Partida Rol por web

Tras escuchar a mis compañeros de viaje no puedo por menos que sopesar las razones de unos y otros. Quizá sea ya una costumbre profesional. Pero lo que me decide a hablar no es nada profesional.

Agachando la cabeza pensativo permanezco unos segundos en silencio antes de expresar mis pensamientos.

Normalmente estaría de acuerdo con el doctor y con el señor Gently. De hecho me encantaría entablar un acalorado debate con el jefe McNee sobre su ferviente discurso pero aunque sea por motivos que difícilmente puedan debatirse me veo impulsado a mostrarme de acuerdo con su decisión de continuar la búsqueda.

No es por deseo propio, se lo aseguro. Me aterrorizan esas negras gargantas. Pero hay algo que pesa más que el miedo. Soy padre y puedo sentir la angustia que sin duda sufriría si fuera mi hija quien estuviera extraviada ahí. Ante ese sentimiento no hay razón que aducir ni eximente que alegar. Debo ir. No pretendo obligarles pero creo que tenemos más oportunidades si nos mantenemos juntos.

Me quedo mirando a los otros hombres, esperando su reacción y su respuesta.

Yo no tengo problemas en ir a buscar a esa chiquilla, pero tampoco tiene sentido ir de noche saltando de piedra en piedra y quebrarse por nada. Ademas, es mucho más simple si vamos por el camino a la granja esa, y tras interrogar a los Pelton buscar algun camino desde alla hacia acá. Quizas sea más simple verdad?
Ademas...cuanto tiempo ha pasado desde que desapareció la hija de Rotger? .....Dirk hace una pausa.
Mucho! Exactamente. No voy a ponerme a saltar piedras mojadas por nada.

Dirk y  Dare prefieren dar media vuelta; Robert y Edward continuar.

1-2 regresar, 3-4 continuar.

La decisión es esa, a no ser que alguien decida ir por su cuenta, que se abrirá una escena aparte. Sois muy libres de hacerlo.

Los sentimientos encontrados hacen que me debata en mi interior. Realmente no deseo penetrar en esa oscuridad salvaje y atemorizadora pese a que mi conciencia me aguijonee para hacerlo. Cuando veo que Gently y el doctor continúan reticentes predomina la coherencia de grupo.

Está bien, volveremos mañana sin falta, a primera hora.

Lo digo mirando a todos como si les estuviera pidiendo juramento en el estrado de la corte suprema.

Con cara de decepción miro al resto de mis compañeros. Debí esperármelo, esta gente no sabe lo que es arriesgar su vida. No son capaces de salir de su despacho salvo para ir de caza con un tipo que les sujete el rifle.

- Está bien, ustedes ganan. Volveremos mañana. Pero como sea demasiado tarde, pesará sobre sus conciencias.

Con algo de remordimientos por las palabras de sus compañeros, pero convencido de que han decidido lo más sensato, el Dr. Dare encabeza el regreso.

Mañana volveremos, Bingham, téngalo por seguro. Comprendo su procupación por la niña, pero no podemos arriesgar las vidas de los hombres que el sheriff nos ha proporcionado, y difícilmente podríamos encontrar algo con esta oscuridad y este tiempo. Rezaré por que hayamos tomado la decisión correcta.

Yo proponia ir en el coche hasta la granja de los Pelton...o si no hay un buen camino para el automovil, podria ser incluso a caballo.
Pero bueno...si tienen sueño, podemos ir a dormir y regresar al amanecer.

De nuevo en marcha.

Antes de que abandonéis el lugar los voluntarios se despiden de vosotros, y en especial el grupo encabezado por Harry, que se muestra en parte aliviado por vuestra decisión.

El camino que os falta por andar es largo, unos kilómetros os separan de la entrada del pueblo.

El clima no acompaña, el viento es frió y seco, vuestras ropas están mojadas por la lluvia anterior y esto incrementa la sensación de malestar. Vuestra respiración es casi palpable por el vaho que exhala. En este punto hasta a Clive le resuenan los dientes como castañuelas.

Estáis a medio camino, son las 23:15.

La luna brilla en todo su esplendor a pesar de la nubosidad de la zona. Mañana será luna llena. Escucháis como os lobos salvajes aúllan (!)

Vamos, Vamos! ya mañana habrá tiempo de sobra. Quiero entrevistar a esos Pelton, y quizas darle un escarmiento a sus dos hijas malcriadas.
Dirk, a pesar de la edad, se mantiene en forma y camina adelante, con un cigarro encendido, como si disfrutara del paseo.
El hombre se ha quedado en cueros, lleva la camisa en el brazo derecho, pero con el torso tan lleno de vellos y de grasa parece no sufrir el frio.*