Partida Rol por web

Al escuchar la sugerencia de Luna, Arthur se frotó los ojos. Ponerse la ropa de un alemán muerto... oootra vez. No le hacía ninguna gracia, pero no era mala idea.

Sin embargo, cuando se agachó a coger el lienzo, el tema de la vestimenta pasó a un segundo plano. Luna y él habían visto lo mismo, y cruzaron la mirada por un instante. Luna empezó a maldecir a Butter, y Arthur no se quedó a la zaga.

—La madre que le...

Sacó el librito que asomaba de la parte trasera del cuadro, y lo sostuvo en alto mostrándoselo a los demás.

—Bueno, pues ya sabemos cuál era el "valor artístico del cuadro". Creo que nos han tomado el pelo: y podría estar esperándonos fuera, como dice Luna; será mejor que salgamos a esa calle trasera.

Así, apoyando la opción planteada por Jason, y antes de que los demás se pronunciaran sobre el camino a tomar, la curiosidad le pudo y abrió el libro por las primeras páginas para echar un vistazo.

Ante las exclamaciones de Luna y luego los siguientes comentarios, Pancho frunció el ceño preocupado.

-¿Qué pasa *hermanita*? -el mexicano no era el más listo del grupo, pero finalmente llegó por si sólo a la conclusión de lo que suponía que el tipo del cuadro fuera Butter- Espera, espera... ¿eso significa que Butter es el propio Judío Errante? -soltó una carcajada- *La madre que lo parió al pendejo* -luego negó con la cabeza.

-Bueno estemos tranquilos *cuates* ¿si? Vamos por dónde dice Jason ¿no *jefa*? Dejadme que suba yo delante y si hay alguien ahí arriba, yo me encargo el primero ¿si?

Dicho aquello, Pancho le hizo una señal a Jason para que le condujera por aquel laberinto maloliente.

Arthur tomó el libreto y lo hojeó rápidamente. Ante la luz de las linternas se desvelaba una especie de cuaderno manuscrito con una letra bonita pero bastante algo ilegible que además parecía estar en otro idioma ¿francés quizá? No estaba del todo seguro.

Lo único que quedaba bien presente eran las anotaciones de fechas. Si... no había duda, aquel era el diario que tanto había buscado Butter y que parecía que los neonazis también se morían por conseguir... literalmente.

Con la guía de Jason, el equipo dejó atrás los cuerpos finados de los neonazis y deambularon por aquellas angostas, sucias y malolientes alcantarillas hasta llegar a una de las salidas.

Tal y como había prometido, Pancho se puso en cabeza y salió el primero con mucho cuidado. Levantó la tapa de la alcantarilla, echó un vistazo y luego les hizo una señal al resto de que todo estaba bien fuera.

Poco a poco, todos los miembros del grupo salieron en silencio de las alcantarillas. Efectivamente Jason les había conducido a un callejón solitario y tranquilo. A aquellas horas, ya bien entrada la noche, no había ni un alma. A la luz de la noche parisina quedaba patente su paso por las cloacas. Su vestimenta estaba algo sucia y aunque su nariz se hubiera acostumbrado, seguramente olían a rayos... por no hablar que alguno llevaba salpicaduras de sangre en alguna zona.

Jason pudo comprobar para su contento que los móviles volvían a tener plena operatividad.

En cuanto Janet inspiró el aire fresco de la noche parisina, se sintió revitalizada. Estaba en un callejón, cierto, y el aire no era el más puro, hasta podía percibir la basura en descomposición de un rincón, pero era mucho mejor que la pestilencia que había estado respirando en las últimas horas. Como había guardado silencio hasta estar en el exterior, habló con vitalidad:

—Un momento, figuras. Vale que este tipo que vemos en el cuadro nos recuerde a nuestro enigmático, y generoso, contratante . Pero, por ahora, no nos ha dado muestras para desconfiar, o al menos para desconfiar hasta el punto de pensar en que nos la esté jugando, ¿no creéis? —la mujer miró uno a uno los rostros de sus compañeros y continúo—. Dicho esto, me gustaría hacerle algunas preguntas. Podemos ir al hotel y ver qué nos cuenta. Oh, bueno, podemos ir al hotel, ducharnos, y luego ver qué nos cuenta.

—Hmmmm

Por la expresión de Luna, dejaba claro que no estaba muy convencida de que Butter fuese a decirles la verdad, pero si Janet decía que era la opción a seguir, seguramente fuese la correcta. En todo caso, era difícil colársela a su jefa. Y lo cierto es que una ducha le vendría de lujo. Se sentía sucia, cansada y sí, maloliente. Puede que no fuese vestida a la última moda, pero con toda la mugre de las alcantarillas y el combate, parecía una indigente.

—Está bien— aceptó a regañadientes después de tratar de limpiarse la cara con la camiseta mirándose en el retrovisor de un coche— Pero antes de hablar con él podías echar un vistazo a ese libro. Por si acaso. Por cierto, ¿cómo es que entrasteis a las alcantarillas?¿Qué pasó?

- Si estaban dentro y no habían entrado por arriba, tenía que ser por debajo - dijo Jason encogiendose de hombros. Acto seguido de colocó los auriculares, encendió su reproductor de música y se metió las manos en los bolsillos, esperando a seguir al grupo.

Allí no había demasiado que hacer y, sin que sirviera se precedente, esta vez Janet tenía razón al decirle que debería darse una ducha. Ya habría tiempo de hablar con el jefe. Ahora bien, antes de dárselo iba a fotografiar cada una de las páginas en la resolución más alta que pudiese conseguir. 

Pancho guardó las armas en cuanto vio que no había "moros en la costa".

-Es lo que dice Chispas, Lunita. Seguimos el mapa para ver por dónde podían salir los malditos nazis... y vimos que había una salida de la cloaca donde alguien había dejado equipo de buceo... asi que hicimos el camino contrario y al final... bueno, ya sabes el final. -terminó sonriendo ampliamente.

-Pues yo también estoy de acuerdo con ir para allá jefa.

Janet hizo una llamada para informar resumidamente a Marilyn de lo sucedido. Que habían conseguido el cuadro y el diario y que lo llevaban hacia el hotel pero que habían tenido un feo encuentro en las cloacas.

La asistente de Butter se quedó pensativa un momento y se imaginó la situación. Finalmente les indicó que fueran prudentes para no llamar demasiado la atención por las calles parisinas y que hablaría con la gente del hotel para que les dejaran entrar por una de las puertas de servicio, de forma que todo fuera más discreto.

Minutos después, el equipo había llegado al lateral del Hotel Cheval-Blanc Samaritene

El establecimiento de lujo contaba con todo tipo de instalaciones para el confort, desde spa, hasta gimnasio, hasta amplias suites. Se encontraba a orillas del Sena y prácticamente al lado del Museo del Louvre, lo cual era más un problema en su situación actual. No obstante, no era la primera vez que el equipo tenía que moverse sin llamar la atención.

Por el camino, Janet y Jason pudieron echar un vistazo al diario. Tenía bastantes hojas y tardarían aproximadamente una hora en digitalizarlo. Estaba escrito en francés, pero era muy difícil de leer, no sólo por el trazo de la letra, sino también porque no era un francés actual. Lo que si estaba claro es que se trataba del diario del Judio Errante, pues haciendo un poco de esfuerzo Janet pudo traducir:

"Mi nombre es José Cartafilus y soy inmortal a causa de mis pecados..."

Al llegar al lateral del Hotel pudieron ver a Marilyn que les estaba esperando. En cuanto les vio les hizo señas para que se acercaran.

Marilyn salió al encuentro del equipo separándose de la puerta.

-Oh vaya -dijo haciendo una mueca al detectar el hedor- No exagerabais con lo de la cloaca. La dirección del hotel era la primera interesada en que no pasarais por la recepción principal. -sonrió de forma amable. Enseguida le tendió una bolsa  a Janet.- Meted ahí lo que halláis conseguido. No queremos que nadie vea nada.

-Marcus está mucho más tranquilo ahora que lo habéis recuperado. Me ha comentado que os aseéis sin problema en vuestras habitaciones y que luego nos reunamos todos en su suite para hacer una cena tardía. Espera poder compartir la información del diario con todos. -terminó de decir sin perder aquella preciosa sonrisa.

Una vez el equipo se hubo asegurado de que nadie podía ver lo conseguido, les conduciría a sus suites para que procedieran a su aseo antes de la cena.

—Tampoco olías a salvia recién cortada cuando te encontramos, princesa— respondió seca, aunque sabiendo que Marilyn tenía razón. Al ver la bolsa que les ofrecía, la joven entrecerró los ojos pero no dijo nada. Janet decidía y, desde luego, después del enfado que había tenido antes con el millonario no hacía falta que le preguntase su opinión. La joven esperó al resto del grupo, manteniéndose unos pasos detrás, como era habitual.

Cuando finalmente se dirigieron a la habitación, su rostro cambió y se relajó. La promesa de la ducha era algo con lo que llevaba soñando las últimas horas, pero tendría que esperar a que Janet entrase primero. Su jefa solía tardar más que ella en arreglarse ya que por su posición y deberes invertía más tiempo en mantener un aspecto perfecto, así que le tocaría hacerlo la segunda, mientras Janet se arreglaba el pelo y se maquillaba. 

—Ve duchándote primero. Yo voy a poner el móvil a cargar y preparar las cosas. Seguro que mañana nos toca madrugar. 

Janet no dijo a Marilyn dónde podía guardarse Butter su tranquilidad. No desconfiaba de él como algunos de los miembros de su equipo, pero no llevaba bien que su pagador se guardara información. Si habían puesto sus vidas en juego, qué menos que saber qué cartas estaban sobre la mesa. La charla después de la cena sería larga. Butter tenía mucho que responder.

Pero antes tocaba ducha. Janet pretendía ceder su turno a Luna, así que se puso a repasar su móvil para refrescar lo que sabía del cuadro y del libro que llevaban en la bolsa. Ante la invitación de Luna, le costó disimular su entusiasmo.

—Voy, no tardaré —dijo sin mucha seguridad, sabiendo que nadie en la habitación se tomaría en serio esa afirmación. Janet tenía por delante una larga cita con el agua y la espuma.

En cuanto Jason puso un pie en la habitación se puso a hacer fotos al diario, ya habría tiempo de lavarse. Enchufó su ordenador y según iba haciendo las fotos las iba subiendo al aparato. Tenía el disco duro encriptado, así que en caso de perderlo no temía demasiado por él, desde luego era más seguro que dejarlo escondido detrás de un cuadro...

Arthur había asentido ante la propuesta de Janet: ya habían tenido suficientes aventuras aquel día, y una ducha no le vendría nada mal tras su paso por las cloacas, así que, junto al resto del grupo, procuró no llamar la atención hasta que pudieron llegar a la pared del hotel.

Torció el gesto cuando Marilyn hizo el comentario sobre su mal olor: ¿a qué quería que olieran? ¿a rosas?  Por eso, sonrió ante el comentario de Luna, y no pudo evitar una risita. Guardia baja: buen golpe.

Pero tenía motivos para estar contento: tendrían la oportunidad de hablar con Butter y que les diera las explicaciones necesarias. Habían salvado el pellejo, una vez más, y parecía que avanzaban en la misión que les habían encargado.

Así que cuando tuvieron ocasión de subir a las habitaciones estaba de buen humor:

— Hey, Jason: ¿nos duchamos primero Pancho o yo?  Así tendrás tiempo de seguir sacando fotos al diario mientras terminamos. Si podemos ayudarte con algo...

- Sí, sí, ahora voy... - dijo Jason agitando la mano sin levantar la vista del ordenador, claramente no habiendo prestado atención a lo que Arthur le decía.

Ante el comentario de Luna, la rubia hizo una mueca y elevó las manos en señal de "paz".

-Vale, vale, lo siento, no ha sido un comentario oportuno. -bajó el tono- Por suerte veo que estáis todos bien y no habéis sido heridos. -miró a su alrededor mientras Janet y Jason metían las cosas en la bolsa.

Una vez que estuvo todo asegurado, Marilyn les dió la tarjeta de su suit.

-Refrescaos y estad tranquilos. Os esperaré en la suite de Marcus. -terminó de decir una vez les condujo de forma discreta dentro del hotel.