Partida Rol por web

 - Yo pensaba seguir viajando... Tal vez me una a los Guardas Grises o busque a una tribu Dalishana que me acepte, ¿y tú, Lanalla?. - Pregunté.

- ¿Yo? Pues... no sé, supongo que seguir viajando. -Aparte del poco dinero que le había dado su familia nunca había conseguido tener tanto así que hasta ese momento no se había preguntado qué iba a hacer con él cuando lo tuviera.

Tendría que buscar a alguien que le enseñara a comprender y manejar sus poderes pero eso no lo podía decir a sus compañeros. Y sobre todo tendría que alejarse del Círculo y de sus templarios.

Se acerco a Lanalla, y le susurro para que solo ella la oyese -¿Oye porque no te unes a Lindel? es de los tuyos y es muy.... guapo ¿no crees? además parece que le interesas bastante- le sonrió

 - Podríamos viajar juntos los dos, si quieres... - Le propuse a Lanalla. Tal vez le gustase viajar con un hermano dhalisano...Además, ella me hacia sentir cosas que ya pensaba que no volvería a sentir nunca más y no quería separarme de ella tan pronto.

Se sonrojó al escuchar el comentario de Unathe, no sabía qué responder a lo que le decía ni siquiera se había parado a pensar en ello pero cuando Lindel le propuso hacer el viaje juntos entonces las palabras de la elfa cobraron otro sentido.

Sopesó por unos instantes si aquella sería buena idea sobre todo sabiendo que ella corría el continuo riesgo de ser perseguida por apóstata, pero desde que había tenido que abandonar a su clan se había sentido muy sola y poder seguir su camino en compañía de alguien siempre estaba bien.

- Podría ser... quizás esa no es una mala idea. -Su voz temblaba ligeramente.

Sonrió ampliamente, le encantaba tener razón y más en ese tema, pues parecía que Lanalla no debía estar sola, aunque estaba claro que ya tenia compañía, y muy buena.

Miro a Colban -¿y tu grandullon?- dijo dejando de lado a los tortolitos, ya no necesitaban más ayuda.

Colban se encogió de hombros como respuesta a Unathe. No tenía mucho que decir. Seguramente utilizaría el dinero para comprar algún arma mejor o algo que mejorara su eficiencia como mercenario, porque al fin de cuentas eso era lo que hacía Colban.

Se mantuvo callado. Esperaba que el gesto y la expresión de su cara consiguiera satisfacer la curiosidad de Unathe.

El viaje a Stenhold transcurre sin ningún tipo de incidente. El grupo, con Alenka a la cabeza, aprovecha para charlar de temas banales como qué harán cuando cobren el dinero del trabajo realizado y si se van a unir para formar grupo juntos sin que, por el momento, se haya tomado una decisión en firme.

Stenhold aparece a la vista de los personajes justo cuando el sol está acabando su trabajo diario y la luna asoma, tímida en el horizonte...

Por suerte para los personajes ni siquiera la caída de la noche hace que éstos se encuentren con ningún engendro tenebroso o peligro.

Una vez en Stenhold se les proporcionan varias habitaciones donde pasar la noche.

El Arl les recibirá por la mañana.