— ¡Buenas noches! —contestó Diego mientras jugaba con una de las frutas que habían sobrado—. No creo que tardemos mucho más en retirarnos nosotros. Desde luego, sería lo más sensato teniendo en cuenta el camino que nos queda por hacer mañana.
Sin duda, ésta cena había estado cien veces mejor que la del día anterior. Al fin me sentía satisfecha y un poco entusiasmada, tal vez este sería el comienzo de una mejor vida.
Con un gesto de mano y un "que descanséis", respondí a los que ya se encontraban dormidos. Me tumbé en el césped mirando hacia el cielo, con los brazos apoyados en el vientre. Miraba las estrellas y reflexionaba sobre lo vivido y esperaba de ésta forma, caer en un profundo y tranquilo sueño.
Al poco rato Diego se tumbó plácidamente, utilizando su zurrón de almohada, y cayó dormido.
En realidad finjo dormirme, esperando a notar que el resto se hayan dormido (por sus respiraciones y su quietud) para ver si encuentro mis cosas en alguna mochila, como por ejemplo la de Oriol.
Lázaro se queda mirando las ascuas del fuego una vez se ha saciado, en un momento va a un lugar apartado a vaciar la vejiga y después da una vuelta por el campamento. Agarra una de las piezas de frutas sobrantes y se la da a la yegua.
Al rato reaparece en el campamento.
-Chicos pienso que no deberíamos ser tan confiados y montar guardias antes de dormir, si queréis yo hago la primera, pero después despierto a alguien y me echo a dormir.
Tras decir esto agarra el hacha y se sienta junto a un árbol un tanto alejado de sus compañeros con el arma apollada en el hombro. De repente saca sus tabas y se pone a jugar calculando las posibilidades infinitas del invento. De cuando en cuando echa miradas al campamento y a su alrededor
—Esta bien—dijo Diego medio dormido—. Despiértame para la segunda guardia.
Oriol, donde guardas las movidas que le robaste al clérigo?
Lo necesito rápido
Detalladme los turnos de guardia, y pasamos a la siguiente escena, de momento va Lázaro primero y luego Diego.
Aún no me dormía y Lázaro tenía razón -si me quedo dormida, despiertame para la tercera ronda- cerré los ojos, con suerte me dormiría pronto.
Las guardo en los bolsillos traseros.
A pesar de que no tienes mayor problema para revisar los equipajes de los demás mientras dura tu guardia, no encuentras tus pertenencias en ninguna de las mochilas o petates.