Tras huir desesperadamente de los rayos electrizantes de un enemigo invisible, los compañeros accedieron a una extraña cámara salpicada de hongos y otras formaciones. En ella, una extraña criatura conocida como “lamia” fue derrotada a pesar de los muchos trucos mentales que utilizó.
El grupo deambulaba en busca de pistas por el tercer nivel del templo y su destino no pudo ser peor. Se encontraron con una lujosa habitación donde el cadáver de un elfo era velado por una fantasmal figura de una mujer elfa. Ésta, al ver profanado el santuario ancestral de su amado, lanzó su mirada a Éladar, Emén, Gáremond, Lía y Zert. Tras un momento dubitativo, los compañeros escucharon un horrible lamento de la mujer fantasmal y sus vidas se marchitaron con un alarido de funesto dolor.
Todas las esperanzas depositadas en estos héroes se diluyeron como la nieve cuando llega la primavera. Sin embargo, el mal que habitaba las tierras circundantes de Hommlet, sufrió graves pérdidas desde que los héroes exploraron la Barbacana del Foso. Siempre se recordará a estos héroes como la chispa que encendió la llama del justo castigo a las hordas del templo.
Esta debilidad no fue obviada por el señor Robilar, un antiguo miembro de la Ciudadela de los Ocho que estuvo cerca de derrotar al semidiós Iuz tras liberarlo accidentalmente. Lord Robilar llegó a los aledaños del templo sobre su alfombra voladora y se adentró en las entrañas del templo, dejando a su fiel lacayo orco al cuidado de su instrumento mágico y de un par grifos. Aunque previamente otros aventureros se habían adentrado cautelosamente en el templo, Robilar fue más agresivo. Dos días más tarde, la mayor parte del templo había sido saqueado y sus los miembros masacrados.
Estos hechos no pasaron desapercibidos para las fuerzas del bien. Burne, Rufus y otros aliados llegaron al lugar para apoyar la caída del templo. Robilar huyó tras comprender que algo había ido mal, encontrándose a su lacayo Quij usando su alfombra voladora como abrigo, “las noches del invierno son duras” – dijo. Los estragos que Robilar causó en el templo fueron seguidos de la furia de las fuerzas del bien lideradas por Tenser y sus aliados. Zuggtmoy, la demonesa atrapada en el templo, fue liberada, ya que el Comandante Hedrack logró encontrar el orbe de la muerte dorada gracias a un desconocido siervo. Afortunadamente, no quedaba mucho del templo para ella tras el asalto de Robilar y así como hizo éste, Zuggtmoy huyó y jamás se supo nada más acerca de su poder. El templo fue silenciado una vez más. Desde aquellos acontecimientos, la paz y la prosperidad vuelven a reinar en los alrededores de Hommlet.
Se sabe que Elmo volvió a Hommlet y reclamó una posición de liderazgo en la milicia, ahora era un respetado héroe. Su hermano Otis pereció en la batalla final contra el templo, sus restos descansan junto al resto de héroes que lucharon para liberar Hommlet. Nunca consiguió su objetivo de recabar alguna pista sobre el paradero del príncipe Thrommel, algo que ha influido en su apagada personalidad.
Se dice que Spugnoir, el olvidadizo mago, fue ayudado por un mediano de cara cubierta por una máscara para abrir un negocio de pociones y elixires en Hommlet. El mago se niega a confirmar esa historia y sólo esboza una amplia sonrisa mientras comenta la oferta del día de su establecimiento cuándo le preguntan sobre ello.
La desaparecida Canonesa Y’dey, estaba en realidad apoyando la rebelión contra el templo con un muy buen disfraz. La decrépita madre Screng que ofreció su ayuda a los héroes de Hommlet no era otra sino la suma sacerdotisa de Sant Cuthbert. Ahora que ha vuelto a Hommlet, los habitantes del pueblo se sienten mucho más seguros. Elmo le culpa de la muerte de su hermano, ya que la Canonesa no pudo reunir los suficientes fondos para restablecer su vida.
Como ya hiciera en su primer encuentro con los héroes, Falrinth huyó de la batalla cuando las cosas se pusieron feas. Nadie supo nada más del ególatra mago.
Todo el mundo da por hecho que el Comandante Hedrack murió en los últimos asaltos al templo, pero su cadáver nunca fue recuperado. Muchos afirman que sufrió un poderoso ataque mágico y su cuerpo se desintegró, aunque esto nunca ha sido confirmado.
Todos los héroes que cayeron durante estos asaltos descansan en el cementerio de Hommlet. Recibieron un gran funeral, presenciado por las máximas autoridades de Celene, Furyondia, Veluna y Verbobonc. A todos ellos se les nombró Caballeros de la Orden del Venado a título póstumo. Sin embargo, otra misteriosa desaparición fue la del cuerpo de Zert. Aunque fue honrado junto a sus compañeros no se pudo dar sepultura a su cadáver.
En cuanto a Rosco, el intrépido mediano, su desaparición es todo un misterio. Muchos dicen que encontró el nodo del fuego y sufrió una terrible muerte. Otros dicen que volvió a su hogar, las tierras de Ulek y se retiró de su vida aventurera.