—Supongo que sea lo que vi— explicó a sus compañeros — Volví hasta el avión y seguí el rastro de las motos un buen trecho. Había un helicóptero dando vueltas por allí...
Luna se levantó para mirar por por la ventana. No creía que pudiesen salir de noche, aun yendo con Igaral. Puede que conociese la montaña como la palma de su mano, pero desde luego, sería más seguro al amanecer... además, se había metido una buena paliza aquel día. De hecho, estaba tan cansada que sabía que sería incapaz de dormir ligero por si acaso. Aunque quizás aquella era una buena razón para salir en ese mismo momento. Podría aguantar unas horas más caminando. Sin embargo, cuando habló dijo algo muy distinto a lo que pretendía.
—Creo que será mejor que lo dejemos por esta noche —Luna miró a Pancho y Jason, que habían estado a punto de congelarse en la nieve el día anterior. Y Janet también lo había pasado muy mal... No quería que corriesen ese riesgo de nuevo y menos porque fuese incapaz de confiar en aquel anciano. La muchacha dio un pequeño empellón al chaval, que parecía haberse quedado en su mundo antes de sentarse de nuevo —No veremos por donde pisamos, además estoy agotada. Si a usted no le importa, claro...
Finalmente, Luna miró a Igaral y trató de sonreír. En el fondo no eran tan distintos: ambos preferían la soledad y estar alejados del mundo...
—Muchas gracias por todo, por cierto— dijo finalmente. Un rato después, se decidió a hablar de nuevo— Herederos del Reich... la verdad que eso da muy mal rollo...¿De José Cartafilus no ha oído hablar?
La mención al castillo le había hecho acordarse de la cadena de restaurantes White Castle. Le gustaba el sitio, aunque no eran las mejores, pero aún así le ganaban al McDonald's. En su opinión las mejores estaban en Bob's Shack. Era un garito en Brooklin, un sitio viejo y mugriento, pero vaya si sabían cocinar hamburguesas. Bob hacia su propia salsa barbacoa. El tipo era un veterano de Vietnam y decía que adaptó la receta de una restaurante que estaba cerca de su base. Jason no sabía si era eso o el aceite acumulado durante años en la plancha, pero lo cierto es que estaban cojonudas.
El empujón de Luna le sacó de sus pensamiento.
- ¿Eh? - dijo mientras intentaba recuperar el equilibrio.
Con los Herederos del Reich en vuestras cabezas, procuráis descansar una noche más antes de partir hacia el castillo del que Igarâl os habló. Esta vez procuraréis llevar comida suficiente, así como pieles de abrigo para los dos o tres días que os esperan de camino a través de los Alpes. Desde luego, no son las vacaciones soñadas, pero esperáis que la recompensa sí lo sea.
Seguimos en la Escena 5.