Es lo malo de heredar una partida, estas cosas se escapan. Lo aclaro en la sección de normas y lo aviso en off-topic.
Dale, buenísimo. ;)
Luego de aquel golpe recibido, Alice saca de su interior esa ira que siempre estaba contenida por las apariencias, sólo para darle una buena bofetada a mano llena al Oficial. - Que sea la última vez en faltarme el respeto, usted será denunciado en la Estación de Policía. No quedará aquí y puede meterse sus palabras en el culo. - termina por decir, cuando al hacer fuerza intenta soltarse.
Pero lejos de quedarse quieta comienza a gritar desaforada. - ¡El policía intenta violarme! ¡Auxilio! ¡Me ha golpeado! ¡Auxilio! ¡Suéltame degenerado! ¡Suéltame! - continúa vociferando mientras se obliga a fingir un llanto muy tenue y con su mano libre, tironea de su propia ropa para que la camisa se desgarre al punto de romperse. Obviamente para crear una apariencia de que la están manoseando o algo peor.
Leon no fue lo suficientemente rápido para esquivar a aquel gorila, pero sí como para zafarse de él de una manera poco ortodoxa...
- ¡Especial de Manhattan para tí, hijo de perra! ¡Espero que lo disfrutes! - dijo mientras, aprovechando su posición, le endiñaba un rodillazo en toda la entrepierna con toda la fuerza de la que fue capaz.
Hacía mucho que Wilson no se metía en una pelea y, pese a que tenía todas las de perder, el subidón de adrenalina no le permitía otra cosa que fanfarronear ante aquel gigantón. Con horror contempló que su golpe no había causado mucho efecto...
Motivo: ¡Pelea!
Tirada: 1d6
Resultado: 4
Motivo: Daño
Tirada: 1d6
Resultado: 2(-2)=0
A pesar de los golpes dados por Leon, aunque alcanzaban su objetivo, no parecían tener efecto. Lilian grita pidiendo auxilio al guardia de policía que mantiene presos a William y Alice. Esta última, comienza a gritar improperios al policía que tras unos segundos, suelta una maldición y suelta al viejo.
- Maldita sea. Lárguense de aquí –
Les dice antes de salir corriendo y sacar su arma reglamentaria y tras acercarse hasta el hombretón, apuntarle con ella.
- Alto, deténgase ahora mismo o… -
Pero no puede terminar ya que el atacante, al verle, se pone de pie y comienza a avanzar sobre él. Su mirada denota su extremo estado de embriaguez.
- SI no se detiene voy a tener que… -
No puede terminar la frase ya que el gigante se abalanza sobre él. Por suerte, sus movimientos son torpes y lentos y no le cuesta mucho esquivarlo. El grandullón intenta revolverse pero el policía le golpea en la cabeza haciéndole caer sobre el suelo. A pesar de esto, el borracho intenta revolverse, pero el policía se echa encima mientras le coge los brazos para ponerle las esposas.
- Tiene derecho a guardar silencio, cualquier cosa que diga me importará una mierda, ¡Ahora levanta! –
Es sorprendente como a pesar de las diferencias de estatura, el policía consigue mantenerlo a raya. Entonces se gira hacia Leon y Lillian.
- Si desean interponer una denuncia pueden venir conmigo a la comisaría. –
Entonces da un tirón al borracho que de vez en cuando intenta sacudirse. Finalmente toma la esquina de la calle y al otro lado tiene el coche patrulla. Una vez que con esfuerzo mete al grandullón dentro, pone las sirenas y se pierde en la noche, dejando solos a los cuatro investigadores.
Se miran entre ellos sin entender que ha pasado cuando ven a Joseph salir del callejón que hay junto al local. Su mirada parece perdida y su piel es de color ceniza, como si hubiera contemplado un horror, sus movimientos son algo erráticos. Y algo más extraña a Alice y William. Joseph sale solo.
Mi paso lento y tambaleante, cual borracho, me lleva hasta la acera más tarde que pronto. Allí parece haber transcurrido una eternidad desde que oí los gritos del policía. Ahora solo los cuatro compañeros permanecen en la calle, observándome salir del oscuro callejón de pesadilla. Salgo solo.
-V...vámonos de aquí cuanto antes…- balbuceo sin fuerzas para inmediatamente buscar con la mirada el automóvil.
Y con el paso más firme que momentos anteriores me dijo al vehículo para subir por una puerta trasera y esperar que los demás hagan lo mismo sin comenzar con el aluvión de interrogantes que no pienso responder ahora. No cuando la policía ronda en las proximidades y mucho menos luego de lo sucedido en el callejón. La distancia supondrá seguridad… espero que así sea.
Luego habrá tiempo para todo lo demás, para las preguntas y las respuestas, pero principalmente para las respuestas que no tienen sentido. Mi rostro actualmente debe estar como mi interior; cansado y perturbado. A razón que busco mi mirada en el espejo retrovisor del automóvil.
Aquel agente si sabía lo que se hacía. Su actuación fue rápida y contundente. Lilian quedó alucinada ante los conocimientos de combate de aquel hombre. Desde luego no hubiera esperado que redujera tan rápido a aquella bestia.
- Está bien. - Le respondió a Joseph. - Vámonos de aquí. Ya hemos tentado a la suerte demasiado por hoy...
La verdad es que aquel hombre, Miller, parecía perturbado. No era el mismo de hacía un rato. Fuera lo que fuera que había visto o descubierto, había sido algo grande. ¿Aunque siendo así, no deberían quedarse todos a comprobar de que se trataba? Tampoco iba a discutir. Lilian necesitaba regresar a la civilización. Mañana sería otro día.
Leon se levantó y se sacudió el polvo con una leve sonrisa en la cara. No podía evitar la euforia de haberse librado de una paliza y, además, ver al tipo entre rejas. Era de los que veía el vaso siempre medio lleno, a pesar de la terrible magulladura que tenía en su espalda.
El periodista fue a reunirse con sus amigos y vio a Miller descompuesto. No sabía que podía haber hecho o visto, pero el patrón de hace unas horas se repetía: el grupo, ubicado en un barrio pobre, se veía impelido a huir de las inmediaciones por el detective mientras la policía husmeaba. La situación le pareció hasta graciosa, si no fuera porque se olía algo terrible.
- Le seguimos, Miller - a Wilson le pareció que, en aquel momento, Miller no estaba dispuesto a dar mayor explicación de lo ocurrido. Y le parecía bien: era momento de salir por patas, no de conversar.
Todo resulta demasiado caótico para Alice, incluso cuando tuvo que fingir de tal manera para salvarse de aquellas manos que de justicia nada tiene. No obstante ante el evento en la calle y un Joseph que se comporta de manera muy extraña, la mujer simplemente asiente a sus compañeros mientras da algo de voz a sus pensamientos.
— Sigo creyendo que ese Oficial no tenía nada de Oficial. Pero antes de ponernos a especular, mejor vamos. — afirma en un tono decidido mientras sigue los pasos de Miller.
No comprende qué es lo que sucede con aquel Detective, ya lo habían encontrado en una situación muy extraña como para plantearse unas cuantas cuestiones. Sólo que el tiempo apremia, demasiado para los allì presentes. Por esa razón decide continuar con el siguiente paso.
Teniendo claro que lo imperativo es salir de aquel lugar, ninguno hace preguntas y todos se dirigen rápidamente a los vehículos y arrancando rápidamente, se marchan inmediatamente del lugar. Mientras los vehículos recorren las solitarias y oscuras vías, nadie dice nada y el silencio reina entre ellos. Sus ojos viajan entre la luz y la oscuridad creada por las farolas que alumbran torpemente las calles.
Finalmente, los coches se detienen nuevamente frente a la tienda de William y todos sus ocupantes abandonan los vehículos entrando en silencio en el local. Cuando el último ha entado, cierran la puerta tras ellos, se dirigen a la habitación trasera y finalmente se colocan en círculo.
Ninguno parece decidido a romper el mutismo.
Os dejo que pongáis en común las ideas que queráis y decidáis donde vais a pasar la noche. Luego ya terminaremos el capítulo y empezaremos un nuevo día.
- Hablamos con una prostituta allí adentro. – Rompió al final el hielo. – Le preguntamos por el doctor que estaba interesado en Flo Polillo. Nos contó cosas interesantes. – Hizo una pequeña pausa para recordar todo lo que había comentado Amelia. – Dijo que no era de la zona y que iba muy bien vestido, con buenos modales y con dinero. De la alta sociedad. Le gustaba que le adulasen y gastaba dinero en las chicas. Mucho. Tanto que le tenían en gran estima. – Empezó a martillear con los dedos sobre el escaparate de la tienda. – Unos treinta años. Le gustaban los tatuajes y preguntaba por la historia de éstos y su procedencia. Estaba especialmente interesado en los que representaban símbolos antiguos o de civilizaciones extintas. Hablaba de arte e historia. Cada noche se llevaba a alguien a casa después de cerrar en un Ford 1937 Tudor sedan de lujo negro. – Meneó la cabeza de arriba abajo. – Hablaba mucho con Flo Polillo, era su favorita y estuvo en el Lester’s dos días antes de la desaparición de ésta. – Miró entonces a Leon. - ¿Algo más? ¡Ah sí! Era la única persona que hablaba con tipo al que Amelia llamaba “el griego loco”, pero no sabía mucho de él. Sólo se relacionaba con el doctor. Y lo último que recuerdo es que el doctor también frecuentaba un pub de mejicanos, “la Sirena”…
Después de soltar todo aquello dio unos pasos atrás y se recostó sobre un sillón de apariencia cómoda. Escupir toda aquella información le había quitado un gran peso de encima, pero también la había agotado.
Luego de las palabras de Myers me animo a ser el siguiente. Principalmente porque no puedo sacarme esas cosas de la mente sin importar cuanto lo intente. En todos mis años de profesión jamás vi algo igual. Quizás si lo hablo se desvanezca.
Cuando ustedes entraron a Lester´s un tipo de color, desaliñado, desnutrido y manco se nos acercó. Era, sí era, Willie “el manco”, el mismo que había descrito Dolezal en su apartamento. Y el sujeto estaba completamente loco…
Yo me lo lleve al callejón para interrogarlo mientras Alice y William iban a distraer a un policía. Entonces el mugroso proxeneta comenzó a hablar, aunque su estado de locura también fue en aumento. Hasta temblaba, como si fuera a padecer un ataque de epilepsia o alguna porquería similar.
Dijo algo de Caridbis y sus perros...un doctor (en alusión al hombre tatuado de las fotografiás)...que construye perros con los que mata. Que el doctor lo mató, le corto el brazo y que es un ricachon, blanco y con el pelo grasiento, impotente y que vive en un tren o debajo de un tren. También dijo que él es el tren. Por ultimo dijo que Caridbis pronto despertara y nos devorará a todos.
En ese momento hago una breve pausa para encender el cigarrillo que tenia entre manos durante gran parte del camino. Y en compañía también saco mi petaca de acero y bebo un par de sorbos. Aun mis manos tiemblan levemente al recordar lo que falta por decir.
- Pero eso no fue todo el espectáculo. Porque mientras afuera peleaban con borrachos y policías a este tipo le sucedió algo. No se que mierda, tal vez alguna brujería, vodoo o algo, pero tan real como este cigarrillo – afirmo al acercar su extremo incandescente a mi mano hasta que la piel comienza a humear. Luego lo regreso a mis labios para darle una larga pitada.
- Dejo de balbucear porque sus temblores parecían quebrar sus huesos. Hasta que su cabeza cayó para atrás, muy para atrás. En ese momento lo sostenía para que no cayera e hiciera mas ruido entre los botes de basura. Solo que su cabeza cayo de su cuerpo. Se desprendió como si una hoja invisible cortara su cabeza y esta cayera hacia atrás como un balón.
Cuando el cuerpo toco el suelo algo en el suelo, rodeado de oscuridad, se lo chupó cual remolino hasta que “el manco” desapareció como si nunca hubiera existido. -
al acabar el relato busco la silla o el sillón mas próximo y me dejo caer pesadamente para mirar hacia la nada y dedicarme a fumar y acabar el contenido de mi petaca.
Ya esta… lo dije.
Alice ya dentro de la tienda, se acomoda la ropa para no mostrar más de lo necesario ya que el numerito al policía había acabado por suerte. En actitud se la veía un tanto tensa, es que también el golpe no le ha sentado nada bien y esta vida que está llevando tampoco que es le haga mucha gracia. Por esa razón buscó en su cartera un cigarro y ofreció a los presentes, ella no es de fumar mucho, pero los nervios la están acribillando en demasía.
Lo bueno es que la periodista tenía una información contundente, digna de analizar y posiblemente ahí William sería el experto en la materia debido a la avidez mental que ostenta gracias a sus conocimientos y profesión. No obstante lo que termina por decir Joseph es literalmente escalofriante, no sólo porque es anatómicamente imposible, sino que está hablando de cuestiones paranormales, unas que dentro de la medicina podría ser consideradas como psicosis.
— No me diga que todas las historias de William terminará siendo ciertas... — responde a Miller, ya dando una calada de su cigarro para relajar un poco el cuerpo. Esto la supera con creces. — La cuestión es que ahora tenemos a los Oficiales de Ness con demasiada información sobre nosotros y no podemos movernos con tanta libertad porque estos sujetos se están tornando demasiado agresivos. Es más, algo me dice que ese "famoso" detective está metido en todo esto... Tanto que coarta lo que se haga o diga. — termina por decir Alice, pensando en los próximos movimientos, siendo sumamente cuidadosos que la actitud de aquel Oficial muy clara ha dejado con respecto a lo que saben de ellos.
Una auténtica noche toledana. En eso había consistido su maravillosa velada. Las palabras del detective Miller estaban en lo cierto y una vez que todos estaban dentro del coche, el señor Taylor ofreció su Galería de Antigüedades para que de forma cómoda y a salvo de la policía (¡Qué irónico!) pudieran poner en común todos los datos obtenidos durante ese rato. Una vez allí, el anticuario orgulloso les invitó a entrar por su amado rincón hasta llegar a la biblioteca dónde todos tras sentarse vieron posarse en la mesa cinco vasos y una botella de whisky escoces. -Creo que después de esta noche a todos nos vendrá bien un trago.-
William dejó hablar a todos sus compañeros y fue bebiendo sorbos de aquel vaso intentando buscar relación entre todas las pistas anteriores y nuevas. Su interés creció al escuchar al Señor Miller hablar de Caribdis. Su ojos se abrieron como platos y el miedo penetró en su cuerpo al escuchar el terrible testimonio sobre lo que le había pasado a El Manco. La bebida se atraganto en su garganta. Tosió fuerte y el terror le inundó. -Pronto nos devorará a todos. El a...g...u...a nos engullirá.- Sintió tal escalofrío que ni siquiera el calor de la bebida pudo ya reconfortarle. Pero entendía que era su momento, que debía de hablar y con un leve tartamudeo intentó unir cabos delante de todos los presentes.
-Por lo que cuentan la señorita Myers y el señor Miller tenemos dos doctores, aunque supongo que se refieren al mismo. Por un lado tenemos a un doctor que es un hombre rico interesado en los tatuajes antiguos como el del personaje que aparece teniendo relaciones sexuales en la fotografía; y qué además es amigo de un señor llamado "griego loco". Pero, ¿quién es Amelia?- pregunto el señor Taylor ante ese nuevo nombre que acababa de aparecer en la conversación. Sin embargo, no deja tiempo para responder, simplemente lo anota con su pluma en su bloc de nota, ya que seguramente surjan mas interrogantes en su disertación pero preferirá que entre todos al final respondan. -Por otro lado, tenemos el testimonio de Willie, Señor Miller, efectivamente es bastante inconexo y complicado de entender. Tendríamos otro doctor, ricachón e impotente que vive bajo un tren o debajo de él o que él mismo es un tren. Además es un carnicero que se dedica a amputar los miembros de sus victimas y crear horripilantes criaturas.- El viejo guardó silencio durante unos instantes intentando pasar por alto el abominable final del proxeneta.
-Imagino que todos pensaran igual que yo que estamos ante un mismo doctor, un miembro de la élite de la ciudad, poseedor de una gran fortuna que disfruta viendo tener sexo a la gente delante de él debido a su impotencia. Si bien es cierto que Dolezal nos dijo que las fotos eran de Willie el Manco no hay que descartar que el doctor sea el fotógrafo-voyeur de las tres instantáneas que encontramos en la casa de Dolezal. De hecho, me atrevería a decir que el miembro activo de todas esas fotos es el mismo "griego loco" del que dicen. Un personaje con un extraño tatuaje tribal que sería de admiración del doctor pero cuyo significado de momento desconocemos*.- Tras describir lo normal de este caso, el señor Taylor tomo aire, bebió otro trago y continuó con los detalles ominosos.
-Muy posiblemente también, el doctor sea aquel que con sus conocimientos lleve a cabo las mutilaciones de los cuerpos de este caso y también de Willie. Pero, ¿por qué? De verdad se creen eso de que use los miembros para construir perros que matan. Señor Miller, cuando dice que Willie dijo que el doctor lo mató, ¿se refería a él? Yo lo vi muy vivo. Mutilado pero vivo. Surgen muchas preguntas de ese testimonio. El vivir en un tren o bajo él. ¿Qué creen que significa?- William esperaba de veras que las amputaciones fueran llevadas a cabo por el doctor y no por ese terrible remolino que le había absorbido la cabeza, aunque recordando la lista de víctimas todas tenían en común estar decapitadas.
-Algo está claro. Nos enfrentamos a un extraño fenómeno en el que el mar y la antigüedad griega son el hilo conductor.-El señor Miller tomó de su estantería un libro y lo puso en el centro de la mesa. La Odisea de Homero. -Scylla y Caribdis criaturas mitológicas que acechaban a Odiseo al pasar con su barca. Scylla con seis perros a sus pies. He ahí quizás la vinculación con los perros que decía el Manco. Una criatura por cierto, presente en la segunda foto.- Recordó a todos el señor Taylor enseñando la escena sexual con el grabado del fondo en el que Odiseo lucha contra esta. Una foto que atemorizaba al viejo recordando como antes parecía que la propia criatura lo hubiera contemplado fijamente desde el interior de esta. -Caribdis, criatura que absorbía las aguas en forma de remolino tres veces al día y presente en la escena sexual de la tercera foto en la esquina de este cuadro que pueden ver aquí. Espero que lo que dice que le ocurrió a Willie no ocurra dos veces más al día. ¡Demonios! Hasta el pub que frecuenta el griego loco tiene referencias a la Odisea: "La Sirena".
Muy serio, William miró al señor Miller recordando algo. -¿Qué fue lo que le ocurrió cuando estaba a punto de entrar al bar. Parecía desorientado. ¿Qué paso? ¿Vio algo? Casi le arrolla un coche.-
Esta noche me dedico a buscar en toda mi biblioteca el significado de este tatuaje y su origen. Si hace falta uso el poder de anticuario "Biblioteca".
- Amelia es la prostituta que nos sirvió la información sobre el Doctor, señor Taylor - informó Wilson, tras escuchar a sus compañeros. Myers había resumido a la perfección el interrogatorio con la prostituta y no tenía nada más que añadir - en principio no juega un papel importante en todo esto pero... ¿quién sabe? Cuando en todo este asunto entran criaturas decapitadoras invisibles, mi olfato periodístico salta por la ventana - añadió con sorna. No es que no creyera la historia de Miller, desde el encontronazo con el vagabundo de aquella mañana, supo que aquel caso no tenía nada de normal... No, no se trataba de incredulidad, sino de puro estupor.
- Por lo que sabemos, nuestro camino lleva a aquel antro, a "La Sirena". Si los lugareños, como dicen, son incluso menos hospitalarios que en Lester's, más nos vale ir preparados.
En verdad el contenido de la petaca fue poco, o nulo para calmar los nervios. Como sea, al vaciarse la pequeña botella metálica descuidadamente la deje a un lado para continuar con el whisky escoses sin descuidar el cigarrillo que moría poco a poco tras sendas pitadas. En todo caso había una cartuchera con media docena de cigarrillos listos para quemarse entre mis dedos.
-P…puede ser un taxidermista, forense o algún lunático con experiencia con el bisturí, me da lo mismo. Lo que sí me importa, y mucho, es eso que hace… eso de matar a sus víctimas sin estar presente. Lo de Willie el manco, o la mancha que quedó de él, es prueba de ello. Y si dijo que “antes” lo había matado en un principio no lo entendí hasta ahora, porque otra cosa “rara” sucedió antes de la aparición del proxeneta.
Poco después que ellos –señalo a los dos reporteros – entraran y yo me situara en la acera para aguardar algo sucedió. Todos desaparecieron sin que lo notara. Hasta el sitio parecía diferente, más oscuro, poco iluminado, ventoso y con el aire enrarecido. Un silbido en mis oídos, a causa del viento supongo, es suficiente para salir de allí en busca del coche pero en ese instante una hoja de periódico vuela hasta mí y golpea mi cara. Resulta ser uno del 23 de septiembre de 1935, la fecha de la segunda muerte, cuando encuentran al ratero decapitado y castrado. Luego un grito me obliga a reaccionar y aun desorientado tropiezo y caigo al suelo. Entonces un vehículo pasa junto a mí en la calle.
Fue como una alucinación pero malditamente real. Hasta recuerdo el jodido periódico, y eso que jamás leí uno de esta ciudad hasta ayer. –
Pero eso no es todo. Antes algo similar sucedió en el apartamento de Dolezal, mientras la señorita McMillan y yo esperábamos la llegada del borracho. Allí, poco antes de la llegada de Dolezal y su compañero el teléfono había estado sondando durante varios minutos sin cesar. Y en cada llamada el maldito teléfono sonaba más y más alto, hasta que se detuvo justo cuando esos dos entraron al apartamento, hablando de cosas triviales y como si no hubieran escuchado el endemoniado teléfono. –
Y sobre lo que dijo el proxeneta, eso del tren, supongo que coincide con las muertes acontecidas en el ferrocarril Erie. Debemos conseguir un mapa de la ciudad y buscar puntos en comunes entre el ferrocarril y Kingsbury Run. También con el rio…-
Ciertamente pensar sobre el caso, mas allá que sea muy extraño y sucedan cosas que aún no alcanzo a comprender sirve muchísimo para despejar los nervios y quitar de mi cabeza el final del negro manco…
Seria algo como esto
La noche se había echado sobre todos y llegaron a la conclusión de que poco más se podía hacer por ahora, al menos hasta la llegada del nuevo día. Mucho había ocurrido y mucho quedaba por investigar. Por ello decidieron retirarse a descansar. Por la mañana se volverían a reunir en este lugar para decidir su siguiente curso de acción.
Se ha terminado la escena. Que nadie postee nada hasta que abra la nueva.