Partida Rol por web

-Escuchadme todos. La situacion es critica. El poder del Dvengar es enorme y solo ha accedido a liberaros de vuestro encantamiento porque hemos prometido solucionar esto. Dejadnos pasar y os prometo que nadie sera castigado excepto Orj y Kjari. Intentad detenernos y esta vez dejaré que Bjondir y su hacha se ceben en vuestra carne.

Los hombres miran como una loca Thyra cuando comenta lo del Dvengar, pero cuando comenta lo de la plata callan y cuando Herdis da su alegato, simplemente guardan sus armas y os dejan paso. Dejando un paseo de miradas asustadas y avergonzadas, suponéis que no esperaban que todo saliera así, a pesar de todo pase lo que pase, si los denunciáis y los expulsan del pueblo, esté se debilitara y si os calláis ¿Quien se puede fiar de gente tan codiciosa?. 

Tras volver sobre vuestros pasos llegáis hasta la salida de la mina, desde aquí podéis ver el humo de las casas ardiendo, si los hombres que han ido a cazar a los asaltantes solo se encontrarán a gente de Kjari, en una batalla fracticida.

Y a pesar de la reticencia de los mineros los dejaron pasar sin mayores contratiempos. Cuando por fin pudieron salir al aire fresco del exterior, Thyra se sintió mucho más relajada, sentirse encerrada en las profundidades de aquellos oscuros túneles sólo conseguían ponerla de mal humor. Pero lo que vieron allí fuera no era una buena noticia.

Los fuegos se extendían por las casas de la aldea y seguramente los hombres habrían entrado en pelea. Tenían que solucionar aquel contratiempo de una vez por todas y la mercenaria echó a correr hacia el pueblo con intención de encontrar al orfebre y sacarle a éste una confesión aunque tuviera que torturarle.

- Démonos prisa. Corred. -Gritó mientras sus pies se movían a toda velocidad.

El músicoo colgó su instrumento y su arco y corrió como si un grupo de draugar le pisara los talones. Su mente estaba repleta de imágenes de escenas vividas, de todo lo acontecido: marineros no muertos, un dvengar, traiciones...¿Que más les deparaba el destino?. Trató de ahuyentar los pensamientos que ensombrecía su corazón. Una mezcla de miedo, ira, angustia y cólera se entremezclaban para ocupar su corazón. Vamos, corre y no pienses, esto no ha acabado todavía.

Al salir de la mina el panorama no parecía haber cambiado. Seguramente las gentes de Vagn estaban intentando cazar a los mineros encantados, que supuestamente ahora no lo estarian y seguramente no se acordarian de lo que habian hecho. Si los habian cazado antes, estarian ahora en una batalla fraticida que no ayudaba para nada al pueblo. Habia que parar aquella posible masacre. Entonces a Bjondir se le ocurrió algo y a la par que salia corriendo junto a sus compañeros lo expuso.

- Es cierto que tenemos que cazar a Orj, pero tambien hay que parar la masacre que se avecina. Vecinos contra vecinos, eso no es nada bueno para la aldea. Se me ocurre que nos separemos. Que unos vayan a por Orj, como habiamos pensado y otros vayan a tocar el cuerno del puesto de vigia más cercano. Eso quizas consiga atraer a todos y quizas así paremos esta locura. - se tomo unos segundos para tomar aire, hablar y correr era difícil. - El problema es que no se como dividirnos. ¿Que pensais? - Sus palabras sonaban entrecortadas por el ritmo de la marcha que hacia que su enorme cuerpo botase con cada zancada.

-Creo que el Audun y Bjondir pueden ir a ver a Orj y Thyra y yo a buscar el cuerno. Los mineros habran perdido la locura, se habran vuelto razonables. Supongo que podre convencerlos. Os iria de ir a los dos guerreros juntos a por Orj pero, quizas las circunstancias nos sobrepasen a Audun y a mi si hay que ponserse físico.

Con la decisión ya tomada, se hacen dos grupos que pronto van a sus respectivos lugares para salvar cuantos más vecinos de una batalla que solo llevara a una batalla fracticida, por lo que Herdis y Thyra corren hacía la estructura que se utiliza como atalaya, cerca de la puerta principal, en tanto Bjondir y Audun se dirigen a la casa de Orj.

Tras unos minutos corriendo entre el hielo y el frío os encontráis en la puerta principal, allí al lado de la puerta se encuentra la pequeña atalaya que utilizan los guardias para avistar a los enemigos de la aldea antes de encontrárselos en las mismas puertas. Allí se encuentra un guardia que al fijarse os dice:- No tendríais que haber salido esta noche, hay saqueadores afuera y los hombres han salido a cazarlos. Esperad un momento y os abriré.- Se da la vuelta para bajar por las escaleras.

Tras un buen paseo, os encontráis cerca de la casa de Orj, os encontráis con que la casa de Orj esta en completa oscuridad, ni siquiera el fuego del hogar deja su voluta de fuego. Puede que se haya ido a dormir, o que haya pasado lo peor, al fin al cabo, todo el clan había enloquecido ¿No habrá pasado lo mismo con Orj?

Audun avanzó con cautela. Miró a su compañero a la espera de una reacción por su parte. Parece que no hay nadie en casa, pero no podía arriesgarse. Se alegró de tener al berserk a su lado. Desenvainó su espada y esperó la respuesta del guerrero que era más versado en esas circunstancias, al fin y al cabo él sólo sabía cantar y  sus aventuras se habían ceñido a un simple acompañamiento para ser testigos de hazañas para contar luego. 

Según se acercaban a la casa de Orj, Bjondir vio algo extraño, no había ninguna luz ni nada que hiciese ver que alguien estaba dentro despierto. Quizas Orj estaba durmiendo pero a Bjondir eso le parecio improbable. Bajo el ritmo de la marcha haciendo una seña al scalda para que hiciese lo mismo, aunque este ya lo hacia y siguieron acercandose con cautela y con un ritmo normal, como si no tuviesen prisa. Aprovechando ese ritmo, antes de llegar a la casa, le susurro a Audun.

- Debemos proceder con cautela, no hay luces y eso no me gusta. Guarda la espada para que no parezca que venimos con malas intenciones. Intentaremos engañarle con algo para que salga él por su propio pie y entonces ya fuera le atrapamos. ¿Se te ocurre algo?

El bardo asintió. La verdad es que el guerrero tenía razón, no debían levantar sospechas. Así que guardó su acero co n cuidado de no hacer ruido y asiente con la cabeza.

- No sé que podemos decirle - Audun comienza a pensar - quizás podríamos decir que venimos de parte de Kjari.

El bardo tuvó una muy buena idea y así se lo hizo saber Bjondir.

- Buena idea, diremos que nos manda Kjari. - Y después de unos segundos pensando volvio a decir. - Además creo que debes hablar tú, eres más diestro en eso.

Justo cuando terminó de hablar llegaban a la puerta de Orj. Se acercó a esta y se hizo a un lado, para que el scalda llamase,  ya que si él hablaba seguramente Orj se pondría nervioso.

Y corrieron con todas sus fuerzas hacia la atalaya. A pesar del frío reinante Thyra sudaba copiosamente entre el esfuerzo y la tensión del momento. Cuando llegaron el hombre de guardia las dejó pasar.

- Hay que detenerlos. No son saqueadores, sólo son los mineros que han sido hechizados por un Dvengar. Ahora el hechizo se ha roto… Debemos detener la masacre. –Le explicó la situación al guardia mientras se dirigía hacia el cuerno que usaban para avisar a la aldea.- Hay que tocar el cuerno y que todos vengan hacia aquí, tenemos que explicarles la situación y lo que está pasando. Venga… no hay tiempo que perder.

Herdis subia ala torre saltando los peldaños de dos en dos.

-Haced lo que os dice! Tocad el cuerno! Tenemos que detener esta locura!

La atalaya, que de lejos parecia bajita, se le antojaba un monte nevado ahora mismo.

El scalda llama a la puerta de la casa, una pequeña cabaña de solo 2 habitaciones grandes. Pero nadie responde, sino que la puerta se abre de par en par con un chirrido siniestro. Parece que nadie hubiese atascado la puerta para que no entre el frío de la noche. La sala  donde está la cocina y salón de la casa esta completamente a oscuras, no puede ser que se hayan ido a dormir a esta hora, es demasiado pronto, ni siquiera está el olor de la comida o del humo. Al final de la sala hay una puerta que debe de llevar al dormitorio de la casa.

El muchacho se sorprende ante la mención del Dvengar, pero ante el apremio de las dos mujeres, decide de andarse con zarandajas y tocar el cuerno, que con un sonido vibrante se expande por todo el lugar. Quizás la falta de sueño y nervios le haya llevado a ser más complaciente, aunque puede que se este buscando problemas. 

Pronto veis en la lejania como vuelven las antorchas hacía el pueblo, que hayáis o no terminado con una matanza, eso solo lo pueden decidir los dioses...

- ¡Buenas, soy Audun! - el scalda comienza a ponerse nervioso, algo iba mal y los pelos de la nuca se estaban erizando - ¡Orj, me manda a Kjari, está ocupado en la mina  y me ha mandado a buscarte!

Aquel silencio sepulcral lo estaba poniendo realmente nervioso. Se aproximó a la puerta que supuestamente conduce al dormitorio y dio unos golpes a la madera con los nudillos.

- Orj, siento molestarte pero es urgente - volvió a llamar.

- Bien, lo has hecho muy bien. Tranquilo que no te va a pasar nada. -Thyra le dio unos golpecitos en la espalda animando al muchacho.

El reclamo había funcionado y ya los hombres regresaban para conocer qué nuevas noticias traía ese aciago día. La mercenaria se cogía el colgante que llevaba al cuello elevando una muda plegaria a los cielos pidiendo porque no hubieran sido demasiados los muertos esa noche.

- Herdis... ahora te tocará a ti hablar.

Herdis agarró una de las anotrchas de la cima de la atalaya y elevó su voz aguda, infantil, hasta el máximo de sus capacidades.

-AMIGOS! VECINOS! DETENED LOS COMBATES! LOS QUE NOS ATACAN NO SON INVASORES! SON TAN SOLO MINEROS ENAJENADOS POR UN PODER SOBRENATURAL PROVENIENTE DE LA MINA!

BJONDIR, AUDUN, THYRA Y YO HEMOS DESCENDIDO HASTA EL ESTOMAGO DE LA MINA Y HEMOS DESCUBIERTOEL ORIGEN DE LA LOCURA DE ESOS HOMBRES. LA LOCURA HA CESADO DE MOMENTO HASTA QUE ENCONTREMOS AL CULPABLE! EN ESTOS MOMENTOS BJONDIR Y AUDUN VAN A POR EL  Y PRONTO TODO HABRA ACABADO PERO AHORA OS PIDO A LUGAREÑOS Y MINEROS QUE DEJEIS DE COMBATIR Y UNAIS FUERZAS PARA LUECHAR CONTRA LOS FUEGOS, NUESTRO VERDADERO ENEMIGO!

IGNORAD MIS PALABRAS Y ESTAREIS IGNORANDO A LOS DIOSES MISMOS. ATENEOS A LAS CONSECUENCIAS...