Partida Rol por web

Azulejos grabados, grifería y cañerías de plata, fragancia de rosas en el aire... ¡Miau! En en aquel cuarto de baño se podía comer una sopa con más elegancia en el comedor la cabaña del bosque. 

A falta de cuarto para animales, el gato con botas entró en el baño de señoras junto con su mascota Piruja. Por fin podrían hablar a solas.

Un maullido se me escapó al entrar en tal espectacular cuarto de baño.

- Miaaaaaaaowwwww... ¡¿has visto esto?! ¡qué locura por todos los cielos! - me encontraba tan maravillado que un pequeño ronroneo surgió de mi garganta (lo que demostraba que los seres humanos sí eran capaces de reproducir dicho sonido sólo que no conocían la técnica). - ¡¡es increíble!! Si tan sólo pudiéramos formar parte de esto... con tus dotes de magia y mi don de... ¿de gentes? ¿de palabrería? ¿de espadachín? ¡lo que sea! pero podríamos vivir en el castillo cómodos y felices, y quizás comer perdices. Yummmm... - comenzaba a salivar - qué ricas... y con guarnición de ratón crudo... - sorbí mis propias babas para poder continuar hablando con claridad - la cuestión es que ahora tenemos la oportunidad de hacerlo trayendo de vuelta a la princesa de esos mundos de yupi a donde se ha ido. ¿Crees que podrás hacerlo? Yo podría fingir el hechizo con retorcidas palabras alzando la voz mientras tú por lo bajini convocas la magia. ¿Qué te parece?

También se me ocurrió otra idea.
- Creo que además deberíamos tener una contraseña secreta. Algo así como un silbido. Si nos encontramos en peligro podríamos silbar e intercambiar tu... bueno mi, espada por la escoba. Pues soy yo quien conserva la técnica y conoce los movimientos. ¿Qué me dices? Asegurémonos el puesto en la Corte y luego volvamos a ser quien realmente somos. Sería estupendo que nos recordaran como la bruja Real y su valiente gato.

-Oh, dioses, ¡por fin! -exclamó el "Gato"-. ¡Necesitaba un rato de relax, de ser yo misma! ¿Cómo puedes estar tan pendiente de todas las cosas que pasan en tu cuerpo? ¡Se me erizan los pelos solos! Y... y empiezo a percibir muchos más olores y sabores ¡y... veo en la oscuridad!

El gato Piruja respiró, observó los baños e intentó calmarse un poco. Llevaba todo el día navegando entre conversaciones superficiales y leyendo entrelíneas, preguntándose qué era cierto y qué no, fingiendo ser quién no era, conociendo a su "familia", e intentando ser un gato  una mujer civilizadoa con todos ellos y no matarles de un zarpazo... y era terriblemente agotador.

-Vale, Gato... la oferta y todo eso es genial, de hecho, ¡es perfecto! Pero no me fío ni uno solo de tus millones de pelos de la familia real... ni de ningún habitante de este castillo, sirvientes incluidos. De hecho, me parece bien lo del aviso secreto... Solo que, ¿los gatos silbáis habitualmente? Tú podrías silvar y yo hacer un... un... esa especie de ronroneo raruno que termina en tos (y si les parece raro, simulo que estoy expulsando una bola de pelo, a ti te pasaba todo el tiempo en la cabaña), no sé... Déjame pensar...

El Gato-Piruja se quedó unos instantes en silencio... hasta que su semblante se iluminó. ¡Ya sé! ¡Tengo una idea! Se acercó al cerrojo de la puerta y lo cerró a conciencia.* Dedicó un milisegundo a poner la oreja en la puerta. ¿Habría alguien esperando fuera?**

-¿Qué te parece si hiciéramos lo siguiente...? -A Piruja, en versión felina, se le iluminó el semblante y empezó a hablar rápido, como le sucedía siempre que estaba nerviosa.- Vale... A ver. Primero, nos pasamos por el salón de baile y le echamos un vistazo rápido y seguimos con tu teoría, que la princesa tiene que reposar y que la lleven a sus aposentos, cierren las cortinas y dejen una vela encendida en su habitación. Entonces, bajo la excusa de que parece tratarse de algo extraño (tipo un encantamiento o una maldición), les decimos que vas a la biblioteca -yo te acompaño, por supuesto-, donde quieres consultar un par de libros sobre este tema porque parece que es algo muy poderoso y terrible y, lógicamente, no quieres dañar a la princesa equivocándote. Echamos un vistazo rápido a los libros, a ver si con suerte encuentro lo que busco. -En este punto, Piruja hablaba comiéndose las sílabas, enlazando una palabra con la siguiente-. Volvemos donde la princesa, les dices que quieres quedarte a solas con ella y que yo entraré contigo, porque ya se sabe que los gatos ahuyentan los malos espíritus cuando se hacen conjuros y encantamientos y que si hay alguien más en la sala, lo que saquemos de la princesa puede transmitirse a esa otra persona, ¿me sigues? Entonces hacemos el abracadabra y listo. Nos ganamos el favor de todos.

-...Y además, eso nos daría la excusa perrrrrrfecta para merodear por la zona de los aposentos reales... -añadió con una sonrisa maliciosa.

Conforme la bruja iba comentándome su plan, a mí me entraban más ganas de tumbarme en el suelo y sentir el frescor de las baldosas, por lo que apoyé mi espalda contra la pared y comencé a descender lentamente quitándome, de paso, ese picor tan molesto que llevaba en mi lomo hacía ya un buen rato. Cuando mi pandero tocó el suelo sentí un pequeño cosquilleo de placer que llegó hasta mi sien e hizo estremecerme. Prrrrrrrr... ¡Qué frrrrresquito! Contemplé la opción de rodar por piso como una croqueta pero tuve consideración por la bruja, pensé que la hechicera no estaría muy de acuerdo con tal espectáculo.

- No va a ser posible. Primero porque si queremos conseguir nuestro trato tendremos que demostrar delante de todos lo que eres... eh... ¿soy? ¡agh! - exclamé en voz baja - ¡SOMOS! Somos capaces de hacer. Tienen que ser ellos mismos los testigos del despertar de la princesa o sino pensarán que se ha recuperado por sí misma después de unas horas de descanso. Tampoco nos dejarían ir a la biblioteca así como así, primero porque saben de tu... ¿mi? ¡agh! ¡otra vez! - era extremadamente difícil hablar con propiedad - ¡NUESTO! ...nuestro interés en acceder a la sala. Pensarían que en vez de buscar un antídoto para Zelda, estaremos malgastando nuestro tiempo precioso buscando lo que nos conviene. Que es exactamente lo que pasaría. Además, - añadí - como ya has visto este castillo está plagado de invitados que se mueven más rápido que los ratones. ¿Y si alguien nos pilla haciendo el cambiazo? Será mejor que solucionemos el asunto de la desmayada primero y cuando tantos ojos dejen de mirarnos, nos acerquemos sigilosamente a la biblioteca. Total, te han dado luz verde para ir a examinar el lugar, y por lo que tengo entendido es un cuarto enorme así que seguramente nos lleve un tiempo dar con el libro. - bostecé tanto como esta minúscula boca me permitía. ¡¿Cuánto tiempo hace que no me echo una siesta?! - Hagamos las cosas con cautela, de una en una podremos conseguirlas todas. Ahora eres un gato así que la precaución es tu amiga. Y desde luego te digo una cosa desde mi más sincero corazón... no sé cuántas vidas he malgastado ya pero... no te quedan muchos comodines. Y Piruja sólo tiene uno. Necesitamos ser prrrrrudentes. - el ronroneo atacaba de nuevo - Vayamos al gran salón y arreglemos a la princesucha... yo tampoco me fío de nadie esta noche pero tampoco tenemos muchas más opciones.

De repente pegué un salto y me incorporé a dos patas. ¡En realidad me estaba meando!
- Ay, ay, ay, ay.... ¡¡qué se me escapa!! - entré corriendo a uno de los aseos y cerré la puerta. Nunca me había gustado que me observaran hacer pis y por descontado esta situación me sobrepasaba. No quería que Piruja me mirara, me pondría más nervioso, acabaría liándome con la batamanta y fallando con el chorro. Si salía ahí fuera oliendo a pis toda la dignidad que habíamos conseguido hasta ahora se esfumaría en cuestión de segundos...

- ¡No entres! ¿eh? Que si no, no atino. No me gusta que me miren, ¡me corta el (ar)royo! ¡¿lo pillas?! - estallé en una carcajada - ¡ya termino!

No tardé mucho en salir ya más a gusto y tranquilo.

...Entré corriendo a uno de los aseos y cerré la puerta. Era cierto, no quería que Piruja me mirara, pero no mear (que también), sino envenenar una manzana. Abrí el botecito de la dosis de veneno y lo volqué en una pieza de fruta cualquiera a la que luego marcaría con una incisión de mi uña en un lugar poco visible, como por ejemplo el rabo o la hoja.

Cita:

Mi risa escandalosa desencadenada de aquella ocurrencia que pretendía ser un chiste malo podría cubrir todo ruido sospechoso.

Hice un pis rápido y salí una vez que el bote de veneno estaba escondido en el fondo de la cesta. No sabía muy bien por qué se lo ocultaba a la bruja pero no quería que me riñiera por algo que no sabía si iba a resultar conveniente en el futuro o no. Así que lo hice a escondidas, como si fuera un niño pequeño. Total... ya me iba acostumbrando a suplantar identidades. ¿Sería realmente un gato? ¿O más bien un camaleón?

-Tal vez tengas razón... Hay que pasar desapercibidos... Ah, por cierto... Puede sonar raro, pero... cuidado con los coqueteos con otros cuando esté delante Lobo... No quisiera que pensase que quiero irme con otro... Ya me entiendes. -comentó Piruja.- Oye, ¿no te ha parecido MUY raro que la Reina y el Cazador entrasen juntos en la sala de juegos? Quiero decir... ¿desde cuándo una reina se junta con un cazador -por muy bueno que esté- tan sanguinario como él? A ver si al final las princesitas no tienen tanta sangre azul cómo pensábamos...

Mientras el Gato hacía pis, bueno, su cuerpo, Piruja empezó a darle conversación.

-Eh, cuéntame, ¿qué tal va la experiencia de ser humana? Se te ve muy cómoda. Bueno, cómodo.

Al oír el arroyo de su antiguo cuerpo se dió cuenta de que tal vez también le tocara ir a hacer sus necesidades. Se encontró mirando uno de los tiestos de las planta con otros ojos. ¿Qué me está pasando? ¡Me niego a hacerlo ahí! Así que entró en otro de los lavabos y se quedó observando la taza. ¿Siempre han sido tan grandes? Cuando ya estaba en el borde, miró hacia abajo. Hacia el vacío. Uf... Concéntrate, Piruja. Tú puedes. Ahora eres un gato, los gatos están acostumbrados a hacer malabares y a no meter la pata. Eso es. No metas la pata. No te caigas dentro. Es fácil. Sí. 

-Ya estoy lista, Botas. ¿Qué tal tú?
 

- Puede que el cazador y la reina se dirigieran a la sala de juegos pero no para practicar póker precisamente... - suspiré - que por cierto me he quedado con ganas de jugar. Debe ser un auténtico placer barajar la mano de cartas con unos dedos tan finos. Poco a poco voy descubriendo los trucos de tu cuerpo, - miraba por encima de mi hombro echando un vistazo en general - en realidad es mucho más sencillo de lo que pensaba, los sentidos de un humano no están tan desarrollados como los de un gato y eso conlleva que tan sólo tenga que concentrarme en mis pensamientos, que resuenan tan fuerte como timbales en mi cabeza. Supongo que por ello a las personas se les da tan bien la trama y los entrevesados - miré a mis pechos - la feminidad no me resulta extraña, los felinos conocemos la habilidad independientemente de nuestro sexo. - noté como el pelo se ondulaba al compás de mis movimientos - Por cierto niña, con este cuerpo no sé por qué te conformas con el lobo... ¿todavía no te has dado cuenta del partido que le puedes sacar? Si quisieras podrías conquistar a un príncipe y hacerte con su reino... - una sonrisa avariciosa aparecía por mi cara, luego descarté la idea - pero haré como dices, tendré cuidado con los coqueteos por respeto a tu feroz amigo... ¡pero no sabes lo qué te pierrrrrrdes! - dije sacudiendo mi culo y dando vueltas sobre mi eje.

Ser una bruja era divertido, ahora tendría que demostrarlo delante del resto.
- ¿Vamos a ver a la desfallecida? Yo te cubro que lo del espectáculo se me da muy bien.

-La verdad es que no conozco a mucha gente y nunca había estado con tantos a la vez... A ratos es un poco agobiante. Como en el bosque no llega casi nadie... ¿En serio tengo un buen cuerpo?-me quedé mirando a mi antiguo cuerpo. -A ver, ¡date la vuelta!

Piruja se quedó mirando su cuerpo... Esperaba que todo lo que se había zampado el gato en su cuerpo no le hiciera mella a la larga... ¡Luego a la que le tocaría estar comiendo verdura un mes entero sería a ella!

-Si ya estás lista, nos vamos. Recuerda: como gato de la bruja debo estar presente y soy tu ayudante número uno. Si quiero decirte algo al oído (como el hechizo que voy a utilzar o cómo veo a la prrrrrrrrrrr... ¡agh! prrrr.... princesucha...), frotaré la cabeza en tu pierna, como pidiéndote mimos o algo así y cuando te agaches te susurraré lo convenido. ¡Dioses! Si esa engreída de verdad tiene alergia a los gatos, estoy por sentarme en su cabeza ¡y restregarle todo tu felino trasero por ella!

La pantomima ya estaba preparada, y Piruja y el gato salieron del baño dispuestos a demostrarle a la familia real cuán necios habían sido por rechazar los servicios de la hechicera. La situación era algo complicada con sus cuerpos cambiados, y para complicarlo más, también estaba el asunto de aquella fobia de la princesa Zelda hacia los gatos. ¡Estúpida princesa!

De todas formas, aquello tenía toda la pinta de ser divertido. ¡El espectáculo estaba a punto de empezar!