Partida Rol por web

Tras cambiaros la ropa empapada por otra seca y confortable en vuestras respectivas habitaciones, atravesáis a pie Ashville en una noche tormentosa que está siendo más larga de lo esperado. La lluvia ya ha cesado, y ha tomado el relevo un sibilante viento cálido que azota las copas de los árboles y posa sobre el pueblo un manto de susurros inquientantes.

El corto trayecto lo hacéis a pie y en silencio, dando vueltas en vuestra cabeza a lo que la sheriff ha insinuado en su coche. Son aproximadamente las cuatro de la madrugada, así que pensáis que debe tener una buena razón para hacer una reunión a estas horas.

La oficina de Joanna tiene las luces encendidas y, deseáis con todas vuestras fuerzas que haya ido preparando algo de café. De repente, unos terribles gritos salen de la oficina, seguidos de un fogonazo y un estruendoso disparo que os pone en alerta.

Desde cierta distancia como estáis, veis como la puerta se abre y sale una silueta por ella, mezclándose entre la oscuridad de la noche. Comienza a correr con gran velocidad en dirección a las afueras del pueblo, dejando la puerta semiabierta.

El fogonazo aturde ligeramente a Dwigth, quien no se deja abrumar por la situación. Saca rápidamente su pistola y corre hacia el interior de la comisaría. Sabe que ya está viejo para una persecución a pie, y que debe dejar paso a los más jóvenes.

-¡Johnson! ¡Sparks! -vociferó. -¡Que no escape!

La orden trae consigo sentimientos encontrados. Lo último que desearía en este mundo sería perder a otro Larry Finnegan u otra Laura Powers. 

La comitiva que formaba el grupo de investigación de camino a la oficina de la sheriff parecía dirigirse más a un funeral que a una reunión de trabajo. Tal era el abatimiento general por el cansancio y la frustración por no encontrar el modo para atar los cabos sueltos que cada vez eran más numerosos.

Más vale que lo que nos tenga que contar Baker arroje un poquito más de luz a todo esto, porque...

Las reflexiones de Selina son interrumpidas por los gritos provenientes del interior de la oficina y el fogonazo seguido por el estruendo inconfundible de un disparo. Una figura poco clara sale por la puerta y huye a toda velocidad del lugar. Su reacción es instintiva, tanto, que sucede en paralelo a las instrucciones de Dwight. Escucha su orden en el mismo instante que arranca a correr tras la figura desconocida que está intentando huir delante de sus propias narices.

En el interior de la oficina encontráis el cuerpo sin vida de la Sheriff Joanna Baker tendido en el suelo sobre un charco de sangre. En su mano aún humea la pistola que usó para defenderse.

La figura huye a toda velocidad. Incluso podríais decir que demasiada velocidad. Arrancáis a correr pero está claro que a pie va a ser poder alcanzarlo antes de perderlo de vista por la carretera por la que huye.

Todo sucede tan repentinamente que mi cerebro ni siquiera tiene tiempo de pararse a pensar qué ocurre y mi sistema precognitivo toma la iniciativa para hacerme actuar por entrenamiento e instinto en lugar de hacerme consciente de lo que mis ojos ven frente a mí: el cuerpo tendido de la Sheriff.

Me inclinio hacia ella y mi mano va directa al cuello buscando un pulso que no existe para, acto seguido, analizar en detalle el cuerpo y la causa de la muerte.

No tienes la menor duda: el asesino es el mismo que el de las víctimas anteriores. Una afilada hoja curva a rajado el cuello de Joanna Baker, y hebras de paja están diseminadas por doquier.

A pesar de arrancar en aquella frenética carrera, su intento por alcanzar a la figura desconocida que estaba huyendo parece que va a ser del todo imposible. Cada vez está a más distancia y apenas es ya un borrón divisable a lo lejos. Mira de refilón, con aire frustrado, al agente Johnson, que corría junto a ella.

-¡Mierda, no llegaremos a cogerlo! Deberíamos volver a la oficina con los demás.

Tal vez podamos ser más útiles en la oficina, sea lo que sea lo que Dwight y Sullivan se hayan encontrado allí...

Sus peores temores se habían confirmado. Desde que la sheriff murmurase aquellas palabras, "creo que he cometido un error", Dwigth había temido que jamás lograsen saber a qué se refería Joana Baker con ello. 

Aquel espantapájaros se les había adelantado. Se había visto obligado a actuar de una manera tremendamente temeraria. De hecho, y a juzgar por el humo que salía de la pistola de la difunta sheriff, se había arriesgado hasta el extremo de perder la vida. 

Dwigth avanzó por la sala, con la mirada en todos los sitios, pero especialmente en el suelo. Ya sabía lo que iba a encontrar, pero no pudo evitar realizar aquel examen, que se había convertido ya en una especia de macabra rutina.

El suelo está cubierto por hebras de paja, y sobre el escritorio de Joanna, las llaves del coche.

Los agentes Sparks y Johnson entran apresuradamente al interior de la oficina.

¿Qué demonios le pasaba? Tal vez la falta de sueño debido a las pesadillas o tal vez la tremenda tromba de agua que se había echado a las espaldas rodeando la casa del doctor le había impedido perseguir aquella sombra escurridiza.

Su mente le fustigaba sin piedad mientras corría junto a Selina hacia el origen del disparo. Solamente les faltaba una nueva baja en sus filas.

Esperaba que la sheriff se encontrase bien, y también Fred, aunque menos...

Dwight controlaría la situación, estaba tranquilo. Aunque esa tranquilidad no impidió que desenfundara su arma reglamentaria antes de entrar en la oficina.