Serge volvió en sí, había reentrado en la realidad y, tras lo que pareció una eternidad, sintió que podía recobrar el control de lo que pasaba a su alrededor. Lo primero que llamó su atención fue la calidez que sintió en su mejilla, su mano instintivamente fue hasta ella, desatando un fuerte recuerdo familiar que se había privado de rememorar por tantos años hasta el punto de que revivirlo provocó que algunas lagrimas brotaran de sus ojos de manera irrefrenable. No le cabía la menor duda de quien lo había salvado, pero era incapaz de saber como algo así podía ser posible.
Observó a su alrededor, aún sostenía el extraño orbe rojizo en su mano izquierda y se encontraba de pie sobre una extraña plataforma de roca basáltica en la cual se habían grabado runas de color verdoso. No había rastro de Engra, ni de Parsian, Candance o Maverick, de hecho, si siquiera estaba en la torre. Aquella habitación era mucho más pequeña que la sala del hechicero, se trataba de un estudio mucho más modesto compuesto por varias estanterías repletas de libros, una mesa sobre la que había lo que parecía haber un diario abierto por la última anotación y una puerta doble de madera cerrada, él se encontraba en el centro con todas sus pertenencias aún encima y sin saber que hacer a continuación.
Aún consternado, Serge trató de encontrar un mínimo de sentido a todo aquello leyendo el registro de la última publicación del libro que había sobre la mesa.
En la esquina superior no había una fecha, en su lugar solo aparecía un día de entrada, en este caso "Día 748" el trazo con el que estaba escrito perfecto, al punto de llamar la atención al pícaro, parecía como si las cifras y las letras hubieran sido hechas usando una plantilla. Pero esto era un detalle mínimo, por ello prosiguió su lectura:
"Se me acaban las ideas, por más que lo he intentado, no he encontrado ningún escrito ni idea sobre como sellar la Anomalia. Maestro no me dejó información suficiente para crear nuevos centinelas completos y los que quedan apenas pueden ser reparados, mi tiempo se acaba y mi única esperanza es dar suficiente tiempo a Gnorflin para que él encuentre lo que yo no he sido capaz de hallar. Si tan solo hubiera logrado dar con alguno más de los Guardianes, Gareth desapareció tras la fisura, Lucien partió en su misión y Javert y Elodie se esfumaron sin dejar rastro alguno que seguir.
Mañana haré los preparativos para dejar lo mejor que pueda a la guarnición y tras ello partiré a la Isla de Cristal, una apuesta desesperada pero es la única que me queda. Si no logro volver espero que mis escritos sirvan de guía a quien los encuentre.
Si tú eres ese del que hablo, encontrarás la llave de este lugar sobre el cofre a la derecha de la puerta, mientras la portes contigo, podrás acceder a todas las salas de este puesto de guardia y regresar por la puerta, pero te advierto, la Anomalia no es baladí, mientras no sea sellada podrá ser usada por las abominaciones como punto de acceso a nuestro mundo y acabarán por consumirlo. Espero que tengáis éxito donde yo no lo tuve y de este modo redimáis a Maestro por el pecado cometido."
Demasiadas cosas en demasiado poco tiempo. La pierna de Engra, Parsian perdiendo el juicio, aquel demonio... Serge tuvo que apoyarse en una pared cuando sintió que sus piernas comenzaban a flaquear. Sus compañeros estarían con toda seguridad muertos, incluyendo a Maverick y Candance. Ni siquiera el paladín sería rival para aquella cosa. Y eso hizo que el ladron se diera cuenta de lo que habían hecho en realidad. Habían condenado al mundo. Habían liberado a una criatura que desataría el caos y la muerte allá por donde pasara. Y la vía que había elegido él para salvarse había sido la del cobarde.
¿Y dónde estaba ahora? No en aquella torre en ruinas, desde luego que no. ¿Cómo diantres había llegado allí? Entonces fue cuando realmente fue consciente de lo que había pasado. Había sido salvado. Por ella.
-No voy a rendirme, maman.
No sabía cómo había pasado, pero era innegable que su madre le había sacado de aquel abismo extraño en el que el orbe rojo le había metido. Y gracias a eso se había librado del demonio y de una muerte cierta en sus garras. Lo sentía por Engra, Parsian, Candance y Maverick, pero de haberse quedado sólo habría sido otra baja. Tal vez en ese lugar pudiera encontrar una manera de volver y sellar de nuevo a esa bestia maligna. Tal vez...
Lo primero que le llamó la atención fue aquel libro casualmente abierto encima de una mesa. Los libros que se dejaban así, siempre eran una invitación a leerlos. Y vaya, que jugosa información que obtuvo el ladrón de entre sus páginas. Al parecer el autor de ese diario, porque parecía a todas luces un diario, se encontraba también en su misma tesitura. La anomalía... Quizás ese era el modo que usaban los demonios como aquel para aparecerse en su mundo. Sellándola, quizás debilitaría o incluso aniquilaría a ese demonio.
-Merci beaucoup por la información, mon ami.
El ladrón guardó el diario en su mochila. Semejante fuente de información tenía que ser util a la fuerza. Y además... Estaba el detalle de que el nombre de su madre se encontraba entre los de aquellos citados por el autor del libro. ¿Qué papel habría jugado ella en todo esto? Ojalá llevar su sangre le diera algún tipo de ventaja en todo aquel espinoso asunto.
Con el diario a buen recaudo, el ladrón fue hacia el cofrecillo y se puso a examinarlo a base de bien, intentando detectar alguna trampa escondida entre sus bisagras y decoraciones. Ya había aprendido la lección con aquel hermoso cofre explosivo, no repetiría dos veces el mismo error. En cuanto pudiera abrirlo, cogería la llave y se marcharía a explorar aquel lugar. Ojalá se pudiera encontrar con seres amistosos por esos parajes...
Motivo: Buscar trampas
Tirada: 1d20
Resultado: 12(+8)=20
Buscar trampas porque no me fío un pelo... XD.
Y perdón por el megarretraso :3.
Extrañamente el pequeño cobre no pareció ofrecer resistencia de ningún tipo, al parecer finalmente había dado con alguien carente de ese recelo enfermizo de poner trampas a todas sus pertenencias. Por ello, lo único que Serge tuvo que hacer fue sostener el cofrecillo entre sus manos y abrir la tapa. Lo que allí encontró fue una gema, por el color seguramente se tratase de una esmeralda finamente pulida hasta darla una forma cónica, un tallaje extraño y poco práctico, pero según el diario aquella era la llave que precisaba para poder salir del lugar, así que la extrajo del interior y la posó sobre su mano.
En el momento exacto en el que hizo eso, la puerta que cerraba la sala realizó un sonido seco y acto seguido comenzó a abrirse como movida por una fuerza invisible hasta dejar claro lo que se encontraba al otro lado.