Partida Rol por web

Jason llegó corriendo a la escena del jardín, preparándose para zambullirse en las alcantarillas como si fuera la bañera de un spa cuando vio la que había montada con el helicóptero. Él habría preferido huir de forma sigilosa camuflado bajo el ruido de las ametralladoras. Al final la guardia suiza terminaría ocupándose de los del helicóptero. Y si no, seguro que el ejército del aire italiano ya estaba sobre aviso...¡¡pero Luna y Arthur ya estaba en pleno ataque!!

- ¡Volved! ¡Volved joder! ¡Esos cabrones ya están muertos! ¡Sigamos el plan! - dijo por el comunicador mientras miraba alrededor buscando alguna manera de mejorar la situación.

Al ver las intenciones de sus compañeros, Janet también resopló, más que nada al ver la cara angustiada de Marylin y las ganas de ir a dar guerra de Pancho.

No. Alguien tenía que ser el peso de la razón. Un paso en falso en ese momento y todo lo que habían pasado, todo lo que había hecho Cartafilus o incluso su recompensa, se iría al garete. Entendía a Luna o a Arthur, pero su papel era otro... por mucho que le jodiera dejar a Luna haciendo el cafre pero... así era Luna después de todo.

>> Ok, Luna, Arthur, haced lo que tengáis que hacer y salid lo antes posible. Pancho y yo nos adelantamos con Marylin, Jason nos acompaña y se queda cubriendo vuestra retirada y asegurándose de que todo sigue bajo control y que los bollitos siguen fijándose en los pretzels ¿ok? -miró a Jason que le tenía al lado.

Pancho protestó con un gesto y luego miró a sus compañeros mientras se deslizaban hacia el helicóptero. Masculló algo, pero hizo caso a Janet.

Así, Janet, Jason, Pancho y Marylin se deslizaron hacia las alcantarillas coordinados por la última, que era, no sólo la que sabía donde estaba la entrada, sino la que mejor parecía escurrir el bulto...

El grueso del grupo avanzó hacia la entrada a las alcantarillas, mientras Jason no paraba de perder detalle por si Arthur o Luna necesitaban algún cable, pero lo cierto es que no fue necesario. Una vez alejados de la basílica, la iluminación de los jardines era pobre y el resto de actores estaban demasiado ocupados en un combate por su vida.

La cazadora y el ex-guarda de seguridad, se movieron por detrás del tiroteo y alcanzaron una posición ventajosa para hacer la última aproximación o incluso disparar a los tiradores. Los rotores del helicóptero hacían un ruido infernal, aparte de la fuerza repulsiva que ofrecían moviendo el aire bajo ellos. Eso si, los dos tiradores, el piloto o el copiloto de la aeronave no eran conscientes de la presencia de sus dos nuevos enemigos...

Entretanto, el resto del grupo llegó hasta una de las entradas de las alcantarillas que ya conocían. Mientras Pancho les cubría, Marylin y Janet abrieron la tapa. A la señal de la jefa, Pancho entró el primero, seguido de Marylin. Antes de que Janet se metiera también, le dijo a Jason.

-Asegúrate de que esos dos se meten también y de que seguimos fuera de su radar ¿de acuerdo? Nos vemos en el punto de encuentro.

Dicho aquello, Janet resopló una vez más y también desapareció en las alcantarillas.

El genio asocial echó un vistazo a su tablet. Por el momento, su programa de invasión aguantaba, pero estaba siendo contraatacado. Alguien ya se había dado cuenta de que los sistemas estaban intervenidos e intentaban retomar el control. Jason sabía que lo intentarían un poco más, sobretodo para intentar encontrar una traza del culpable, pero siempre tenían el recurso de apagar todo y volverlo a reiniciar, con lo que le sacarían totalmente fuera...

Desde su posición, con el pelo alborotado por el viento, Luna hizo un gesto a Arthur para ver si él atacaría con la pistola o cuerpo a cuerpo como ella. Luna se encargaría de acabar con, al menos uno de los de fuera. Si tenía suerte, podría acabar con él en seguida, y los que estaban dentro de la cabina tendrían dificultades para atacarlos inmediatamente por su posición. 

Una vez aclarado, se ató el pelo en un moño rápido. Lo último que quería es que su cabello le crease algún problema, con ls hélices o tapándole la cara. La cazadora se acercó, cuchillo en mano, primero muy despacio, luchando contra el viento que golpeaba su rostro. Cuando se encontraba a un par de metros agarró a uno de los tiradores que estaban junto a la puerta y de un tirón lo derribó fuera del helicóptero, atacándolo con el cuchillo.

No sabía si los guardias suizos la estarían viendo, pero esperaba, que si era así, no le atacasen a ella. Al fin y al cabo, estaba atacando a sus atacantes... pero ¿Se darían cuenta?

Los rotores del helicoptero atronaban en los jardines del museo mientras las descargas de ametralladora les respondían. Con la espalda sobre una de las estatuas, Jason lanzaba miradas preocupadas a sus compañeros mientras su móvil zumbaba. Les habían pillado, pero aún había una oportunidad. No había tiempo de programar, no había tiempo de prepararse, había que improvisar.

El joven intentó imaginar qué estaría pasando en la sala de control del sistema de seguridad. Probablemente varios técnicos sudaban intentando arrebatarle el control mientras alguien que no tenía ni idea les daba voces desde su espalda, ladrándoles órdenes completamente inútiles para la situación. Los técnicos estarían tan tensos como él, deseando expulsarle... Así que Jason decidió dejarles. O mejor dicho, hacerles creer que retomarán el control.

Abrió su aplicación de control y liberó el control de todas las cámaras menos las de las alcantarillas y las del patio. Sólo una cámara del patio cubría la zona por la que tenían que huir, así que cargó el archivo de niebla que había preparado. Así parecería que la cámara había sido acertada por una bala. Con suerte, en el centro de control pensarían que habían ganado y dejarían de intentar echarle. Se darían cuenta, claro, pero quizá fuese suficientemente tarde como para escapar. 

Arthur se acercó de puntillas detrás de Luna, atento a los movimientos de su compañera. En cuanto ella saltó, el antiguo fugitivo se tensó como un muelle, esperando a su oportunidad para atacar, algo que hizo cuando ella se llevaba al suelo a su víctima: saltó hasta el helicóptero y se abalanzó sobre el tirador, intentando empujarle hacia el otro lado. Con suerte, y habiéndole sorprendido, lograría echarle del aparato sin demasiada resistencia.

Además, el tirador iba a caer hacia el lado desde el que estaban disparando los guardias suizos.

A Jason le pareció que los que había al otro lado debían ser varios... o uno muy bueno, por lo que su estratagema para "darles el control sin perder el control" resultó ser la adecuada... ¡incluso aquello no provocó la inminente búsqueda de su posición!

Y es que seguramente en el control de seguridad habían caído en la trampa y estaban más centrados en atajar el problema del ataque de los helicópteros o la presencia armada en la basílica que en cualquier otra cuestión. Sin duda, Jason les había comprado unos valiosos minutos.

Por su parte, Luna y Arthur se convirtieron en la muerte silenciosa. Atravesaron los últimos metros agazapados y con velocidad, hasta llegar a la espalda de los tiradores sin que pudieran darse cuenta.

Con extrema eficacia y letalidad, el cuchillo de Luna describió un tajo al cuello del primero de ellos, que apenas tuvo ninguna oportunidad.

Por su parte, Arthur le propinó una fuerte patada en medio de los omóplatos al otro neonazi. El desgraciado se abalanzó hacia delante, cayendo del helicóptero y yendo a parar al suelo con un golpe sordo y un grito ahogado. Quiso reaccionar y levantarse, pero, para entonces la guardia suiza se dio cuenta de lo sucedido y empezó a acribillarle a él y al helicóptero.

-Was ist los??!!!! -gritó el piloto delante.

-Scheiße!!! -contestó el copiloto al darse cuenta de lo que había ocurrido e intentaba coger una pistola para defenderse de los ocupantes.

El aparato zozobró y viró de forma violenta... quizá había llegado el momento de abandonar el aparato y salir de allí a toda prisa...

Luna alzó la cabeza como un suricato al ver como el copiloto iba a coger una pistola. La muchacha iba a buscar la forma de enfrentarse a él cuando el aparato comenzó a hacer unos movimientos... peligrosos. Con una agilidad que parecía casi sobre humana, la cazadora se levantó de un salto. La muchacha pensó simplemente en dejarse caer rodando, como haría para saltar de cualquier vehículo y seguir rodando hasta alejarse de las aspas, pero entonces se fijó en Arthur. Sabía que, aunque hábil luchador, no era, ni de lejos, tan ágil como ella. 

—Arthur, vamos— Luna agarró la mano de su compañero y, agachada, se movió hacia una de las puertas, sin soltarlo en ningún momento. Tratando de mantener el equilibrio, la joven posó la mirada en las aspas, tratando de calcular hacia donde se movería el aparto, para guiar a Arthur en el salto y luego, seguirle ella misma, asegurándose de que este se moviese en la posición correcta. Su colega era ágil, pero aquello no era tan sencillo como esquivar unos golpes. Luna hizo un gesto con la mano libre para indicarle la posición de las manos, antes de animarle a saltar. —Como en la barca

La mención a la barca se refería a unos entrenamientos que habían hecho meses atrás, cuando habían practicado pelea en una barquita de remos. Lo cierto es que ninguno de los dos había llegado seco a la orilla, aunque ambos habían aprendido alguna cosa más del otro. Gracias a esas sesiones Luna tenía un par de golpes más en su repertorio y Arthur había aprendido algunas técnicas de control para mejorar su equilibrio.

—¡¡Ahora!! 

La cazadora esperó a que Arthur saltase, para a continuación, seguirle. Con el motor sonando  a sus espaldas, la joven agradecía haberse hecho aquel moño antes de atacar a los soldados.

Arthur contempló satisfecho el último vuelo del sicario nazi. Tal y como había previsto, la Guardia Suiza, que dominaba el otro lado del helicóptero, terminó el trabajo acribillándole. 

Estaba pensando en cómo ocuparse del piloto, cuando los nervios de éste hicieron acto de presencia, con una maniobra brusca que casi derribó el aparato. 

Alarmado, miró a Luna en busca de su reacción. Si alguien podía salir indemne de algo así, esa era su compañera. No le defraudó: tomó el control de la situación, le cogió de la mano y guió sus pasos hasta la puerta. Como en la barca... ¿qué barca? 

De pronto, el recuerdo de aquel día de entrenamiento acudió a la mente de Arthur: y supo lo que debía hacer. Juntó las manos tal y como su amiga le dijo, tragó saliva y saltó con fuerza... 

Jason crugió los dedos con satisfacción. Había funcionado. Guardó su tablet, no había más que hacer de momento, y volvió su vista hacia el helicóptero.

Luna y Arthur se diponían a bajar del aparato, que daba bandazos sobre el patio, y Arthur parecía un poco desorientado.

- ¡Arthur! ¡Aquí! - lo último que hacía falta es que echaran a correr hacia la zona cubierta por las cámaras.

La preocupación de Luna por sus compañeros le había llevado a hacer ese entrenamiento reciente, gracias al cual Arthur pudo coordinarse con ella a la hora de saltar haciendo que la caída no supusiera un problema.

Mientras, el helicóptero siguió zozobrando bajo el fuego de la Guardia Suiza y un giro mal calculado dio con la cola del aparato en uno de los árboles más altos del jardín. El contacto, provocó que el rotor trasero quedara destrozado, haciendo que la perdida de control fuera completa. 

Luna y Arthur corrieron hacia la posición de Jason mientras el helicóptero daba una serie de bandazos más antes de venirse al suelo con un gran estruendo y levantando todo tipo de metralla hacia todas partes en varias direcciones.

El trío no lo pensó más y mientras les llovía todo tipo de hojarasca que provocaron algunos rasguños, se metieron en la boca de alcantarilla con Luna en retaguardia...

Cuando la Guardia Suiza quiso ir al lado por donde habían huido no encontraron nada. La tapa estaba colocada en su lugar y todo estaba revuelto por el impacto del helicóptero en el suelo. Para entonces Luna, Jason y Arthur estaban fuera de la alcantarilla. Marilyn, Pancho y Janet les esperaban en el punto de encuentro en una furgoneta que se había agenciado la rubia.

Con el mexicano al volante, el equipo salió de allí a toda velocidad rumbo a un aeródromo privado que les indicó Marilyn. 

Atrás quedaban un montón de sirenas de policia o ambulancias, ruidos, gente asomada a los balcones por el estrépito producido en aquel asalto del que no sabían a ciencia cierta el resultado... aunque en ese momento, con la adrenalina aún fluyendo por sus cuerpos, tampoco importaba demasiado. Lo importante era salir de allí y poner tierra de por medio.

Cuando llegaron al aeródromo, un pequeño avión de carga estaba preparado para su salida. Estaba claro que mientras el equipo había hecho su trabajo en el asalto, Marilyn y Cartafilus habían cumplido su parte preparando la huida a conciencia.

En unos minutos, el avión de carga sobrevolaba los cielos rumbo a casa...