart, aunque también cerca del Run. Las amputaciones de los cuerpos no parecen seguir un patrón en concreto ya que no siempre son las mismas partes las ausentes.
Imagino que, tal como habéis dicho, esperáis a la caída de la tarde para acercaros al río. ¿Queréis hacer algo hasta entonces o por el contrario deseáis ir antes?
Podemos ir al albergue como decía Lilian y hacemos tiempo hasta la tarde mientras interrogamos a algún vagabundo, me parece buena idea.
Puede que no haya demasiados a estas horas. Suelen ir a comer y dormir, pero por la zona habra alguno pidiendo limosna o recogiendo chatarra...
El salir de su zona de confort a Alice le requiera cierto control mental que sin dudas, es la antesala a un descubrimiento sobre ella misma y las diversas experiencias que vayan surgiendo. Es que lejos de estar en su lugar, allí en la Morgue investigando las causas de una muerte, ahora es quien recorre las calles en busca de una información que antes obtenía en un lugar cerrado al compás de la música clásica.
Ya desentonando no sólo por su apariencia física que ahora esconde su ropa de etiqueta debajo de un saco largo, es el resonar de sus tacos lo que hace en verdad eco entre la muchedumbre y la realidad misma que ofrece otra cara de la vida misma, de lo que se gesta en los suburbios cuando el porvenir es inexistente para unos cuantos. Lo curioso es que al descubrir dónde vive ese tal Dolezal, la Forense deja escapar un pesado suspiro.
- Usted dirá si seremos convencionales o austeros, es el experto Miller. - afirma Alice al observar el entorno.
Estamos iguales, así que por mi no te preocupes. :)
Un vecindario de trabajadores venido a menos, no cabe duda. Llegar a esa área despierta sensaciones nada placenteras, relacionadas a mis primeros años. Una madre, privaciones, austeridad, ausencias y demás cosas que se pueden apreciar en los ojos de los niños que juegan en la calle… en nada han cambiado algunas cosas.
-Ni una cosa ni la otra- respondo pensativo
-Miren allí- señalo la escalera de incendios- supongo que al llamar a la puerta de Dolezal este saldrá espantado por esa escalera. Ustedes esperaran aquí por esa alimaña. – añado.
-¿Quién de ustedes sabe usar un arma? Tomen la mía, por si la necesitan para detener a nuestro amigo en caso de necesidad. Solo con mostrarla será suficiente. – pregunto al mostrar la culata del arma asomada por entre mi chaqueta.
- En fin… si no hay nada para agregar voy a ingresar por la entrada principal-
Puede ser una locura entrar sin un arma pero luego de visitar verdaderos antros esto se asemeja a un paseo por la campiña francesa. Solo falta alguna mujer amable de curvas accesibles…
No pasa nada...son las fiestas un problema con el tiempo.
Y allí se encontraba el Señor Taylor, en el corazón del Americam Dream, o mas bien, American Nightmare de Cleveland; haciendo de tripas corazón, ya hacía tiempo se había prometido no volver a visitar los suburbios de Cleveland. Miro a sus acompañantes, a sus vestimentas, a todo aquello que les rodeaba. A pesar, de las gabardinas que ocultaban sus más que aceptables ropas, los tres individuos destacaban demasiado en aquel lugar, y desde luego lo mejor sería actuar con premura. La táctica del detective era simple y lógica. El tipo duro ataque frontal por la puerta de entrada. La dama del bisturí y el viejo anticuario cubriendo retiradas.
-No se preocupe, Señor Miller, guárdela consigo, quizás la necesite y además este es un país libre.-dijo el anticuario mientras dejaba levemente entrever la marca que producía su semiautomática bajo su axila. -No quisiera privarle ni un instante de su derecho constitucional.- La mueca del Señor Taylor hizo que en su rostro se marcaran tantas arrugas que rivalizarían con una uva pasa. A pesar de los años, el viejo veterano no había olvidado su efímera formación y experiencia en la Gran Guerra, hecho que también le habría dejado más de una marca en su cuerpo y mente. Sus antigüedades eran un bien preciado, y el mismo estaba dispuesto a protegerlas a cualquier coste. Se podría decir que como buen ex-abogado, conocía sus derechos y aquella M1911 era uno de ellos. -Pero no desde luego para disparar a los Reyes de Inglaterra. ¡God save the King!-
William no pensaba que al "cabrón sádico", como había descrito el periodista en la reunión, le bastaría con ver asomar la culata para calmarse, pero no tenían muchas alternativas. Aquella escalera de incendios era una excelente vía de escape, y efectivamente debía de ser vigilada. -Señorita McMillan, quizás lo mejor es que usted espere en la calle, cerca del vehículo, vigilando la puerta del edificio y a la vez las ventanas que dan a la escalera de incendios. Yo podría esperar en el callejón oculto para abortar una posible huida.- Tras proponer su método, el señor Taylor se queda unos instantes mirando a los ojos de sus interlocutores, viendo si lo han entendido y esperando a que tengan algo más que añadir.
¿Vinimos en coche?
Buena pregunta, ¿habéis ido en coche?, ¿de quién es el vehículo?, ¿quién lo conduce?.