Partida Rol por web

Jaiou ¿me cuentas qué está haciendo tu personaje un día a tu elección entre el 15 y el 20 de mayo? 

16 de Mayo, 20:35h,

Había sido un día horrible, interminable. EL último caso era de los que dejan huella. Como superar la cara desencajada de aquella joven de 18 años tumbada boca abajo, con 16 puñaladas y consolar a una madre que no debería haber visto nunca morir a su hija y mucho menos encontrar su cuerpo.

Nicole fue al gimnasio donde se refugiaba en los días difíciles y desahogaba toda su furia y frustración con una sesión intensiva de Aikido y una buena ducha.

Cuando sales del vestuario al pasillo, con su luz fría y neutral. Allí un hombre de mediana edad está fregando el suelo, ayudado de uno de esos extraños carritos mezcla de fregona, armario y, muy probablemente en un película de zombis, armero. Levanta la mirada hacia tí y parece reconocerte, a pesar de que no le has visto en la vida. Deja de fregar y se lleva la mano al bolsillo, buscando algo. Sacauna foto y la compara contigo. Sonríe.

- Em, hola, me llamo Carlos. ¿Eres Nicole? -

Levanta la vista buscando de donde ha salido esa voz estridente y un escalofrío recorre su cuerpo. Quién demonios es y porque tiene una foto suya. En una mano lleva la bolsa de deporte y en la otra sujeta las llaves a modo de puño americano.

- Hola,...eh...¿quién es usted y de qué me conoce?

Nicole se dirige hacia él con paso firme y decidido, pero vigila todas las sombras ya que nunca se ha fiado de desconocidos y hay algo extraño y siniestro en él.

- ¿Puedo ayudarle con algo?

- Un hombre me dijo que le diera algo. - te dice con la sonrisa aún en la cara, servicial. Se vuelve a su carrito y saca un paquete pequeño. Te lo tiende acercándose.

- ¿Pero cómo se llamaba, quién era...?- el hombre ya ha dado la vuelta al carrito de la limpieza y ve como gira por la primera esquina a la izquierda.

Ha dejado el paquete en el suelo. Nicole coge la caja con cuidado, es pequeña, marron y en ella no hay mas que su nombre escrito a ordenador en un trozo de papel. Con sumo cuiado escucha el interior pero no oye nada, no se atreve a agitar el paquete y finalmente decide quitar los precintos y abrir lentamente la tapa.

Dentro de la caja hay un teléfono, encendido, con la batería completa y con una llamada perdida.

Nada más ver el teléfono sabe de que se trata, no puede ser otra cosa, la Ordo Veritatis se pone en contacto con ella. ¿Qué ocurrirá esta vez? - piensa. Un escalofrío recorre su cuerpo, es la adrenalina que acelera su corazón. Le da a rellamar y espera. Siempre le han gustado los retos, las aventuras, y por que no, cierto riesgo en su vida.

- Buenas noches, Señorita Foster. Esperamos no haberla asustado, pero necesitábamos que recibiera un nuevo teléfono seguro. ¿Está usted disponible para un nuevo trabajo con nosotros? Porque nos hemos tomado la libertad de reservarle dos billetes para Washington D.C. dentro de tres horas. Allí será recogida por un agente que le identificará al nombre de asesora de seguridad. -

- Allí estaré. Buenas noches. - Colgo el teléfono. Como siempre tenía poco tiempo para ir a casa recoger cuatro cosas y avisar en el trabajo de que faltaría unos días. Le debían unos cuantos favores ya que siempre estaba dispuesta a cubrir a sus compañeros y además le quedaban unos cuantos días de vacaciones.

El gato se lo dejaría a su veciana y gran amiga Merichel. Siempre estaba ahí y nunca preguntaba más de lo necesario.

Hizo una pequeña maleta de mano y cogió un taxi en direción al aeropuerto.

Mientras me preparo las maletas.

Washington, al fin. Ha sido un viaje corto y cómodo. Ya sabes que la orden no escatima en gastos con sus agentes, pero nunca deja de sorprenderte lo bien que se vive en ciertos momentos de las misiones. No puedes evitar sonreir al pensar que seguramente será algún tipo de remordimiento compensatorio.

Cuando sales de la terminal ves al hombre. Alto, ancho de espaldas y con un uniforme de chófer, gorra de plato incluida. Parece cansado, como si llevara trabajando toda la noche. En sus manos sujeta un cartel en el que está impreso:

Asesor de seguridad

Nicole recogió su maleta y se acercó con cara cansada a aquel hombre. El día estaba resultando muy largo y anhelaba su cómoda cama. No sabía en cuantas horas no podría dormir. Había echado una cabezada en el avión aunque sabía que no sería suficiente, no importaba, su exciación por lo que aconteciese en las próximas horas le hacía seguir adelante. Como siempre.

- Buenas noches. Ya nos podemos ir.