Jason deja los dardos en una especie de vaso donde estaban los otros y se da la vuelta dispuesto a salir del backstage y dejar al príncipe tranquilo con sus problemas.
Richy tira Carisma+Intimidación dif.6 mientras esperamos a ver si Robert quiere postear, si no seguimos.
Ryan apretó el puño con vehemencia ante la respuesta de la mujer, e incluso se permitió mover los labios en silencio, como si pronunciara un desgañitado “Si!!!” que le salía del fondo de las tripas.
Quizás por lo sorpresivo de su éxito, o tal vez por la incontenible sensación de ansiedad que lo embargaba, lo cierto es que el joven pronto se encontró gesticulando desaforadamente en la soledad de la noche, sin pronunciar el menor sonido, pero contorsionándose con el mismo éxtasis demencial con que festejaba cada anotación de los Broncos.
- Ehhh… preferiría que no. – sentenció finalmente, tras tomarse algunos instantes para recuperar el aliento – Será mejor que yo la llame. Hay gente durmiendo cerca de mí, y bueno… el caso es que no quisiera molestarlos.
- ¿Le parece bien en media hora?
Motivo: Carisma+Intimidacion
Dificultad: 6
Tirada (5 dados): 2, 8, 4, 1, 2
Éxitos: 0 Fallo
- ¡Eh! Fue un accidente ¿entiendes? - dije enfadado, señalándole con el dedo.- Yo no quería matar a ese tipo, pero no tuve elección, aquella mujer me habría matado como hizo con Attila... sólo me defendí ¿Qué demonios esperas? ¿Qué deje que me maten porque se supone que he ofendido a alguien? - comencé a dar vueltas por la habitación, a ver si conseguía calmarme.- Mira tio, yo sólo quiero acabar con esto, que ese Edward nos deje en paz... estoy dispuesto a hablar con él en persona si eso sirve de algo, pero no voy a irme de esta ciudad... no, porque eso no soluciona el problema, no soy idiota ¿sabes? Si me marcho de esta ciudad me perseguiréis hasta encontrarme, no me libraré nunca de vosotros y no estoy dispuesto a pasar por eso... No sé como pretendes ayudarnos pero más te vale que empieces a hablar...
Las tácticas intimidatorias de Richard no parecen derrocar las defensas de aquel tipo que por contra cae al suelo con un gesto de molestia y frustración más que nada.
- Mi nombre es Roger Manot. Podríamos comenzar por aquí
os dice incómodo des del suelo
- Si fuerais tan amables de desatarme... o al menos ponerme derecho. Os prometo no tratar de escaparme. Si queréis cerrad las puertas con llave o algo. Tengo mucho que contaros y la noche es corta.
Sopesé por un momento que todo lo que decía podía ser mentira, que podía ser una treta para escapar, pero la verdad es que no teníamos muchas opciones. Richard le había capturado pero ¿Ahora qué? ¿Ibamos a soltarlo simplemente, que se fuera a su casa como si no hubiera pasado nada? Pues por estúpido que pareciera esa era nuestra mejor opción, y es que era eso o cubrirnos de mierda (otra vez) con un nuevo cadáver. Tras meditarlo decidí que, finalmente, los que estábamos atados de pies y manos habíamos sido nosotros todo el tiempo, cosa que resultaba tremendamente irónica cuando te encontrabas frente a un tipo físcamente atado de pies y manos.
- Está bien, voy a desatarte - dije mientras ponía la silla de nuevo en pie.- Pero te advierto que si maté a ese tipo también puedo hacerlo contigo si es necesario - finalmente le desaté y cogí una silla para sentarme frente a él.- Todo tuyo, amigo...
Me quedé quieto, esperando ver que hacía Robert, ya que la verdad era que lo único que quería hacer yo era darle dos golpes bien dados a aquel tipejo. Por fortuna, mi compañero parecía tener la sangre más fría que yo, asi que me busqué simplemente un sitio cerca de la puerta de salida, por si acaso, y me quedé de pie mirando a ver que rumbo tomaba la charla. Al parecer, de entre los tres, el que menos sabía de nada era yo.
Empezabais a desatar a Roger cuando un estridente pitido os hiela la sangre.
"¡¡piiiiiiiiiiiiiiiiiiii...!!"
Es el timbre del portero automático. Alguien llama a la puerta.
Miro a Robert, algo preocupado.
No esperaba más visitas...
Voy con cautela hacia la puerta y cojo el telefonillo del portero automático - ¿diga?
La errumbrosa voz enlatada des de la calle, al otro lado del aparato, te contesta:
- Hola, soy el inspector Brandt. Me gustaría hablar con usted ¿Puedo subir?
- Eehh.. ummm...
vacila tu interlocutor al otro lado del aparato
- Quizás incluso antes. A ver, espere un momentito.
Un "cleck" te pone en espera mientras un mensaje grabado de una operadora repite cada 5 o 10 segundos:
"Su llamada será atendida en unos segundos, por favor no cuelgue el teléfono"
- ¿Si, diga? ¿Con quien hablo?
Una voz masculina había tomado la llamada al cabo de unos pocos minutos, se trataba del señor Whitmann en persona
-Bien.-Digo saliendo de la sala.-Voy a mi refugio. Si me necesitáis estaré por allí. Necesito descansar y prepararme.
Todavía falta algo más de un par de horas para el amanecer, por si quieres hacer algo más esta noche.
Lo digo principalmente porque los otros pj's todavía no han terminado de hacer sus movimientos y me gustaría que avanzarais de noche a la par, ya que tarde o temprano estáis predestinados a reencontraros (o no, pero en todo caso es importante que vaiáis en paralelo).
Por ello, si no quieres hacer nada más, te mantengo a la espera descansando en tu refugio hasta que los demás jugadores hayan acabado sus escenas o podemos rolear algo más
Me pongo blanco de golpe, con los ojos muy abiertos. Esto se había jodido en un segundo.
Un momentito por favor, me pilla en mal momento. Espere un minutito. - y tapando la boca del telefonillo hago un gesto a Robert para que se acerque. - Es el inspector de policía. - le digo, en un susurro cuando está cerca - ¿Qué hacemos?
Hostias se me habia olvidado el post completamente. Sorry
Una vez llego a mi refugio, empiezo a hacer algunos preparativos. Despues de todo, necesito llevar la espada sin que se vea demasiado por la calle, asi que necesito coger el abrigo más amplio que tenga y ver como puedo disimularla dentro.
Abro mi armario y comienzo a hacer pruebas.
Ryan demoró algunos segundos en sobreponerse a la impresión que le causó su repentino éxito, y un tenso silencio antecedió a sus siguientes palabras. Por un momento fugaz y desesperado, incluso sopesó la posibilidad de abandonar aquella solitaria cabina telefónica y lanzarse a la carrera para huir de allí.
No estaba preparado para tener que lidiar con un tono masculino como aquel. Y mucho menos con el del propio Whitman. De modo que no pudo evitar sentirse algo intimidado ante la templada seguridad que emanaba de aquella voz.
Afortunadamente, la irrefrenable ansiedad que le causaba la Sed lo había vuelto osado, aunque puede que también algo descuidado…
- Eh… si… que tal, buenas noches… - balbuceó tratando de ganar tiempo, mientras su enfervorizado cerebro luchaba por otorgar alguna coherencia a su lengua ingobernable – Y perdón por la hora.
- Verá Sr… eh… Whitman. No nos conocemos. Aún. Y preferiría no mencionar mi nombre por teléfono. – la voz del desgarbado joven iba adquiriendo más seguridad con cada palabra, a la vez que el atisbo de una idea comenzaba a tomar forma en su cabeza – Es por todo lo que ha ocurrido. Ya sabe.
- Bueno, el caso es que soy amigo de Jacob. Más que amigo, pariente. Pariente lejano. Bueno, las dos cosas. En fin… estuve con el la otra noche. Antes de que ocurriera todo…
- Parecía preocupado. Como si supiera lo que iba a pasarle. Como sea… me dio su tarjeta. Me dijo que lo llamara si le pasaba algo. Que no importaba la hora. Dijo que fuera a verlo, que usted tendría algo para mí.
- Ahhh... y también me dio algo para usted…
- ¿Algo para mí?
Respondió la voz al otro lado, claramente sorprendida ante aquel anuncio inesperado.
- Verá, la verdad es que he estado buscando relativos al difunto Prestor sin ningún éxito.
La forma de encarar los asuntos propia de los abogados se dejaba ver en aquel hombre; fue directo al grando, sin rodeos y sin dejarse llevar por la curiosidad que planteaba tu llamada en medio de la noche.
- El señor Prestor era... precaucioso con estos asuntos. De modo que asumí que los implicados se pondrían en contacto con nuestra compañía tarde o temprano.
El hombre parecía conocer bien a su cliente
- Debo entregar su testameno al beneficiario de su herencia. Se trata de un tema de suficiente importancia para tratarlo en persona. Así que le ruego, concertemos una cita cuando usted esté disponible.
Y como si en su metódico discurso no admitiera ningún tipo de desliz o olvido, añade:
- Voy a necesitar su documentación para dejar todos los documentos en regla.
Llegados a este punto te das cuenta que el hombre que te habla por teléfono está convencido que sabe exáctamente con quien está hablando.
Me llevé las manos a la cabeza instintivamente, qué razón tenía aquel que dijo que cuando algo puede salir mal va a salir mal... Me moví de un lado a otro, nervioso, tratando de pensar en algo.
"Maldita sea, soy un estúpido - pensé.- Me ha seguido, no puede ser otra cosa... ese cabrón no se quedó contento con lo que le dije y me ha seguido... pero miré el callejón, los coches ¡Lo revisé todo, joder! Le dije la maldita verdad ¿Por qué no me dejan en paz?"
Me paré en seco y miré fijamente al prisionero. No habría podido describir el odio que contenía aquella mirada, si el odio fuera veneno su sangre se habría vuelto de color negro y habría muerto emponzoñado, tirado en el suelo luchando por sobrevivir. Apreté los dientes, quise matarle pero... conseguí calmarme.
- Vale, vale, vale... - hacía aspavientos con las manos.- vale... vale... Vamos a pensar ¿eh? No puedes dejarle en la calle... tenemos que escondernos... no...no... no sé dónde ni cómo... en un armario ¡Lo que sea! Richard tienes que entretenerle mientras nos escondemos... hay que quitar todo esto, ese tio es muy listo y enseguida se enterará de que has tenido a alguien atado... ¡Vamos, rápido!
Contesté al telefonillo tan pronto como Robert daba las órdenes.
Disculpe, inspector Brandt. Suba. - y, acto seguido acciono el timbre de la puerta para que se abra. Luego cuelgo el telefonillo y me dirijo hacia nuestro preso. No sabía si la orden había tenido el efecto, o hasta cuando duraba, pero había que hacer probar suerte. - Quiero que estés en silencio, ¿vale? Continuaremos nuestra charla después.
Entonces guío Robert y a Roger hacia un trastero o armario donde pudiera esconderlos. Había que tener cuidado y mirarlo todo bien, por lo que tras esconderlos miré en la habitación el tiempo restante que me quedara para ver si había alguna prueba o algo sospechoso.