Ainar no entendía algo. Vanwa había sonreído, se había puesto serio y hasta sereno. Welf había hablado efusivamente, pero sin gesticular demasiado, haciendo honor a los hombres del bosque. Miriel había derramado una solitaria lágrima que no había escapado al escrutinio del enano que deseaba entender qué sucedía y la elfa había dejado de contarles qué sucedía.*
Odorico había pasado de mostrarse asustado, acorralado, luego confundido y luego erguido y orgulloso... hasta quedar inconsciente cuando Welf lo golpeó en la cabeza.
El enano miró a Balbrand y se acercó a los demás con los brazos abiertos pidiendo explicaciones, ya que no había peligro a la vista.
-¿Qué pasó?- dijo cuando estuvo más cerca.
*: lo interpreté así ya que se dijeron tantas cosas que seguramente le era difícil a la elfa decir todo, y menos aún con la emocionalidad que se transmitió :D Además, queda gracioso jeje
Es más un posteo para mostrar que Ainar está, y que estoy leyendo jajja
El elfo asintió a la propuesta de Welf. Registró con mucha diligencia a aquel que no registraba Welf. Quería tomar no solo sus armas y cualquier cosa de valor, sino, sobretodo, cualquier documento u objeto que pudiera ser de utilidad para entender cual era el papel de Odorico y Valter en toda aquella historia. Quizás Faron portaba algún objeto símbolo de los hombrs más fieles de Valter. Quizás Odorico guardaba una carta de Brunilda en su pecho, muy cerca de su corazón... Vanwa siempre estaba ávido de más historia, de algo más épico que luego narraría en un pueblo o posada, a cambio de risas y un plato de comida. Sí... ¡Aquella historia podía emocionar hasta la dura señora Ágata Brandigamo! O no... Por alguna razón se imaginó a la severa Ágata arreándole un pucherazo al soñador Odorico por sus peregrinas ideas.
Baldbrand no perdía detalle, pero tampoco podía saber exactamente lo que estaba pasando, por lo que cuando el enano le miró, simplemente elevó los hombros con la misma confusión. Que hubieran hablado y luego Welf hubiera golpeado al chico le dejaba algo confuso.
Estoy de puente y no me da para más el movil, sorry
El golpe de Welf con la parte plana del hacha dejó a Odorico inconsciente y provocó algo de confusión en la pequeña colina en la que les esperaban el resto de sus compañeros. Ainar y Baldbrand no entendían muy bien qué había ocurrido para que, cuando todo parecía calmado y justo cuando la diplomacia parecía estar triunfando, surgiera un brote de violencia como aquel. Hasta Miriel pensó que había malinterpretado algo de las palabras de sus compañeros. A Odorico tampoco le dio tiempo a replica, el golpe le vino encima antes de que pudiera proponer una alternativa, o de preguntar por Brunilda, cuyo nombre parecía haberle iluminado la cara al escucharlo en boca de Welf justo antes del impacto. Lo siguiente que vieron fue a Vanwa y Welf robar las pertenencias de Faron y Odorico como si fueran vulgares ladrones y se internaron en el bosque dejando un rastro visible que poco a poco fueron complicando hasta dividirlo y mezclarlo con el rastro falso que ya habían dejado sus compañeros el día anterior. Así, Valter el Sanguinario y los suyos desistirían de seguirles.
Un rato después, Vanwa y Welf se juntaron con el resto del grupo y les pusieron al día de lo ocurrido. Aclarando aquel final confuso de la conversación con Odorico. Llevaban consigo varias cosas. De Odorico habían recuperado la bolsa con monedas de plata y la espada de Merovech con las que se había fugado del bote en el que los dos beórnidas le llevaban a responder por sus actos ante Beorn. También un hacha de buena factura, que debía ser del propio Odorico. Nada más llevaba encima el muchacho, ni siquiera cartas para desilusión de Vanwa, quien mantuvo la esperanza de que el joven las llevase en un petate que hubiera quedado en el campamento de los bandidos, ya que su encuentro había sido bastante repentino. De Faron poco más. Le robaron sus armas, una lanza y un hacha y un saco con huesos de pollo que llevaba como una especie de amuleto. Al menos la abultada bolsa de monedas de plata de Odorico justificaría la farsa y lo haría pasar como un robo.
Ahora solo les quedaba confiar en que el muchacho hiciera lo correcto y no terminara delatándoles. Y si no, al menos habían recuperado la espada y la bolsa de monedas, aunque sin la argucia de Odorico no llegarían a tiempo de evitar una masacre en Vado de Piedra.
Cambiamos de escena: Malas nuevas