Partida Rol por web

Vitaly, al lanzar el hechizo, vio cómo desde ese rayo salió un cúmulo de fuego que inunda a la muchacha. Con los dientes apretados, Vitaly notó cómo éste se disolvió y ve a Aline ilesa, a la vez que notó la barrera deshacerse enfrente de ella; ella, en respuesta, lanzó un hechizo bastante familiar, y sin pronunciar ninguna palabra, el muchacho agita su varita hacia el rayo en su dirección y vió cómo este se deshizo en un halo de luz, como si hubiese chocado en una muralla invisible. Entonces Vitaly dió un paso adelante, un pisotón que generó un ruido explosivo en la habitación, y, mirando atentamente a la muchacha, agitó su varita y despidió una onda parecida al de una ráfaga de aire comprimida hacia la muchacha, cuya velocidad y fuerza podría facilmente mandar a los aires a cualquier ser en frente de éste.

Vitaly volvió a evadir el hechizo que le había lanzado. En respuesta, él le atacó con un everte statum, por lo que una ráfaga de aire se dirigió a gran velocidad hacia ella. Con la esperanza de detenerla y evitar el golpe, gritó «fianto duri», pero el encantamiento no surtió ningún efecto, por lo que no se pudo defender y salió rodando por los aires. Recorrió aproximadamente tres metros, y cayó sobre su costado izquierdo, sin embargo, no se había lastimado demasiado. Sintió una punzada de dolor en las costillas, pero se incorporó con cuidado, dispuesta a seguir combatiendo. Regresó a la posición en la que se hallaba, caminando con paso firme, mientras felicitaba a Vitaly por haber ganado el turno. Cuando llegó a su posición, bromeó diciendo: «te voy a dejar helado», y, al instante, pronunció el nombre del hechizo (glacius).

Vitaly, al ver a la muchacha rodar por los aires, no pudo celebrar.

Se dió cuenta que su mano temblaba, que su respiración estaba tornándose agitada. Al verla impactar en el suelo, se rascó la nariz mientras con la otra apuntaba aún a ella; al verla incorporándose, se dió cuenta que antes de incorporarse se había tocado la costilla, y el muchacho pasó su lengua por sus labios, al sentirlas resecas. Para cuando ella le sonrió, el muchacho no evitó dar un paso atrás, mas al verla a los ojos, aquellos brillantes luceros verdes se habían tornado opacos, y aquella sonrisa que ella dió se envolvió en una ventisca que iba a su dirección. El hielo iba con fuerza al muchacho, mas Vitaly apuntó con seguridad y pronunció un susurro en sus labios, saliendo de su varita una barrera que se podía ver desde la distancia, viendo cómo el hielo impactaba en ésta y caía al suelo, dejándolo ileso. Tras verlo caer, empezó a acercarse a Aline caminando, caminando normalmente, pero en su caminar agitó su varita a ella y gritó nuevamente: Expulso.

El hechizo que había conjurado no alcanzó a Vitaly,  y rebotó en la barrera que había creado. Aline resopló, y ajustó la coleta. Pensaba que esta vez sí surtiría efecto su ataque. Vitaly comenzó a caminar hacia ella, y volvió a lanzar otro expulso. Una ráfaga de aire se dirigió hacia ella, pero en esta ocasión no iba a permitir que la golpease de nuevo. Gritó, mientras daba un pequeño salto, el nombre de un hechizo defensivo, y un escudo invisible impidió que siguiese su trayectoria. Aline sonrió por haber evitado el ataque. Sin embargo, su rostro se volvió serio cuando llegó su turno para atacar, y decidió imitar a su compañero con la elección del maleficio.

Vitaly seguía su marcha firme hacia adelante, viendo su reaccion insatisfactoria al ver aquel poderoso hechizo siendo bloqueado por el muchacho; Vitaly ya había avanzado varios pasos, y faltaba poco para estar casi al medio de la arena, mientras sus ojos miraban a las de ella, una mirada que reflejaba no sólo determinación... sino también, si ella lograba percibirlo, una violencia reprimida . En su transcurso, vió a la muchacha deflectar el hechizo y lanzarle el mismo tipo de hechizo hacia él, mas con un simple movimiento de varita, suspiró un hechizo y lo lanzó hacia ella. La luz roja no sólo atravesó la barrera, disolviéndola, sino igual llegó a su objetivo actual: la varita de Aline salió por los aires y cayó atras de ella.

Entonces él se detuvo. Ya en la mitad de la cancha, sin perder tiempo, dió un paso adelante, un paso vigoroso, y entonces gritó con su anormal voz gutural: Diffindo.

Una vez más, el hechizo que había lanzado a Vitaly no había surtido efecto. Su varita salió despedida por los aires, por lo que se dio prisa en recogerla y prepararse para el siguiente asalto. Con las piernas separadas, y los brazos parcialmente estirados, esperó a que su compañero pronunciase el nombre del hechizo que usaría para el ataque. Volvió a dirigir la vista hacia su oponente, y él le correspondió. Un escalofrío recorrió la espalda de Aline: la mirada de su compañero era inusual, le transmitía desazón. Aline respiró profundamente y, antes de que Vitaly tuviese tiempo de pronunciar por completo el nombre del hechizo, movió con energía su varita y ejecutó el embrujo de repugnancia para evitar que su contrincante la alcanzase. Aline respiró aliviada al ver que había evitado el ataque de su compañero. Apretó el puño de su mano derecha, dio tres pasos al frente, y pronunció el nombre de un hechizo ofensivo. 

Sentía el latido de su corazón impactar su cabeza como un tambor incesante. La mano mantenía firme la varita de Alerce, los ojos miraban fijamente a su contrincante, sus labios eran mordidos por su dentadura superior. El hechizo parecía fuerte, llegaría a su objetivo sin dudas, ganaría el encuentro y todo volvería a la normalidad; él volvería a la normalidad. Sin embargo, su hechizo fue desviado con una precisión que no esperaba de la muchacha, y vió en ella un fulgor que había ignorado: ella parecía, por un momento, mucho más peligrosa y determinada que como la conocía.

Eso, por algún motivo, le enfureció.

Ambos parecían estar a menos de quince metros entre ambos, tan así que podía ver en ella las arrugas en su rostro producto de su temple; ella alzó la mano y lanzó un ataque dirigido a él. Vitaly, ciego, lo defendió apenas, reaccionando tarde, pero eso fue suficiente: en términos legales, él había ganado... pero no podía verla así: no podía verla de pie. Una mirada fue suficiente para recorda una visión grotesca; un muchacho con sus telas quemadas, con su piel ligeramente quemada en el abdomen, con sus ojos llorosos y su rostro deformado por el dolor.

Así debía ser un duelo: hasta que uno de los dos ceda.

Sintio sus manos calientes, sus manos tiritando por una sensación violenta, una sensación que debía liberarse inmediatamente: agitó el brazo con fuerza y, sin pronunciar el hechizo, gritó, gritó en una explosión de emociones contenidas, y en ella, un rayo rojizo disparándose a toda velocidad hacia la muchacha. 

Vitaly había esquivado el hechizo sin demasiado esfuerzo. Aline resopló, indignada, por la falta de puntería que había demostrado durante la contienda. Vitaly había ganado el duelo, así que debían concluirlo. Aline comenzó a hablar «Vale, esta vez...» , pero sus palabras se vieron interrumpidas por la reacción de su compañero, que no parecía satisfecho con haber ganado, así que le lanzó otro hechizo ofensivo, mientras profería un grito que provocó que le temblasen las piernas y dejase de articular palabra. No obstante, fue rápida, y se defendió con un fianto duri. Evitó el ataque, aunque el rayo rojo le rozó el antebrazo derecho del brazo y le produjo algunos rasguños no demasiado profundos, que le escocían un poco. No comprendía lo que acababa de pasar, le costaba asimilarlo. No había sido impresión suya que Vitaly se comportaba de una manera extraña: su reacción lo confirmaba. Aline empezó a respirar intensamente e irregularmente,con la mirada perdida, mientras todo su cuerpo empezó a temblar debido a la ansiedad que sentía. Apretó con fuerza la mano en la que sostenía la varita, y volvió en sí.

—¡¿A qué viene esto?!— le preguntó a gritos, mientras lo miraba con una mezcla de enojo y decepción.

Salió corriendo del salón, sin mirar atrás, y sin esperar respuesta, ya que quería alejarse de él. Tomó rumbo a la enfermería, en búsqueda de un ungüento que sanase los arañazos y con la esperanza de beber una copa de poción calmante. 

Vitaly contenía la respiración.

Al momento de ver la luz rojiza dirigirse a su oponente, un impulso eléctrico recorrió su espalda y le hizo pisar torpemente el suelo, su cuello quedó encorvado al igual que su columna, su cabeza mirando al frente, sus ojos abiertos, muy abiertos, sus labios pegados, presionándose el uno al otro. En un momento, Vitaly vió la luz rojiza siendo desviada apenas por su contrincante, mas no fue lo suficiente para dejarla ilesa: el rayo rojo, al hacer impacto con la tela de aquella, el fuego nació y en un momento la explosión se esparció por el aire, dejándo apenas un pequeño rastro en su antebrazo derecho; pudo ver a su contrincante con una expresión de shock: sus ojos abiertos como los suyos, su boca abierta, inmóvil, y atinó simplemente a quedarse quieta, apuntándole, tiritando.

Entonces Vitaly observó a Aline, mientras contenía la respiración.

Dió un paso suave, en silencio, mas ella reaccionó gritándole, sus alaridos atravesando los oídos del muchacho que permanecía inmóvil. Se dió cuenta que una pequeña porción de su pelo largo se oscureció producto de la explosión, de la herida superficial, aquellas quemaduras que se les había producido apenas en su antebrazo, pero que se podía ver la piel rojiza y ronchosa entre las telas quemadas. La vió moverse, la vió correr, la vio salir de la habitación desesperadamente, la vió contener sus lágrimas, entrecerrando aquellos ojos verdes, mientras que su rostro se desfiguró por el desconcierto, por la pena, por el dolor...

Entonces Vitaly exhaló.

Guardó su varita en el uniforme, suspiró mientras se arreglaba su traje y bajó de la arena; cerrando la puerta del salón de duelos, empezó a caminar hacia su barco... sin embargo, mientras caminaba, sentía el sudor de su frente, sentía sus piernas que temblaban al igual que sus manos y sus labios; sentía un dolor puntiagudo en su estómago, pero en especial en su pecho, un dolor pequeño, molesto y que se extendía lentamente. Sentía su nariz congestionarse y sus ojos húmedos. Con una mano se agarró el pecho e inhaló profundamente, su rostro imperturbable... a excepción de una mueca que dislumbró llanto... Vitaly llegó al barco, llego a sus aposentos y cayó pesadamente a su cama, cerrando sus ojos.

Al despertar, vió que en la escotilla al lado de su camarote, una lechuza le tenía una carta con el sello de Hogwarts. Al recibirla, vió lo que tenía que hacer para la siguiente prueba.