Partida Rol por web

El salto es algo que ya has practicado varias veces, la diferencia es que ahora llevas más peso que en los entrenamientos y que va totalmente en serio.

Caes, el avión pasa de largo sobre ti, pero soy hay a cientos y pronto lo pierdes de vista sin saber que futuro le depara, el paracaídas se abre y te da una sacudida tremenda.

Ya no se escuchan los motores del avión, pero el viento azota tu cara, hay gran oscuridad, imposible ver a tus compañeros ni tampoco a donde iras a caer, de vez en cuando unas explosiones de antiaéreos lejanas hacen que puedas la silueta de los árboles, podrías caer en cualquier sitio, ahora te preguntas si vas a poder orientarte para llegar a tu objetivo.

Lo primero en llegar al suelo sin romperse nada, cada vez estás más cerca del suelo, te preparas para pisar terreno francés detrás de las líneas enemigas, ahora todo esto parece una locura, estas sólo, pero tienes un objetivo.

El paracaídas se abrió con una sacudida violenta, echando los hombros hacia atrás y agitando sus materiales.

Joder..mierda..George rezaba interiormente, por poder caer de manera favorable..A un lado y otro intentaba ver más allá de las explosiones, para poder comprobar como les estaba yendo a sus compañeros. Ahora estaba solo, al igual que el resto...La invasión había comenzado, quedaba por saber cuántos llegarían sanos y salvos a tierra..

Mientras caes no se ves más que el fuego antiaéreo, parece que vas a tocar tierra en una zona arbolada, mientras caes ves un antiaéreo bastante cerca, a un kilómetro o así, vas a salvar una barrera de árboles… ¡Por los pelos!

Caes justo tras la barrera de árboles, lo primero es quitarse el paracaídas, oyes al antiaéreo que no para de abrir fuego.

George se quitó a toda prisa el paracaídas, maldiciendo entre dientes, ya que los arreos se le enredaban en los hombros. Una vez libre, inspeccionó el macuto en el que llevaba la mayor parte de los materiales. Joder, menos mal que aún me quedan cargadores-, chasqueó al darse cuenta de que había perdido parte de los materiales, aunque aún le quedaban los imprescindibles.

Cogiendo su fúsil, miró a su alrededor, intentando buscar un punto que le sirviera de referencia, ya que en el salto no había podido vislumbrar nada a causa del fuego. De repente el cañón antiaéreo rompió comn otro fogonazo. Ese cabrón está armando una buena...George resolvió dirigirse hacia la batería, cautelosamente, y por si se topaba con algún compañero que se encontraba en la misma situación. Mientras, buscaba cualquier seña´l, una granja, una casa, donde orientarse. Ya estaba en Normandía, no había hecho más que comenzar, pero para un soldado, estar solo, podía ser mucho más difícil que la guerra misma..

Te quitas el paracaídas sin problemas, al principio estás nervioso, no sabes a donde has ido a parar ni si hay enemigos cerca, el ruido de los aviones y las explosiones aunque lejanas prosiguen como una música de fondo, excepto la de ese antiaéreo enemigo que sigue barriendo a los vuestros.

Comienzas a dirigirte hacía allí cuando escuchas un golpe seguido de un pequeño quejido – Rayo... – escuchas a la persona que se acaba de quejar, como a unos 10 metros tras unos arbustos

George agarró firmemente su fúsil. Alguien se acababa de quejar a unos cuantos metros de donde se encontraba él, seguramente se trataba de otro paracaídista, que por el sonido, parecía que su aterrizaje había ido peor que el suyo.. George estaba aliviado por otro lado de pensar que otro compañero había llegado a tierra.

Se dirigió cautelosamente hacia donde provenía el ruido de lamento, y aún agachado, respondió al santo y seña tal y como les habían enseñado antes de practicar el salto. -Trueno..- contestó mientras bajaba el arma, aunque aún en su mano fuertemente agarrado. Esperó la reacción del soldado, dispuesto a ayudarlo.

Podía tratarse de algún miembro de la compañía E, pero en la guerra, en un país desconocido, toda preocupación es poca..

Te acercas con cuidado a donde escuchaste “Rayo y el quejido” poco a poco ver la silueta se un soldado paracaidista que cojea y va de un lado a otro mirando el suelo como si buscase algo, lleva el cuchillo de combate en la mano.

Parece asustado, quizás paranoico, te acercas más para ver que se trata… ¡Es Jacob!

Ibas a saludarlo cuando escuchas otro - ¡¡Trueno!! – que acude a la llamada de Jacob, pero no se queda ahí esa voz que también te resulta familar, no ves el origen, parece que se ha quedado quieto por precaución pero dice… “Pssss....Hablame, dime algo para poder llegar a ti....” … “Soy Silver, Frank Silver, ¿estas bien?...,”