Partida Rol por web

Viendo a Enmerkar herido, me dispongo rápidamente a ver su herida. Enmerkar no te muevas déjame ver tu herida, le digo acostumbrado a las formalidades más no espero, voy directamente a la herida para verla y saber cómo está y curarla. 

Recupero la calma al ver como los demonios del desierto se alejan, examino el campamento por si alguna de las bestias se ha llevado algo o solo ha sido un intento de asesinato, como paso el otro día. Para que sepan que me tienen a su disposición si necesitan ayuda les digo- Si me necesitáis para ayudar a Emmenkar solo decirmelo.-  

Ibraam se acerca a extraer el veneno de su compañero wardu.  Saca de su sayal unas hierbas curativas para ayudar al proceso de neutralización y se las entrega al humano que tan bien parece saber curar.   Es una raza con recursos, no para dominarnos, pero si para trabajar juntos.   Pero no se queda a ayudar más, el profeta se va y derrama el veneno en una de las hojas prensadas hechas con yerba santa, con ese papiro del Buranum con que se hace la pasta seca que unos dicen que luego sustituirá a las tablillas.  

Trata de ver en el patrón que hace el veneno en reacción con el papel primero, y luego al echarle una gota de aceite de la lámpara bendita para Ishtar, como cambia. 

Esto me dirá que es lo que busca el que quiere matar a Burnia-Buriash. 

La contienda había terminado, y aquellas repugnantes criaturas se pudrían ahora en la arena. Habíamos vencido, pero ¿a qué precio? Vi como mi antiguo siervo, Enmerkar, se retorcía de dolor por culpa de una herida sufrida a manos de una de aquellas criaturas.
No puede ser, Enmerkar ha sufrido heridas peores sin tan siquiera inmutarse.
Alguna maldición escondía las garras de aquella criatura, y nada sabía yo de estos pareceres. Rápidamente, el tal Burna acudió a examinar la herida. Tal vez supiese algo de todo aquello. Aunque era un tipo extraño, al menos era noble, y Awilu, como yo. Me inspiraba más confianza que los otros, especialmente que ese wardu albino, que bien podía ser un enviado de las mismas criaturas que nos atacaban.
Me aproximé a Enmerkar, apoyándole una mano en el hombro.

- Tranquilo amigo. - le dije - Estoy a tu lado.

Observo como todos se arremolinan entorno a mi, por una leve herida que me ha causado la galla que no pude vencer en combate singular, pues estaba atento a mis compañeros y recordé días pasados en la arena contra aquellas criaturas. Sabía que sus heridas eran ponzoñosas pero que muchos wardu habíamos resistido su veneno sin muchos cuidados, los que nos daban a los gladiadores, así que intenté que se relajaran.

- Tranquilos, y gracias por vuestro interés, pero soy wardu y he sido gladiador. He sufrido heridas similares y peores, como Kadashman sabe. Así que no os preocupéis por mi, sólo pediros perdón por no haber hecho gala de mis artes marciales contra esos enemigos. Veo que podéis protegeros sólos así que el la próxima no estaré tan pendiente de vosotros y atacaré con fiereza y con mi poderosa Wueshtura, mi gran hacha.

Después de comprobar que Burna está sano y salvo, me acerco a ver si puedo ayudar con el antiguo gladiador. Sin embargo, éste parece halarse en buenas manos y parece tan herido en el orgullo como el el cuerpo. Sin duda alguna ponzoña actúa sobre él, pero aunque a veces me he informado acerca de los venenos que pueden encontrarse en los bajos fondos de Kish, poco sé acerca de esas malditas criaturas que nos han atacado. 

—¿Habéis notado algo al iniciarse el ataque?—pregunto de pronto— ¿un tirón en el límite de la conciencia? No tengo claro si ha sido el miedo natural ante la visión de estos seres malditos, o acaso ha actuado algo más, una nueva brujería en forma de terror indescriptible que pugnaba por atenazarme. 

Comparto mis impresiones sin reservas, a fin de cuentas, ya somos hermanos de infortunio en medio de las arenas. Pues sin duda es infortunio lo que nos acecha, desde que se tomó la decisión de salir de expedición.

Enmerkar se alzó orgulloso ante tanta compasión. No me sorprendía: siempre había sido un guerrero fuerte, y estaba hecho a las heridas. Sin embargo, aquellas bestias inhumanas bien podían traer consigo maldiciones terribles, y más valía no subestimarlas.

- Debes dejar que traten tus heridas, Enmerkar. - dije, calmadamente - No podemos arriesgarnos.

Miré a Burna, que examinaba la herida de Enmerkar.

- Dime, ¿qué es lo que ves?

Sin dejar mi tarea le respondo a Akbar:- Los demonios pueden infundir miedo a sus rivales y no es para menos, incluso los más modestos son peligrosos enemigos. Ya has visto lo que han producido a Enmerkar... No podemos más que alegrarnos de estar vivos.-

La noche transcurre sin incidentes. Burna_Buriash supervisa el cuidado de Enmerkar que transcurre la noche con un poco de fiebre, pero sin duda se recuperará. Todos van a descansar no sin que antes Bel-Shaanar asegure el perímetro. Sueños y visiones caóticas visitan los sueños intranquilos de los aventureros. La noche toca a su fin y el viaje debe proseguir.