—Ostras, espero que no haya que cargárselo, porque nos puede caer una buena
El cuadro ese del dios barbudo rodeado de niños desnudos tocando a Adan, bueno cuadro... que está en la pared o techo, o algo. Tocando o señalando. Ese era el lugar, pero a la buena de Luna no le salía el nombre del sitio, y además había oído algo que le hizo arrugar la nariz y volverse a la conversación que había habido momentos antes entre Jason y Marilyn. Ahora que la historia había acabado, sentía que podía volver a hablar.
—Bueno, "que se puede investigar" dices... te cambio el ejemplo de Jason por lo nuclear. Dicen que nos puede dar energía limpia y que si siguen investigando, "aún más limpia", pero nadie tiene esa energía "más limpia" y casi todos tienen bombas nucleares—Luna posó las manos en el suelo, dejando caer su cuerpo hacia atrás ligeramente—. No digo que haya que destruirlo, pero lo de que ocurrirá algo malo... Os creéis que todo gira alrededor de vuestro dios y lo mismo no es así. Hay muchos. Aunque supongo que a ninguno le haga gracia que rompan sus cosas...
El mexicano grandullón comió bastante, pero no interrumpió en ningún momento la narración de Cartófilus, mas al contrario, parecía como muchos de sus compañeros, completamente absorbido por aquello. Casi se diría que aquello había tocado alguna de sus fibras sensibles.
-¿Estas bien Janet? -dijo cuando vio que la jefa rompía la copa. Al ver que no era nada, se tranquilizó.
Cuando su compañera incidió en el asunto de qué hacer con el grial, no pudo callarse.
-Lunita, sabes que siempre te apoyo pero... Yo mismo no soy muy creyente que digamos pero... pero este hombre... este hombres es una prueba viviente de que *Jesusito* es más que algo en lo que creer. Por mi parte está bien que lo quieran estudiar y guardar, porque si las cosas buenas existen ¿quién te dice que las cosas malas no? -terminó de decir con cierta sombra de duda y quizá algo de miedo.
La rubia estaba algo más seria.
-Pancho tiene razón Luna. Marcus... José, es una prueba palpable del poder de Dios. No quiero entrar en debates filosóficos estériles pero el Grial es... algo que puede canalizar el poder de Dios en la Tierra. No tiene naturaleza mundana y, por tanto, creo que ninguna comparación es acertada... al menos con cuestiones humanas. Si está aqui con nosotros, si Jesús nos lo dejó a nuestro alcance, lo hizo por alguna o varias razones. No podemos actuar como animales asustados y destruirlo. Es nuestro deber moral preservarlo y conocerlo, porque conocerlo más es conocer más a nuestro Dios. -hizo una pausa.
-Además... como dice Pancho, ¿quién sabe si no podríamos necesitarlo para impedir un gran mal que aún puede estar por llegar? Como digo, no conocemos los designios de Dios, pero tomar decisiones absolutas con un pensamiento simple y carente de consciencia podría acarrear consecuencias desastrosas para nuestro futuro. -terminó de decir.
El Judío sonrió de forma cansada ante aquel pequeño debate, pero simplemente dejó el libro sobre la mesa y tomó una botella de champán.
-Sólo puedo decirles que en mi larga vida he presenciado muchas cosas. Cosas que no tienen una explicación simple o mundana. Por supuesto si me preguntan a mi, yo no volvería a entrometerme en el esquema de lo divino. He tenido... suficiente. -con un movimiento hábil descorchó la botella.
-Por ahora, les dejo el diario por si quieren continuar leyendolo -elevó los hombros como si no le importara en absoluto que siguieran fisgando en sus memorias- Aunque es cierto que cada vez queda menos para el amanecer y quizá quieran descansar. Por mi parte, empezaré los preparativos para nuestro siguiente destino: Roma. Y más precísamente, la Capilla Sixtina. El lugar donde mi antiguo amigo, Miguel Angel, guardó el Santo Grial. -empezó a servir el vino espumoso entre las copas- Brindo para agradecerles a todos su trabajo y esfuerzo. Y brindo porque el final de esta aventura sea el que todos deseamos: que el Grial pase a manos de la Alianza, que aquellos que han trabajado duramente obtengan una merecida recompensa y, porqué no, que yo consiga, finalmente, alcanzar mi destino. -dicho aquello alzó la copa.
Marilyn tomó otra copa y se unió al brindis.
Siguiente actualización: Martes 4 en la noche.
A Jason todo aquello le sonaba un poco extraño, pero él ante todo era un profesional. Alzó su lata y se dispuso a terminar la velada. Tenían mucho que planear para la siguiente misión, en la última les había pillado desprevenidos y eso no podía volver a pasar. Antes de subir al avión tenía que pasar por una ferretería y una tienda de electrónica, y si daba tiempo una juguetería no vendría mal tampoco.
—Bueno... como sea— Luna se estiró, cansada y aún hambrienta. Aquel picoteo era de todo menos comida y la conversación se estaba poniendo demasiado profunda para ella. No quería discutir la inexistencia de los dioses, en los que creía... casi todo el tiempo, ni en la inmortalidad de Butter, que parecía más que real ni nada de eso. Ella creía, pero no creía en uno solo por encima de todos, pero discutir de aquellos temas era aburrido. Y tenía hambre. La imagen de un kebab y de un grasiento bocadillo apareció en su cabeza y recordó que a unas manzanas había un 24 horas — ¿Alguien se viene a dar una vuelta antes de dormir?
La muchacha se levantó, dispuesta a cumplir aquel pequeño pero intenso deseo de una cena decente.
—Encontraremos esa cosa. De todas formas no me preocuparía demasiado por lo de la inmortalidad—Luna se llevó las manos a su cabeza, señalando las partes donde Butter tenía canas— En el cuadro no tenías ni una arruga ni una cana. Poco a poco. Por los nazis que puedan coger esa cosa sí. Por los nazis hay que preocuparse siempre.
no es con intenciones de investigar ni nada. Simplemente quiere comerse algo consistente, y no canapes xD
Arthur respondió a Luna.
—Lo de las armas nucleares... Bueno, también sirven para no tener que lanzarlas. Quiero decir: si los "buenos" tienen armas nucleares, los "malos" no se atreven a usarlas. Es como si se anularan unas a otras.
Aquella idea, propia de la era Reagan, parecía anticuada para alguien tan joven como Arthur: pero en su cabeza tenía sentido. Fueran quien fueran "los buenos", algo que Arthur no tenía del todo claro, el caso es que todos los que tenían bombas atómicas estaban demasiado asustados de los demás como para utilizarlas, lo cual había mantenido al mundo a salvo durante unos cuantos años.
—Si el Grial es como una bomba atómica, eh... — incluso a él le resultaba extraña la comparación, y no pudo evitar mirar de reojo a José; no sabía si denominar como una "bomba atómica" a una reliquia divina era realmente apropiado — Quizá los nazis también tienen sus propias armas. A lo mejor la solución es que "los buenos" tengan el Grial.
Suspiró. No tenía ni idea de cómo podrían sustraer el Grial de un sitio tan vigilado como la Capilla Sixtina. Y eso, sin ni siquiera contar con la oposición de los Hijos del Tercer Reich, que sin duda intentarían impedírselo. Pero de nuevo tenía la sensación de que debían hacerlo, más allá del dinero que pudieran ganar si lo conseguían.
—En fin. Te acompaño — le dijo a Luna — Señor Butter, eh... José. Gracias por los canapés. Y por compartir su historia con nosotros.
- Una última cosa - dijo Jason mientras se dirigía hacia el pasillo - los nazis estos no saben nada de dónde está el artefacto, ¿no? Quiero decir, todo lo de robar el cuadro era para conseguir esa información. ¿Hemos de esperarles en Roma? ¿Esto va de colarse en un museo sin que nos vean o van a volar las balas otra vez? -
Preparación, preparación, preparación. Improvisar estaba guay y era divertido, pero no cuando te jugabas el pellejo.
Janet se limpió la mano de vino y cristal con una servilleta de tela. Mientras lo hacía, escuchó el debate teológico de sus camaradas. Su naturaleza pragmática no le había dejado tiempo para estas reflexiones. Creía en lo que veía, y creía más en aquello que tuviera un precio. Porque todo lo tenía, pensaba. Así que observó el intercambio de pareceres en silencio, algo sorprendida de que precisamente quien más podía aportar al debate fuera quien más callara. Cuando Cartáfilus levantó la copa, Janet ya se había agenciado otra.
— Por los buenos.
Tras el brindis, Janet tenía un arsenal de preguntas sobre Roma, pero la voz de Chispas se le adelantó. Guardó silencio esperando las respuestas de Cartáfilus.
Pancho levantó la copa y bebió el champán de un trago, como si fuera tequila, pero arrugó el rostro. Estaba claro que aquella bebida espumosa no era para él.
Viendo que Luna se iba a dar una vuelta con Arthur, elevó los hombros y añadió: Yo por mi parte, creo que me iré a dormir un poco. Sobretodo si nos toca ir a por esa copa en breve.
PNJOTIZADO
-Oh no, me temo que no recuerda bien el tipo de "inmortalidad*" con la que Dios me castigo señorita Luna. -comentó Marcus negando con la cabeza- Dios me castigó con vagar por la tierra hasta su regreso... y eso he hecho. Vagar por la tierra... pero en un ciclo sin fin. He vivido muchas vidas y todas ellas han terminado con vejez o de forma abrupta. Pero con cada nacimiento, Dios me recordaba la naturaleza de mis pecados de forma que, en algún punto de mis infancia, volvía a ser consciente de quién era... aparte de que mi rostro no ha cambiado, aunque si se haya arrugado miles de veces. -elevó los hombros.
Nadie opuso comentario alguno a que Luna y Arthur abandonaran la sala, pero mientras lo hacían, tuvo a bien contestar a Jason.
-Señor Storm, no puede subestimar Hanz Goering y los suyos. Los Herederos no sólo robaron todo el material del Profesor Lakadem, sino que además, me interrogaron durante días en ese maldito castillo. Fruto de ese interrogatorio ha sido por lo que nos hemos enfrentado a ellos aqui. ¿Nos los encontraremos en Roma? No me atrevería a decir que no. Goering es muy inteligente y quizá sepa unir las piezas al igual que nosotros... además de tener colaboradores por toda Europa. Intentaremos ser lo más cautos posibles, eso si, pero no descarto la idea de otro enfrentamiento con ellos. Asi que, me temo que no debemos contemplar las dos opciones. Debemos retirar el grial de la Capilla Sixtina y estar dispuesto a protegerlo... o evitar que se lo lleven. Se que no es sencillo pero... hasta ahora ustedes han sido capaces de lidiar con todas las situaciones que se han presentado. Además, en esta última ocasión, contarán conmigo en persona y con Marilyn. Esta vez trabajaremos todos juntos.
*Igual olvidaste este detalle, pero no es la típica Inmortalidad de tipo "Highlander". Esto ya se vio en el capítulo de los Alpes, pero me temo que Luna estaba ocupada fuera del refugio del enano mientras sus compañeros estudiaban los papeles de Buttler sobre el Judío Errante. Ahí se comentaba esta "extraña inmortalidad" que luego, me temo, nadie te comentó ^^'.
Bien. En esta escena está todo el pescado vendido, pero la dejo abierta un poco más por si Janet quiere interactuar más con Marcus o Marilyn. Pancho y Jason parecen retirarse a descansar y Luna con Arthur irse a dar una vuelta (si queréis contaros algo también os dejo esta escena abierta para que roleeis ese paseo si queréis).
Vamos a tratar el tema de los plazos en el Off-Topic si queréis ¿de acuerdo?
Pues vaya equipo mitológico que vamos a formar, pensó Janet, intrigada por ver cómo se desenvolvería su empleador cuando los nazis abrieran fuego.
—No alarguemos más la velada, yo ya he tenido suficientes emociones para hoy —dijo Janet mientras pensaba que el final de su frase se había quedado minúsculo. No estaba fina con las palabras—. Mañana será otra vida. Pasad buena noche.
Y se marchó a la habitación.
—Vaya muermos están hechos— dijo bromeando al ver que solo Artur la seguía. Parecía contenta por no tener que ir sola, algo poco habitual en ella. Cuando ya estaban lejos de la habitación, segura de no poder ofender a sus anfitriones añadió— Vamos a ver si encuentro algo que pueda comer
Ya en la calle, Luna cogió aire, disfrutando del frescor de la noche. Ya era de madrugada y estaba agotada, pero prefería dar un pequeño paseo y comer algo "de verdad". Y es que la cena le había recordado demasiado a algunas donde le había invitado Janet, de altísima calidad, sí, pero donde comensal y cartera salían más vacíos de lo que habían entrado. No tardó en encontrar un tugurio donde parecían servir todo tipo de comida grasienta, del tipo que provocaba pesadillas. Y el estómago rugió con ganas y fuerza. No tardó en elegir un durum, para poder comerlo mientras caminaba sin ir dejando un rastro de trozos de verduras y salsa.
—No se lo digas a Pancho—aconsejó—, a no ser que quieras oírle hablar durante una hora de porque los burritos dan mil vueltas a esto.
Cuando ya solo quedaba un par de bocados al durum, la chica comenzó a reducir la velocidad, hasta pararse. Estaba pensativa. Había un tema al que le había dado vueltas desde el asalto al castillo nazi y que no dejaba de carcomerla la cabeza
—Oye, Arthur. Tu eres inteligente y eso— comenzó a decir con un tono cauto, como si no estuviese muy segura de como continuar— Seguro que lo sabes. ¿Göring tuvo hijos?¿Nietos? ¿Algún sobrino que se llamase Hans?
Quizás Luna no era lo bastante culta como para conocer aquellas cosas, pero era lo suficientemente lista como para resolver una duda como aquella mirando el teléfono. Con lo cual, parecía que la muchacha estaba preguntándole otra cosa.
no era esto lo que quiero decir al Butter; y sí, se que nos dijeron que era Hans en vez de Hermann. Pero es como si me dijes Federico Hitler, voy a sospechar.
Arthur caminaba con las manos en los bolsillos, disfrutando de la noche parisina. Los canapés le habían gustado más que a su compañera, pero le apetecía estirar las piernas y respirar un poco de aire fresco: y tampoco le iba a decir que no a un kebab.
Guiado por Luna, terminaron encontrando un local pequeño y descuidado en el que los dos chavales tras la barra se reían y charlaban a ratos en francés y, las más de las veces, en árabe. Imitó a la muchacha y pidió otro durum para no pringarse comiendo.
—La verdad es que esto entra solo — dijo tras tragar el primer bocado.
La mención a su inteligencia hizo que levantara una ceja; se dio cuenta de que el trozo de comida le estorbaba en las manos, y decidió dejarlo encima de una papelera, limpiarse las manos apresuradamente y sacar el teléfono del bolsillo.
—Pues... yo qué sé, ni idea. Igual está en Internet — dijo al tiempo que tecleaba en la pantallita — Aquí pone que tuvo una hija, Edda.
Siguió leyendo, achinando los ojos por el brillo de la pantalla en la oscuridad.
—No dice nada de que ella tuviera hijos. Eh, aquí menciona a un sobrino... que era piloto americano. Pero no veo nada de un nieto — miró a Luna con suspicacia — ¿Por qué lo preguntas? ¿Qué te ronda la cabeza?
—Ya...
Luna se sentó en una barandilla junto al Sena y dio un mordisco más, pensativa. Finalmente terminó de comerlo y se limpió primero una servilleta que guardó en el bolsillo para luego sacudirse las migas del pantalón
—¿Me preguntarías lo mismo si ese tipo se llamase Karl Himmler o Gunter Hitler?— antes de que pudiese responder, Luna añadió— Hay una leyenda sobre un tipo que es inmortal, o mejor dicho, condenado a renacer por un castigo de un dios que, llegado a cierto punto recuerda el pasado. Y es rico. Como hay un reinicio, asumiremos que esconde el dinero o algo para seguir acumulándolo para su siguiente vida. Vale. O nos están gastando la broma del siglo, o es verdad, por muy raro que suene. Aceptemos lo raro. Creámoslo
Luna clavó sus oscuros ojos en los de Arthur. Se veía algo de preocupación en el rostro de la joven.
—¿Tan raro sería que existiese otro ser igual? Estas cosas van siempre por pares, ¿no? Dioses y Demonios. Días y Noches...
Arthur, aún con el teléfono en la mano, abrió la boca para responder, pero, sin llegar a decir nada, sus ojos se abrieron como platos.
—¿Quieres decir que...?
Volvió a mirar el teléfono con cara de tonto. La historia sería increíble... pero también lo era la de su cliente, y a él le habían creído: ¿por qué no iba a haber otro como él? Lo que dejaba en el aire la pregunta obvia: ¿y por qué iba a haberlo?
—Vale... Tiene sentido — admitió — Pero, si el señor But... José fue condenado por atacar a Jesucristo, ¿de dónde salió Göering? ¿Era otro judío?
Negó con la cabeza: aquello era demasiado raro.
—¿Y si también estuvo allí, y cometió el mismo pecado, pero era otro...? No sé... ¿Un legionario romano, a lo mejor? Le pega más.
Y explicaría muchas cosas: el gusto de los nazis por los estandartes, el paganismo, eso del Reich de los mil años... Las implicaciones mareaban a Arthur.
—Bueno, pero aunque fuera así, ¿en qué cambiaría el trato con Butter? Quiero decir, que nos lo podría haber contado también, ¿no? A no ser que nos haya mentido en algo más...
Se pasó la mano por el pelo y cerró los ojos.
—También puede ser que quiera ocuparse personalmente de Göering. Ya sabes, como en «Los inmortales»: "sólo puede quedar uno" — dijo agravando la voz antes de reírse — Bueno, y si nos ha ocultado esto, o nos ha mentido, ¿cómo podemos sacarle la verdad? ¿Se lo decimos a Janet?
A pesar de la situación, la broma de Arthur consiguió arrancar una risa a la nativa, que seguidamente sacudió la cabeza en señal de confusión. Si su teoría era cierta, no tenía sentido que Butter lo ocultase, pero estaba claro que era demasiado casualidad que dos personas con el mismo apellido y sin emparentar mantuviesen la misma afición por las ideologías "de organizar razas". Y también explicaría la manía de los nazis a los judíos.
—No lo sé, quizás tenían el grial hasta que los amigos de Butter lo recuperaron, quizás sea lo que dices tú, quizás lo necesite para mantener la inmortalidad o sean paranoias mías... pero reconoce que es raro. No sé...— ante la pregunta de decirselo a su jefa, Luna se encogió de hombros. Lo cierto es que no había pensado en ello hasta que Arthur lo comentó— No me gusta guardar secretos, pero no creo que cambie mucho las cosas. Aún así hay que pararlo, ¿no? Supongo que sí.
Luna volvió a bajarse de la barandilla de un salto. Si tenían que decirle algo a Janet y al resto sería mejor no entretenerse mucho tiempo. Con el día que habían tenido costaría horrores despertarlos. Y no lo harían del mejor humor.
—Si te soy sincera, no me fío del todo de ese tipo— explicó metiéndose las manos en los bolsillos— Pero confío en vosotros. Si alguien nos la lía, saldremos de esa.
—Sí: admito que es raro — concedió Arthur — Como poco lo suficiente como para que preguntemos. Puede ser que los dos necesiten el Grial para seguir existiendo, y si lo conseguimos Göering también muera. O que José lo quiera para destruir a Göering y seguir viviendo él. O que el Grial sea un arma. O que sólo uno se pueda redimir... aunque creo que Dios no sería tan cruel.
Suspiró: eran muchas opciones distintas. Y aunque su cliente parecía sincero, todas eran posibles.
—De todas formas, no tiene sentido que nos engañe: quiero decir, nuestro trabajo sigue siendo el mismo. Pero deberíamos compartir esto con Janet: no afecta al trabajo, pero puede que sí al trato. A lo mejor sube la tarifa — añadió con una sonrisa — Si nos damos prisa aún seguirá despierta.
Apretando el paso, no tardaron en llegar al hotel. A ojos de cualquier extraño hubieran parecido una pareja de turistas americanos regresando tras una cena tardía.
Por suerte, Janet todavía estaba despierta cuando tocaron la puerta de su habitación; y les permitió entrar para exponerle aquello que les inquietaba.
Arthur comenzó a hablar, y pronto ambos se turnaron para ir explicando las teorías que se les habían ocurrido; algunas veces se interrumpían el uno al otro, y otras terminaban la frase que el otro había empezado, ofreciendo un relato algo desordenado, pero que permitió que su jefa se hiciera una idea clara de sus temores: que José Cartafilus no fuera el único inmortal existente, y que el propio Göering fuera también capaz de reencarnarse en cada generación.
Principalmente les preocupaban las consecuencias que algo así pudieran tener: como que las intenciones de Cartafilus no fueran tan trasparentes como les había hecho creer, o que Göering supusiera un peligro aún mayor de lo que habían creído hasta el momento.
—Bien... — dijo Arthur cuando terminaron su explicación — ¿Crees que nos hemos vuelto locos? ¿O tiene sentido lo que te hemos dicho?