Partida Rol por web

El forjado llevó su puño al pecho de nuevo, tomando uno de los cuenxos - tu creador sea contigo - dijo a modo de agradecimiento, aunque él no comía, el monje no pareció percatarse de ello, bien por LeBlanc quién tendría doble ración.

Haciendo caso al hombre el forjado comenzó a caminar sin un rumbo concreto. Quería probar algo.

- me gustaría acceder un instante al subsuelo, allí la interferencia en mis sensores no ocurría, no hablo de viajar por el oscuro empedrado, habló de revisar la dirección a seguir, antes de caminar sin rumbo.

Para 1001 mencionar la interferencia que tenía como si fuera algo obvio se justificaba no sabiendo que los seres vivos no disponían de sensores. Cargaría con el bol hasta que Serge acabará el suyo y se lo entregaría.

 -Agradecemos vuestro sacrificio, bon monsieur.

Dicho aquello, el ladrón recogió la manta y se marchó de allí junto con 1001. Aunque el patio seguía helándole la sangre en las venas con aquellas horrendas estatuas, el ambiente en la calle era bastante diferente ahora que el sol comenzaba a asomarse tímidamente por entre los edificios. ¡El día comenzaba y eso significaba nuevas oportunidades para ellos! Como por ejemplo, comerse esa deliciosa sopa que el monje les había dado.

 -Mil gracias monsieur. Espero que los dioses de la fortuna os sonrían durante toda la vida.

Con los cuencos de sopa en las manos, se alejaron un poco del templo antes de empezar a tomársela. Bueno, Serge empezó a tomarse la sopa, ya que 1001 al parecer no tenía la necesidad de comer tampoco. En cuanto acabó con uno de los cuencos, tomó el otro para bebérselo también, esta vez más despacio. Acabaría con el estómago repleto, pero no le importaba lo más mínimo. Y mientras comía, su compañero le pedía volver a cierto lugar.

 -¿Las alcantarillas?

Bueno, quizás sí que le importara acabar con el estómago repleto si iban a tener que bajar de nuevo al alcantarillado. Mecachis...

 -¿Necesitarás que baje contigo o te las podrás apañar en solitaire? Después de comer no es bueno bajar a un sitio que huele tan mal.

1001 vio como ambos cuencos se vaciaban y escuchó el comentario de Serge.

- me bastará un minuto, bajar comprobar ubicación y viajar en dicha dirección, la última vez vi bien la situación de "nuestro objetivo", pero aquí tengo interferencias, puedo bajar ubicar y subir, sería rápido por lo que puedes esperar arriba.

El ladrón asintió a las palabras de su compañero, satisfecho con su respuesta.

 -D'accord. Yo esperaré al lado de la boca de alcantarilla a que termines de rastrear. No obstante, no dudes que si llegaras a necesitar ayuda, bajaré de inmediato.

Aunque eso implicara un alto riesgo de volver a ver a su reciente almuerzo matutino.

    Sin mayor esfuerzo, la pareja logró encontrar una boca de alcantarilla por la que descender al subsuelo de la ciudad, a fin de cuentas ya conocían la ubicación de una de ellas relativamente apartada la cual no era, ni más ni menos, que la misma por la que habían llegado la noche anterior.

    El mayor problema que se encontraron fue el dar con el mejor modo para levantarla, no disponer de las herramientas apropiadas los hizo tener que valerse de varios intentos, aunque la fuerza del forjado sumada a la maña de Serge se complementaron para reducir el número de estos notablemente. De tal modo, en apenas media hora, 1001 ya se encontraba descendiendo por la escala dejando a su compinche vigilando los alrededores...

    ...Después de tan atropellada noche, 1001 casi encontró reconfortante el poder regresar a una zona tan parecida a la de su antiguo hogar, estaba más oscura y torpemente construida, al menos en comparación con el trabajo dejado atrás por el Amo, aunque exenta de aberraciones que tratasen de acabar con él y sus hermanos. Tras revisar los alrededores para así corroborar la ausencia de potenciales amenazas, pasó a activar sus sensores arcanos, los mismos que le habían permitido percibir con anterioridad la supuesta ubicación de los guardianes.

    Dos de los orbes eran aún visibles pero demasiado lejanos como para estimaciones exactas acerca de sus distancia y el rumbo a tomar para llegar a ellos, sin embargo, el tercero, aquel que los había llevado a decidirse a tomar aquella dirección empezó a ser detectado con una mayor nitidez conforme más tiempo pasaba en el subsuelo inmóvil. La interferencia seguía estando presente, de eso no cabía duda, pues sus sensores telemétricos parpadeaban y rugían con fuerte estática cada vez que intentaba orientarlos para obtener una exactitud precisa pero por lo menos ya era mucho mejor que la distorsión que hacía ilegibles las lecturas en el exterior.

    De tal modo, 1001 alcanzó a estimar que si tomaban una dirección norte nordeste norte* en torno a los diez kilómetros deberían de lograr hallar una ubicación bastante próxima a la de su objetivo.

    ...Observando desde el exterior Serge aún pudo prestar más atención al proceso en el que entraba aquella peculiar ciudad para dar la bienvenida al nuevo día, el olor lejano de los hornos que comenzaban a funcionar quemando leña para irse atemperando, el sonido de carromatos cargados de mercancías, un grito lejano de alguien llamando a un compañero rezagado para que lo ayudase a levantar su puesto, incluso alguna campana que alertaba de la llegada de navíos.

    Desde luego casi logró hacerle olvidar por completo lo pasado durante la noche anterior, aunque no estaba allí para relajarse, tenía que asegurar que el alguacil de turno no viniese alertado por dos extraños que anduvieran perturbando su ciudad o estar listo en el caso de que alguno de los encapuchados de la taberna no hubiese decidido rastrear sus pasos para darlos caza ahora. Sin embargo, nada de eso sucedió, al menos no antes de que se girase al oír a 1001 dirigirse de nuevo hacia la escalera.

   Y entonces fue cuando un destello lo hizo desviar su atención, estaba a escasos pasos de la boca de la alcantarilla, algo pequeño encajado entre el ínfimo espacio que separaba los adoquines, una carta, pero no una cualquiera. Su intuición lo llevó a pensar que algo así estaba a millas de poder pasar por algo fortuito y accidental, así que se aproximó a recogerla y tras superar la escasa resistencia que ofrecía, se encontró entre sus manos con algo bastante similar a un naipe de gran tamaño en el que había una ilustración un tanto peculiar:

    El dorso era nacarado representando un patrón un tanto peculiar y el motivo por el que había logrado captar su atención. Quien quisiera que hubiera dejado algo así allí o cuales eran sus intenciones de momento eran un misterio oculto.

Si pudiera, seguramente 1001 habría suspirado, no entendía el motivo por el que tenía aquellas interferencias pero le creaban cierta molestia, interferir en un don dado por su creador era casi un insulto hacia el mimoso. Pero no iba a quedarse en aquellos túneles por mucho tiempo, por lo que tan pronto como bajaba y se ubicaba ascendía del mismo modo.

Se encaró una vez arriba en la dirección que deberían seguir y habló - la distorsión persiste aunque con menos influencia abajo... No poseo una ubicación exacta - dibujó un ángulo de 45° con sus brazos en dirección Nord-nordeste, relativamente desviado en prioridad hacia el norte - 10 kilómetros aproximadamente, en un ángulo de 44,98° propongo iniciar la marcha, y recortar la distancia posible.

Con el estómago lleno, el ladrón se sentía bastante mejor. La ciudad se despertaba, haciendo que las peripecias de la noche anterior quedaran muy lejanas. Aunque sabía de sobra que no podía confiarse por ello. Mientras 1001 investigaba en las alcantarillas, Serge se dedicó a observar los alrededores por si acaso se les acercaban amenazas. Un destello llamó su atención. Era... ¿Un naipe? Uno muy extraño, puesto que nunca había visto uno como ese en toda su vida. ¿Qué significado tendría aquella carta? Parecía valiosa, por lo que se la guardó en un lugar seguro, evitando que se pudiera estropear. Si tenía algún valor en dinero, ya se encargaría de venderla.

Al poco, su compañero le avisó de que ya tenía un objetivo.

 -Tres bien, sal y vayamos hacia ese lugar. Fija el punto del objetivo, para no perdernos. Esta ciudad por desgracia me es más desconocida de lo que me gustaría a la hora de callejear por ella.

    Con un nuevo rumbo que tomar, el dúo tomó las calles decididos a seguir el rumbo marcado conforme a lo captado por los sensores de 1001 en las alcantarillas. Por desgracia, seguir rumbo y distancia por una ciudad no era algo tan sencillo como lo podría haber sido a campo abierto, edificios, callejones, recintos cerrados y los primeros tumultos de gente se les antojaron en su contra forzándolos una y otra vez a tomar rodeos en contra de lo esperado y dificultoso el no perderse.

    De hecho, en un momento dado, 1001 perdió la orientación cuando tuvo que detenerse en seco frente al murete de un caserón incapaz de estimar la distancia que les quedaría por recorrer o la dirección que tomar. Ocasión que ni pintada para que el pícaro sacase a relucir sus dones para moverse por un entorno urbano. Lo cierto era que la premisa de partida para realizar el viaje ya estaba lejos de ser la mejor salvo que hubieran optado por ascender hasta los tejados pero no era momento de lamentos, Serge se sentía extrañamente insuflado por una confianza que lo impelió a tomar el control, estando convencido de que a partir de aquel punto y por lo que llevaban recorrido, su objetivo no debía de andar muy lejos, dando media vuelta miró al cielo, ahora algo nubloso pero no lo suficiente para evitar reconocer la posición del astro rey y con ese dato en mente reabrió la marcha a sabiendas de que en pocos minutos llegarían a su...

    El callejón que debían de cruzar ahora llevó al pícaro a enarcar una ceja mientras que el forjado, que ya comenzaba a estar más acostumbrado a las reacciones de los seres de carne gracias a Serge, sintió la tensión que su acompañante experimentó. Aquí el aire resultaba más pesado y cargado a humedad a la par que se encontraba sumida en un silencio para nada halagüeño, sombras fugaces parecían esconderse tras las ventanas ante su presencia o tal vez por la de alguien más, el contorno de tres figuras comenzó a perfilarse al frente, estaba claro que aquello no era accidental, aquellos tres hombres les estaban esperando a ellos dos, aunque la distancia no permitía discernir con claridad sus intenciones. Si al final de la calle se encontraba su objetivo no les quedaría más remedio que enfrentarse a ellos de un modo u otro.

Tres personajes, 1001 no pudo evitar pensar en los que pretendieron cogerles con la guardia baja en la posada, sintió algo extraño en su pecho, no sabía explicar que era pero le hacía querer actuar drásticamente, no era la misma sensación que tenía cuando un engendro entraba en el territorio de su señor, 1001 había llegado a pensar que si no les atacaban aquellos monstruos deberían poder caminar por los túneles que custodiaban, pero en el caso de aquellos 3 era como si naciera un fuego en su interior que buscaba hacer maleable su metálico cuerpo, aunque con algún tipo de mala intención.

No había dejado de notar sensaciones que escapaban de su comprensión. Una voz en su interior susurraba que humanizarse era desagradable, pero no quiso hacer caso. Se agachó ligeramente como si preparara una carrera llena de "fuego" mirando directamente al que sería su objetivo.

Empotrar a uno de ellos en una pared, en una columna o contra la puerta, no le importaba, solo quería hacer que quien recibiera su cuerpo se arrepintiera de haberle cortado el paso. Sus pies y manos se clavaron por un momento en el empedrado - abriendo paso - dijo en un tono normal que quizás solo LeBlanc escucharía. Su rodilla se flexionó de manera ligera pero dejando clara la dirección de su carrera, sentía que solo así el viento de la carrera se filtraría en su interior apagando la llama que notaba y que creía inexplicablemente que se hayaba en su pecho.

Ya tenían el objetivo localizado, sólo restaba ponerse en marcha. Y, por las manos de Olidammara, ¡qué gusto el poder volver a encontrarse en una ciudad! Aunque fuera una como aquella, tan llena de misterios y malas vibraciones. Allí Serge estaba en su elemento, moviéndose por el pavimento de piedra y esquivando a los transeúntes que circulaban sin mirar mientras buscaban el lugar al que se dirigían. Y porque el pícaro quería llegar cuanto antes a su destino, que si no bien que le habría gustado entretenerse a robar unas cuantas bolsas de monedas mezclado entre la multitud. Pero ya habría tiempo para eso más tarde.

Sin embargo, la sensación de feliz nostalgia que sentía Serge recorriendo la urbe se terminó al llegar a lo que parecía ser el último callejón que les separaba de su objetivo. El pícaro no sabría decir muy bien por qué, pero el ambiente que había allí no le gustaba un pelo. Y no era sólo el ambiente lo que le ponía nervioso, sino que al pasar por allí Serge juraría que había decenas de ojos mirándolos a ambos. 1001 también debía de notar algo, porque parecía inquieto a su vez. Y luego estaban aquellas tres figuras que se les habían aparecido delante. Indudablemente eran problemas, se mirase como se mirase.

Al escuchar a su compañero Serge se apartó a un lado, dejando que 1001 se preparara para lo que parecía ser una carrera a toda potencia.

 -Adelante, mon ami. Ábrenos paso.