'¡Buena idea!', pensó Janet. Por estúpido que pareciera, no se le había ocurrido poner de nuevo el tren en marcha, y considerando que según Jason estaban en una ratonera nada mejor que continuar viaje y acercarse lo más posible a la civilización. Se puso en pie, decidida a ir hacia adelante. Comprobó que todos estaban en condiciones con un rápido vistazo y esperó a que Pancho o el propio Arthur abrieran la marcha
Pancho se puso en pie y se dirigió hacia la salida del vagón. No sin antes contar sus planes a sus compañeros.
-Creo que sería mejor bajar y correr hacia la cabina que tratar de recorrer los vagones, incluso hacerlo al lado contrario de donde está el helicóptero podría darnos ventaja.
Saltó fuera y comenzó a correr hacia la parte delantera del tren.
-Si alguien supiera desenganchar vagones nos sería de ayuda.
Resoplaba mientras corría todo lo deprisa que podía hacia la parte delantera del tren, con cuidado de no tropezar, pues la tenues iluminación del Interior de los vagones no era la mejor para correr por el exterior.
- Buena idea. ¡Vamos! - dijo Jason saltando detrás de Pancho. La adrenalina corría por su cuerpo y se había despejado completamente. Era el momento de actuar.
El arranque motivado de Chispas se ve interrumpido por las puertas del vagón de equipajes, cerradas de forma automática. Probablemente, algun sistema bloquee las puertas frente a posibles robos. Janet cruza una mirada con sus compañeros. Las únicas alternativas que ve son las ventanas de vidrio templado. Por la izquierda, hacia los militares que se aproximan, por la derecha, hacia el paisaje nocturno y frío de los Alpes.
Pancho fuerza la puerta, pero le es imposible con las manos desnudas. Al fondo, Arthur y Luna parecen bloqueados.
Dado que Luna y Arthur parecen desaparecidos, los tengo en segundo plano en espera de ver qué ocurre con ellos...
Entre mañana y el martes estaré unos días de vacaciones con la familia. Puede que intervenga brevemente en algún rato de descanso que tenga, pero no es seguro.
-¡Maldición! ¡Estamos atrapados! -dijo, dando forma con palabras a su situación. Los militares avanzaban por el lado izquierdo, y sin duda sabían que estaban allí. Lo cual la hacía pensar que disponían de medios más que de sobra para aquella misión (fuera esta la que fuese) y que ellos debían ser su principal objetivo, si perseguir a cinco 'desconocidos' no era lo habitual
Se abalanzó sobre al cristal de vidrio templado y lo palpó con las manos. Ignoraba cuál sería su grosor, pero parecía ser de al menos un dedo, y esa clase de cristales no cedían fácilmente. Es más, muy posiblemente pudieran resistir las embestidas de Pancho hasta que los militares alcanzaran su posición. Y además, en el mejor de los casos, de nuevo se encontraban en la diatriba de dejarse atrapar o lanzarse al frío más absoluto en unos Alpes que no serían misericordiosos con ellos. El riesgo de perecer por el frío o de perderse era elevado, ya que mantenerse cerca de las vías no sería posible si aquel equipo hacían una batida en su búsqueda. Se puso de espaldas, se apoyó contra el cristal y se resignó. No se había dado por vencida -¡eso nunca!-, pero debía aceptar que aquella batalla la habían perdido y habría que esperar a la siguiente
Sólo como nota informativa, por si lo queréis tener en cuenta: los vidrios templados son, efectivamente resistentes, pero todos los vagones llevan un martillo de emergencia para romperlos, incluido el vuestro.
Todo estaba pasando muy rápido. Aquella misión no había comenzado siendo una locura, pero desde luego, desde que se adentraron en el cementerio se había convertido en una. Convencida de que aquella tumba no iba a esconder ningún cadáver, al fin y al cabo, el judío errante era inmortal, la joven india no había tenido ningún reparo en profanarla. Pero aquellos huesos mohosos habían revivido viejas supersticiones de su tierra sobre faltar al respeto a los caídos.
Desde luego todo aquello parecía una maldición. Y ella no había contribuido en ayudar al resto. Ella sabía moverse en la oscuridad. Sabía acercarse a sus enemigos en silencio hasta poder acercarse por su espalda y dejarles fuera de juego. Sabía disparar y pelear ¿y qué había hecho? Permitir como una imbécil que hirieran a Jason. Permitir que les encerrasen como conejos. Su pasividad les había llevado a eso. Pero no permitiría que ninguno cayese ese día.
—Hay que abandonar el tren. Tienen helicópteros, aunque separemos la locomotora nos seguirán... y si atravesamos el tren seguramente maten a más de un pasajero... Y tampoco nos servirá para huir.— La acelerada respiración se fue calmando poco a poco. Se sentía profundamente avergonzada y culpable por sus acciones... o más bien por su falta de ellas. Sin dudarlo, la chica sacó el cuchillo y buscó con la mirada la maleta más grande de la habitación. En el instante en que uno parpadea, la muchacha se había cortado un largo mechón de cabello y, como quien tendía un cebo sobre una trampa lo había enganchado a la maleta, dejando un espacio pequeño entreabierto, para que diese la impresión de que alguien se escondía ahí. Después lanzó el móvil a Jason— Borra todos los datos que me relacionen con el teléfono, pon un sonido de respiración y escóndelo entre otras maletas.* Janet, busca algo con lo que romper el cristal. Saldremos por ahí...
Odiaba hacer planes con la gente, prefería actuar en solitario y más en una situación como esa, donde se iban a ver implicados en una lucha contra la naturaleza. Pero encontraría un lugar donde refugiarse hasta que los cerebritos del grupo encontrasen la solución al enigma del maldito judío. En realidad, Luna estaba segura de que simplemente había sido una coincidencia de nombres. En la reserva no era común tener el mismo nombre, pero en la ciudad ya había visto mucha gente que lo compartía. Lo lógico era que tarde o temprano hubiese alguna confusión. Luna miró el paisaje por el lado que no se acercaban los militares. Aquello no era nada en comparación con algunas zonas de la reserva donde se había criado. La muchacha se acercó a Pancho. Se sentía muy unida tanto a él como a Janet. Siempre habían estado allí para ayudarla y, aunque Janet sabía por su padre delo que era capaz, Pancho solo la había visto actuar en terrenos muy diferentes a los de la naturaleza salvaje.
—Confiad en mí.—dijo agarrándole del brazo antes de mirar al resto—Saldrá bien.
Por nada del mundo iba a fracasar
*Si no se puede o consideráis que no es necesario, dejamos solo lo del pelo, pero está tan desesperada por sacaros que utiliza todo xD
Jason recibió el movil de Luna con un gesto confundido. Le seguía doliendo la cabeza y su repentino momento de clarividencia se había visto frenado poro las obstinadas puertas, así que tardó un par de segundos de más en comprender lo que quería hacer Luna.
- Marchando - dijo el chico mientras empezaba a trastear con el aparato. Apagó el teléfono, extrajo la tarjeta de datos y la SIM, y volvió a encenderlo lanzando el reseteo de fábrica. Se salto todos los pasos de configuración hasta que el terminal fue minimamente operativo y grabó su propio jadeo para poder ponerlo en bucle. Por suerte Luna tenía la costumbre de sentarse en el suelo, que combinado con que guardaba el teléfono en el bolsillo de atrás del pantalón causaba que cada poco tuviera que cambiarlo, así que todo el proceso ocurrió bastante rápido ya que el aparato era practicamente nuevo.
- Si salimos de esta el próximo te lo compro yo - dijo mientras escondía el aparato donde la cazadora el había dicho.
Motivo: Limpiar movil
Tirada: 3d10
Resultado: 4(+15)=19, 1(+15)=16, 5(+15)=20 (Suma: 55)
Digo yo que me da tiempo a hacer todo eso, aunque estaría un poco apretado. Si no, pues yo que sé, tendría sentido por nuestro curro que tuviéramos una app de limpieza rápida.
Luna se mueve a toda velocidad por el vagón. En un momento dado, levanta su mirada y cerca del techo del vagón encuentra un martillo de emergencia. Un segundo después, el vidrio templado del lado contrario a los perseguidores salta en mil pedazos. Luna salta sin dudarlo, ignorando el frío. Luego, Janet, Arthur, Pancho...
- ¡Vamos, canijo! - Grita Pancho a Jason, que está aporreando la pantalla del teléfono móvil de Luna.
Chispas sonríe cuando un sonido de respiración sale del teléfono. Lo lanza al montón de maletas y hace una señal a Pancho para que salga, que él también va a abandonar el vagón.
- ¡Vamos, grandullón!
En menos de un minuto, los perseguidores entran en el vagón. Los haces de luz de las linternas se mueven todas direcciones. Reina la confusión. Al mismo tiempo, los mercenarios están en otro lado...
Continuamos en la Escena 4.