Partida Rol por web

No te preocupes hermano, no hay nada que puedas hacer. Bastante harás ya defendiéndonos de los engendros tenebrosos pero, de igual forma te agradezco el ofrecimiento.

La noche empieza a caer sobre el poblado de los elfos, con tanta conversación casi no te has dado cuenta de ello.

Ahora si me disculpas hermano, tengo un pequeño asunto que atender. Si te parece bien nos veremos en una hora para cenar juntos.

Dicho esto Lory te deja en la soledad de su casa de paja.

 Decido salir y dar una vuelta por el poblado, buscando conocer al resto de mis hermanos elfos, y deseando que no se sientan intimidados conmigo, con la intención de charlar con ellos y saber más del Arl de estas tierras...

Sales de la cabaña para descubrir que todo el pueblo está afanado con la cena. Observas a las mujeres cocinando y a varios hombres acarreando leña hacia un montón mientras que otros empieza a encender un fuego.

Por lo que ves hoy a conejo a la parrilla. Descubres con ilusión que los elfos de ciudad no son pésimos cazadores. Hay varias mujeres que están despellejando alrededor de veinte o treinta conejos mientras los hombres se afanan en encender varios fuegos y colocar una especie de parrillas de madre. Para asar los conejos, supones...

 Me acerco a los elfos que están acarreando la leña y les pregunto, en tono amistoso:

 - Hola hermanos, ¿me permitís ayudaros, por favor?.

El grupo de Elfos te mira sonriente.

Por supuesto, cuantos más seamos mucho mejor, así acabaremos antes. Puedes empezar por traer aquella leña de allí. Te dice uno de los elfos mientras te señala varios cestos llenos de leña.

¿Eres un Elfo Dalishano, verdad? No solemos ver a muchos Dalishanos por aquí, ¿Qué te trae a Stenhold?

 Sonreí mientras me disponía a seguir las instrucciones que me habían dado:

 - Estaba viajando y he escuchado que aquí tenéis problemas con loe engendros tenebrosos, así que decidí venir a ofrecer mis servicios al pueblo como experto explorador. ¿Como es la vida por aquí?. ¿Muy dura?.

Los elfos, ante tus palabras, detuvieron un segundo el paso y casi pudiste apreciar una sonrisa en sus labios.

Querido hermano... somos elfos de ciudad, ¿qué esperas de nuestra vida? Seguro que tú tienes mil anécdotas que contar sobre tus viajes y sobre la vida lejos de la ciudad y el "trabajo duro", por contra nuestra vida se resume en tratar de conseguir comida para mantener a nuestra familia y, en el mejor de los casos, recibir unas monedas por nuestro trabajo...

Uno de ellos te mira y te dice:

Seguro que las monedas de tu bolsa podrían alimentar a toda nuestra comunidad durante un mes o dos...

Después, como si reflexionase sus palabras, se detiene y te dice:

Hermano, no tomes a mal mis palabras ni pienses que queremos tu dinero o tu caridad, simplemente quería exponer cuán duras son nuestras condiciones. Afortunadamente hoy ha sido un buen día y los lazos que hemos puesto nos han proporcionado una buena cena.

Pero... dejemos de hablar y terminemos con la leña, así podrás probar lo bien que cocina nuestra aldea. El menú de hoy... Conejo con patatas asadas.... se me hace la boca agua.

Con rapidez terminaís de transportar la leña y tus hermanos y tú or dirigís al calor del fuego y, por supuesto, al calor de la cena...

A pesar de su extremada pobreza los vez felices y tu mente casi parece recordar aquellos tiempos en los que te sentabas en la hoguera junto a tu familia y tus amigos...

 Mientras observaba a la gente comer y hablar entre ellos, de manera amistosa y alegre, pese a su dura vida, no puedo evitar que en mi rostro se dibuje una sonrisa triste, recordando lo parecida que era esa vida en mi tribu, aunque nosotros teníamos la ventaja de ser libres y no servir bajo los caprichos de un ami humano.

 Entonces me fijé en una niña elfa, que me observaba con curiosidad, muy cerca de mí. Había mucho de ella que me recordaba a mi hija más pequeña, así que no pude evitar sonreirle, mientras le preguntaba:

 - Hola, ¿puedo ayudarte en algo, pequeña?.

La niña miraba con timidez, cuando te acercas se pone terriblemente nerviosa. No es que le des miedo pero sí compruebas que es una niña tímida, de esas que se esconden bajo la falda de su madre cuando un desconocido se acerca a ella.

De repente y sin saber cómo, te encuentras rodeado de niños que te sonríen y miran tus armas con curiosidad.

¿Eres un guerrero verdad? ¿Porqué no nos cuentas una historia? Seguro que sabes muchas...

 Les dediqué una sonrisa a los pequeños, mientras accedía, si poder remediarlos, a sus ruegos:

 - Vale, sentaos por favor. Os voy a contar algo que me pasó en mi juventud, en el que iba en un grupo de caza. Yo iba con mis compañeros, siguiendo el rastro de una presa, cuando nos encontramos con el de un feroz grupo de bandidos, que se disponían a atacar a una caravana formada por familias humanas y elfos, que iban en busca de un lugar mejor para vivir. Entonces nos situamos en lugares estratégicos y atacamos, sorprendiendo a los villanos, contando con ayuda adicional de los guardias de la caravana. Yo tuve que vérmelas con el jefe, un gigante de casi tres metros, armado con una enorme hacha, al que logré herir primero con mi arco y finalmente, tras recibir un corte suyo con su arma, logré abatirlo con mi espada, tras una feroz batalla. Tras el combate, el jefe de la caravana nos expresó su agradecimiento y nos dio algunas pieles como agradecimiento, tras haberles guiado por un sendero seguro hasta su destino...

 Tras terminar la historia, miré a los chicos, esperando su respuesta.

Los niños empiezan a reir y a divertirse con tu historia. Algunos incluso están con la boca abierta, totalmente fascinados...

Cuando terminar empizan a aplaudir y a girar a tu alrededor.

Otra, otra, por favor...

 Sonreí a mi pesar:

 - Está bien, solo una más y a cenar, que luego vuestros padres se enfadan conmigo... Una vez, mientras estaba cazando en solitario, me sorprendió una repentina tormenta y tuve que refugiarme en una pequeña cueva... El problema es que la araña gigante que vivía ya en ella no le gustaba tenerme como compañeros de vivienda y si como cena, así que tuve que luchar por mi vida. Fue una pelea dura, en un lugar carente de espacio para maniobrar, donde blandía como podía mi espada, tratando de mantenerla a raya, en ocasiones estando a punto de morderme y inocularme su veneno. Finalmente, logré conseguir la suficiente distancia entre los dos para usar mi arco y disparar mi flecha justo entre sus fauces, logrando el tiro mortal que me salvó la vida.

 Recordaba la cantidad de veces que les había contado esta vieja historia de caza a mis propios hijos, esto era casi como si volviera al pasado...

Los niños saltan y corretean a tu alrededor, están encantados contigo y sus padres te miran y sonríen, en agradecimiento por tenerlos entretenidos. Justo cuando terminas de contar tu historia uno de los padres te invita a sentarte en el fuego.

La cena está lista!!!!

La velada es extraordinaria, la gente del lugar te acoge con cariño. Hacía mucho, mucho tiempo que no comías alrededor de una hogera con gente charlando, riéndose y disfrutando. Has pasado tanto tiempo sólo que casi te habías olvidado de esa gratificante sensación de hogar y familia. Una familia que ya no tienes...

Tras la cena, Lory, educadamente te invita a su casa de paja donde logras conciliar el sueño rápidamente. La noche pasa y da lugar al día. Te gustaría decir que era una mañana soleada y calurosa pero, no es así... La lluvia ha vuelto a Stenhold y lo que es peor, se hacerca una gran tormenta. Lory te invita a desayunar lo cual agradeces profundamente...

Una vez terminado el desayuno, te das cuenta de que hoy es el día en el que te citó Alenka en el patio de armas del Castillo de Stenhold, un patio que tienes a escasos 5 minutos de tí.

 Me dirijo a Lory y le digo:

 - Tengo que atender un compromiso, pero espero volver luego. Hasta entonces, gracias por tu hospitalidad.

 Le dedico una reverencia y voy al lugar de la cita.

Caminas hasta la entrada del castillo de Stenhold. Los dos guardias te miran pero no te impiden el paso, por lo visto o no los importa que entres o bien ya sabían que ibas a llegar.

Como fuera, accedes al patio de armas y esperas pacientemente sentado sobre un barril.