Mapa dibujado por David Llorente.
Cita :
El cultivo de maíz se remonta a varios cientos de años atrás, llegando hasta los tiempos del viejo oeste. Importado de Centroamérica, pronto encontró unas tierras ricas en minerales en las que el maíz agarró con fuerza. La calidad de aquel maíz fue tal que rápidamente la exportación a otros estados se convirtió en su principal riqueza, y atrajo a muchas personas con ánimos latifundistas. Pero pronto quedó patente que esos ánimos no iban a ser recompensados.
Ashville está situada en una zona rocosa, lo que hace que las tierras cultivables se vean reducidas a su mínima expresión. Las gentes que acudieron para empezar una nueva vida tuvieron que emigrar al poco tiempo, ya que las pocas tierras que iban quedando eran cada vez más inútiles para el cultivo, y su precio iba en aumento ante la demanda. El subsuelo del pueblo, al principio tan óptimo para el cultivo, se agotó con relativa rapidez, y el coste de su mantenimiento hacía muy cara la producción. Lo que podría haber sido una fuente de riqueza para el pueblo se convirtió en un exilio masivo, ya que las tierras cultivables que quedaban pertenecían a poderosas familias que practicaban una moderna tiranía con los que las quisieran trabajar, así que el pueblo fue languideciendo poco a poco mientras Norteamérica seguía avanzando.
Tras el 29, cuando todo el país estaba intentando superar la bancarrota que le había azotado, Ashville vivió un pequeño renacer. Gente de las ciudades llegó buscando una vez más una nueva oportunidad, y la población aumentó con nuevos comercios y servicios que jamás antes se habían visto por allí. Las grandes familias vieron mermado su control sobre la población al haber más oportunidades laborales, a la vez que algunas de las más antiguas tierras eran vendidas por sus rancios dueños, que no podían mantener más unos cultivos que producían tan poco. Todo esto derivó en una rivalidad entre los lugartenientes que quedaban y el resto de habitantes que se transformó en un paulatino aislamiento de los primeros en sus fincas.
Pero este renacer cayó rápidamente de nuevo cuando la Segunda Guerra Mundial obligó a cambiar gran parte de la economía estadounidense. La nueva economía de guerra obligó a numerosas familias a trasladarse a las ciudades para trabajar en las nuevas fábricas de la industria, dejando tras de sí un pequeño pueblo que no comprendía, ni quería hacerlo, los nuevos tiempos.
Desde entonces, Ashville prácticamente se ha mantenido gracias a las mismas familias que han vivido allí desde siempre. Esto ha creado un pueblo donde todo el mundo se conoce y donde las disputas y rencores familiares duran generaciones.
Hace unos cuarenta años Ashville aumentó una vez más su censo gracias a los rumores de un posible yacimiento minero de mercurio, pero resultó ser ínfimo y en una década se agotó. Muchas de las familias que se quedaron lograron asentarse dedicándose a otras cosas, como el cultivo a pequeña escala de las tierras que los éxodos anteriores habían dejado despobladas.
Y esto nos lleva a la actualidad. Una población minúscula del oeste americano, con un difícil equilibrio económico y una población que tiende a decrecer, con viejas rivalidades interfamiliares y una juventud que se plantea su futuro en tan duro entorno.
O que ni siquiera se lo plantea.
-Glenda Norn, "Un esbozo de Ashville", artículo publicado en el National Geographic correspondiente al mes de octubre de 1989.
Texto vilmente fusilado del módulo.
La comisaría.
Residencia de James Elmore (escenario del primer crimen).
La de Elmore es una vivienda modesta y relativamente pequeña en comparación con el terreno de la finca que ocupa. Sólo consta de un piso y una segunda planta abuhardillada. Hace tiempo que necesita una mano de pintura y las maderas del porche están ennegrecidas en algunos puntos. La cerca de madera que rodea la casa por tres de sus cuatro costados está en idéntico estado. Por la parte de atrás hay un seto bastante alto, más de metro y medio. Tras él se alcanzan a ver terrenos de cultivo, con los altos tallos de maíz meciéndose al viento. En la casa de al lado viven los Smith (padres de Taddy Smith).
Rancho Familiar Simpson.
El Rancho Familiar Simpson hace honor a lo que se espera de él. Nada más entrar el visitante es golpeado por el denso aroma de la carne a la parrilla, no importa a que hora entre. Casi se puede respirar el colesterol en el aire.
El local de Simpson es un negocio próspero y atrae a muchos visitantes de los alrededores. La decoración da al local un toque rústico y vaquero: banderas de la Confederación, fotografías en blanco y negro de auténticos cowboys, cornamentas de ganado, ruedas de carro, trofeos de rodeo, alguna silla de montar y todo tipo de enseres curiosos.
El interior se divide en una barra de bar, con los inevitables parroquianos bebiendo sus cervezas, y una amplia zona de mesas para comer. La comida no es variada ni sofisticada, pero es de buena calidad.
Un dibujo de vuestro coche, para que os hagais una idea.
La granja Hill.
La granja Hill se extiende al oeste del pueblo. Se accede a ella por un camino rural, sin asfaltar y cubierto de hierba, que se abre paso por entre los campos de maíz.
La finca es realmente grande, con amplios terrenos de cultivo extendiéndose alrededor de la casa. Sin embargo, todos ofrecen un aspecto decrépito; el maíz crece descuidado y débil, asediado por las malas hierbas. Parece que hace tiempo que nadie cuida esas tierras como es debido.
La granja propiamente dicha es grande, cuenta con dos pisos y tejado abuhardillado, pero también se encuentra en un estado ruinoso. Un granero cercano tiene el techo literalmente hundido. Los aperos de labranza y otros objetos yacen dispersos por el suelo, oxidados y rotos. El abandono es total y en el aire se respira decadencia y decrepitud.
La casa de huéspedes.
La casa de huéspedes de la señora Norm es, probablemente, uno de los edificios más antiguos que aún se conservan en pie. Su fachada es de corte claramente colonial, con un amplio porche y tejado abuhardillado. La casa cuenta con dos pisos muy amplios, aunque la finca donde se alza es muy pequeña, con apenas un poco de césped rodeando el edificio.
A pesar de su evidente antigüedad, la casa está en un perfecto estado. Lo mismo sucede con el interior. Todo el mobiliario es anticuado, pero se nota que es de gran calidad y está cuidadosamente conservado.
Lo que más destaca son los cuadros y las fotos, tanto en blanco y negro como en color, que cubren cada pared y cada estante. Hay retratos, fotos familiares, paisajes o instantáneas de la vida cotidiana, que parecen abarcar al menos dos siglos de historia familiar.
El despacho de la señora Norm está presidido por un elaborado tapiz. En él se puede reconocer su casa, alzándose solitaria sin ninguna otra vivienda a su alrededor. Frente a la puerta aguarda un coche de caballos y al fondo se adivinan graneros y figuras trabajando en los extensos campos de maíz que rodean la casa.
En la planta baja, además de dependencias privadas donde los huéspedes no tienen acceso, se encuentra el comedor, la sala de estar y la biblioteca.
La segunda planta está formada por un largo y amplio pasillo en forma de "L". A lo largo de él se distribuyen siete puertas. Una de ellas da al baño común, el resto son habitaciones (cada una de ellas cuenta con su propia cerradura).
Al igual que el resto de la casa, las habitaciones tienen un aspecto anticuado, pero limpio y ordenado. El mobiliario es modesto: la cama con una mesita de noche junto a la cabecera, un armario ropero de madera, un escritorio con su silla y poco más. No hay televisión ni teléfono.
Las normas de la casa.
Las comidas se sirven en el comedor a las ocho de la mañana, la una del mediodía y las siete de la tarde. La casa se cierra a las diez de la noche. La señora Norm es muy estricta con los horarios, aunque puede adaptarse a las necesidades de sus huéspedes siempre que se le avise con suficiente antelación.
Ante los comentarios de Salina, y en atención a vuestra labor, la señora Norm os ha entregado una llave de la casa (de momento la tendrá Salina) para que podáis acceder libremente si llegáis tarde. Así y todo, os ruega que en esos casos hagáis el mínimo ruido posible.
La señora Norm es muy respetuosa con la intimidad de sus invitados, nunca entrará en una habitación sin avisar previamente. Del mismo modo, espera de sus huéspedes que no anden fisgoneando por las zonas no comunes. También espera de sus huéspedes una conducta ordenada y discreta.
El alojamiento asciende a 50 dólares por noche, lo que incluye las tres comidas y servicio de lavandería.
Consulta del doctor Stevenson.
Está situada en el primer piso de uno de los pocos edificios de viviendas del pueblo. Hasta donde habeis visto se trata de una habitación con el piso y las paredes azulejadas. No se puede decir que estén sucios, más bien deslustrado, hace tiempo que perdieron el brillo original. El mobiliario también tiene un aire anticuado: una mesa para pasar consulta, una camilla, un archivador y unos armarios acristalados con instrumental y medicamentos.
JOSHUA TREE
Es lo más parecido a una ciudad que se puede encontrar cerca de Ashville (aunque para vosotros no es más que un pueblo grande). Esta a casi una hora en coche y es el equivalente a una capital de municipio (entre otros servicios cuenta con juzgado, central de policía, centro médico y periódico local).
Residencia de Robert Bale (escenario del segundo crimen).
El chalet de Bale se encuentra fuera de los límites del pueblo. Se nota que es la casa de alguien de ciudad porque, al contrario que las casas rurales, tiene una alta verja rodeando la finca. Su aspecto también recuerda más a un chalecito o casa prefabricada que a las viviendas rurales típicas de la zona. La verja tiene dos accesos: una puerta peatonal y, a su lado, un portón para el coche. Ambas están correctamente precintadas.
El césped rodea toda la casa y en la parte de atrás hay un jardín pequeño pero bien cuidado. Es aquí donde encontraron el cadáver de Bale.
En realidad la verja debería ser más alta y metálica, pero la foto servirá como referencia.
Iglesia
Es un sencillo edificio de madera situado en la plaza del pueblo, con su campanario elevándose por encima de los tejados. El interior es pequeño, poco más grande que una capilla, y está formado por dos hileras de bancos, con un modesto altar y una cruz al fondo. La luz interior es mortecina pero acogedora. Su silenciosa atmósfera, con olor a cera de velas, incienso y madera vieja, infunde sosiego y tranquilidad.
Otros PNJs
Actualizado. Creo que mayormente ya están todos los pnj con los que habéis tenido contacto.