Partida Rol por web

Tras haber pasado todo un día en la mansión de Argynvost adecentando las habitaciones, limpiando y arreglando goteras, el grupo se levantó dolorido. Tenían pústulas en la piel, que les dolía y picaba como si fueran heridas a las que les hubieran echado sal. Alguno hasta tenía nauseas y el estómago revuelto.

Sin embargo, el festín de los héroes de ayer debería haberles protegido de las enfermedades. Ni las pústulas ni las arcadas se debían a una enfermedad. Era un auténtico misterio.

El aguerrido guerrero enano Thimaz había conseguido un nuevo adjetivo, "pustuloso", lo cual no pegaba demasiado bien con los anteriores dos que tenía, pero era algo que esperaba que se le pasara, más pronto que tarde, pues por mucho que se rascaba no parecía que nada le aliviara.

-¡Estas camas tenían pulgas o garrapatas o algo!. -Exclamó el enano bastante molesto por la noche que tuvo- ¡En este lugar uno no puede descansar como Hala manda!. Si es que Hala manda descansar de alguna forma determinada, claro está... yo eso no lo sé... ¡Pero apuesto a que si lo mandara no lo mandaría de esta forma!.

Contra todo pronóstico la estancia en aquel lugar alumbrado de la energía positiva les estaba sentando fatal. O ellos se estaban volviendo criaturas de las sombras o algún poder oscuro no quería que descansaran en la mansión por mucho tiempo.

Leiath se pondría a investigar el motivo, ya que necesitaba que todo funcionase correctamente si quería fundar ahí su hospicio, pero antes debía tratar la maldición de Onfale.

Dado que el perfumista quería deshacerse de la licantropía, no vio el motivo por el que ocultarselo al resto. Le pidió que le ayudasen a recoger los ingredientes y cuando lo tuvo todo preparado llamó a su paciente.

Le pidió que se tumbara en la cama y le ató de pies y manos a los postes, de forma que no se pudiera hacer daño o salir corriendo si la cosa se ponía complicada.

Encendió incienso para purificar el ambiente de malos espíritus y cerró las cortinas que antes había pedido que colocaran en las ventanas, para mitigar el efecto del exterior.

- ¿Estás preparado?- le preguntó más como formalidad que otra cosa.

Entonces empezó a tejer. Sus dedos se movían con rapidez por el entramado. Aquellos con visión mágica podrían ver las hebras de la urdimbre brillando en la oscuridad del vacío. Su brillo era blanco, pues era el color que representaban el poder divino que estaba usando.

Y mientras, acompañando el movimiento de sus finos dedos, su labios recitaba un cántico. Una oración a la diosa ahora olvidada, a los trece discípulos de la fe y el sagrado tomo del Relato de las Eras.

Finalmente acabó una sábana reluciente de tejido mágico que tendió sobre el otrora eunuco como si fuera un sudario.

Dejarse atar...Tuvo Leiath que insistir mucho pues, aquellas ataduras, aunque realizadas con mimo, le traía dolorosos recuerdos de su larga etapa como esclavo. El denso aroma del incienso logró tranquilizarlo transportando su mente a un estado de paz, como cuando meditaba, fundiendo su mente con al Divina Esencia. Asintió a las palabras de la mujer cuando le preguntó si estaba preparado. ¡Que Hala les protegiera! observó a la Bruja de Hala trabajar, tejer la urdimbre, y cubrirle con un manto blanco, como una amorosa madre cubriendo el cuerpo de su hijo adormecido para que no pasara frío en la noche.

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Por nada del mundo hubiera pensado levantarse de aquella manera. Su delicada piel, de tono aceituna y suave como la de un niño, estaba llena de pústulas que no sólo afeaban su aspecto, sino que dolían como heridas abiertas sobre las que le hubieran echado vinagre. Por un momento pensó en que Leiath, despechada, le hubiera echado un mal de ojo en vez de haberle tratado de curar la licantropía. Pronto descartó esa loca idea. Otra vez debía ser Stradh. Vampiro, activo durante la noche, habría tramado otra de las suyas.

- ¡Maldición!- Ni siquiera la protección de Hala había podido protegerlos, por lo que aquello debía ser algún tipo de maleficio. Se quedó pensando en cuál podría ser.

Por los síntomas, solo podía tratarse de magia de geas, o como diría un clérigo, magia de empeño. Si contraías una deuda que prometías cumplir, el hechizo castigará que se falte a la palabra. ¿Pero qué les ataba y con quién hicieron ese pacto?

Recordaron la promesa hecha a Shikiv. Por resucitar a Vinthrael, debían llevar la baliza dimensional al portal de las catacumbas del castillo. Cuando, en lugar de cumplir su promesa, se quedaron todo un día en Argynvostholt... Bueno, eso hizo saltar las salvaguardas del conjuro. Ahora lidiaban con las consecuencias.

Le quedaba meridianamente claro que la palabra de un humano, a un dragón como Shikiv, le valía poco.  Les había echado un maleficio y estaban obligados a cumplirlo, salvo que Hala intercediera.

- Se nos pasará en cuando nos pongamos en camino. El dragón se ha asegurado de que cumplamos con nuestra palabra, aunque sea una forma un tanto..."brusca".- Lo que no entendía Onfale era a qué venía tanta prisa. Habían cumplido la misión secundaria y necesitado reposar un poco para deshacerse de su maldición. Ahora debían cargar con Alice, debilitada, como si no fuera ya suficiente carga de normal.- Puedo llevarte tu libro de conjuros, si lo deseas.- Los libros de conjuros eran pesados como losas.

El enano se rascaba contra los marcos de las puertas cual oso hasta que finalmente se encontró con el resto de aquel "aquelarre", escuchando atentamente aquellas ideas de que fue un Dragón receloso e impaciente el que los había maldito, algo que, evidentemente, no se creyó ni lo más mínimo.

-O son chinches o es la Venganza de Vinicius por no dar entierro a sus huesos como corresponde. -Comentó convencido y dando otras teorías al porqué de despertarse tan mal todos los presentes- Creo que su fantasma aún nos ronda... cuando fui a mear por la noche creo que lo vi...

Leiath estaba contenta pese al estúpido Geas que el dragón con cerebro de mosca les había impuesto (el Geas solo les retrasaba y les hacía la misión más difícil). Estaba contenta porque la maldición no era problema de la propia mansión y además había tenido un éxito rotundo con su primer paciente.

-Bueno, pues tomémonos el resto del día para prepararnos, y si la estúpida magia del lagarto de cobre no nos lo impide, saldremos mañana después del desayuno.

La bruja estuvo el resto del día preparando un altar para Hala. Debía consagrarlo, pero eso tendría que esperar a terminar la misión de Shikiv.