Partida Rol por web

Aire empezó a comer tranquilamente, hasta con timidez... Pero, una vez se empezó a llevar la comida a la boca, no pudo parar. Esos modales que le había enseñado su madre en la mesa se esfumaron, y comió como si llevara días, meses sin comer. No participaba en las conversaciones, no eran interesantes para ella. Mientras Aristóteles miraba a la muchacha y negaba con la cabeza, ella engullía como si fuera un pavo, como si temiera que alguno de sus compañeros pudiera arrebatarle la comida...

Sólo alzó la cabeza del plato cuando Lovina se levantó y se marchó. Aire remarcó lo evidente, pero escupiendo la comida al hablar

Effta llo'ando

Jad se sentó y comió con avidez mientras escuchaba las teorías de Leiath, Onfale y Alice. Los tres parecían muy versados en estos tipos de conocimiento, y Jadewo comparaba las observaciones de unos y otros con sus propias deducciones. En ese banquete hubo alimento para el cuerpo y para la mente. Pero por más que compartieran conocimientos y formularan hipótesis... solo eran eso, quedaba mucho trecho para poder confirmar nada. La velada era interesante, tras lo que le parecía una verdadera eternidad, pudo compartir con sus compañeros de aventuras una cena rica, abundante y con calma.

Eso le distrajo y no reparó en las consecuencias que podría acarrear el hablar tan a la ligera de las nieblas estando presente lady Watcher, quien se despidiera de su padre y tras cuatro años sin respuesta, mandaba una partida de en su búsqueda. Y seguramente esas palabras le habían sentado muy mal. 

El joven siguió con la mirada a la muchacha, sintiendo la tristeza de ella. Él se limpió con la servilleta y dejó los cubiertos al lado del plato.

-Solo son conjeturas, puede que sea así o puede que no, si bien es bueno mantener la esperanza, también lo es ser consciente de como están las cosas en estos momentos y actuar en consecuencia. Creo que la joven lady Watcher está haciendo un gran trabajo. Mantener el legado de su padre y, al mimso tiempo, preocuparse por su padre. Pero aún es joven y esa tensión ha podido con ella.-Mirando a Leiath, quien tenía una mayor relación con la noble y el don de la palabra.- Tal vez necesite un hombro amigo y una voz que le ayude a recorbrar la confianza en si misma.

Por una vez la cena transcurrió sin incidentes graves y con una conversación propia de adultos. El perfumista se cuidó mucho de sentarse alejado de Aire y sus niñerías. Ya le había molestado con su "yo no necesito libro de conjuros", como si su don fuera innato y eso la hiciera superior a él. Sólo eran diferentes y daba gracias a Hala por ello. Era verdad que la muchacha había demostrado, en alguna ocasión, una mente despierta, pero el mago a veces dudada que apenas supiera leer. Era infantil, maleducada y salvaje. Normal que no tuviera entonces un libro de conjuros. Al igual que un ciego desarrolla más sus otros sentidos, seguramente la poderosa hechicera habría desarrollado aquella magia burda y brutal para salvar la incapacidad de un arte más, digamos, exquisito. Quizá ella lo viera como una pérdida de tiempo, pero para Onfale la manipulación de la Divina Esencia, era algo profundo, lleno de matices y, sobre todo, tan complejo como enriquecedor. 

No está la miel hecha para la boca del asno.

Se dejó embriagar por los aromas del vino antes de mojarse los labios y paladear aquel néctar. Tenía el estómago lleno y una sensación agradable de hartazgo que le permitiría descansar toda la noche de un tirón. Hasta pasaron un rato divertido viendo a Flame probándose aquel cinturón que, saltaba a la vista, honraba también a Hala. Lo único que enturbió un poco la noche fue la salida inesperada de Lovina.

- Alice...- Soltó el nombre a la vez que exhalaba todo el aire de los pulmones como si estuviera cansado de lidiar siempre con las mismas situaciones. Parecía que la Maga Roja tenía igual puntería con la palabra que con los virotes. Onfale, que muy a su pesar había sido objetivo de Alice en varias ocasiones, negó con la cabeza con resignación. Elevó los ojos al cielo y se obligó a tener paciencia. Seguramente la resurrección era un proceso complicado, teniendo en cuenta lo delicado que la condición femenina era siempre, si no por una cosa por la otra. Aún así la teoría del elemental de aire devora-almas le parecía una suma tontería. Y lo hubiera expresado así si no fuer a porque necesitaba el libro de Alice para copiarle algún que otro conjuro. Su magia no le gustaba pero más valía copiarla y luego no usarla que necesitarla y no tenerla.

Acostumbrado a ocuparse de los arrebatos femeninos en el harén, Onfale se levantó para consolar a la burgomaestre. Fue entonces cuando Jadewo propuso que fuera Leiath.

- Te acompaño, Leiath.- Se ofreció el mago. 

¿Qué pasa? Pregunto la maga sin darse cuenta de las funestas consecuencias de su verborrea. La teoría del elemental inmenso es tan buena como otra cualquiera. No es para ponerse así. He leído un libro donde  el autor afirmaba que el mundo es plano y esta sostenido por cuatro elefantes que, a su vez, se apoyan en el caparazón de una gran tortuga estelar ¿Podemos hablar de tortugas gigantes y no de eleméntale gigantes? La maga continuaba defendiendo su argumento sin darse cuenta del verdadero origen del llanto de la niña. Puede que su segunda muerte la hubiera vuelto más insensible.  Todo el mundo sabía que la muerte era un hecho que marcaba a las personas para toda la vida, al igual que el primer beso.