Partida Rol por web

- Que no se diga que no me llevas a sitios bonitos - contestó Leon.

Era bien cierto que Kingsbury Run no era lo que se dice la parte más bonita de la ciudad, pero aquel lugar era, sin ningún género de dudas, el culo de aquel lugar. Lilian parecía muy segura de querer entrar en el local, entusiasmo que Leon no compartía, pero en cualquier caso, era buena idea comprobar si había gente dentro.

- Supongo que hemos descartado lo de llamar a la puerta delantera... si alguien nos contesta a esta más vale que sepamos improvisar. No es el mejor lugar para que nos pillen husmeando.

El sonido devuelto al llamar a la puerta, reverbera en el callejón, golpeando las paredes y extendiéndolo hasta lo más alto. Tras llamar, esperáis unos instantes por si oyerais ruido al otro lado, pero no parece que ocurra nada. En un último intento, volvéis a llamar y cuando estáis por aceptar que no hay nadie, algo se agita a vuestra izquierda, muy cerca de la puerta, acurrucado entre la basura.

- ¿Eh? ¿Quién anda ahí? -

De entre los cartones, veis emerger una figura arrugada y encorvada, un hombre de aspecto demacrado, piel áspera por el paso del tiempo y un olor fuerte mezcla de alcohol y muchos días sin lavarse. Se incorpora como puede y se os queda mirando, primero a él, luego a ella.

- La entrada est.. ta, pro – Se detiene como si tuviera que pensar lo que dice – por el otro lao. Además, nnnnno, no est-t-t-tá abierto aun.

Alza una mano y veis que tiene una botella sujeta y que se lleva inmediatamente a los labios. La vuelca completamente sobre su boca pero nada cae de la misma.

- Lo cu…cccual es un-a jodienda. – Se termina de incorporar como buenamente puede y entre tambaleos os sonríe - ¿No tendríais halgo de alcol pa’ mi? –

La presencia de aquel hombre puede ser un inconveniente si queréis colaros en el local.

Realmente aquel miserable beodo era un inconveniente. Forzar la entrada en esos momentos iba a ser imposible si no se libraban de él y ciertamente, librarse de un borracho no era una de las cosas más fáciles de la vida. Menos cuando necesitaba una nueva dosis de alcohol y por desgracia no tenía nada que darle para que se mantuviera entretenido y lejos del local. Miró a Leon, el plan se les había jorobado, pero... igual le podían sacar alguna información a ese tipejo desagradable.

- ¿Alcohol? - Preguntó Lilian. - Eso mismo es lo que yo venía buscando por aquí... - Dijo entonces. - ¿Sabe de algún sitio cercano dónde se pueda comprar un buen whisky? ¡Con el tema del asesino estoy de los nervios y necesito algo que calme mi ansiedad! - Miró entonces al hombre. - ¿Cómo le llaman, el asesino de los torsos, el carnicero? - La periodista trataba de tirar de la lengua a aquel tipo. Quizás hubiera visto algo, o conociera a alguien que supiera algo...

Ver un vagabundo emerger de la basura como si fuera una flor brotando del suelo formaba parte del día a día de Kingsbury, pero aún así, pilló por sorpresa a Leon. Lilian tomó una vez más la iniciativa, por lo que Leon le siguió la corriente.

- Cariño, ¿cuantas veces te lo tengo que decir? El asesino es un invento de esos cerdos sensacionalistas de la prensa. En Cleveland nunca pasan cosas tan interesantes como esa. Además, el bueno de Frank ya nos advirtió que no teníamos nada que temer si veníamos por el barrio y preguntábamos por él.

Añadir a Frank Dolezal a la ecuación era un tiro al aire, pero uno nunca sabe quién conoce a quién y, sin duda, el tal Dolezal era una celebridad en aquellos ambientes.

- Mujeres, ¿eh? - añadió, buscando complicidad.

El vagabundo comienza a reír mientras suelta ligeros eructos. Al hacerlo, el hedor de alcohol concentrado con una mala higiene bucal os invade y tenéis que hacer esfuerzos para que no os invada una arcada.

- ¿Faaarannnk? Esss-e es un ma—ma-maaaaleducado. Siempr*hip*ritando a lash mugeresh y a los ombr*grup* de buen-a vo..o…luntad– el hombre da un traspies y se apoya en Leon, con la mano en el hombro – Lo siiiento si e-es su amigo –

El aliente de aquel hombre te enturbia la mente y tienes que hacer un gran esfuerzo para no marearte y devolver todo el desayuno que ahora se revuelve en tu estómago. Por suerte, gira su rostro para mirar a Lilian – ke va seniorita. Hasta que no a-a-a-abran el “Lestres” sol*hip* tenemos lo que v-es aquí -

Se vuelve a intentar llevar la botella a la boca, pero al comprobar que no queda nada la lanza hacia el fondo del callejón. Se lleva la mano libre a la frente, pero cuando empieza a levantar el brazo comprobáis que donde debería estar la mano, sobresale un muñón.

- Alg-gunos pien*grup*an que es el sisino eee-se – Estalla en una sonora carcajada -¡Creammmme seniorita. Es-s-se mier*hip*lla no podría commmmmeter esos cri-cri-crimenes. Demasiado ttttonto. – Entonces vuelve a mirar a Leon - ¿U-usted tampoooco tie, tien, tine nada? –

Su rostro se torna tristón.

- El d-d-d-docccc…or. Es-e si era un buen*hip*mbre – Se limpia la nariz con la manga del muñon mientras se mueve para todos lados como buscando algo. – siemppppere inbit-aba a algo –

Entonces se gira y comienza a buscar entre la basura.

- ¡Entonces conocéis al bueno de Frank! - Exclamó Lilian. - A decir verdad, a mi tampoco me parece demasiado simpático, pero es un viejo amigo de mi padre y le estábamos buscando. ¿Viene cada día por aquí? - Le preguntó. - ¿Y se dice que es él es el carnicero? ¿Quién lo dice? ¿Él lo dice?

Lilian tenía muchas preguntas. Sabía que no podía fiarse demasiado de aquella escoria humana. Además estaba completamente borracho y su percepción y su mente estarían del todo confusas y distorsionadas. Pero se solía decir que los niños y los borrachos siempre decían la verdad. Quizás pudiera sacarle algo de información a ese tipo, aunque dudaba que le llegar a ser de utilidad.

- Lo siento, amigo, malos tiempos para los soñadores - dijo mostrándole los bolsillos al vagabundo - Aunque... ahora que lo menciona, ¿quién es ese doctor, está por aquí cerca? esta mañana me he levantado con una migraña terrible y me vendría bien una aspirina... es demasiado tarde para su mano, ¡pero no para mi cabeza!

Leon miró a Lilian manifestando un pensamiento similar al de la chica: mejor agarrarse a una pista endeble que a ninguna.

El borracho ni os mira mientras sigue revolviendo entre la basura.

- Pu-u-ues si, ttttttodos lo di-di…cen. No se por qe. Ese invecil no, podría mat*hip* ni una mosca. Per, per…perro ladra-dor, poc-o mmmmordedor ¿Sabe? –

Veis que mientras revuelve, se va metiendo más en aquella basura y al revolverla, el hedor se hace mayor si cabe. Entonces escucha vuestra pregunta sobre el doctor y se gira hacia vosotros y sonría cariñosamente como recordando un tiempo pasado mejor. Una boca a la que le faltan algunos dientes os muestra una sonrisa bobalicona antes de volver a su tarea.

- Maaaalos ti-ti-tiempo, desde luug..ego ¡Ah! El bu-bu-bueno del doc*grup*or, el si savía taratarnos. ¡Ah, aquí esta! – Eufórico, veis que de entre la inmundicia saca una botella en la que un líquido de aspecto poco salubre recuma de su interior. Como si no lo notara o no le importase, se lo lleva a la boca – No solo a no…nos…nosot..tros nos tratava bien. Se yebaba mui b-b-b-b-bien con la seniorita Flo. Debió dol-erlllle su desa*hip*parición porqe no volv…um volvió por aquí. ¡Pobre doctor! –

Echa un nuevo trago y se lo ofrece a Lillian

- Tavien qu-e-e-eria ¿no seniorita? No se corte –

El olor era nauseabundo. Era tan horrible que parecía imposible que fuera real. ¿Había algo muerto pudriéndose entre las cajas, bolsas de basura y otras inmundicias? Lo cierto es que parecía que sí. Aunque el hedor había ido en aumento a medida que aquel hombre, ese despojo humano que vivía más tiempo alcoholizado que sereno, había comenzado a rebuscar entre toda aquella mugre. Cuando se acercó a Lilian empuñando aquella botella con claras amenazas hacia su integridad física, porque darle a probar aquel apestoso brebaje era un atentado contra su vida y su estabilidad mental, la periodista dio varios pasos hacia atrás.

- ¡No por dios! - Dijo interponiendo sus manos entre su rostro y la botella. - ¡Aparte eso! ¡Huelo a mierda pura! - Exclamó con disgusto y con una incipiente arcada a punto de asomar por su garganta. - ¿Qué hay allí que huele tan mal? - Le preguntó al vagabundo. - Mire a ver, mire a ver... - Le sugirió. 

Esperaba que le hiciera caso, pues el olor era tan hediondo y repugnante que estaba casi convencida de que entre toda aquella basura se encontraba un cadáver. No es que pudiera asegurarlo, nunca había olido un cadáver en descomposición, pero estaba casi segura de que de tener que pasar alguna vez una experiencia tan traumática como aquella, el olor no iba a ser muy diferente. Y esperaba que fuera aquel hombrecillo etílico el que rebuscase entre la basura, pues estaba más acostumbrado que ella a hacerlo y de no aceptar tendría que ser ella la que se manchase las manos.

- Le doy dos dólares si localiza la fuente de ese pútrido olor... - Le propuso.

Leon había estado en lugares realmente nauseabundos, lugares que harían que se te pusiera el flequillo rubio solo de entrar y empaparte del ambiente, pero aquella peste que emanaba de la botella o lo que fuera casi le hizo echar las tortitas que venían de devorar. Se quitó el gorro con tal de aliviar un poco el calor (parecía haber incrementado). Lilian reaccionó bruscamente ante todo aquello, pero dadas las circunstancias era hasta una reacción comprensible.

- ¿Flo? ¿Polillo? ¿Desaparecida? ¡Maldita sea! No la conocía mucho, pero parecía una buena mujer. No me extraña que el tipo se apenara si no se la ha vuelto a ver... Verá, nos interesaría mucho localizar a este doctor que menciona usted, ¿podría ayudarnos?

Tu fuerte reacción a su ofrecimiento hace que endurzca el rostro claramente molesto.

- Jod-er shica, ¡No ‘s paaaara po-o-onerse así! – Te retira la botella claramente contrariado – Sitaanto a-a-a-asco te d-d-d-a, no sssse para qu*hip*tamos havlando.  –

Y se voltea con clara intención de zanjar la conversación haciendo caso omiso a la pregunta sobre el olor. Estáis convencidos de que ya no vais a poder sacar más de él cuando Lilian le ofrece dos dólares si localiza el olor. Primero extiende la mano a la espera de recibir el dinero, tras lo cual vuelve a sonreír.

-Onvre, s-s-s-s-iendo ashí, creo queeeee pue*GRUP*cerles el fa-fav-favor – Se agacha sobre la basura y empieza a retirar cartones. -Segur-o que e-e-es Tob, Toby. Últimaaaaaamente no ha-ha-hace nada. ¡Ah! Aq-aquí es-ta. ¡Vam-vam mamos Toby. Sa, sa, sal a saaaaludar-

Entonces retira un último cartón y ante vosotros aparece el cadáver de lo que suponéis debió ser un perro, pero que ahora, por el paso del tiempo su cuerpo ha comenzado a descomponerse, le faltan varios trozos de piel y uno de los ojos. Su rostro se encuentra congelado en un rictus forzado con la lengua hinchada por los gases hacia fuera. Varios trozos de carne le faltan y un agujero en el abdomen hace que parte de las tripas se desparramen por el suelo seguramente por la acción de ratas que han empezado a alimentarse de él. El Hedor ahora es terrible y tenéis que ahogar un vómito ante la terrible imagen, aun más macabra al ver como el borracho le habla y acaricia como si aquel pobre animal aun estuviera vivo..

- Nor-malmente no-no-no esh taaaaaan vero-vreng-verengonzoso, pe-pe-pero es buen chi*hip*co.-

Sacando fuerzas por mantenerse sereno Leon lanza su pregunta sobre el doctor lo que hace que el hombre deje de acariciar el cadáver y se ponga en pie

- qu-ieto ahora ¿e-e-e-eh? ¿El doctor? Buah, oj-ala supiera. Siiiiempre fue bu-bueno. Pero des-de lo de la se, se, seniorita Flo, no volví a verlo. Nnnno hera de ‘qui ¿saven? Po-por como vestía eeeeera algien improntante-

Lo del perro dejó totalmente horrorizada a Lilian y le borró de la mente todo lo que tenía que decirle a aquel escombro humano. No es que fuera una férrea defensora de los animales, pero creía que debían ser bien tratados. Parecía que el vagabundo había querido mucho a su animal en vida y que seguía queriéndole tras la muerte, pero mantenerlo en esas condiciones era una barbaridad. Ese animal merecía que lo enterraran o lo incinerasen, pero... ¿Dejarlo así? Lilian se encogió de hombros. El vagabundo ni siquiera parecía saber que estaba muerto.

- Oiga... - Llamó la atención del vagabundo. - Intente recordar el nombre del doctor. ¿Le llamaban de alguna forma? ¿Tenía un mote? ¿Cómo era? ¿Alto, bajo, calvo, con pelo? Dígame cualquier detalle.

Si ese doctor conocía a la tercera víctima, la prostituta Florence Polillo, igual tenía algo que ver. Un doctor sabía muy bien como abrir un cuerpo y trocearlo. Fuera ese doctor el asesino o no lo fuera, era posible que al menos supiera algo. Si le encontraban y podían hablar con él... Si estaba tan ligado a la señorita Polillo, igual ésta le desveló algo. Algún temor, alguien con quien se estuviera viendo. Cualquier cosa. Que también hubiera desaparecido del mapa una vez Polillo fue encontrada muerta, era una buena pista. Fuera como fuera, tenían que esperar a que el Lester's abriera. Seguro que alguien conocía a aquel hombre.

- ¡Me cago en...! - escupió Leon - sí... parece un buen chico, sin duda.

El periodista tenía el estómago totalmente revuelto y se tomó un instante para evitar vomitar, una vez más. Una cosa era el olor, pero el espectáculo absurdo del vagabundo acariciando al perro era demasiado. Wilson sabía que a estos tipos era mejor seguirles la corriente pero por su parte había tenido bastante. No aguantaba un solo segundo más en presencia de aquella asquerosidad.

Viendo que Lilian tenía la situación controlada, se apoyó en una pared fingiendo un gesto despreocupado y esperó alguna pista de aquel hombre. Menos mal que la chica los tenía mejor puestos que él...

El vagabundo queda pensativo un momento. Su rostro seria hasta gracioso si no fuera por lo macabro de la situación.

- mmmmm, olía… olía muy bien. ¿Saven? Y ve-e-e-st-ia mu-uy elega*hip*te. Noso-tros le llam.. la… llamábamos el doc-tor de los bagamundos. Si, doctor de los maggggavundos –

El hombre cada vez habla peor y va a más a medida que va bebiendo de aquella botella con el líquido de dudoso estado.

- Re-cuerdo qqqqqque le in-in-interesaman mushio los tatua*grup*jes. Shiempre quería ver que se acia la gente. –

Su cuerpo se tambalea más.

- S-s-shi no lesh inprota, crrrrreo queboy a deshcan-a-a-aar un poco. Salud –

Y de un lingotazo se termina la botella. Al hacerlo, queda unos instantes tambaleándose para repentinamente inclinarse hacia un lado y comenzar a vomitar todo aquel liquido. Tras terminar de hechar los últimos tropezones, se limpia con la manga y os sonríe.

- Si me dishculp-an –

Y se gira para volver a sus cartones. Entendéis que nada más vais a poder sacar de aquel hombre por lo que os marcháis de allí lo más rápido posible para volver a la calle principal. Al hacerlo, una bocanada de aire limpio os impregna las fosas nasales y aunque sigue oliendo a asfalto, mugre y pobreza, para vosotros es un bálsamo curativo que relaja vuestros hasta ahora tensos cuerpos.

Al menos agradecéis que el paso por aquel lugar no ha sido completamente en vano y disponéis de al menos una pista. Os encontráis pensando en que hacer a continuación cuando por la calle veis que pasa un vehículo de la policía de Elliot Ness que, con la sirena en marcha, pasa veloz a vuestro lado y en dirección hacia la zona donde se encuentra el piso del sospechoso al que fueron a ver vuestros compañeros. Claro que esto solo es una suposición y tal vez podríais encontrar alguna pista más por el barrio.

Por fortuna, aquel vagabundo volvió a su improvisada cama. Resultaba divertido cómo aquel tipo emergía y se sumergía en la basura como si fuera un hipopótamo. O lo hubiera resultado de no ser por lo espantoso del olor y la situación. Un coche patrulla se dirigía a la zona que sus compañeros estaban investigando, o al menos eso parecía. Todos sus años de profesión habían enseñado a Wilson a desconfiar de las casualidades.

- Vaya, ¿Qué me dices, Lilian? ¿Opinas lo mismo que yo? - dijo inclinando la cabeza, señalando el coche - Después de todo, Lester's no abre hasta dentro de unas horas. Tal vez nuestros compañeros hayan descubierto algo... o estén en apuros.

- Allí tienen lío seguro... - Chasqueó la lengua. - No sé si nos interesa de verdad ir para allá. - Bufó. Lo cierto es que ya me ha bastado con el borracho... - Lilian estaba dubitativa, aunque al fin y al cabo lo que decía su compañero era cierto. El Lester's no abría hasta dentro de unas horas y poco más podían hacer en la zona, salvo seguir entrevistándose con borrachos y transeuntes. - Está bien... - Dio una palmada. - Supongo que no queda más remedio que dirigirnos hacia allí. ¿Sabes so queda muy lejos de aquí? Podemos ir andando o en coche... Por eso lo digo. De ir andando igual averiguamos algo más, si vamos en coche llegaremos antes y evitaremos que desvalijen el vehículo... - Sonrió mientras sopesaba pros y contras.

- No podemos perdernos la acción, será mejor que vayamos en coche - contestó Leon - y supongo que acelerar con las ventanillas bajadas nos ayudará a airearnos. Joder, no olía algo así desde que tuvimos que limpiar los establos de la granja de mi tío...

Wilson se giró en dirección al vehículo, esperando a su compañera. No llevaban mucho trabajando juntos pero el reportero se alegró de que Lilian estuviera junto a él.

- Regla número 23 de periodismo: siempre que puedas, ahorra energías. Nunca sabes cuándo tendrás que salir corriendo de algún follón.

Decididos a comprobar si aquel coche de policía representaba problemas para vuestros compañeros, os aproximáis raudos a vuestro vehículo y seguís la estela de su sirena. En pocos minutos, os alejáis de las cochambrosas calles para internaros en el barrio residencial