HISTORIA
La pequeña población de Ashville posee actualmente un censo de 429 habitantes. La mayoría de esos habitantes tiene relación directa con el cultivo y la venta del maíz.
El cultivo de maíz se remonta a varios cientos de años atrás, llegando hasta los tiempos del viejo oeste. Importado de Centroamérica, pronto encontró unas tierras ricas en minerales en las que el maíz agarró con fuerza. La calidad de aquel maíz fue tal que rápidamente la exportación a otros estados se convirtió en su principal riqueza, y atrajo a muchas personas con ánimos latifundistas. Pero pronto quedó patente que esos ánimos no iban a ser recompensados.
Ashville está situada en una zona rocosa, lo que hace que las tierras cultivables se vean reducidas a su mínima expresión. Las gentes que acudieron para empezar una nueva vida tuvieron que emigrar al poco tiempo, ya que las pocas tierras que iban quedando eran cada vez más inútiles para el cultivo, y su precio iba en aumento ante la demanda. El subsuelo del pueblo, al principio tan óptimo para el cultivo, se agotó con relativa rapidez, y el coste de su mantenimiento hacía muy cara la producción. Lo que podría haber sido una fuente de riqueza para el pueblo se convirtió en un exilio masivo, ya que las tierras cultivables que quedaban pertenecían a poderosas familias que practicaban una moderna tiranía con los que las quisieran trabajar, así que el pueblo fue languideciendo poco a poco mientras Norteamérica seguía avanzando.
Tras el 27, cuando todo el país estaba intentando superar la bancarrota que le había azotado, Ashville vivió un pequeño renacer. Gente de las ciudades llegó buscando una vez más una nueva oportunidad, y la población aumentó con nuevos comercios y servicios que jamás antes se habían visto por aquí. Las grandes familias vieron mermado su control sobre la población al haber más oportunidades laborales, a la vez que algunas de las más antiguas tierras eran vendidas por sus rancios dueños, que no podían mantener más unos cultivos que producían tan poco. Todo esto derivó en una rivalidad entre los lugartenientes que quedaban y el resto de habitantes que se transformó en un paulatino aislamiento de los primeros en sus fincas.
Pero este renacer cayó rápidamente de nuevo cuando la segunda guerra mundial obligó a cambiar gran parte de la economía estadounidense. La nueva economía de guerra obligó a numerosas familias a trasladarse a las ciudades para trabajar en las nuevas fábricas de la industria, dejando tras de si un pequeño pueblo que no comprendía, ni quería hacerlo, los nuevos tiempos.
Desde entonces, Ashville prácticamente se ha mantenido gracias a las mismas familias que han vivido allí desde siempre. Esto ha creado un pueblo donde todo el mundo se conoce y donde las disputas y rencores familiares duran generaciones.
Hace unos veinte años Ashville aumentó una vez más su censo gracias a los rumores de un posible yacimiento minero de mercurio, pero resultó ser un ínfimo yacimiento. Muchas de las familias que se quedaron lograron asentarse dedicándose a otras cosas, como el cultivo a pequeña escala de las tierras que los éxodos anteriores habían dejado despobladas.
Y esto nos lleva a la actualidad. Una población minúscula del oeste norteamericano, con un difícil equilibrio económico y una población que tiende a decrecer, con viejas rivalidades interfamiliares y una juventud que se plantea su futuro en tan duro entorno.
O que ni siquiera se lo plantea.
- Glenda Norm, “Un esbozo de Ashville”, artículo publicado en el National Geographic correspondiente al mes de octubre de 1989.