Partida Rol por web

Anndrei escuhó las palabras de Annalise y se quedó mirando la fragata, que ahora era poco más que un punto en el horizonte, con gesto pensativo. En Serena, Grigori siempre se había comportado de forma correcta, y hasta le estaba empezando a enseñar a leer. ¿Acaso tenía algún sentido todo aquello? ¿Aseinar a van Haas, negar la ayuda de Annalise, unirse a los piratas? Para el espadachín desde luego que no lo tenía. Andrei negó lentamente y suspiró, apretando el pomo de su espada. Se colgó su escudo al hombro y se giró hacia Bjorn y Annalise, palmeando levemente el hombro de ambos.

— No lo conocía mejor que vosotros, pero... lo entiendo. Sin embargo, él tomó su decisión, y al hacerlo nos dió la espalda. Ahora no queda sino... mirar adelante.

Le hubiese gustado dar mejores palabras de aliento, pero aquella situación era demasiado extraña y le tenía descolocado. Sin más nada que decirle a sus compañeros, Andrei se acercó a Oleg con la intención de terminar la conversación iniciada antes de todo aquel desastre.

Te diriges al castillo de popa donde está Oleg al timón antes de que lo haga Valerie.

—Ah, aquí estás. Lo siento por lo de tu amigo, ¿eh? De verdad. Pero joder, qué idiota. Matar a un prisionero así porque sí. Y ese plan, vaya puta mierda de plan. De suerte que no nos han matado a todos. Tu padre era un tipo ingenioso. A último momento se le hubiera ocurrido una idea brillante para sacarnos de ese enriedo. Siempre se las ingeniaba para salvarnos a todos.

>>Estos Faverstram son pordioseros —te dice en voz baja—. Ya me han pagado poco por hacer el viaje y estoy seguro de que no me van a pagar los costos para reparar mi barco luego del ataque pirata. Ya venía mal de dinero, ahora voy a estar peor. Pero he estado pensando... ¿vas a ir en busca de un bandido, no? El Risita Ronald, Ricacho Rommer o Risueño Reynald o como coño se llame. Si los Faverstram están tan desesperados por cogerlo es porque en algún lado estarán ofreciendo una recompensa por él. ¿Qué dices si lo cogemos tú y yo y nos dividimos la recompensa? Y que los Faverstram se vayan a la mierda.

>>Luego podemos idear algún plan mejor, nada de chapuzas improvisadas como tu amigo Grigori. Voy a atracar el barco en la costa de Faverstram y me quedaré en la aldea unos días. Puedes buscarme luego y lo hablamos mejor. ¿Qué me dices?

Desde el castillo de popa te mira fijo a los ojos. Una mirada que te suena conocida. Es muy parecida a la del hombre que apuñalaste por la espalda la noche anterior.

—La muerte de un Van Haas se paga con sangre. Y si lo hubiera matado la tripulación de ese galeón del que viniste... entonces sí, tendría que ser la sangre de todo ese galeón. Mi tío hubiera hecho lo mismo por mí.

Uno de los piratas que están sobre la cubierta se te acerca entre risas. Tendrá unos 35 años, pelo rubio, un cuerpo entrenado y una dentadura blanca y reluciente. Parece un tipo vanidoso, preocupado por su aspecto.

—¡El nuevo tiene huevos! Hablándole así a Hendrika. Me gusta, me gusta. Un hombre con sangre en las venas. Bienvenido a bordo, novato. No te preocupes por Hendrika. Ella es así. Es una mujer fogosa —le tira un beso a Hendrika, ella lo ignora—. Me llamo Jan. Jan el Bello, Jan el Hermoso, Jan el Lindo o Jan el Guapo. No importa cómo me digas, siempre y cuando recuerdes que soy el mejor espécimen de este barco y que me diferencies de Jan el Feo.

>>Todavía eres un marinero de agua dulce pero ya te vas a acostumbrar a la vida del pirata. Una buena mujer, eso es lo primero que tenemos que buscarte. No sé qué tan selectivo serás pero después de unos meses en altamar todas las mujeres te empiezan a parecer tan hermosas como la Emperatriz Katya Antonova. Aj, qué hembra aquella. Nunca la vi en persona, pero si las historias son ciertas... En fin. Suzanne, ¿hoy una doble ración de ron? En homenaje al capitán Ludo y para darle la bienvenida al novato.

—Doble ración, qué más da. Si por chance morimos en la tormenta, mejor darle un buen uso al ron, já. Mostradle la cubierta inferior a Grigori y asignadle una hamaca para dormir. A la tarde haremos una asamblea para elegir al nuevo capitán... o capitana. Ah, y Grigori... no quiero escándalos con Hendrika. Los revoltosos y amotinados van a parar al fondo del mar.

—¿Grigori se ha unido a ellos? —le dice a Annalise con el ceño fruncido—. Quizás Grigori era un agente secreto de los piratas todo este tiempo... ¿Qué tan bien le conocíais? Ajá, ahora lo entiendo. Habrá tenido órdenes de alguno de los otros piratas de subirse al galeón, asesinar a Ludo van Haas y luego volver a la fragata —lo que dice Otto no tiene ninguna clase de sentido, pero parece ser el tipo de persona que saca conclusiones erróneas todo el tiempo—. Maldito traidor. Si vuelve a pisar Faverstram será castigado, Annalise, no tengas dudas. Trescientas piezas de oro me he perdido por su culpa. Maldito sea...

Comadreja Oleg acepta la cerveza que le ofrece Valerie. Le echa un poco de ron a la jarra.

—Bueno, no, capitanear un galeón así no es tarea fácil. Mucho gilipollas piensa que es lo mismo que manejar cualquier bote de mierda, pero no —y le empieza a contar unas aburridas anécdotas de altamar. Cuando le pregunta por los piratas se queda pensativo. Notáis cómo los engranajes de su cabeza empiezan a girar mientras hace cálculos mentales—. Estamos en medio de una tormenta, así que tendrían que ser muy idiotas para meterse mar adentro. Estoy seguro de que seguirán la línea de la costa por si las moscas. No sé cómo estarán de provisiones, pero... la primera vez que nos atacaron fue hace una semana. Desde entonces han estado dando vueltas cerca de Faverstram para pillarnos de vuelta y rescatar a su capitán. Quizás estén aprovisionados para viajes largos. Quizás no. Pero te digo, mujer, que los piratas suelen viajar ligeros de cargamento para ir más rápido. Recién he visto que su barco se dirigía al este de Faverstram. Hay dos aldeas pesqueras de mala muerte por allí, Fischdorf y Wasserland, a unos cuarenta kilómetros de Faverstram. Si tenéis suerte, pararán en alguna de esas dos.

Andrei se encogió de hombros. Su cara era más de estupor que de tristeza.

— No lo conocía de mucho, pero me estaba enseñando a leer y bueno... parecía buen tío. Siempre pesa eso de que caras vemos, corazones no sabemos. En cualquier caso supongo que hemos salido mejor parados de lo que pensábamos, porque la muerte de van Haas era para que nos dispararan hasta hundirnos —suspiró.

El espadachín escuchó con atención las palabras de Oleg, mirándole con cierta suspicacia y echando una que otra mirada al resto del grupo. No sabía diferenciar muy bien entre la tripulación del barco y las tropas de los Faverstram, pero en su mente estaba bastante convencido de que los de Herenhout tenían más chance de capturar al criminal.

— Hasta donde tengo entendido, el criminal está dentro de su... territorio, o algo así, por lo que no estoy tan seguro de que verdaderamente haya una recompensa... aunque ya uno no sabe qué pensar.

De todas formas, Andrei consideró brevemente aquello, pero finalmente tomó la decisión de no unirse a Oleg. Sin embargo, mantuvo su rostro en un gesto neutral, y asintió al capitán.

— Tantearé la zona y veré si es cierto lo de la recompensa primero, no tiene sentido trabajar en vano.

Dicho esto, dio por terminada la conversación y se unió al resto del grupo.

— 40 kilómetros son unas 2 o 3 horas a caballo, aunque depende de la montura... pero es relativamente cerca. Con suerte podríamos pillarles... —se unió a la conversación de Oleg y Valerie— si logramos convencer a... Herr Otto —miró al noble con los ojos entrecerrados mientras soltaba perorata. Negó lentamente —. ¿Fischdorf y Wasserland, dices? —repitió, con el afán de grabarse los nombres.

Andrei dio un breve paseo por el castillo de popa, mirando el horizonte y luego volvió a mirar a Oleg.

— ¿Qué sigue luego de Faverstram, capitán? —preguntó. ¿Antongrado, quizás? No creía que tuviera tanta suerte.

Con un gesto que aún rebozaba de tristeza, Annalise asintió a las palabras de Otto y de sus compañeros mientras pensó en lo condenatorio que podría ser aquello. No obstante así era la situación y no se podía escapar de aquello, no cuando se traiciona tan libremente a los amigos. Por esa razón una vez aquel hombre se retiró y se dio por terminada la conversación, cogió la mano de Bjorn luego de asentir y sonreír a Andrei. 

Claramente valoraría sus palabras, aunque ahora su mente no estaba para la labor. Así que ya con el barco en pleno fulgor aventurero, danzó en su eterno vaivén con las olas cuando la joven se alejaba de allí con su amigo. Posiblemente buscaría estar a solas con el pícaro y conversar, eran los más cercanos a Grigori al fin de cuentas. 

—Bjorn... Lo he condenado, pero tengo muchísimo dolor y bronca. No soy ese tipo de persona, me conoces—intentó justificarse al mirar sus ojos—. Pero lo que hizo de alguna manera, es totalmente injusto. 

Annalise era una mujer de muy bien corazón, alguien que lo daba todo por sus amigos. Le dolía en demasía aún las palabras de su ex amigo, sin poder entender todo aquello. Pero quizás el rubio tenía las respuestas a todo aquello, al menos su cercanía aliviaría la pena de su corazón. 

—Caras vemos, corazones no sabemos... excepto Otto. Tiene cara de gilipollas y corazón de gilipollas. ¿No te ha dicho ni siquiera dónde se esconde el bandido ese? Joder, ese niño está perdido. No lo culpo, su padre es igual de imbécil. Cuando conozcas al Barón Marcus te darás cuenta de lo que te digo. El bandido se habrá escondido en el bosque o en el monte. O a lo mejor ya está dentro del pueblo follándose a las mujeres. Estos Faverstram son tan inútiles que todo es posible.

>>Vale, tú tantea la zona [1]. Yo me quedaré en la aldea. Cuando sepas dónde está, me avisas. A lo mejor nos hacemos una pequeña fortuna, ¿eh? Quién diría que iba a ser compañero de negocios del hijo de Vlad.

—¿Luego de Faverstram? Las Oceánides, chaval. Allí por lo menos puedo contratar un seguro contra ataques piratas, y sé que me pagarán los costos de reparación del barco —dice en voz lo suficientemente baja como para que Otto no lo escuche—. A diferencia de lo que hacen otros gilipollas.

>>La Compañía de Comercio de las Oceánides Septentrionales anda contratando brazos y barcos. Gente joven como vosotros podría encontrar un lugar ahí. Tu amiga la del arpón, el de las dagas, la hechicera, y tú con ese espadón. Pagan bien, ¿eh? A diferencia de lo que hacen otros gilipollas —repite en voz lo suficientemente baja como para que Otto no lo escuche.

— Sé que no eres ese tipo de persona. — confirmó Bjorn, colocando sus manos sobre los hombros de Annalise. La miró a los ojos: los tenía llorosos, y Bjorn no podía permitirlo. Eso hacía que le tuviese todavía más rencor a Grigori, por haber causado ese dolor en su amiga, pero en ese momento no podía decirlo. — Las acciones de Grigori son muy extrañas e inexplicables. En el fondo no quiero pensar que lo tenía todo planeado y que era un traidor desde el principio, como dice von Faverstram... — negó con la cabeza, y suspiró. — Quiero pensar que tenía algún motivo, uno bueno, para hacer lo que ha hecho. Pero aunque tenga un motivo, eso no es excusa. Nos ha engañado. Ha rechazado nuestra ayuda... tu ayuda. Si nos consideraba sus amigos, aunque tuviera buenos y superiores motivos, lo mínimo que podía hacer es... contárnoslo. — acabó murmurando.

Las palabras aliviaron su corazón y de alguna manera le permitió que no se derramen más lágrimas por aquella persona. No obstante mientras miró a los ojos a su amigo, comprendió que todo esto estaba más que perdido, cada persona toma las decisiones que considere y esto ya era inevitable. Grigori sabía lo que hacía. 

—Hay que seguir, quedamos solo tu y yo—respondió y al coger su mano, lo instó a que la acompañe—. Vayamos a dormir, mañana toca día de comienzos. 

Agradeció tener al rubio a su lado, definitivamente era lo mejor que le había pasado en su vida, el hecho de encontrarlo. 

El galeón continúa su viaje en medio de la tormenta. A las pocas horas y sin demasiadas complicaciones ya está atracando en un pequeño puerto en la costa. Habéis llegado a destino: el feudo de Faverstram. Atrás queda la Isla Serena, atrás quedan los piratas, atrás queda Grigori y atrás queda el cuerpo de Evgeni, hundido en las profundidades del océano.