Partida Rol por web

Durante unos cuantos instantes, un tiempo que se les antojó eterno y exasperante a los demás huéspedes de aquel infierno particular, el joven desgarbado, de pelo rojo y aspecto desaliñado, simplemente se quedó de pie sobre la camilla, como atontado, incapaz de reaccionar ante la sobrecogedora visión que se cernía sobre él.

Absorto ante tan terrible descubrimiento, el muchacho solo atinó a permanecer allí parado, completamente inmóvil, como un triste e inanimado muñeco de cera, con el rostro vuelto hacia las llamas en una extraña mueca mezcla de ferviente devoción y auténtico terror.

Con ojos fascinados, observaba el voraz espectáculo que tenía a tan solo unos palmos sobre su cabeza, incapaz de apartar su mirada de las alturas. Maravillado. Aterrado. Impotente.

Finalmente, tras algunos momentos, su mirada fue descendiendo muy lentamente, hasta posarse en sus propias manos. Se observó las palmas durante un largo rato, con la misma extraviada fascinación que lo había arrebatado tan solo unos segundos antes.

- Estas manos… no son mias…

Nadie podía saber lo que pasaba por aquella mente. Aunque tampoco parecía demasiado difícil adivinarlo.

El muchacho estaba completamente desconectado de la realidad, deslumbrado por algún misterioso portento que solo él parecía haber visto, y que lo había cautivado por completo. Los gritos desesperados que empezaban a surgir a su alrededor no conseguían apartarlo de su ensimismamiento, y ni siquiera el viciado y asfixiante ambiente podía penetrar en su universo particular.

Parecía como si todo su mundo se hubiera reducido a aquellas níveas e impolutas palmas.
 

De repente te das cuenta de lo que estaba diciendo Robert. Tu también lo notas, la pared posterior de la sala parece ligeramente más débil y la humedad se filtra por ella.

Como bien hipotetizabas, parece que podría haber un conducto de ventilación adosado o algo que comunicara con el exterior haciendo que penetrara un muy escaso aire fresco entre los ladrillos.

Cuando pones la mano sobre el asa esta vez se escucha el zumbido de tu piel friéndose y empieza a salir humo de tu palma que tiene que hacer un extra de fuerza tirando hacia abajo para que la trampilla ceda y vuelva a quedar cerrado el sótano.

Sientes la piel en carne viva, pero cuando apartas la mano te parece ver como la herida se regenera y la piel de alrededor ocupa el lugar de la zona negra y ensangrentada que había marcado aquella asa. Al cabo de un segundo, solo queda la rojez inusual como cuando la abriste por primera vez.

Miro extrañado a aquel chico encima de la camilla, que parece haberse quedado absorto. Por lo visto soy el único que la mantiene todavía en su sitio, así que no dudo en moverla para bajarlo de allí y sacarlo, aunque sea bruscamente, de su trance. Al mover la camilla, procuro hacerle cama con los brazos para evitar que reciba algún daño extra.

- ¡¡Acaso estás loco como para quedarte quieto enfrente de las llamas!! - digo, mientras lo sacudo ligeramente intentando despertarlo - ¡No ves que es peligroso!.

Acto seguido, miro hacia donde está la chiquilla. Sí... probablemente podría cargar con ella en caso de que encontraramos una salida, pero eso era después de encontrarla, y parecía que aquel tipo había encontrado algo.

- Tú. - señalo a la parejita de manos, específicamente al hombre - No recuerdo tu nombre... ¿Has visto algo? - le pregunto, al ver que inspecciona la pared concienzudamente. A lo mejor ha encontrado una salida.

Como iluminado por una súbita revelación, me levanto acercandome a Robert. Es posible que las cosas no esten tan mal como pensaba, aún hay esperanza.

-Esa pared.-Grito sin perder tiempo.-Es más fina de lo normal, filtra humedad, si podemos hundirla puede ser nuestra vía de escape o darnos agua. Deprisa, ayudadme. Que alguien cierre la compuerta, así ganaremos unos minutos.

Sin decir más, comienzo a golpear con rabia contra la pared.

   Ahney que hasta hora se había quedado en un discreto segundo plano ahora se ve obligada a reaccionar. La situación estaba cada vez peor. Mira con terror las llamas que parecen bloquear completamente la única salida que han sabido encontrar. Por suerte en ese momento la voz de Attila comunica lo único que parece ser una buena noticia desde que empezó toda esta pesadilla.

  Intentando mantenerse lo  más alejada posible de las llamas se acerca hasta la posición de Attila e intenta golpearla para ver si consiguen alguna cosa. De no conseguirlo dice.

 -Intentad arrastrar esa camilla hasta aquí quizás podremos utilizarla a modo de ariete para intentar hacer que ceda esta pared.-Comenta mientras golpea histérica con sus manos intentando encontrar algún punto débil en la pared

Había pasado un buen rato, y Ryan seguía sin reaccionar, con su confusa mente aún perdida en el laberinto de sensaciones que acababa de descubrir, y una mueca de infinita estupidez dibujada en el rostro. Tan solo seguía allí, parado sobre la camilla, observándose sus propias manos con gesto ausente. De repente y sin previo aviso, el mundo a sus pies comenzó a temblar.

Su única reacción fue revolear los brazos con torpeza, como un acto reflejo, buscando algo a lo que aferrarse. Sin embargo, sus esfuerzos fueron infructuosos, y perdió el equilibrio casi de inmediato. Pronto se encontró volando por los aires, cayendo aparatosamente y sin terminar de entender lo que había ocurrido. Momentos después, aterrizó con bastante poca dignidad en los fornidos brazos de uno de los desconocidos que lo acompañaban en aquel misterioso encierro.

En otras circunstancias, el desgarbado joven quizás se habría sentido profundamente ofendido por semejante destrato. Incluso podría haber iniciado una pelea, o al menos una discusión. Sin embargo, aún atontado como estaba, Ryan apenas si parecía recordar donde se encontraba, y lo único que atinó a hacer fue echar unos vistazos a su alrededor, sin reparar en el otro sujeto.

En verdad, era como si nada más existiera. Como si la habitación entera hubiera desaparecido. Ryan parecía completamente absorto en algún punto geográfico de la sala. Y hacia allí se dirigió, en cuanto pudo ponerse de pie. En su andar, pasó junto al atrevido muchacho que lo había lanzado por los aires sin dedicarle ni una sola mirada.

Con paso titubeante, Ryan se acercó finalmente a la escalera, y alzó la vista para observar el infierno que se había desatado en el piso superior. Sin detenerse siquiera un segundo, actuando como un verdadero autómata, subió los escalones y extendió la mano dentro de la ardiente abertura.

Sus dedos se aferraron con firmeza a la anilla de hierro, ignorando el calor abrazador del metal, y pronto comenzó a tirar de ella, utilizando su propio peso para aumentar la presión. Un leve siseo emanó del candente manillar, y el inconfundible olor de la carne quemada inundó la habitación.

A pesar de todo, Ryan no soltó su presa, y luego de un último tirón, consiguió finalmente devolver la trampilla a su posición original. Tras ello, simplemente se quedó sentado en uno de los escalones de la escalera, mirando con fascinación su mano derecha. Parecía aún más hipnotizado que antes, aunque esta vez, una inconfundible mueca de dolor surcaba sus facciones.

Con un fuerte golpe metálico la habitación vuelve a quedar a oscuras, solo iluminada por el fluorescente intermitente que parpadea con largas ráfagas e interferencias que se complementan con aquel silbido ambiente como de motor estropeado. Si el fuego llegaba a alguno de los cables del circuito eléctrico os engulliría de nuevo aquella oscuridad.

Pero ahora la intensidad del calor es mas fuerte y parece que por los bordes de la trampilla no deja de colarse parte de aquel humo contaminado que pretende dejaros sin oxígeno. Si analizáis el techo del lugar os dais cuenta que no es solo de los bordes de la trampilla, todo el techo esta empezando a rezumar humo muy fino. Como el vapor del rocío en la mañana cuando empieza a darle el sol, pero esto era mucho menos tranquilizador. La casa entera estaba en llamas.

A algunos les parece encontrar una pared débil, o quizás empiezan a sentir los delirios producidos por la situación límite.

Los latidos disparados de los humanos presentes resuenan en vuestra cabeza por todos lados, desacompasados. ¡Necesitáis comer urgentemente!

Me destapo un segundo, el cuello me pica

- ¡Mamá...! ¡salgámos de aquí rápido!

Me empiezan a resbalar unos grandes lagrimones por las mejillas, entendía lo que estaba pasando: íbamos a morir asfixiadas en aquel lugar de pesadilla.

Miro a todos, pero nadie me da una respuesta. Algunos empiezan a discutir algo que no alcanzo a oír muy bien con el alboroto.

Volteo de nuevo preocupada hacia Suzy y le respondo entre tosidos:

- Tápate la boca hija

Debo hacer algo, me empiezo a poner nerviosa y desesperadamente agarro la mano de aquel hombre desaliñado, Ryan, el que había abierto y vuelto a cerrar la trampilla y que había parecido escuchar su anterior suplica con más atención.

En este preciso instante Ryan nota una punzada en el estómago y siente la deliciosa piel de la mujer negra transmitiendo sus latidos a través.

- Tratemos de salir a través del fuego, cuanto más esperamos peor lo tendremos.

No estaba diciendo ninguna mentira, yo me estaba mareando por momentos y el fuego debía estarse intensificando arriba.

Aún no estaba seguro de qué pasaba pero parecía claro que aquella pared era una posible salida. Desde luego si tuviera que elegir una pared para derribar sería esa. El chico de la barba consiguió cerrar de nuevo la trampilla, alejándonos de las llamas por unos momentos y dándonos más tiempo para actuar.

- Aqui hay algo - dije contestando al tipo que parecía esculpido en el gimnasio - ya habrá tiempo para presentaciones, pero soy Robert - entonces el chico de las gafas descubrió lo que pasa con la pared - ¡Echémosla abajo!

Pero el chico de las gafas comenzó a golpear la pared, como si pudiera tirarla con sus manos. Le pusé la mano en el hombro para que parara justo cuando la chica asiática tuvo la idea de usar la camilla. En realidad era lo mejor que podíamos hacer, aunque no hubiera garantías había que intentarlo.

- Vamos chaval, reserva tus fuerzas para empujar la camilla - le dije al chico de las gafas - ¡Apartaos de la pared! Vamos a echarla abajo con la camilla

Fui rápidamente junto a la camilla y la moví para colocarla justo frente a la extraña pared y a una distancia suficiente como para poder coger un poco de carrerilla.

- Buen trabajo - le dije a la chica asiática, había tenido una gran idea - Hey! - llamé la atención de la chica negra y su niña - No te preocupes, saldremos de esta, tu pequeña estará pronto a salvo - volví mi atención en la camilla y traté de aunar fuerzas con los demás - A la de tres empujamos ¿vale? Uno.... Dos.... y Tres...

Joder que mala suerte xD

Que hay que hacer para echar abajo la pared utilizando la camilla?

Me aparto de la pared cuando Robert me lo indica y agarro la camilla con él. Tienen razón, tenemos poco tiempo y hay que darse prisa.-Todos a la vez.-Grito desde detrás de la camilla.-Empujemos todos a la vez. Si la camilla cede, al menos es posible que entre todos podamos abrir un pequeño agujero.