La respuesta de la jovencita no se hizo esperar. Para ella ver un evento como aquel significaba poder rozar con los dedos la magia de un mundo lejano y casi de leyenda, la magi de oriente. En Estados Unidos apenas llegaban algunos objetos provenientes de Asia y siempre eran objeto de un interés casi exagerado -Iba a ponerme en contacto con ella ahora mismo, justo después de llamarla- tras una breve pausa añadió - El barco llega en torno al medio día, o al menos es lo que se rumorea, porque no han vuelto a contactar con ellos desde hace un par de días. Estaré encantada de acompañarla en el coche, de echo no sabría como ir si no es así. ¡La esperaré mientras estas mariposas de emoción me reconcomen por dentro!-dijo antes de colgar.
Asiento para mi misma cuando me comenta que no ha avisado a Gloria todavía, soy consciente de que no puede apreciar ese gesto, pero no importa esta tan emocionada en estos momentos que creo que podría tener un rascacielos delante y seguir sintiendo la caricia del sol. Bien espero que se pueda reunir con nosotras. Si el barco llega en torno al medio día creo que todavía tengo tiempo suficiente para tomar el desayuno y ese baño caliente con calma y no perderme ninguno de mis placeres matutinos, al menos una taza de te y un baño me ayudarán a sentirme como nueva. Pasaré a recogerla por casa de su tía, hasta dentro de unas horas. Cuelgo el auricular después de escuchar el tono de linea que me indica que ella ya ha colgado.
Me levanto con un suspiro de cansancio y subo de nuevo a la habitación, al entrar no encuentro a la señorita McArthur así que cojo el tirador de la campanilla de servicio que cuelga junto al marco de la puerta y hago uso de él. Mientras espero me acerco al armario para ir pensando que voy a ponerme.
La mañana avanzó rápidamente, tanto que casi no te dió tiempo a arreglarte convenientemente, iban a estar presentes todas las autoridades de Londres y debías vestir acorde con tu posición. Tras subir en el coche y recojer a Rachel y Gloria os encaminasteis hacia el muelle de atrque. Prometía se run fabuloso día.
Continuación de la partida tras el fundido en negro de regreso de la escena "El Newcastle"
La luz del amanecer te encontró de nuevo dormida en tu butaca orejera del salón. Hacía al menos un par de noches que tu sueño no era todo lo reparador que debiera y que las pesadillas acerca de la última noche disfrutada con tu marido te hacían revolverte durante horas. El frió se había colado entre tus mantas provocándote la sensación de haber dormido en el exterior, a la intemperie. Con los ojos entreabiertos pudiste observar cómo tu fiel criada se acercaba a ti y te tapaba de nuevo los pies con la manta que te cubría mientras fruncía el ceño al encontrarte de nuevo allí. La vieja haya era lo poco que quedaba de toda tu familia y, aunque no podías sentir por ella nada mas que afecto, sus maternales cuidados siempre despertaban en ti la añoranza de un tiempo pasado. Los pasos de la anciana apenas eran un susurro sobre la alfombra mientras disponía el desayuno en la mesa del comedor siguiendo el ritual acostumbrado; una bandeja de plata con té, unos terrones de azúcar, unas deliciosas pastas de mantequilla, zumo de frutas, unos panecillos, algo de mantequilla y unas lonchas de bacón con un par de pequeño huevos de codorniz pasados por agua. La delicadeza con la que aquella mujer trabajaba habría sido la envidia de la mismísima realeza, algo de lo que ella se sentía profundamente orgullosa.
El sonido de alguien llamando a la puerta rompió el instante de paz que tanto habías disfrutado. La mujer salió de la habitación y se encaminó a atender la apremiante llamada. Pudiste escuchar cómo un hombre le dedicaba unas palabras a la anciana y esta replicaba algo molesta. La puerta sonó al cerrarse de nuevo y percibiste cómo la anciana se acercaba a ti y ponía su pequeña y frágil mano sobre tu hombro para despertarte -Señora, siento mucho molestarla pero en la puerta se encuentra un caballero enviado por Lord Atendurth, el famoso magnate de Ultramar- el tono de su voz era suave, como correspondía a alguien que no pretendía perturbar la tranquilidad de su interlocutor pero que se veía obligado a ello - He creído pertinente despertarla debido a la insistencia del mensajero. Parece un hombre corriente pero sus palabras son enigmáticas. Ha dicho que saben como ayudarla pero se niega a darme mas información. Espero no haber hecho mal en despertarla- dijo mientras se retiraba un par de pasos y se detenía junto a la chimenea.
Mis pestañas se extendían perfectamente alineadas y tupidas en sintonía con mi linea de visión. Los pesados párpados aun no se habían separado del todo y apenas una rendija de luz grisácea matutina se colaba entre las defensas del tupido vello negro. Las articulaciones y extremidades permanecían en absoluta inmovilidad victimas de la posición recogida del asiento que me había cobijado durante el escaso descanso y el frescor de las horas vespertinas. Hacía días que no encontraba reposo en mi apacible lecho marital, vació como estaba desde hacía ya algún tiempo aun retenía la frialdad de la muerte entre las sábanas, esperando conciliar mejor el sueño me recogí sobre mi misma confiando en la protección de la posición fetal infantil. Refugiada frente a las tímidas llamas de una chimenea en proceso de apagado y cubierta con una gruesa manta rezaba a mi ángel de la guarda para que me bendijese con una noche sin sueños, solo el descanso del olvido, pero este no llegaba a mi mente.
Observé los movimientos de mi querida y anciana sirvienta, cuando sus manos envolvieron mis pies confortándolos con la manta y el calor de las llamas avivadas sonreí de manera casi imperceptible agradecida por el trato maternal que me seguía brindando a pesar de mi edad. Aproveché el momento de su trabajo y la colocación de los elementos del desayuno para abrir los ojos. Sus movimientos eran precisos, cuidados, intachables, verla colocar con gracia la tetera, el tenedor a cierta distancia del plato de porcelana fina, el sonido de la taza rozando su plato y el olor de los alimentos provocaban una sensación de flotabilidad en mi cerebro. Podría invertir un día observando su trabajo, tan meticuloso, tan perfeccionista, estaba segura de que el simple hecho de observarla me reportaría el descanso que necesitaba.
El sonido de la puerta me hizo fruncir el ceño así que dispuesta a ignorar la llamada cerré los ojos de nuevo delegando en mi haya la acción de negarle la entrada al intruso de mi descanso. Cuando sus voces chocaron en la distancia me obligué a mi misma a abandonar el recurso infantil de fingir mi propio sueño, debía atender mi vida, esa mujer cruel e insondable que era la vida no permitiría que me refugiase bajo una manta y esperase que el recuerdo volviese a mí. Su mano se posó suavemente sobre mi hombro respondiendo a mis propios pensamientos, con movimientos cansados y fatigados me levanté y coloqué mi batín de forma más correcta para recibir a un invitado. No se preocupe sus acciones no sufrirán las consecuencias de tan impertinente individuo. Quería abrazarla para recibir el nuevo día con un gesto ya abandonado por mi, pero hacía años que ya no era la niña que ella había cuidado, debía mantenerme en mi papel al igual que ella se mantenía en el suyo.
Reprimiendo los impulsos me acerqué a ella y apoyé mi mano en su hombro para estrechárselo cariñosamente. Ha obrado correctamente, no se disculpe. Me alejé de forma rápida de ella y tomé un cigarrillo de la mesita cercana al sillón de orejas, mientras caminaba hacia la puerta sopesé quien podía ser tan extraño caballero. Por cierto no se preocupe en poner otro servicio de desayuno, el señor no nos acompañará. Tras mi sentencia abrí yo misma la puerta dispuesta a recibirle en el limite de la entrada, no iba a permitirle poner un solo pie en el interior de mi propiedad, estaba cansad ay no quería despertar una jaqueca. Tras girar el picaporte permanecí impasible en bata frente a la puerta y su ocupante dispuesta a escuchar tan importante mensaje, si venia a verme debía reconocerme de inmediato, no pensaba molestarme en presentarme.
La puerta giró rápida sobre sus goznes ante el ímpetu derivado de tu ligero enfado por la inoportuna visita. Ante el umbral de la puerta se erguía un hombre enfundado en un caro traje oscuro coronado por un elegante sombrero que le definía como un chofer. Tras descubrirse ante tu aparición inclinó ligeramente la cabeza antes de hablar -Buenos días, lamento mucho molestarla a esta hora de la mañana- dijo al observar la lujosa bata que vestías -El señor Atendurth me envía a buscarla- El hombre se apartó ligeramente para dejarte ver el hermoso Rolls Royce que esperaba frente a la entrada de tu casa - Me dijo que debía entregarle un mensaje. Él conoce que es lo que esta sufriendo y puede ayudarla- su cara delató un leve gesto de de incomodidad ante lo que acababa de decir. Le observaste mover nervioso los dedos sobre el ala de su sombrero y cómo su glotis ascendía al tragar -Siento no poder ser de mayor ayuda señora pero es todo lo que me dijo y desconozco absolutamente su significado- El viento se entretuvo un instante en el vuelo de tu prenda mientras las palabras calaban en ti.