- Perdonad... - Musito cuando Glorfindel y el mismo espíritu maia del fuego me corrigen. Luego me limito a escuchar las opiniones del resto. El mago parecía tener bastante razón, o al menos lo que opinaba parecía tener bastante sentido.
Si alguien había osado a matar a aquella elfa estaba claro que más muertes se sucederían,¿pero tres de golpe?.Simplemente me limité a observar los cadáveres y a guardar por el momento silencio.Estas grandes personalidades no querrían escuchar la opinión de un montaraz solitario,demasiado ego.Y los desconocidos que se atrevían a abrir la boca tan solo podrían llegar a sentenciar su muerte en caso de ser el asesino.
Sin embargo me limitaba a mirar amablemente pero firmemente a los que me miraban en algún momento.
- Si no descubrimos al culpable de todo esto pronto, y continuamos acusándonos los unos a los otros sin pruebas ni fundamentos tan sólo obtendremos una nefasta caza de brujas que terminará por acabar con todos nosotros. - exclamé en un tono apagado pero sereno, expresándome por primera vez ante aquellos desconocidos, perpleja y asustada. Acto seguido, me acurruqué en uno de los bancos que se encontraban dispersos por toda la plaza. Para una chica sencilla como yo, acostumbrada a la tranquilidad del bosque y de la granja de padre, todo aquello comenzaba a ser terriblemente sobrecogedor...