Partida Rol por web

El último contacto con vuestra nueva existencia, el que podía tener las respuestas que tanto ansiabais, vuestro ángel de la guarda: Tony, se había perdido en la oscura noche de Denver sin dejar rastro.

Con millones de incógnitas revoloteando en el inconsciente, una sombra más larga y oscura que la misma noche en la que se había evaporado vuestro único contacto, se cernía sobre vosotros como una maza.

Podíais sentir en el aire el peligro implícito de las últimas palabras que alguien había escrito para alertaros: "tenéis problemas" "os quiere muertos"

Aún así vuestra sed de respuestas parece no haber terminado y dispuestos a encontrar algún sentido en aquel mar en el que errabais perdidos, os despedís frente a la puerta del club

La noche es larga para quienes no vence el sueño

La cuadrilla se divide.

Robert saca las llaves prendiendo el contacto del coche y junto a Attila os dirigís al bar de confianza del primero decididos a tratar de indagar sobre el "Broadstreet", el club que Tony mencionaba en su último mensaje o ese tal Edward.

No sería una tarea fácil, puesto que debía haber por lo menos un millar de Edwards en una ciudad de las proporciones de Denver, pero alguno de los contactos de Robert parecía moverse bien por el ambiente nocturno de la metrópoli.

Entre tanto, esto proporcionaría una buena oportunidad al joven universitario: Attila, para saciar su sed creciente y que ninguno de vosotros es capaz de sacarse plenamente de la cabeza des de aquella primera vez que probasteis la ansiada vitae.

Cuando llegáis al Joey's el local esta lleno hasta los topes: no quedan mesas libres y en los pocos taburetes de la barra la gente va y viene, trayendo bebidas de un lugar a otro. Debe ser la hora punta o que es justamente viernes por la noche. Pero tanto Joey como las otras dos camareras parece que no dan abasto.

La cuadrilla se divide.

El gigante encorvado de Ryan y su look descuidado forman una imagen de los más extravagante al andar de lado con el dioniso metrosexual de pulidos músculos de gimnasio.

Tras buscar unos minutos, finalmente acabáis entrando en un restaurante a la esquina que parece más bien una mezcla de cafeteria y bar cuyo cartel en la entrada titula como "Vesta Dipping Grill." El lugar parece ofrecer bastante intimidad: Hay varios paisanos, cada quien con sus asuntos. El ambiente es un poco bohemio y mientras una jovencita dibuja en una libreta, otro hombre no suelta el telefono a pesar de tener una ensalada delante suyo hace mas de diez minutos

La camarera os trae unos aperitivos además del grueso listín telefónico que le pedisteis.

Habíais quedado en contactar con algún corredor de borsa o con la misma compañía con quienes vuestro captor supuestamente tenía inversiones. Al menos indagaríais por esta vertiente mientras los otros se encargaban del tal Edward. Pero... ¿por dónde empezar?

No esperaba que el bar de Joey estuviera tan lleno, claro que no había caido en la cuenta de que era viernes por la noche. Por muy cutre que fuese el bar, un viernes por la noche solía estar hasta arriba, supongo que había demasiada gente en aquel barrio para el número de locales disponibles...

- ¡Joder! Me parece que no hemos escogido un buen momento - le dije a Attila en cuanto abrí la puerta.- Bueno... probaremos de todas formas - me giré para mirarle fijamente.- Trata de contenerte ¿vale? sé que es difícil, pero debes intentarlo... Si sientes que no puedes sólo avísame.

Me colé entre la gente para avanzar hasta la barra pues no había ni un sitio libre en las mesas, hasta que al fin conseguí alcanzar un trocito de barra que tenía espacio.

"Maldita sea, esto es peor que la guerra" - pensé mientras ponía el codo en la barra.

Levanté la mano en tres ocasiones para llamar la atención de Joey. No era cosa fácil, el viejo no paraba de poner copas, una detrás de otra, y apenas tenía tiempo para mirar a la barra. Cuando terminó una ronda se giró y me vio, levantó la cabeza para saludarme, se limpió las manos en un sucio trapo que llevaba colgado y se acercó para ver qué quería.

- Buenas noche, Joey... joder, tienes esto a tope - dije con una sonrisa, inclinándome sobre la barra para que pudiera escucharme.- Ponme un whiskey y a mi amigo lo que quiera - lo mismo daba, realmente no nos lo ibamos a beber.

Esperé pacientemente a las copas mientras escudriñaba el local, sin embargo, esta vez no iba a cometer el error de activar los poderes, ya había tenido suficientes flashes de luz por aquella noche. En cuanto Joey volvió con la bebida le deslicé unos billetes en la mano, más que suficiente para pagar las copas.

- Oye, Joey, tengo que preguntarte algo... ya sé que estás muy ocupado pero esto es importante - me acerqué un poco más para que me escuchara bien.- ¿Sabes algo del Broadstreet? Es un garito que pertenece a un tal Edward... no sé cómo se apellida ¿sabes algo de ese tipo?

Entro en el bar y sigo a Robert mientras mi perro espera en el coche. No soy demasiado habil hablando en público y hay demasiada gente para cazar, al menos hasta que domine la técnica, así que intento reprimirme y permanecer junto a él mientras miro alrededor por si alguien nos observa.

-Yo no tomaré nada, no tengo sed. Gracias.-Respondo cuando Robert pide el whisky. Acto seguido, continúo observando la concurrencia con aire distraido.

Poco después de llegar me acomodo en mi asiento, inclinado hacia la mesa, y abriendo el listín telefónico sobre la misma. 

- Deberíamos buscar el número de ese tal Whitmann - digo, buscando por la W del listín - Me pregunto cuantos Aynsley Whitmann habrá en la ciudad. Espero que no muchos...

Cuando encuentre a los que haya, iré llamando uno a uno o elegiré algo que resulte obvio (A. Whitmann, corredores de bolsa o similar...) y preguntaré por una cita con él para realizar una inversión en bolsa, para ver si se precia.

- Bien… Supongo que no es mala idea… - contestó el desalineado personaje con aire distraído, sin manifestar demasiadas expectativas ante la iniciativa de su camarada – Aunque imagino que a estas horas será difícil arreglar una cita.

- Como sea, no se me ocurre nada mejor. – agregó luego con un encogimiento de hombros que expresaba cierto dejo de resignación, a la vez que se reclinaba en su asiento y echaba un vistazo aburrido a la concurrencia – Nunca tuve que tratar con ese tipo de gente, y no tengo idea de cómo funciona el asunto. Es lo que tiene vivir con lo justo. No hay que preocuparse por que hacer con lo que sobra…

- Igual, siempre podemos hacerles una visita. Creo que podremos reconocer la casa de ese Whitman con solo echarle un vistazo.

"Aynsley Whitmann" son las palabras clave que usáis para la búsqueda y aun que el listín telefónico parece un tanto viejo y desactualizado os sorprende no encontrar ni un solo Aynsley en la lista de teléfonos:

Whitmann, Eleonor..... 091 343 622

Whitmann, Patrick..... 091 544 981

Whitmann, soldaduras y montajes..... 092 922 181

...

había una larga lista de Whitmann y ninguno parecía amoldarse bien a los datos que teníais, ninguna firma de abogados, ni corredores de bolsa, nada.

Mientras Richard se entretiene llamando a alguno de los listados por si a ciegas da en el clavo, Ryan parece no convencerle la idea y divaga por el listín ofreciendo otras alternativas que a su parecer podrían ser más útiles.

Es mientras el primero habla con la tal Eleonor Whitmann que de casualidad, Ryan para atención en uno de los anuncios de las últimas páginas:

"Bufete de abogados Whitmann & Co. Nuestros abogados y consultores le atenderán para defender su caso en cualquier estado del país e incluso en el extranjero. Consultores Jurídicos des de 1976"

Debajo del elegante anuncio constaba una dirección postal y de correo electrónico además de un número de teléfono. Pero antes de poderlo comunicar a su compañero que seguía al teléfono, la siniestra sensación de estar siendo observados se apoderó del vigilante de parking

Tardáis varios minutos hasta que una de las camareras os reconoce y un minuto más hasta que no captáis la atención de Joey el propietario del bar y buen amigo de Robert.

Cuando le pedís, éste rápidamente saca un vaso de debajo de la mesa, deja caer unos hielos dentro y te sirve el trago.

El chico hace un esfuerzo por oírte en medio de aquel alboroto. Se aprieta contra la barra agachándose un poco hacia ti y cuando has terminado de preguntarle divide la atención con el cliente que tienes a tu derecha

- ¡¿Bornstreet dices?! No, no me suena...

responde con un tono de voz muy elevado para que le oigas mientras saca dos copas de cocktail y las pone delante del tipo al que atendía

- ¿Me has dicho ginebra verdad?

el chico a vuestro lado asiente con la cabeza entretenido

- ¿¿Estas seguro de que esto queda por aquí cerca??

Continúa dirigiéndose a Robert aun que más concentrado en poner la bebida ahora

- Son 7,50

El chico a vuestro lado se pone a rebuscar en la billetera mientras Joey se os queda mirando con cara de "lo siento tíos"

Oh... ¡Mierda! Había demasiada gente en el bar como para andar haciendo preguntas, pero tenía que hacerlo o si no nos quedaríamos en punto muerto, con aquel tipo tratando de matarnos y sin poder ver a Tony en unos días... No estaba dispuesto a rendirme todavía. Me recosté un poco sobre la barra y volví a llamar a Joey.

- ¡Hey! Ven aquí, Joey - dije mirándole fijamente.- Dame treinta segundos de tu tiempo, sólo treinta segundos, te juro que es muy importante... Hoy por ti, mañana por mi ¿eh? - continué, parecía que al menos había captado su atención.- He dicho Broadstreet ¿Me oyes? Broadstreet, lo lleva un tipo que se llama Edward ¿Sabes algo o no?

Esa era la última, tenía pocas posibilidades de conseguir algo pues no me extrañaría que el bueno de Joey me mandara a tomar por el culo, y si conseguía que me prestara atención todavía podía ser que no supiera de lo que le estaba hablando. En cualquier caso nadie diría luego que no lo había intentado.

*He vuelto a tirar lo mismo pero gastando FV, así que en total saco 2 exitos. Me borro el punto de FV

Viendo que la cosa parece no avanzar demasiado, espero en mi posición a que mi compañero termine de interrogar al camarero. No sé muy bien si sacaremos algo en claro, pero puede que si, así que le dejo que se tome su tiempo. 

Por mi parte, me preocupa más que puedan estar siguiendonos, así que vigilo a mi alrededor por si veo algo raro.

El barman ya se dirigía a atender a su próximo cliente cuando se corto de repente

- Que te pon..

Las palabras de Robert resonaron con un eco de autoridad inaudito y de repente Joey dejó todo lo que hacía para dirigirse donde estabais des de atrás de la barra*

- Robert, tengo esto a tope.

Se hace el remolón

- ...bueno a ver ¿qué quieres?

cede dejando un par de vasos sucios que estaba retirando encima de la mesa prestándote toda su atención

- ¡Ah! Broadstreet dijiste. Ummmm... eso me suena algo pero... ¿No es un antro de Jazz de por el east-side? no se tio, diría que alguna vez me han comentado que alguien estuvo por ahí, pero no lo conozco personalmente

Se encoge de hombros por no ser de mas ayuda

- El Edward ese ni idea. Si es tan importante quizás pueda preguntar por aquí cuando esto este más calmado

Joey se espera a la espectativa por si necesitáis algo más.

Mientras tanto Attila buscaba posibles amenazas, pero el bar parecía un lugar seguro. La gente se emborrachaba y se divertía normalmente. No había ninguna señal de peligro en el ambiente

- Gracias, Joey, me haces un gran favor si preguntas por ahí - dije alargando la mano para palmearle la espalda.- Llámame cuando sepas algo, ahora te dejo, esta noche es una buena noche para ti, amigo - sonreí antes de dejarle con su trabajo.

No era gran cosa pero al menos había prometido preguntar, en este tipo de cosas el tema del boca a boca solía funcionar así que sólo quedaba esperar. Con un poco de suerte, si es que no se olvidaba de que había ido a verle, tendría pronto algo con lo que trabajar.

- Bueno, pues aquí no nos queda más que hacer - le dije a Attila.- ¿Te encuentras bien? Quieres que vayamos a.... bueno, ya sabes a lo que me refiero...

-Si, por favor.-Digo mostrando cierta prisa por salir del bar.-Cuanto más pronto salgamos de aquí mejor será para ver si nos siguen.

Dicho esto, me encamino hacia la puerta con cierta prisa.

Con aire distraído, Ryan aguardaba a que su compañero colgara de una vez el teléfono para comentarle su descubrimiento. Estaba empezando a hartarse de aquella cháchara burda y superficial, típica de los imbéciles esos que pretenden venderte un curso de respiración o un tratamiento para levantar el autoestima, y quería terminar con aquello cuanto antes. Para peor, la naturalidad que mostraba el niño bonito para tanta farsa comenzaba a preocuparlo de veras.

Tal vez aquel payaso era justo lo que parecía.

- Mierda… mejor hubiera ido con el tipo de las gafas…

En verdad, no es que Ryan estuviera particularmente ansioso por la novedad, o que hubiera depositado muchas esperanzas en su hallazgo. Después de todo, el pequeño anuncio en sí no decía demasiado. Pero al menos tenía que ver con abogados y consultores. Y eso ya era un principio.

En cualquier caso, era mejor que molestar a viejecitas y soldadores en medio de la noche.

Así, mientras soportaba aburrido la estudiada parrafada que el chico lindo le soltaba a todos aquellos que tuviera al otro lado de la línea, el desgarbado personaje dejó que su mirada vagara perezosa por el local.

Un muchacha que leía en silencio. Una pareja que se prodigaba en caricias. Incluso unos cuantos tipos de miradas ojerosas y cansadas que apuraban una cena tardía.

De manera inconciente, y sin prestar demasiada atención, sus ojos se posaron aquí y allá en los parroquianos que compartían sus soledades en aquel tranquilo lugar. No era gran cosa. Pero Ryan se sentía infinitamente más cómodo allí que en el club que habían visitado antes. Aquel sí se parecía al tipo de bares que solía frecuentar… o que había frecuentado cuando aún tenía dinero. Y una vida.

Sin embargo, mientras observaba distraído a la concurrencia, comenzó a sentir una creciente sensación de intranquilidad, que no podía precisar con certeza, pero que aumentaba ominosamente con cada instante que pasaba.

- Hey !!! Pssst !!! – le susurró por lo bajo a Richard cuando su paciencia alcanzó el límite, a la vez que golpeaba repetida y suavemente la mesa con su puño para intentar llamar su atención – Esto no me gusta. Hay algo raro aquí…

Mientras hablaba, giraba su cabeza a uno y otro lado, sin demasiada sutileza, intentando hallar por fin la causa de su repentina e inexplicable alarma. Con gesto apurado, arrancó la página de la guía donde se hallaba el anuncio e hizo señas a la moza para que trajera la cuenta.

- Claro - respondí.

No había mucho más que decir... dejé mi copa intacta en algún lugar y salí del bar detrás de Attila.

Salís del Joey's como podéis entre la gente ¿era posible que hubiera todavía más gente que cuando llegasteis?

Cuando finalmente cruzáis la puerta y dejáis la muchedumbre atrás os alegra sentir el aire fresco de la calle en la cara y haber dejado atrás el ambiente viciado del local.

Pero el momento de alivio desaparece rápidamente cuando veis a una mujer de exasperante belleza salir de un mercedes gris aparcado en doble fila justo en la acera de enfrente de donde se encuentra la entrada al Joey's.

Tanto los hombres como las mujeres que se encuentran haciendo un cigarrillo y conversando desenfadadamente se quedan viendo a aquella joven cuyo rubio y ensortijado pelo cae en cascada hasta su cintura, formando una especie de halo magnético que no hace otra cosa que resaltar sus perfectas facciones pulidas en mármol blanco y aquellos ojos de un azul tan intenso que parece violeta incluso en la penumbra de la noche.

La mujer pero, no aparta su vista de vosotros dos mientras cierra la puerta del automóvil tras de sí.