Partida Rol por web

Se había arriesgado mucho , pero esta vez Hala habia decidido ayudarlo y sacó del pecho peludo del Glabrezu la baliza, como había heco mil veces con su Creador, retirándole del velludo pecho las migas de comida que le caían cuando se tumbaba en la cama, exhausto después de una noche de desenfreno con las concubinas.

Dejó que Leiath siguiera distrayendo al monstruo-por extraño que le pareciera lo estaba logrando- y puso algo de distancia entre él y la bestia.

- Ha pasado mucho tiempo y muchas cosas desde que participáramos en el torneo. Hasta me ha crecido una polla entre las piernas.- Dijo cogiendo por encima de sus pantalones bombachos sus partes más íntimas.

Es que la gente es superprejuiciosa contra el racismo, cuando precisamente lo que hace es que estés atento a las jugarretas de los duendes orejotas. ¿Y la diarrea que te da cuando te los comes? ¡Ja, prefiero cenarme un sucio elfo, la verdad! El duende bueno es el duende muerto. Aunque ese dicho también vale para los elfos...

Había tal sintonía, que era imposible distinguir si Leiath estaba entreteniéndole, o había encontrado a su alma gemela. El glabrezu siguió con la mirada a Onfale sin intervenir. El ex-eunuco puso la baliza en el espejo, y se formaron ondas concéntricas como si fuera un estanque de agua. El portal se volvió de color dorado.

¿Qué haces, mortal? Se supone que tenías que retirar el hues... ups-se interrumpió, llevándose las manos y las pinzas a la boca.

Era como si el demonio tuviera prohibido hablar del tema. La luz del medallón de Leiath se redujo más, sin llegar a alcanzar los diez pies de distancia desde el pecho de la Bruja de Hala hasta la cripta.

Muahahahahaha...-la risotada resonó por toda la catacumba.

El Glabrezu se encogió, mirando timorato en dirección al alto techo, buscando con los ojos la presencia de Strahd.

¿Aprovechando vacíos legales en nuestro acuerdo para conspirar contra mí, demonio?

En mi favor diré que los respetuosos con ese tipo de pactos son los diablos, no los demonios. Por lo que a mí respecta, estos pobres idiotas son turistas, no intrusos. No hay motivo para descuartizarlos.

¡Si que hay un motivo! ¡Mi orden directa! ¡Mátalos, Mondoberrante!

Al escuchar su nombre, el demonio se enfureció. Alzó brazos y pinzas antes de arremeter con todo contra Leiath. La Bruja de Hala quedó atrapada en las pinzas del glabrezu.

¡Más! ¡MÁS! ¡NO DEJES A NINGUNO CON VIDA!

Cuando aquella bestia gigantesca atacó a Leiath, el aguerrido guerrero Thimaz ni siquiera tuvo tiempo de pensar en lo que había sucedido; este simplemente avanzó movido por la inercia de sus músculos para atacar aquellas pinzas y tratar de liberar a la Bruja de Hala del agarre de aquella bestia.

-¡SUELTA A LEIATH!. -Gritó colérico a la criatura- ¡TE CONVERTIRÉ EN CARPACCIO DE CALABACÍN!.

Con este grito de guerra por parte del enano, a uno se le presentarían distintas preguntas, tales como: ¿Se puede comer el calabacín crudo? Sí, así es y, además, resulta sorprendente ya que el calabacín crudo gana en sabor y textura. La siguiente pregunta lógica sería entonces; ¿Cómo se come el calabacín crudo? Considerando su textura, la mejor forma de comer el calabacín crudo es en pequeñas porciones realizadas con un corte fino como, por ejemplo, en forma de láminas finas.... y para finalizar estaba la gran duda: ¿Iban a poder sobrevivir a este enemigo?.

¡No, no,no!

Todo oarecía ir viento en popa cuando intervino el Señor Vampiro y lo jodió todo. A pesar de parecer los mejore amigos el Glabrezu acabó obedeciendo al Stradh, sin duda pro la fuerza de algún conjuro enajenador, y apresó a la debil Bruja de Hala. Onfale se quedó pálido. Era ella la que cuidaba de los demás y apenas podían hacer nada por salvarla de aquella bestia. Se vio tentado de huir, completa ya su misión, si es que había servido de algo meter la baliza en el portal, pero ver al enano lanzarse al combate le hizo detenerse.  No le había pasado desapercibidas las palabras del monstruo acerca del hueso. ¿Y si había que auitar el hueso de allí para que el portal funcionara?

Antes de intentar algo conjuró su magia para tratar de ayudar al aneno.

La bruja estaba al borde la muerte y no se sentía preparada para ello. Podría haberse curado por completo, pero estaba claro que el demonio acabaría con ella en cuanto se lo propusiera, de un plumazo.

- ¡Corred insensatos!- fue lo único que articuló hacia sus compañeros con el poco aire que le quedaba en los atenazados pulmones, esperando que entendieran que era el momento de abandonar y e intentar salvar sus vidas abandonando aquel maldito castillo... Por el portal.

Se concentró en que no le interrumpieran el conjuro defensivo y poder escapar de las garras del Glabrezu. El más mínimo fallo significaría su fin, seguramente.

En su forma etérea, Leiath atravesó las pinzas del glabrezu y flotó hacia el portal.

No tan rápido, querida.

Por la puerta secreta entreabierta, vieron que las velas de la pared se encendieron completando el círculo mágico. De inmediato una fuerza irrefrenable impidió a Leiath llegar hasta el portal.

Mondoberrante puede seguiros por el portal y mataros igualmente. Pero la vida eterna es aburrida, y el único deseo de este anciano es contemplar el espectáculo de vuestro desmembramiento.

El hacha de Thimaz no era demasiado efectiva para cortar carne de demonio, seguramente porque el glabrezu no era una hortaliza, o porque su hacha no estaba bendecida. Mondoberrante contraatacó, y la magia de Onfale no bastó para ralentizarlo. La armadura protegió al enano de las garras de los brazos pequeños, pero las pinzas y las mandíbulas perforaron su protección como si fuera solo tela. Aún así, por puro azar, Thimaz tuvo la fortuna de no ser atrapado por el glabrezu.

Unos segundos después, la magia que hacía etérea a Leiath desapareció. En su forma física, el círculo de la pared ya no la encerraba ni limitaba sus movimientos de ninguna manera. Aún tenían una oportunidad de escapar. Pero, si Strahd no les mentía, el demonio seguiría siendo una amenaza para ellos más allá del portal.

Se había esperado alguna traba en el camino, del tipo muerte instantánea, pero al ver que aún estaba viva, aunque a duras penas, su esperanza incrementó.

- ¡Thimaz, Onfale, el portal, corred!- consiguió articular pese a toda la sangre que salía de su boca y amenazaba con ahogarla. Empleado después todo su tiempo y fuerzas restantes para colarse por el portal e intentado evitar cualquier golpe que en su estado habría sido fatal.

Era evidente que la situación en la que se encontraban no era, ni de lejos, la mejor de todas. Pero por fortuna, el aguerrido guerrero enano hubo logrado salvar a Leiath, Bruja de Hala, de las tenazas de la criatura; aunque por otro lado, esta podía liberarse a sí misma sin problemas.

-¡Voy!. -Exclamó mientras hacia su acción de retirada (valerosa, heróica y guerrera) para alejarse de aquella criatura y atravesar el portal. No hacía falta que Leiath lo repitiera dos veces.

Onfale respiró aliviado al ver que la Bruja de Hala aun tenía recursos para escapar. No lo dudó más. Cogió el maldito hueso, más como un impulso que como algo razonado, y se metió por el portal con la baliza. No le gustaba meterse en lo desconocido, pero llevaba preocupado mucho tiempo ya pensando en cómo iban a desandar el camino para salir del castillo con todo a lo que se habían enfrentado. 

Cuando Onfale sacó el hueso del marco, el espejo empezó a fluctuar y a hacerse más pequeño. El humano se apresuró en atravesar el portal con los demás. Y allí estaba Shikiv. Su cola penduló por detrás de él, enroscada alrededor de tres cuerpos sin vida.

Mi amuleto trajo a vuestros amigos hasta mi cubil. Pero sus almas se han perdido en las Brumas-dijo el dragón.

¡GROAAAAAAR!-rugió el glabrezu, introduciendo su cabeza por el portal e interrumpiendo la conversación.

Mondoberrante cerró sus mandíbulas hasta casi devorar a Thimaz, pero falló por poco. Su cuello no podía avanzar más, ya que sin el hueso de San Bogdán para estabilizar el portal, se redujo el tamaño para pasar.

¡Corred! ¡Idos!

Shikiv dio un salto felino por encima de las cabezas de los dos humanos y apartó a Thimaz con una garra hasta quedar delante del demonio. No era para menos: ya habían visto a Mondoberrante desgarrar y morder, pero aún podía usar sus poderes sortílegos para causar problemas y hasta invocar a un nuevo glabrezu para acabar con ellos.

Existe una región llena de Brumas perpetuas llamada la Fosa de las Sombras. Si las almas de vuestros amigos están perdidas, habrán llegado hasta allí. Buscadles.

El dragón abrió su boca y de ella salió un relámpago que impactó en toda la cara del demonio. Puede que el Glabrezu fuera inmune a la electricidad, pero el destello del rayo aún podía deslumbrar sus ojos ganando algo de tiempo.

Miraron a su alrededor. El portal les había llevado a ningún sitio físico. Era un portal alargado, como un túnel, como un agujero de gusano. Solo podían correr en una dirección. Un torbellino les envolvía, ocultando lo que había bajo el suelo, sobre sus cabezas y a los lados. Y al echar la vista atrás, vieron los cadáveres de sus dos compañeros caídos, aún sujetos por la cola de Shikiv, como lo estaba también Ygorl el Legislador.

¡No permitiré que os vayáis!

En la corriente de aire del túnel por el que corrían se empezó a dibujar el rostro del Conde Strahd, como el de un gigante, desde la izquierda hasta sobrevolar sus cabezas. El propio ímpetu del viento impedía que esa imagen se formara de manera nítida, pero la maldad que despedía dejaba claro que se traba de él, el Conde Vampiro.

Las Brumas fronterizas forman parte de mi Reino. Yo tengo la potestad de elegir quién las cruza y quién se queda. ¡Atacad, zombis de cada rincón de Barovia!

Las manos putrefactas y lívidas de un millón de zombis surgieron de cada flanco del agujero de gusano, atravesando la pared de viento. Arañaban y trataban de atrapar a todos y cada uno de los tres últimos supervivientes. Leiath fue la primera en caer: herida como venía de su enfrentamiento con Mondoberrante, un par de garrazos terminaron por derribarla y arrastrarla hacia la corriente de aire. Cuando Thimaz y Onfale trataron de sujetarla, se acercaron tanto a los márgenes del portal que el viento les tragó también a ellos.

Desde las catacumbas de su castillo, Strahd vio al portal terminar de cerrarse, cercenando la cabeza de su demonio guardián. Con la conexión entre dimensiones cerrada, el vampiro dejó de sentir lo que ocurría en el agujero de gusano. Tampoco tenía poder para cerrar las fronteras de ese túnel para que las Brumas no dejaran escapar a Thimaz, Onfale y Leiath. Era la primera vez, desde que los Poderes Oscuros le maldijeron, que unos mortales lograban escapar de Barovia. Consternado, regresó a su ataúd, en el que durante siglos siguientes pensaría en todo lo que fue mal, en todos sus errores. Porque la mayor ventaja de un vampiro está en disponer de todo el tiempo del mundo.

- F I N -