Partida Rol por web

Carles pone entorna los ojos y pone cara de circunstancias -claro ... claro el maestro  ... - a sus palabras le acompañan una sonrisa torcida, laconica.

- Y bien ... dudo que me importuneis para perdirme disculpas ... ¿o sí?- golpea su labio con el dedo indice - id al grano, ¿que quereis?- dice sin tapujos.

Sorprendido ante la tan directa respuesta de Carles, respondo:

-Verás. La verdad es que el propósito de mi visita es doble. Por un lado, venía a pedirte disculpas por usar tu aspecto para cumplir mis fines. Me gustaría que no te hubiesen obligado a esto y quiero que sepas que haré lo posible por no dañar tu reputación. Por otro, venía a pedirte de nuevo que me permitieses usar tu rostro, pues debo acompañar al maestro a la corte.

Sin decir más, espero su respuesta.

Un suspiro de resignación escapa de labios del frustado aprendiz -haz lo que debas, y hazlo rápido ... - replica en respuesta a tu petición.

Impaciente por pasar el mal lance, cambia el peso de su pierna izquierda a la derecha y viceversa, realizar el ritual te llevará al menos un cuarto de hora.

Extraigo de un bolsillo de mi túnica un vial con una mezcla rojiza y pastosa, la vierto sobre mi mano y me cubro la cara con ella. Una vez realizados los preparativos, acerco las manos a la cara del aprendiz y recito el salmo ritual. Al instante, un dolor ya familiar recorre mi cuerpo de pies a cabeza, casi como si me esculpieran con una garra de lupino, finalmente, el dolor se recrudece y se centra en mi cara, incrementándose constantemente hasta ser casi insufrible, y cuando estoy a punto de colapsar, se detiene.

Atónito y aún algo aturdido, miro a Carles y le digo:

-Gracias, muchas gracias, te compensaré por esto, lo prometo.

Acto seguido salgo de la sala en busca de mi maestro xavier

Tus pasos te conducen otra vez hasta el sancta santorum del regente de la capilla, tus nudillos vuelven a golpear la fría y dura madera de la puerta, al poco estás se abren.

Sentado en la mesa, como de costumbre, ves a Xavier, leyendo una carta, al acercarte puedes reconoces el sello al dorso, "voluntat vinc" acompañado de una serpiente y medio escudo. Sin duda una carta del clan.

Xavier levanta la vista del papel con una sonrisa de oreja a oreja -Goratrix ha huido- dice dejando la carta a un lado. Su mirada se centra en ti, observando tu reacción conocida la noticia.

Tras lo que parece un tiempo prudencial, rompe el silencio y el escrutinio -y bien aprendiz, ¿qué puedo hacer por vos?- dice apoyando los codos sobre la mesa al tiempo que junta las manos.

Tratando de no parecer excesivamente afectado por la noticia, vuelvo la mirada hacia Xavier y le digo:

-Bueno, era posible que escapase, es un cainita muy poderoso, ¿no? Guste más o menos, el poder de su sangre está ahí, sin embargo, no he dicho que no haya otros más dignos de ese poder...

Hago una pausa y añado:

-Cambiando de tema, creo que más o menos tengo el ritual bien aprendido, ¿Deseais que os acompañe a la corte esta noche?

El regente sonríe afectado -ciertamente puedo verlo con mis propios ojos- tranquilo se levanta apoyando ambas manos sobre los brazos de su sillón.

De pie te observa largamente desde detrás de sillón -magnífico- exclama en una sonrisa -me habéis engañado incluso a mí, por un momento pensé erais Carles- dice acercándose hasta ti.

Su mano enguantada recorre tu cara en busca de alguna imperfección en la sobrenatural máscara.

-Bien- sentencia retirando su mano -está noche iremos a la corte, veremos que tal os desenvolvéis en ella- satisfecho levanta la mirada hacia la puerta.

"Plas" "plas" dá dos palmadas sonoras. Al poco la puerta se abre, quieto en su umbral, aguarda el deforme criado.

-Ensilla el carruaje- ordena con voz grave el regente -acompañadme- echa andar apoyando su peso sobre su inseparable bastón.

Sus pasos os conducen hacia uno de los numerosos estantes de su sancta. Sus manos, ágiles comienzan a señalar uno u otro frasco, la mayoría cubiertos de varias capas de polvo.

-Aquí está- señala un pequeño cofre, con gran solemnidad abre el cofre, recogiendo un pequeño trozo de terciopelo azul.

-Tomad- estira la mano ofreciendo el terciopelo -anudadlo a vuestro cuello, os protegerá de aquel que intente influenciaros de una u otra manera-

Tomo el pedazo de tela y lo anudo con cuidado a mi cuello. Es posible que me salve de algún problema. Si Xavier me lo da será porque es realmente útil y necesario que lo lleve, si no, no se molestaría, pero arriesga casi tanto como yo. No puede jugársela.

Una vez anudado, digo:

-Bien, vayamos a la corte, mi señor.

Ante la urgencia y apremio de tus palabras el regente frunce el ceño.

-Iremos aprendiz... iremos, pero no olvides quién es el maestro y quién el aprendiz- dice con tono grave haciendo alusión a tus últimas palabras.

Enérgico, gira sobre sus talones, su capa ondea siguiendo el movimiento de sus talones. Precedido de su bastón echa a andar cruzando el umbral dejando atrás su sancta. Las puertas del sancta de Xavier se cierran a cal y canto tras vosotros, sin ayuda alguna, o intervención del regente quién no toma la más mínima seguridad para preservar la intimidad de sus estudios.

Lo mismo ocurre una vez salís de la capilla, una vez en el patio veis el carruaje con los caballos enganchados, listo para partir. El ruido de un batir de alas llama tu atención, al poco un ser deforme y grotesco se presenta ante vosotros, una gárgola.

-Aaaamooo- se gira sobre su tronco agachando la cabeza frente a Xavier.

-Partimos a Barcelona, irás por delante, el resto permanecerá aquí para guardar la capilla- dice con tono autoritario mirándolo desde las alturas con una mezcla de desprecio patente.

En respuesta el ser se endereza tan alto como es, a su lado parecéis niños, a penas le alcanzáis al pecho. Con un gesto de su fea cabeza corneada asiente dando por entendido las órdenes.

Satisfecho el regente pasa a su lado sin darle más importancia, el criado abre la puerta del carruaje echándose a un lado para que paséis, primero Xavier y luego tú, antes de que este cierra la puerta escuchas de nuevo el batir de las alas de la criatura.

El carruaje se pone en movimiento, lentamente al principio. Xavier comienza a susurrar unas palabras con la mirada perdida en el habitáculo, sus palabras finalizan con un golpe de su bastón. Entonces el carruaje alcanza una velocidad vertiginosa, echándote hacía atrás en tu asiento.

-Resulta últi, viajar más rápido- comenta distraído.

Lo cierto es que es un milagro que los caballos puedan tirar del carruaje a esta velocidad, es más, es un milagro que las ruedas del no se quiebren o rompan con el accidentado camino.

Al cabo de poco más de quince minutos el carruaje se para, estáis frente a las puertas de la ciudad, ese mismo camino te llevo al menos una hora  la última vez que viniste acompañado por Aitor, el alguacil.

Al cabo de un par de minutos el carruaje vuelve a ponerse en movimientos, cruzando las amplias puertas de la ciudad, dejando atrás la muralla.

Clap clap suenan las pisadas de los caballos sobre el adoquinado camino, el carruaje gira en par de ocasiones deteniéndose una vez más antes de llegar a su destino.

Entre tanto, Xavier, quién se mantuvo reservado durante el viaje, te da instrucciones.

-No te separes demasiado de mí, ándate con cuidado con lo que dices, es la primera vez que Carles acude a la corte... si comienzas a sentir que el ritual se desvanece, avisadme-

La puerta se abre mostrando un joven mozo vestido con calzas y chaqueta de color azul, frente a vosotros se alza majestuoso el Palacio Real, residencia de los soberanos de la Corona de Aragón, no es la primera vez que acudes a este lugar, aquí tuvo lugar tu entrevista con el príncipe.

Xavier baja del carruaje primero, abriendo la marcha precedido por el muchacho, quién os guía hasta dejaros frente a las puertas cerradas de un salón.Un mortal aguarda a un lado.

-Buenas noches- saluda con tono cortes -si vuesa merced place esperad aquí hasta que os anuncie debidamente, ¿quién es el joven que os acompaña?, ¿debo anunciarlo?-

-Sí, este es mi joven aprendiz, Carles- apoya su mano enguantada sobre tu hombro, en respuesta a sus palabras el heraldo asiente abriendo la puerta cerrándola tras de si.Una vez solos el regente te mira con cara de circunstancias.

Espero en pie junto a mi nuevo maestro mientras el habla con el mortal que va a anunciarnos. El viaje no ha sido tan largo como en otras ocasiones, lo que es de agradecer dadas las circunstancias. Mientras espero, pienso en lo que puede ocurrir si nos descubren, significaría la muerte definitiva, pero tampoco tengo nada que perder, así que...

Con estas ideas flotando en mi cabeza espero a que se nos permita entrar.

Del otro lado de la puerta escuchas la voz del heraldo, anunciando primero a Xavier y luego a ti, al poco suenan los pasos, luego la puerta se abre de par en par.

-Su alteza Cneo, señor de Aragón, principe de Barcelona os recibe- añade realizando una florida reverencia.

Xavier avanza primero precedido de su bastón, sin darle más importancia al heraldo. Arriba sentado en un sillar de piedra ves a Cneo, flanqueado por dos hombres, reconoces a aquel situado a su siniestra, Aitor, su chiquillo, el alguacil de Barcelona.

A su diestra, un recio caballero entrado en años, un hombre maduro de poco más de treinta años, una espada de grandes proporciones descansa a su diestra.

Abajo, reunidos, el resto de la corte de Barcelona, una mujer sobresale sobre el resto, sus cabellos aureos atraen tu atención, y la del resto. Sus ropas delatan tanto como sus formas,su condición de mujer de alta alcurnia.

Entre el gentío no ves a aquel que buscas, el anciano Ventrue no ha asistido esta noche, tal vez lo haga en la siguiente ocasión. Las miradas dirigidas a vosotros son cuanto menos peyorativas, en la corte pocos sienten aprecio por la prole de Tremere.

-Alteza- llama Xavier -¿recordais a mi chiquillo Carles?- saluda haciendo una revernecia -he creido conveniente, el que me acompañe a la corte, tal vez así tengais ocasión de conocerlo mejor con el fín de que os sirva mejor-

El principe parece distraido, incluso aburrido o "hastiado", con un ademan de su mano da por finalizada la conversación, Xavier, el orgulloso Xavier,se gira, su cara es un rictus de furia contenido.

-Vamos, chuiquillo, su alteza está ocupado, os presentaré al resto de la praxis, algunos han llegado recientemente a la ciudad- los pasos de Xavier te conducen hasta un hombre de mirada viva que conversa alegremente con otro más joven, un hombre apuesto vestido a la usanza italiana.

El hombre más joven saluda cortes -seguiremos más tarde- dice a modo de despedida, antes de retirarse os dedica un breve saludo de cabeza.

-Maese Cesc, me permitís un momento- el hombre se gira sorprendido -buenas noches, Xavier, ¿vuestro chiquillo supongo?- responde mirandote de arriba  a abajo, como aquel que evalua una mercancia.

-En efecto, este es Carles- apoya su mano sobre tu hombro -vamos chiquillo, presenta tus respetos a tus mayores tal como se te ha enseñado-

Mientras me muevo por la corte, trato de evitar las miradas de los demás cainitas. Puede considerarse un signo de debilidad, pero me interesa que crean que Carles es un ser indefenso y sumiso que no representa peligro. De esta forma, no sólo me ayudo a mi mismo con mi plan, sino que le creo una reputación de "niño bueno" que puede sernos útil a los dos.

Me presentan ante el príncipe con erótico resultado, es decir, Xavier acaba un poco jodido, lo cual me impide ocultar una leve sonrisa. Menos mal que llevo la cabeza agachada.

Llegamos junto a una pareja que conversa. El más joven se va, parece que interrumpimos. Sin embargo, Xavier saluda y me presenta. Ante ello, sólo puedo decir:

-Buenas noches, mi señor, mi nombre es Carles, chiquillo de Xavier, el hecho de tener la ocasión de conoceros supone un inmenso placer para mi.

Hago una pronunciada reverencia mientras hablo y espero a que me conteste.

Tu primera noche en la corte paso sin pena ni gloria, gracias a Xavier conociste a varios de tus congéneres, en sus ojos podías ver lo que no decían sus lenguas, desprecio mal disimulado. Consciente o no Xavier les sigue el juego, tuviste ocasión de ver como a pesar de ese desprecio, no son pocos los que acuden en busca de su consejo y magia, tal vez sea eso lo que os ha permitido estar presentes en esta corte y haceros un hueco en la ciudad.

Una vez comenzaste a sentir el picor en tu cara, informaste a Xavier, tras presentar vuestros respetos abandonasteis la corte tan rápido como pudisteis, ya en el carruaje en marcha, el dolor se hizo insoportable, hasta el punto de hacerte gritar como lo hicieras otras tantas veces. Solo un trozo de madera sujeto a tu boca impidió el que siguieras gritando mientras las lágrimas carmesíes se derramaban por tu cara.

Así fue una y otra vez, un día entablaste contacto visual con aquel a quién persigues, el maldito Ventrue no sospecho nada, si bien es cierto que se mantiene bien lejos de vosotros. Parece que ha logrado convertirse en un comerciante de cierto éxito, hay quién dice que debe gran parte de su fortuna a su alteza Cneo, su principal cliente, sea cierto o no, su falta sería muy notada por lo que Xavier te aconseja que extremes las medidas, por el momento parece que no tiene interés alguno en vosotros, tal vez tenga miedo.

Tus estudios con el fuego griego son pobres, a pesar de tus esfuerzos, algo se te escapa. Parece que el secreto está condenado al olvido. Aún así consigues un éxito moderado, la llama del fuego producido por tus compuestos tarda más en perecer y arde con más intensidad.

Una noche se presenta una ocasión se presenta durante un ataque assamita, aprovechando dicho ataque fuiste a por el  Ventrue.Llevabas cierto tiempo, investigando al comerciante,de manera que sabias donde vivia, una pequeña casa en el barrio de los comerciantes. No fue dificil hacerlo desaparecer, puede que el compuesto alquimico que desarrollaste no fuese fuego griego pero servia a tu proposito de la misma manera.

Con el tiempo, te enteraste que Goratrix ha sido sentenciado a muerte , dicha sentencia no ha llegado a cumplirse, ahora prófugo se desconoce su paradero. La purga en el clan ha comenzado y aquellos que se han declarado abiertamente a favor de Goratrix han muerto, muchos de ellos antiguos aprendices de la capilla de Paris.

Por suerte para ti, no te encontrabas allí, tras recibir la noticia Carles ha estado más pendiente de ti de lo usual, tal vez busque un pretexto para deshacerte de ti o tal vez siga las ordenes de Xavier, quién se supone que ha intercedido por ti y te ha reconocido como aprendiz. Tal vez ello te haya salvado de ser llamado a Viena para una "consulta", como tantos otros miembros de la capilla de Paris.

La reciente influencia de los Tzimisce trae de cabeza a Xavier, recientemente uno de ellos se ha echo asiduo en la corte, un monje obertus, Andrei, representante de un antiguo Tzmisce , venido de Bizancio. Entre los Tzmisce, y los magos locales de Barcelona tenéis bastantes problemas. Una alianza situada cerca de los Pirineos ha comenzado a expandir su influencia en la ciudad condal, por si fuera poco esta la Cábala, situada en el Call Judio, estos sospechan de vuestra existencia, magos vampiricos

Una marcha de magos ha sido declarada contra la casa Tremere, vuestros antiguos colegas se han convertido en acérrimos enemigos. Flambeau y Titalus marchan a la cabeza siguiendo las órdenes de los Quasitoris, jueces de la orden. Tiempos oscuros se avecinan.

-FIN DE PRELUDIO-