Gladstone salta al agua y sufre el mismo fogonazo sin ondas de agua, desapareciendo por completo sin dejar rastro alguno. Los golpes en la puerta son ahora un claro intento por echarla abajo mientras Hunt y Asleson siguen trabajando en poner las cargas en puntos clave de la sala y en la base de la piscina.
Liam encañonó al cientifico, ya se estaba hartando de sus tretas.
Digales que nos hemos ido por el otro lado o le lleno de plomo aquí mismo. Le espetó con rabia y colocandole el cañon en la tripa mientras con la otra mano le sujetaba del cuello y lo traía hacía él. La colera en sus ojos era más que patente.
Venga esas cargas... Pensaba con impaciencia.
Temblando de pánico, el científico se pone a gritarle a la puerta. -Sie sind der andere Weg gegangen! Durch die Decke! Wir sind hier sicher!
Aslson asiente a Liam: parece que el científico está diciendo lo que debe. -Ya estamos, ya estamos.- añade mientras alarga la útima carga a hunt.
Los golpes cesan y comienzan a llegar voces del otro lado.
-Dicen que de acuerdo, que mandan a alguien allí, pero que abramos.-
¿Cuánto queda para terminar de colocar las cargas? Preguntó con impaciencia.
Thrud se mantenía apuntando a la puerta. No se había movido ni un milímetro en toda la discusión, y aunque los golpes habían dado por cesar, ella no había dejado de hacer lo suyo, como si creyera que los nazis en cualquier momento tirarían la puerta abajo por sorpresa y no les importaría nada su compatriota. Sus ojos, a sangre fría, miraban el devenir de las cosas, cómo intentaban poner las cargas, cómo la habitación cerrada parecía mucho más vacía ahora que habían desaparecido un par. Tenía que haber un túnel debajo de allí, no había otra alternativa. El que no hubieran vuelto, ninguno, lo decía claramente. No cabían tantos en un compartimiento, no.
- Hilda, métete a la piscina. Vamos. Hazlo mientras haya tiempo.
Pero la noruega no dejó de apuntar a la puerta.
- Vamos, entra en el túnel, sal de aquí mientras puedas.
Tras un intercambio de palabras con los soldados en el que el científico intenta convencerles, parece que estos han dejado de creerle y comienzan a intentar abrir la puerta, empezando por una buena ráfaga a la cerradura, reventándola. Aún deberán empujar mucho y retirar la maquinaria, aparte de que se enfrentarán a vuestros disparos. No lo van a tener fácil, pero saben que no tenéis escapatoria.
-¡Listo! ¡Hemos acabado! ¡Vamos, hay que irse! ¡Intendad al menos esa salida! ¡Vamos! ¡Hilda!-
Fredrik está muy tenso y mira con intensidad a Hunt, el teórico hombre al mando, según rango.
A Liam el rango en esos momentos le importaba un bledo, asi que ni corto ni perezoso comenzó a gritar a sus compañetros. ¡Rápido! ¡Meteros a la piscina! Soltó tres o cuatro disparos a bocajarro contra la puerta, confiando en que los nazis tragaran un poco de plomo antes de podir abrirla y fue de espaldas hacía la piscina. Su intención era cubrir la retirada de los demás.
Los disparos de FMurray detienen los golpes de los alemanes, que se dan perfecta cuenta de lo peligroso que sería salir por la puerta ahora mismo. Se escuchan carreras al otro lado. Algo están haciendo.
Hunt asiente a las palabras de Murray. -¡Venga, id pasando! ¡Asleson y yo saldremos los últimos!-
Casi a empujones, Hilda y Thrud son llevadas hacia la piscina por sus compañeros. Asleson le lanza una mirada significativa a Thrud antes de que las dos mujeres se sumerjan en el agua y desaparezcan con el mismo estallido de luz que sus compañeros antes, sin dejar ni rastro en el líquido plateado.
-Murray, ya se lo he dicho a Hunt. Yo me quedo. Alguien debe detonar el explosivo y no tenemos temporizador ni suficiente cuerda de pólvora. Espero poder ponerme bajo ese armario a tiempo, pegado a un muro de hormigón, pero no cuento con ello. No quiero discutir, la manera de asegurarse de que todo va bien es que nos quedemos Hunt o yo y él es un soldado, más necesario que yo ahí fuera.-
Maldita sea Asleson... Murray maljuró durante unos instantes fulminando con la mirada a Fredrik. Después miró con desconfianza hacía la piscina, donde sus compañeros estaban metiendose ya.
¿Quién coño sabe? igual tu corres más suerte que nosotros...
Saludó al modo militar a Asleson y después dijo. Eres un puto heroe. Dicho eso fue corriendo hacía la piscina y se lanzó de cabeza, fuera lo que fuera y saliera donde saliera, si es que llegaba a salir con vida de aquel invento nazi infernal.
Murray primero y de inmediato Hunt os lanzáis al agua. Caéis. Aunque esperáis el impacto del agua y el suelo, notáis que caer más metros de los esperados y cuando golpeáis el suelo quedáis sin aire de lo fuerte de la caida. ¿Dónde estáis? No estáis empapados de agua y habéis caido, parece ser ¡sobre nieve! ¿Nieve? ¡Estáis en el exterior! ¡Está nevando!
Alucinados, miráis a vuestro alrededor y veis que estáis en una pendiente en el exterior, como en un costado de la montaña. La nevada es muy fuerte y al ser de noche, apenas veis más de unos metros a la redonda. Cerca de vosotros está el alemán que huyó por e agua. Está inconsciente. ¡Y desnudo! ¡Como vosotros! Descubrir esto hace que el frío os martirice de golpe. Ni ropa ni armas ni equipo. Y sobre vosotros, a unos cinco metros sobre el suelo, flotando en el aire, desafiando las leyes de la gravedad, hay un disco de hielo de tamaño similar, no, diríais idéntico, al de la piscina. Pero hielo, en efecto y a una altura que necesitarías alas o una escalera para alcanzarlo. Sin embargo, a vuestro alrededor sólo hay nieve y la ladera de la montaña.
Pero también huellas, huellas de pies calzados y desnudos que se alejan ladera abajo en dirección a lo que parece una construcción o un saliente de rocas. De hecho, ¿son figuras humanas eso que se ve al fondo?
Murray cayó al suelo golpeandose duramente contra le nieve. Alzó las manos para apuntar con su fúsil alrededor pero en ese mismo instante se percató de que no tenía fúsil, ni tampoco ropa. El frío se clavó en su piel como una aguja.
Tiritando se fijo en aquel extraño lugar. Malditos nazis... ¿Cómo podía ser que estuvieran desnudos? No se lo explicaba. Señaló las huellas. ¡Mira! Tal vez sean nuestros compañeros. Debemos ir. Había huellas de pies con calzado... Eso le hacía sospechar, pero aún así no le quedaba otra opción.
Empezó a andar siguiendo las huellas, entre la ventisca pudo vislumbrar unas figuras humanas. No tenían otra opción, asique siguió hacía ellas. Ya le daba lo mismo que fueran amigos o enemigos, solo quería taparse antes de coger una pulmonía y poder salir de aquel lugar del demonio.
Os levantáis y os ponéis en marcha en dirección a donde se adivina la construcción o refugio rocoso. De repente empezáis a ver a vuestro alrededor montículos de nieve que señalan el lugar donde yacen restos de otras construcciones. Parece que en unos 200 metros a la redonda aquí había edificios que cayeron en algún momento de viejos. ¿Quizá todo esto era una granja?
Cuando llegáis por fin al edificio, veis que en realidad hay dos estructuras en pie. De una de ellas sólo se puede ver la base o quizá no era más que eso; es una estructura circular, similar a una torre pero probablemente no muy alta, a juzgar por los pocos restos, que sólo levantan un par de metros por otros dos de diámetro. Quizá sirviera como una atalaya de vigilancia o para realizar señales a otros pastores o cazadores de la zona. Parece antigua por su diseño.
Frente a esta torre, el único edificio en buen estado aparente: una cabaña rectangular, construida con el estilo tradicional noruego de las cabañas de caza, pero de muros de piedra en lugar de madera aunque con techo de madera y paja. Es rectangular y se levanta un metro sobre el suelo, pudiéndose acceder al interior por una pequeña escalera también de piedra. Algunas de las huellas que seguías pasan junto a la cabaña y la ignoran, alejándose de ella en dirección al exterior de las ruinas, cuesta abajo. Su ruta es clara y sin titubeos, como si supieran exactamente hacia dónde se dirigen. Las otras huellas se dirijen a la cabaña y parece que hubieran entrado en ella. Mientras que als que se alejan están todas calzadas, entre las que han entrado en la cabaña las hay calzadas y desnudas.
El frío es muy intenso y vuestra piel empieza a verse azul, aparte de que estáis temblando como locos y os sentís desfallecer de debilidad.
Sin siquiera dudar que dirección tomar, Murray se dirigió hacía la cabaña. Sabía que no aguantarían mucho más en esas condiciones y los dientes le castañeaban como si siguieran un extraño ritmo de bateria que él no podía controlar. Era Irlandes, y en parte estaba aconstumbrado al frio, ¡pero demonios! No tenía a mano ninguna petaca de whisky para calentarse, si no sería capaz de seguir las huellas que se alejaban aún yendo totalmente desnudo.
Pensó entonces en su petaca y maldijo por lo bajo aquel invento nazi por enésima vez. Como no la pudiera recuperar iban a rodar cabezas aunque no tuvieran nada que ver...
Se dirigió a la puerta y intentó abrirla poco a poco, o al menos todo lo poco a poco que el frío y los temblores le permitían.
Amoratados de frío, lográis llegar hasta la puerta a trompicones y entre temblores y abrirla.
La cabaña no es muy grande y desde la entrada se ve todo su interior de un solo vistazo. Hay un banco corrido de granito con asiento de madera que recorre dos de las cuatro paredes, permitiendo sentarse frente a una recia tabla de madera sobre cuatro patas. Allí sentados están Hilda y Gladstone, cubiertos por unas pieles curtidas y algo de ropa, creéis que partes de un uniforme de alemán. Deben haber aparecido desnudos como vosotros. En cambio Thrud y Fiske sí que están vestidos con sus falsos uniformes de S.O.E. Lo que os choca es que ninguno de ellos está armado, tan sólo llevan un cuchillo de aspecto tradicional. El de Thurd se lo habíais visto llevar antes pero Fiske, ¿de dónde lo habrá sacado?
En la pared hay ganchos de madera insertados. Bajo la mesa hay algo de madera, unos cuántos troncos de los que Fiske ha cogido algunos y contra una de las paredes descansa un arcón de madera, sencillo y sin cerradura pero de buena talla. El tejado debe estar en buen estado, porque la cabaña está relativamente seca para la que está cayendo.
En una esquina está lo más interesante de la casa. Se trata de un cilindro de piedra de unos 130 centímetros de altura y 60 de diámetro, pegado a la pared. Su parte superior la cierra una tapa de piedra, circular, muy pulida, con una argolla hecha de cuerda de cuero para levantarla. Parece el único sitio adecuado para hacer un fuego, así que Fiske levanta la tapa, viendo que el cilindro está hueco y tiene dos salidas en el interior cerca de la tapa que van a la pared de piedra, como si fuesen dos tuberías que entrasen en el propio granito. Ahora que lo mira mejor, no parece diseñado para encender fuego en ella, sino que más bien parece que el fuego debiera ir bajo ella, en un hueco al efecto, y el cilindro sirviese para calentar algo en su interior, como si fuese una extraña olla.
Caaambiamos de escena!