Esta hecho? - dijo una voz a su espalda sin sobresaltarla. Le estaba esperando
La figura encapuchada asintio mientras miraba desde la cobertura del bosque, al otro lado del rio. El pueblo se despertaba con el canto de los gallos y el humo salia ya de la chimenea de las casas.
Se han marchado a la guerra en la frontera del Danubio. - la figura detras suyo se mantuvo en silencio - Solo han dejado una centuria detras.
El chaval, aparentemente de no mas de 18 años, lampiño y con un pelo rubio y rizado se movio a su lado y le paso la mano sobre el hombro sin decir nada. La joven encapuchada lo miro con cara seria. Era una mujer bella y aun lo seria mas si sonriese. Pero nunca lo hacia.
Voy a acabar con el. - le dijo - Su locura es mas patente a cada dia que pasa. Ha llegado la hora.
El hombre se encogio de hombros
Es... tu destino.
La joven apreto los puños, con una rabia que no se reflejaba en su cara.
No. - dijo, y todo el bosque quedo de pronto en silencio - Esta vez no. Hay que acabar con la maldicion. Ni siquiera las Hiladoras son capaces de verlo todo. El futuro siempre esta en movimiento.
El joven miro hacia el pueblo y el fuerte en la lejania
Las piezas se han movido. - dijo simplemente - Meses de planes destruidos de un plumazo por un movimiento de su mano. Lo mismo con el trabajo de mi hermana, al norte. Lo mismo que hace 10 años y la plaga. Lo mismo que ocurre siempre. No podemos seguir luchando contra lo que esta escrito. Esta era nuestra ultima esperanza. - callo y titubeo un segundo antes de decir - Hay que actuar ya o el mundo sera destruido. - la miro con tristeza - Lo sabes.
Pero ella ya no le miraba. Apoyada en su escudo, sus ojos miraban en direccion al fuerte. Quedaron en silencio unos segundos y el joven miro hacia donde ella apuntaba con la mirada. Levanto una ceja, esceptico.
Ultima esperanza? - dijo la joven, y por primera vez un conato de sonrisa, un tanto salvaje, aparecio en su rostro - No. Hay otra.
Hace una semana que se ha marchado el grueso de la legion, con el Legado Gaius Nonnius Mico a la cabeza. Detras, os habeis quedado los descartes y la lluvia. La puta lluvia que no ha parado, fina y constante desde que se marcho la legion. En el fuerte quedais los que no querian sus jefes y lideres para la guerra al lado del Emperador. Te intentas convencer de que la posicion estrategica en la Germania Inferior necesitaba de hombres fuertes y experimentados y a parte de toda esta racalla, tenian que dejar a alguna persona competente pero te cuesta creerlo. La frontera ha sido pacifica desde antes de que vosotros llegaseis y seguramente lo sea despues de que os vayais. Ademas, de todo tu contubernio sois el unico que han dejado atras. La centuria que ha quedado, a mando de Vivius Gratus Vulso se ha reorganizado y te ha tocado junto otros 6 compañeros a las ordenes de un tio feo llamado Manius Octavius Ruso, Parece ser que, al faltar gente con el rango apropiado, le han subido a el con la reorganizacion.
El trabajo en el fuerte es monotono y aburrido y la moral no es especialmente alta. Esperas que por lo menos tus compañeros no sean unos imbeciles, pero el gordo ese que se queja por todo, el tal Caius Iunius Oton, no te da para albergar muchas esperanzas. Al menos se oyen rumores de que se van a instaurar patrullas por la zona cercana y quizas puedas ver a alguna de las muchachas del pueblo. En fin, Unete al ejercito, dicen. Veras paises, dicen.
...
Mis cojones.
Hace una semana que se ha marchado el grueso de la legion, con el Legado Gaius Nonnius Mico a la cabeza. Detras, os habeis quedado los descartes y la lluvia. La puta lluvia que no ha parado, fina y constante desde que se marcho la legion. En el fuerte quedais los que no querian sus jefes y lideres para la guerra al lado del Emperador. Estas convencido de que la posicion estrategica en la Germania Inferior necesitaba de hombres fuertes y experimentados y a parte de toda esta racalla, tenian que dejar a alguna persona competente. La frontera ha sido pacifica desde antes de que vosotros llegaseis pero Roma no descansa. Y sus enemigos tampoco. A la centuria que ha quedado, a mando de Vivius Gratus Vulso, le faltaba gente con experiencia y capacidad. Por tanto, se ha reorganizado y te han ascendido a decanus, al mando de tu propio contubernio. Una oportunidad asi no se deja pasar todos los dias
Por ahora, el trabajo en el fuerte es monotono y aburrido y la moral no es especialmente alta. Esperas que por lo menos tus subordinados no sean unos imbeciles, pero el gordo ese que se queja por todo, el tal Caius Iunius Oton, no te da para albergar muchas esperanzas. Quizas unos latigazos le vendrian bien. Quizas le maten y tengas que dar explicaciones despues de una semana en el cargo. Al menos, el centurion ha seguido tu consejo y se van a instaurar patrullas por la zona cercana y quizas puedas ver a alguna de las muchachas del pueblo.
Como no has puesto historial, la parte de decanus te la pongo yo. Te ascendieron hace apenas una semana cuando te dejaron en la centuria que se queda en Germania. Este es tu primer puesto de responsabilidad, hasta ahora eras un soldado raso. No falles a Roma
El decanus tiene un mensaje acorde a su rango. Esta escena es simplemente para presentar a los PJs, hablar entre vosotros o con PNJs, hacer tiradas de knowledge de esos en los que abundais o lo que querais. Vamos, lo que hago siempre. El lunes abro la primera escena
El hombre escupió en el suelo, con desprecio, mientras miraba a los mozalbetes con los que le habían juntado: un puto gordo, un zumbado con mirada de loco, un bravucón deslenguado, otro zumbado con mala baba y uno que ya debería estar manteniendo al tercer o cuarto churumbel.
Todos ellos, por supuesto, comandados por uno de los legionarios más feos que ha parido Roma.
Cojonudo. - murmuró mientras siguió ordenando la bolsa de cuero donde llevaba las agujas de metal, las tripas de cerdo y diversos unguentos con los que haría que mantuvieran las tripas dentro, ya que los cerebros y las pollas era imposible.
Entiendo que podré tener un kit médico, ¿no?
- Legionario, no ha gustado como has mirado a tus compañeros - dice el legionario más feo de Roma - Más te vale que te gusten porque vas a dormir con ellos, hacer guardia con ellos, cagar con ellos y como me cabrees vas a sostenerles la polla mientras mean. Firmes, leches!!!!
Mira hacia todos mientras pasea delante de ellos mirándolos de arriba a abajo.
- Si estáis aquí es porque no sois los mejores, en realidad sois de lo peor. Pero sois lo peor de la legión romana, de la mayor puta maquina de jodida guerra que el mundo ha visto. Y os comportareis como tal. U os arranco el pellejo a latigazos. A trabajar: acta est fabula.
Ave a tí también, decanus.
Fabio trató de mantener la compostura ante el discursito del decano, era lo habitual, un poco de mano dura al principio, pillar a uno que no puede defenderse mucho, gritar a todos que habrá disciplina y dureza y privaciones y gloria, mucho de las tres primeras y poco de la cuarta, con suerte, además de pensar cómo llevarse parte de la paga. Si es que llega. Y todo eso.
¿Los peores? No tiene ni idea, los más listos que no han querido irse a la guerra y tienen querida en el pueblo o no tienen ganas de marchar mil leguas y dejarse las sandalias. Se incluyó en sus pensamientos. Que no hemos querido ir... vamos. Al menos todavía no ha cuestionado nuestra hombría.
Su mirada era tranquila y sincera, para él esto era tan natural como el respirar, llevaba toda la vida en la legión.
Pero siempre eligen a los peores como oficiales, vamos a los que no valen para otra cosa. Ojalá un día alguno me demostrara lo contrario.
¿Se supone que esto siguen siendo los cuarteles? Porque tenemos un enorme campamento para sólo 100 hombres, ¿no?
El corso estaba contento. Ya se le había pasado el cabreo de que Hermanocorsix hubiera sido seleccionado para ir a luchar al Danubio y a él lo hubieran dejado atrás. Maldito centurión, hijo de mil padres! Él merecía estar allí, en el oriente, junto al Emperador y a Hermanocorsix y a los otros. Valía al menos la mitad más que la mitad de los que habían ido, y la mitad de los que habían ido no se merecían ni la mitad de lo que él se merecía ir...
Pero después de tres o cuatro días de mal humor, de peleas a escondidas del centurión, y de gastarse las pocas monedas que le quedaban en vino, ya había hecho las paces con su destino. Se había quedado atrás, sí, pero estaba claro que era el que más valía de toda esta centuria de incapaces... empezando por el decano, que sólo había que mirarle a la cara para darse de cuenta de no se lo habrían a menos de cinco millas del Emperador ni pagando su peso en sal. Menuda pinta de memo que tiene.
- Si estáis aquí es porque no sois los mejores, en realidad sois de lo peor. Pero sois lo peor de la legión romana, de la mayor puta maquina de jodida guerra que el mundo ha visto. Y os comportareis como tal. U os arranco el pellejo a latigazos. A trabajar: acta est fabula.
Oye decir al decano, y responde a plena potencia de sus pulmones:
- Utique, domine!
Inmediatamente se pone manos a la obra. Cuanto más contento esté el decano, más fácil será tomarle el pelo... Y cuanto antes se den cuenta el resto de pringados de quién va a mandar realmente en la decuria, tanto mejor para todos.
A mí también me ha gustado mucho el prólogo. :-)
Un medical kit son 10 de peso mas. Ahi te comes el -1 a pace, fighting, throwing, etc sin posibilidad de nada. A menos que las cosas te las lleve alguno de los mozalbetes mas fuertes.
Si se lo pide al corso con carita de pena, igual se lo lleva. ;-)
Como cada día, el canto de algunos gallos cercanos sorprendió a Titus Silo ya despierto, haciendo sus ejercicios calisténicos al lado de la tienda de su contubernio sin más ropa que los calzones con que dormía. Como cada día, pronto perdió la cuenta de cuantas flexiones llevaba, por lo que, también como cada día, se limitó a seguir hasta que se le cansasen los brazos. Eso no pasó hasta un buen rato después. Satisfecho, se levantó para ponerse la ropa y la armadura, descansó un poco para recuperar el aliento, y volvió a repetir la serie con la armadura puesta.
Lo cierto es que le gustaba hacer ejercicio. Se le daba bien, por lo que se aplicaba a ello con intensidad. Se concentraba en cada ejercicio como si fuera el último de su vida. Durante el rato en que se entrenaba no había nada más en el mundo. El tiempo se ralentizaba, reducido a los segundos tensos y controlados de cada movimiento. El universo se reducía a un tamaño manejable, dejaba de ser complejo y confuso para convertirse en algo sencillo y ordenado. A Silo le gustaba ese pequeño momento diario de paz mental.
Matar enemigos era otra cosa que se le daba bien, y también se aplicaba a ello con intensidad. Curiosamente, la sensación era muy parecida, aunque mucho menos pacífica. Pero también había un cierto orden y sencillez, hasta el punto de guardar una curiosa simetría que incluso Silo no podía dejar de notar. Si hubiera sido un filósofo, seguramente habría construido alrededor de sus sensaciones un completo sistema de valores relacionando la violencia y su aplicación con la consecución de orden y progreso de la Pax Romana, una simbiosis confundiendo causa y efecto en un salto mortal cosmológico que sin duda le habría valido una cierta notoriedad. Pero Silo nunca había tenido tales inclinaciones, y semejante tour de force académico estaba claramente fuera de sus posibilidades. Como con tantas otras reflexiones en su vida, se limitaba a constatar el hecho de que disfrutaba combatiendo, lo marcaba adecuadamente en su cabeza y seguía adelante.
Sus compañeros también lo habían constatado, y en su opinión de hecho le gustaba demasiado. Comprendía que en la Legion era necesaria la disciplina. Comprendía incluso que le hubieran azotado algunas veces, aunque no le hiciera ninguna gracia. Su padre le marcó los lomos en tantas ocasiones de pequeño que Silo había equiparado el castigo físico con cualquier figura de autoridad, por lo que nunca guardaba ningún rencor después de recibir una paliza. Pero que le dejasen atrás por querer más y hacer mejor que los demás el trabajo para el que se alistaron... Eso no lo comprendía.
Y no es que la lista de cosas que Silo no entendía fuera precisamente pequeña, pero en las primeras posiciones estaba ese rechazo. Lo había dado todo por sus compañeros. Varios le habían dicho que preferirían tener a su lado un tipo fuerte y leal como él. ¿Porqué entonces le dejaban atrás como a un apestado? Podía haber hecho grandes cosas en Germania, quizá incluso compensar sus errores. Pero no le dejaron.
Silo, por suerte para el, tampoco era el tipo de hombre que pasa los días recriminándose y lamentándose. Eso habría requerido una actitud mucho más introspectiva, y ese no era uno de sus atributos. Siguiendo su costumbre, se limitó a constatar la reacción de sus compañeros y la archivó en su cabeza con todo lo demás. Así que se adaptó muy deprisa a la nueva situación, y por lo general siguió con sus rutinas diarias. Y como nadie le había prohibido hacer ejercicio antes del alba...
Para cuando el resto había salido de la tienda a formar, él ya hacía un rato que había acabado y estaba listo para ocupar su puesto. Escuchó con paciencia la presentación de su nuevo decano, musitó un "Ave" al final y centró su mente en el siguiente punto de su lista mental de quehaceres diarios: el rancho. Pensando en sus cosas, cogió su cacillo y se dirigió a las cocinas mientras recordaba las palabras de su primer decano, años atrás.
Otro glorioso día. Un día en el Cuerpo de Legionarios es como un día en el campo. Cada comida es un banquete. Cada paga una fortuna. Cada formación, un desfile. Me encanta el Cuerpo.
Rompeis filas y os poneis a poneros la armadura y coger vuestras armas. Os toca vigilar las murallas en la primera guardia de la mañana. Secundus aparta a Fabio cuando va a coger uno de los gladios.
Ese es el mio - le dice serio. A pesar de haber estado bastante tiempo en la misma legion solo se conocen de vista - Es el que pone 'hijo de puta peligroso'
Motivo: random
Tirada: 1d6
Resultado: 5
Oton, una vez terminado el discurso, se termina de poner la armadura, resoplando con el esfuerzo y ya sudando a pesar del frio mañanero. Poniendose las grebas, se tropieza y cae sobre la tienda donde dormis, desmontandola con su enorme cuerpo. Mira alrededor rojo como un tomate
Perdon, chicos. - dice con una sonrisa nerviosa - aun estoy un poco dormido. - Intenta colocar la tienda liandolo un poco mas. Despues de unos segundos en los que mirais en silencio, se da cuenta y lo deja. Esta noche a parte de todo lo demas tendreis que montar la tienda de nuevo.
Os sigue hacia las murallas medio andando, medio corriendo, medio ahogado por el peso de todo lo que lleva encima del cuerpo y dentro del cuerpo.
Llevo poco tiempo en la legion - dice jadeando para seguir el ritmo, intentando entablar conversacion con Africanus - Vienes de Corcega, no es cierto? Que te ha traido hasta aqui? - le mira con otra sonrisa mas patetica que la anterior - la verdad parece que podrias matar a una docena de germanos tu solo.
Motivo: random
Tirada: 1d6
Resultado: 4
Es el que pone 'hijo de puta peligroso'
- No sabía que habías nacido en un burdel, no te preocupes, mi madre también era una seguidora de campamento. - dijo Fabio de buen humor, tomando otro de los gladius. Ahora era el turno de mirar los arbustos y árboles del exterior durante unas cuantas horas antes del rancho. Era una vida, no conocía nada mejor.
Antes de ir a la muralla sacó un par de estatuillas de piedra desgastadas por el uso (legadas por su padre al fallecer, a las que daba la primera cucharada de su rancho) y las dejó ahí. Justo delante de la tienda destrozada por Otón. - Lares, protectores de mi hogar y de mis compañeros, guardar el hogar hasta que podamos volver. Aunque sea esta tienda tirada. - Y corrió detrás de sus compañeros.
Le falta un leitmoiv ¿se dice así? a mi pj... pensaré en uno. Pero los lares creo que es tradicional.
son algo así, pero más desgastado:
Llevo poco tiempo en la legion - dice jadeando para seguir el ritmo, intentando entablar conversacion con Africanus - Vienes de Corcega, no es cierto? Que te ha traido hasta aqui? - le mira con otra sonrisa mas patetica que la anterior - la verdad parece que podrias matar a una docena de germanos tu solo.
- No lo dudes, muchacho! Si esos salvajes intentan lo más mínimo, allí estaremos para ponerlos en su sitio ---acompaña sus palabras con un gesto de las manos como el que aplasta una mosca---. Tú no tengas miedo, mantente cerca de mí y yo me preocuparé de que no te pase nada.
Sin prestar atención a los comentarios del gordete, el corso sigue su monólogo:
- Sí, soy de Córcega, la tierra más hermosa que crearon los dioses. Nada que ver con esto. Allí el sol brilla siempre en el cielo, y las montañas son preciosas, y la comida es magnífica. Ay, qué no daría yo por un poco de pulpo decente en vez del rancho que nos dan aquí! Pero, vaya, es lo que toca no? Servir al emperador y todo eso, decían. Mantén los ojos abiertos muchacho, y si ves algo raro, ven a contármelo cuanto antes, vale? Hoy por mí, mañana por ti. No te preocupes por la tienda, luego te ayudaré a montarla de nuevo.
Dicho esto, da una palmada en la espalda del gordo que le hubiera dejado sin aliento si no tuviera la armadura puesta.
Otón ha tenido suerte de que al final me haya quitado Mean para ponerme Heroico. Ni que lo hubiera hecho aposta...
--¡Ah, non! Los salvajes nunca se atgvegían a atacag a la podegosa legión gomana. ¡Segía como lanzagse al Danubio con la agmaduga puesta!--, mumura el galo para sí mientras recoge sus cosas, con una sonrisa en la boca.
Es genial que no nos hayan enviado con los demás. Así podremos aprovechar el tiempo para conocernos mejor... para coordinarnos, y convertirnos en la jodida maquina de guerra que dice el corso; ese corso sabe qué se dice. Seguro que es la puta caña. La verdad es que he tenido mucha suerte con mis compañeros. Parecen buena gente, y también competentes. Bueno, el gordito no tanto, pero si es legionario, será por algo. ¡Seguro que al final nos sorprende y acaba matando más bárbaros que nadie!
Por cierto, ¿qué querrá decir eso de "corso"? ¿No era el nombre que se les daba a los piratas?